Entre las Flores y el Viento se Dibuja la Libertad

Iba en el bus, sentada al lado del gran ventanal, distraída mirando la vida pasar; todo era nuevo, reciente, la ruta de los buses articulados venia de ser estrenada.

En la mitad de la carretera había una franja que determinaba los sentidos de la movilidad compartida, el ir y venir de los vehículos. Durante el trayecto, era imposible evitar ver las hermosas flores que sobresalían en medio de tanto asfalto.

Noté que esas flores eran amarillas, pequeñas y multitudinarias. Enseguida pensé, esas flores amarillas son de la misma especie y aunque están dotadas biológica y físicamente para ser iguales, sus formas varían en pequeños detalles, como tonalidad o tamaño de sus tallos, hojas y pétalos.

Aparte de las diferencias asociadas a diversos factores biológicos, físicos y ambientales, noté otro evento, cuando el viento las tocaba, todas iban con un sentido propio, independiente, estéticamente era un espectáculo maravilloso de la naturaleza patentada; debo reconocer que, sólo hasta ese día entendí, por medio de mi novata observación que el viento no corre en una sola dirección como nos lo enseñaron en la escuela.

Ante tal evento, imaginé que la física proponía que el viento se movía  a través de corrientes circulares y dependiendo de las dimensiones, el peso y la velocidad; todo ello, determinaba una dirección, el destino final de cada flor.

Admito que pensé muchas cosas, entre ellas, se me ocurrió algo particular: ser pequeñas, multitudinarias y patentadas las hace muy parecidas a nosotros, la humanidad; minúsculos en individualidad pero enormes en colectividad, limitados única y exclusivamente por la programación sistémica que recibimos.

Comprendí que, no solo por ser seres humanos, debemos o tenemos, que caminar en el mismo sentido; pienso que, se hace necesario respetar los silencios, las consignas, los discursos, los susurros, los gestos, la poesía, la música, la pintura, las lágrimas, la prosa, las sonrisas, la unión, la distancia, el compañerismo, las rupturas, los cambios y la autenticidad.

Quizá así, podamos saborear la libertad.