Los días que no debieron ser

Los días que no debieron ser

Fiore Casale

20/03/2018

Otro día de calor en Buenos Aires y la gota gorda que cae por el rostro de Matías deja un hilo limpio en su cara manchada. Mientras espera el semáforo se mira las manos llenas de callos por tirar del carro y piensa en lo que haría con el dinero de ese día.

Se lo iba a dar a su hermana Jimena, para que le compre a su hijo el guardapolvo que necesita para la escuela. Había prometido ayudarla. Había prometido que Eric no tendría que tirar del carro como ellos lo hicieron.

El carro pesa más del triple de su peso y está lleno de cartones, dolores de espalda y peleas con taxistas.

La gente lo mira pasar mientras él deja su juventud en cada paso. Ellos piensan que él no piensa. No saben que llora en la esquina sin luz de Esmeralda y Sarmiento porque le enseñaron que los hombres no lloran. No saben que si toma una cerveza es para tirar mas fuerte del carro y olvidar el olor a cartón, el peso de la mirada ajena, el calambre del hambre.

No saben que además de arrastrar el peso del carro, arrastra el peso de su alma.

………………….

Mientras Matías camina por los pasillos de su villa escucha los gritos de una chica que suenan a Jimena.

–¡Me lo mataron! ¡Hijos de puta, me lo mataron!

Jimena lo ve y corre a abrazarlo, hay vecinos al rededor de un cuerpo y un hilo de sangre que se desplaza por la tierra. Matias no entiende.

–¡Es Eric! – grita Jimena mientras lo agarra de la remera – ¡Me lo mataron!

El camino hasta el cuerpo es infinito, no está en ese tiempo-espacio. Escucha de fondo el sonido aturdido de las sirenas de la ambulancia llegando. Escucha el llanto de Jimena, escucha el murmullo de los vecinos, escucha el silencio de la muerte.

Es Eric. Es Eric y esta allí tirado. Es Eric y está muerto.

Se desvanece frente a él. Su amigo Tito lo toma del brazo y lo abraza.

–Fueron esos cobanis hijos de puta – susurra en su oído – fue Carranza.

Matías lo mira con los ojos perdidos y va a buscar a su hermana, se está yendo con el cuerpo de su hijo y su madre en la ambulancia.

–Lo vamos a ir a buscar – le dice Tito, pero Matías mira el charco de sangre sin reaccionar – mirame amigo.

Tito le agarra la cabeza y lo mira fijo.

–Tenés que ir al hospital con tu hermana. Tomá – le da unos billetes – tomate un taxi.

Tito corre a su casa y agarra una pistola que está debajo de su colchón.

………………..

Se escucha un grupo grande de motos, todas se dirigen a lo de Carranza. Saben donde para porque ellos trabajaron para él en un momento.

Tito vende droga en el barrio desde que tiene doce años. Había dejado de ir al colegio y no había nadie que se preocupara por él, ahí lo agarró Carranza. Empezó vendiendo para él y lo hizo durante muchos años hasta que éste le propuso robar en una zona librerada. Tito se negó y sufrió las represalias. Luego se armó su propio negocio.

Llegaron al lugar, pero no estaba. Mientras vuelven escuchan las sirenas de dos patrulleros, es Carranza que viene a buscarlos. Carranza dispara y ellos responden. Caen dos de los amigos de Tito, a él lo hieren en el brazo y los pierde al girar la calle.

En los diarios felicitan a Carranza por su buen labor y por haber matado a dos «chorros» que intentaban escaparse.

El presidente lo toma de ejemplo en un discurso y la gente aplaude.

Los medios no nombran a Eric ni a sus sueños de ser doctor.

…………………..

Matías abraza a su hermana, ella ya es lágrima.

Él, es culpa.

Es un conjunto de días grises que no debieron ser:

El día en que Carranza prueba y abusa de su poder.

El día en que Tito deja el colegio.

El día en que Matías deja el carro porque quiere ganar más plata.

El día en que rechazan a Matías de otro trabajo y recurre a Tito.

El día que Tito le presenta a Carranza.

El día en que Matías no quiere trabajar más con Carranza y vuelve al carro.

El día en que Carranza se mira al espejo, se dice «es mi trabajo» y luego tira del gatillo.

…………………..

Otro día de calor en Buenos Aires y la gota gorda que cae por el rostro de Matías deja un hilo limpio en su cara manchada. Mientras espera el semáforo se mira las manos llenas de callos por tirar del carro y piensa en lo que haría con el dinero de ese día.

Se lo iba a dar a su hermana Jimena, para que le de a su hijo un entierro digno. Había prometido ayudarla. Había prometido que Eric tendría justicia.

Y mientras llora en la esquina de Esmeralda y Sarmiento, promete tirar del carro hasta encontrarla.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS