OLVIDADA ENTRE REPOLLOS

OLVIDADA ENTRE REPOLLOS

Se pregunta qué va a ser de ella ¿Dónde vivirá ahora? ¿Y con quien dormirá? Su vida era de gelatina de fresa y ahora vomita un amargor a coles. Es el flechazo que menos le ha durado. Y acabará en cuanto se termine el cuento. En el jardín de repollos entró un nabo dejando fuera a la Rosa. Él, es hombre y tiene cámara y ella no puede luchar contra eso.

Esta Rosa hace de actriz. Una actriz nacida bajo el signo Aries que ya está en escena. Detrás de ella hay un jardín sin vida, pintado sobre un lienzo que ocupa todo la pared del fondo del escenario. Delante, una valla blanca que enmarca el primer plano junto a un montón de repollos gigantes. Se arregla el vestido entallado de tul. Coquetea. Estira con mimo, despacio, a dos manos, las flores de su escote. El plató queda en silencio. Y ella, como buena chica, se dispone a repetir las directrices de la escena. Ya se las sabe de memoria.

Alicia, la directora, tiene el oído embotado en el cuchicheo que anda por atrás. Da la orden para el comienzo de la filmación ¡Cámara y acción!

La actriz del escenario inicia sus movimientos elevando los brazos para luego dejarlos caer sobre los globosos repollos. Los toca con una varita mágica que no lleva. Da unos delicados pasos de danzarina a un lado y a otro. Pero algo va mal, lo presiente. Ve la cara de Fernand, el operador de cámara, y luego, de reojo mira a la directora. Se queda paralizada sobre los repollos como un espantapájaros.

— ¡No, no! ¿Ni se te ocurra decirme que se te ha olvidado? —grita la directora mientras gira su cuerpo al cameraman inglés—. Hoy se termina este cortometraje ¡Busca la cinta y colócala en la cámara de una condenada vez!

Alicia se levanta encogida en puños. Sólo son unos minutos de grabación y se están convirtiendo en un suplicio. La gente se le retuerce. Sus tripas se le retuercen. Lleva días gravitando en el Olimpo para sacar adelante esta producción.

En Francia los bebés no llegan de París en transportín de cigüeñas. Lo más cerca que estas zancudas pueden estar de un recién nacido es cuando anidan en los tejados. Los niños bebés se buscan en el huerto; allí andan escondidos entre las hojas gigantes de los repollos cuando están perladas de rocío.

«En cuanto la actriz saque a todos los bebés a pie de escena daré por terminada la película. Quedará bien el tinte magenta para el hada y el cian para los repollos. Mandaré colorear la cinta fuera del estudio… Absurda ¿Les parece absurda? ¡Cómo se atreven ni a insinuarlo! La vida es absurda. ¿Cuántas cosas no se hacen al día que son absurdas? ¿Acaso no hay conflictos cotidianos absurdos? Esto no me lo he inventado yo, es folclore galo. No se puede hacer más real ¿Acaso un repollo no es una cuna fantástica? ¿Dónde va a estar un bebé más arropado? (se sonríe Alicia) es lo más parecido al vientre de su madre. El misterio de la vida es maravilloso, aunque conlleva demasiados caprichos triviales. Nacemos caprichosos, engreídos, queriendo todo lo que vemos en los demás. Desde la matriz venimos pidiendo entre balbuceos».

 La actriz nacida bajo el signo de Aries no es actriz, en verdad es la amiga de Alicia (la que no para de darle a la chola) y con la que se lleva muy bien aunque sea Piscis. Su amada directora está más que dispuesta a sostener el mundo como un Atlante y seguirá adelante sin ella. Serán otros proyectos y buscará nuevas caras y lugares nuevos. Alicia se irá lejos, en medio de gente extraña. Buscará otra terraza que no use nadie con el suelo de asfalto que dé a un solar vacío y lo convertirá en un nuevo escenario con un fondo pintado por un pintor y no será un jardín, puesto que ya no será su vecino, que en realidad se dedica a pintar abanicos.

A la Rosa le queda poco tiempo para ser olvidada. Se ha mimetizado tanto en el jardín que se le confunde con una oruga verde sobre las coles de madera. De hecho, ya no se le ve. Deja el centro vacío. De la historia solo queda un bebé gritón y una madre ansiosa que no ha parado todo el rato de saltar dentro y fuera del escenario durante el rodaje.

Es el final.

*

La Canción Olvidada by Morgan Szymanski featuring Lizzie Ball y Othoniel Llanas. Copyright Sarabande Records/Classical Kicks 2020

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