El día que Peter Pan mató a Hitler

El día que Peter Pan mató a Hitler

Hermanos Bateman

02/08/2023


El día que Peter Pan mató a Hitler

Al pueblo lo que es del pueblo, al pan lo que es del pan

Ahora que la extensa cola de ciudadanos se amontona en la calle junto a la entrada de mi pequeño obrador, me da por reír. Enciendo un cigarro a falta de diez minutos para abrir. La pancarta con el lema: “ Hoy 6 de Abril de 1964 pan gratis para todo el pueblo. A quien trigo siembra , pan recoge” , había reunido un centenar de famélicos argentinos y llenado las calles de voces atronadoras.

Nunca me había considerado un alquimista de la masa madre, pero sí un buen panadero de Mendoza.Sólo era Pedro, un exiliado gallego que huyó de la represión franquista en 1945 hasta la falda de los Andes argentinos para tener su propio negocio sin reprimir su condición sexual. Tampoco me había considerado jamás un asesino, ni un héroe. Y aunque en secreto, ahora lo era.

Cada calada a mi rubio americano me hace brillar más los ojos. Recuerdo cada vez que vino a comprar. La soberbia de ese jubilado viticultor alemán de unos 75 años era insultante. Su disimulado acento germánico diciéndome “ Peter pan” , hijo de puta , la misma broma cada día junto a su canoso y escuálido bigote gestando una mueca de sarcasmo, burla y regocijo.

Mi estoica educación evitó que le contestase y pudiera servirle cada día el brot. Eso hizo que él bajara la guardia y creerse que éramos camaradas. Hace dos días no aguantó más, se sentó en la única mesa del obrador pensativo, orgulloso y sátiro a degustar su pan recién horneado como el manjar descubierto por un bebé desdentado. Sostenía el currusco de pan en sus arias manos temblorosas por el parquinson; “Peter siéntate junto a mí, yo ofrecí pan a un imperio y repartí pan a los que iban a morir a manos de mis seguidores, fui un Dios ejecutor al que siguieron millones sin ser nada de lo que pregoné, un ilusionista dirían. Un maestro de la mentira, y me libré de la parca con el más grande engaño”.

Yo le miraba atónito deshojar su verdad, sin demostrar mi desprecio en la mirada mientras le oía y apretaba mi puño bajo la mesa hasta notar la sangre recorrer mis falanges. “ fui tan bandido que no podía morir honestamente de un disparo en la cabeza, como símbolo de derrota. Insté a Käthe Heusermann, mi dentista personal a trasplantar mi dentadura a mi cocinero personal, luego le disparé en el cráneo para después quemarlo en el búnker de mi cancillería. Así fragüé mi último truco, marché a Argentina y aquí me reí de la historia”.

La ira de millones de atormentados se apoderó de mis manos y sin mediar palabra le hice engullir el cuscurro hasta que su tráquea se ahogó con mi puño en su interior.

Yo, Pedro el homosexual apátrida y panadero por causa y culpa de un hipócrita aprendiz de führer maté al diablo.

Ahora ante la luz apagada de la última calada río, pensar que ese diablo se consumió en mi horno en minutos me llenaba de gozo. Que luego esparcí sus cenizas en cientos de barras de pan dispuestas a ser regaladas al pueblo, era una genialidad.

Ni Stalin, ni Churchill, ni Deladier, mucho menos Truman; Pedro, gallego panadero convertido en Peter Pan venció a la bestia. Repartió felicidad al pueblo con pan y sin circo.

Alguien reescribirá la historia de Peter Pan , solo un cuento de niños o no .

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