infraordinario. Jugando que era una niña, cerré los ojos ante la pequeña manito de mi hijo que olía a babita y chocolate . Por un instante me llevó a mi niñez, perdida en el delantal de mi madre mientras ella cocinaba y me hablaba para que yo no llorará. Me invadian los olores de aquella tela gastada de tanto resfregar sus manos para tocarme y recorde que siempre olía a babita y chocolate
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