Mi abuela solía amasar pan, lo hacía con un llanto de tristeza, de preocupaciones. Yo sabía cuando estaba mal por ello. Porque la veía amasando. A veces me pregunto:¿ cuánta furia o cuánto dolor había en su proceder? Si el resultado era tan delicioso. Hoy que ya no la tengo pienso mucho en ello. Y cuando una pena me gana, o cuando algo me derrota, recuerdo el pan de mi abuela.

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