Fumador Anónimo

Fumador Anónimo

Fab

15/06/2023

Siempre he sido el mismo, mismo nombre, misma rutina, misma identidad, mismas palabras, llevaba un tiempo sintiendome optimista, había terminado el dolor, las aspirinas funcionan, puedo confiar en ellas, pero dudar de mí, así que abraze la vida nuevamente, con una sonrisa y algo de temor, pero porque ese día fue diferente? Me mire al espejo y noté a alguien más, el café ya no era tan dulce, y el paisaje nunca fue tan sespia, aveces era tétrico, frío y aveces me veía en él, quien es ese hombre que ví entonces?, yo no tengo hermanos (qué yo sepa), y tampoco vivo con alguien, creo que nunca merecí compañía o solo no la necesitaba, los años ya han pasado, no puedo hablar de ello, pero, entonces, quién?, su rostro era pálido, de ojos profundos y mirada cansada, como si hubiera ido a vender algo malicioso, como si la inocencia se hubiera perdido en él (o la inocencia lo perdió), quien sabe, quizás llego sin avisar porque temía que lo apartara, es bienvenido. pero quién es él?, sé levanta temprano a lavar unos desgastados dientes, tiene algo de tabaco entre un par, solo se mantiene en la ventana, observando hacia algo, alguna cosa que llamó su atención, no estoy seguro, (claro, eran más cigarros), me di cuenta que solía leer, pues usa unas palabras tan extrañas qué no digiero al instante, y digo solía porque no hay libros en su repisa, supongo fumo de ellos, porque poetiza y cuando abre la boca solo se escucha melancolía, pero ya no están, fumo de ellos, los hizo humo. salía poco, solo a caminar y comprar lo de siempre, siempre como siempre, con la rutina de siempre, con la mirada de siempre, con la condena de siempre. Note entonces que solo se sentaba a mirar la ventana cuando el sol caía, temía que el calor del sol lograra destruir su bohemia, fuí al espejo, lo vi otra vez, serví el café, lo vi otra vez, me duche, lo vi en el sutil reflejo de un cerámico, me estaba poniendo inquieto el saber que no se iba, ya habían pasado unos días, seguía en el sofá observando la ventana, como si de un ritual de un credo se tratase, no apartaba la mirada, su opulencia y la magnitud de su penitencia, me dejo asombrado, creí que estaba muerto, almenos por un tiempo lo pensé, pues antes hablaba, ahora ni respira, estoy alusinando cosas. Tome mi bufanda y continúe, al llegar la noche y salir la luna, cerré lo ojos, y lo ví. Al lado de mi cama, parado como si no supiese qué lo está, ensima de mi alfombra verde ya gastada y pisoteada, se acercó y lo vi fijamente inquieto, desolado, sin palabra alguna, Con el mismo rostro cansado, las arrugas qué dibujaban garabatos en su piel, los cabellos delgados qué se quebraban con el viento, la mirada pálida qué me generaba terror, y unos labios secos, alfin abrieron paso al espacio entre letras pequeñas y desdichadas, susurrando me al oído:

«Vine por tí», y no lo vi más.


Etiquetas: misterio muerte

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