Transurrimos entre habitaciones,

en las que a veces es hoy,

en las que a veces morimos.

Transcrurrimos entre habitaciones,

a las que ponemos nombres,

para no olvidar nuestro paso por ellas;

habitaciones con puertas,

sin puertas,

con ventanas,

habitaciones ciegas,

habitaciones que nos regalan,

que robamos,

compartidas, 

o habitaciones sin nadie,

pero también habitaciones últimas, 

sin aire,

sin luz,

sin salidas:

habitaciones en las que es siempre ayer

y en las que a veces vivimos.

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