160 A (relato infraordinario)

160 A (relato infraordinario)

Max Demian

26/02/2023

Las blancas nubes que cubrían gran parte del cielo apenas eran divisadas atravez de la sucia ventanilla. El pequeño pero caluroso rayo de sol que se colaba quemaba la piel. Los ojos verdes buscaban distraidamente el nombre de la calle, una señal que le indicase en dónde estaba, o cuánto le faltaba para llegar a destino. Nuevamente se acomodó un castaño mechón de cabello detrás de la oreja y se recostó sobre el asiento. El vehículo frenó como en casi todas las esquinas y el fuerte retumbar de las puertas resonó en sus oidos.

Gente bajó y gente subió, no se miraban, no se hablaban. El silencio solo era interrumpido por el motor del colectivo, las pocas palabras que le indicaban al conductor cuánto debía cobrarles el boleto, y el movimiento de bolsas o papeles, quizás la envoltura de alguna golosina, y, por supuesto, el estrepitoso sonido a ciudad colándose por las ventanillas.

La persona que se había sentado a su lado todo ese tramo de viaje fue una de las que bajó, el tentador lugar vacío fue ocupado rápidamente por un muchacho que habría subido un par de paradas atrás.

Ella no le prestó mucha atención,  era, probablemente, un par de años más grande que ella, unos diecinueve o veinte años. Vestía jeans azules rectos, zapatillas deportivas y un par de auriculares blancos que se perdían en algún bolsillo. Con el sutil vistazo que le había dado pudo notar que tenía el cabello negro y cortito, ojos del mismo color y un pequeño aro adornando su ceja. El hermoso perfume de hombre impregnó su nariz.

Ella observaba el borroso paisaje urbano: edificios, calles y autos que pasaban a su lado, para luego desviar su mirada hacia su celular cuando sentía como el muchacho apreciaba casi fascinado el mismo paisaje, marcando el ritmo de la canción, golpeteando con sus dedos.

El viaje que de por sí ya era largo, se hizo infinito.

Hasta que cerca de una de las importantes avenidas de la capital el muchacho se levantó para anunciar su bajada con el timbre. Nuevamente el frenazo abrupto y el fuerte ruido de las puertas.

Ella lo observaba alejarse paulatinamente cuando él se dio la vuelta y busco sus ojos verdes, sonrió ligeramente y la saludó con la mano, ella sonrió ampliamente y le devolvió el saludo.

El colectivo reanudó lentamente su marcha mientras separaba a un par de desconocidos.

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