La Gran Tormenta – Ciudad Fantasma

La Gran Tormenta – Ciudad Fantasma

Lucas Baz

14/01/2023

1

COMISARÍA UR-IX

1


La cacería comenzó, las piezas del rompecabezas se han puesto en su sitio, dijo una mujer de cabello rubio largo frente a la entrada del pueblo, sus ojos se tornaron naranjas brillantes, lanzo una sonrisa, y avanzo por la carretera hacia el interior del pueblo.


2


Los coches marchaban lentamente cerca de, Elias Mazal y Luis Romero Pérez, ahí se encontraba la comisaria, el jefe Eduardo Morales, se ubicaba en su despacho, tomando su café sin azúcar, ya que es diabético. Se encontraba cómodo en su silla, leyendo el informe que sus oficiales han notificado, luego del arresto de «Langosta», un violador de mujeres pelirrojas.


Que fue arrestado anoche, por eso de la 1:30, fue hallado en su vehículo un viejo y descolorido Renault 12.


La policía lo sorprendió en medio de una acción con una joven de 19 años. Había sido reportado por un vecino, tras reconocer dicho vehículo. Por suerte llegaron a detenerlo, la joven solo sufrió lesiones leves en sus piernas y rostro. Mientras pensaba la razón de porque la justicia lo termina liberando, lo oía hablar reconoció en su interior que en esas circunstancias no le habría gustado a nadie que estuviera al otro lado del escritorio. Que el le estuviera hablando a alguien y esa persona ni atención le prestaría.


-Entonces, ¿Qué te parece?.


-Lo que tú propongas yo acepto.


-¿Estas seguro?… ¡Eduardo! -llamo alzando un toque la voz.


Solo se quedó con la vista sobre el, pero como si estuviera en un viaje lejano fuera de este plano. Alzo la vista y reaccionó.


-Perdon, ¿Qué me decías?


-Te pregunté, que vas a hacer ahora con los resultados. ¿Se lo vas a decir?.


-Eso… Aún no estoy listo Pedro. Déjame pensar y prepararme. Esto no es sencillo.


 Pedro Rousseau, el subcomisario (compañero de birras), un hombre serio casi inexpresivo. Ha defendido a su comisario en las acciones que ha cometido, para cumplir con su trabajo. Apresar de que haya atravesado la línea, siempre está para el.


-Bueno, ten cuidado en dónde te metes, esto es muy delicado. Si lo dices sin pensar o tener un escape, saldrán los dos lastimados.


Se produce una pausa entre ambos, mientras Eduardo se queda viendo fijo el sobre blanco con la etiqueta: HOSPITAL NIVEL 1 – CORPUS CHRISTI. RESULTADOS DEL SEÑOR: EDUARDO MORALES.


-Debi hacerlo hace mucho tiempo, tuve la oportunidad de saber de ella, hace unas cuantas semanas -suspira y se queda en silencio-. Jamás debí dejarla que me fuera de las manos.


-Eso no fue tu culpa, no lo sabías. Eran un par de jóvenes. Susana tenía diecisiete y tú veintinueve.


-Veinticuatro. Tenía Veinticuatro. No era muy pendejo.


Eduardo se levantó de la silla, y se fue al archivero junto a la ventana, guardo el sobre.


-¿Sabes el error que cometes, verdad?. Ahora con esto, podés estar con ella. Aunque ella no lo sabe, tu la cuidas. Estuviste con ella desde que cumplió cinco. La hiciste feliz, jamás le faltó nada.


-Aun así siento que la he defraudado, por ser un cobarde. No merezco ser su padre.


Vuelve a sentarse agobiado.


-No digas idioteces, eres un buen padre, y eso nadie podrá negarlo, tu hija se podrá orgullosa de tenerte como su padre.


Lo quedó mirando y negó con la cabeza de manera lenta, con ese rostro caído lleno de pena.


Pedro quedo en espera de que Eduardo hiciera algún comentario al respecto, pero solo se quedo ahí.


-Samanta me comento como te comportas con Julieta, te súper admira, imagínate como te agradece y halagaba soltó una media risita de burla-. Tanto hablo de ti, que por poco me pongo celoso. Hasta Julieta te quiere, y eso que tiene ocho años.


Se produce otra pausa. Pedro mira el reloj en su muñeca, lo ha estado haciendo desde que entro a la oficina.


-¿Tienes una cita, que miras tanto tu reloj?


-Si con Romina, quiere que le ayude con los papeles de adopción.


-¿Y tienes que ir tu, no puede hacerlo Guillermo?.


-Sabes que Guillermo es un idiota con patas, no sabe hacer nada, ni siquiera sabe tender la cama.


-¿Enserio?. Tan así, lo conozco poco, pero me lo imaginaba alguien colaborador, generoso, servicial. Lo ves en la calle y no parece.


-Viste, Guillermo sabe lucirse en la calle, con mi hermana o sin ella. Es un descarado, pero Romina lo ama. Es algo que no entenderé, prefiero a otro infeliz que a este ridículo como cuñado.


En un momento la habitación quedo en silencio, se podía escuchar el murmullo del resto de los oficiales, y el ruido de los residentes y automóviles que circulaban.


-Bueno, amigo me voy yendo, piensa en lo que te dije -agarra su chaqueta apoyado en el respaldo del sillón. Antes de girar el picaporte, se acordó, a media sonrisa soltó.


-¿Vas a ir a ver a Magdalena?


-¿Porque?


-Es el aniversario, hoy cumplen cuarenta y cinco años. Desde que su esposo falleció, no ha salido mas que para ir al almacén, Samanta y yo iremos en la tarde. Te hará bien verla y… no te culpes. Bueno después nos vemos.-abre la puerta de un tirón, y la cierra de un portazo.


-¡La puerta!


-¡Perdon! -grito Pedro desde el otro lado.


Eduardo cambio su mirada de angustia, y se volvió a sentar, se quedo pensativo, giro su silla en dirección al archivero.


Nadie ha sabido de Pedro y de su paradero después de la llegada a ese lugar.


Eduardo captó un momento definido luego de ese incidente inesperado en medio de una gran tormenta impredecible, para poder soltar la verdad frente a su hija y esperar su reacción ante todo.


Pero algo sucedió.


3


A metros, por el corredor estaba apoyado sobre el mostrador el agente Martín Ramírez, un hombre de carácter duro, quien estuvo en el ejército en la segunda guerra mundial, se encontraba conversando por teléfono con su esposa quien se había ido a Posadas por un tratamiento para su hermano quien le había dado leucemia cuando tenia cinco años, y entre tantas quimios y pastillas, solo ha contenido la enfermedad.


El ahora se encuentra haciendo tratamientos en la ciudad de Posadas, aunque sabe bien que le restan pocos días (por decisión convenció al grupo de médicos que lo asisten que no dijera nada, ni a su hermana, para evitar el dolor).


La noche durante la tormenta oscura, Martin comenzó a tener cómo alucinaciones, la imagen de una forma humana, que solo lo llamaba, con frases sin sentido. A lo que él considera que ha perdido el juicio. Intento mantener la calma, tomando algunas pastillas para esa jaqueca que sucumbió unos días atrás, cuando su esposa se había ido con su ex-prometido quien la llevo en su camioneta, ya que le quedaba de camino para visitar a su hija.


Durante una misión encubierta, Martin tuvo que ausentarse un par de días, por motivos inexplicables no regreso, luego de tres años fuera, su esposa perdió toda esperanza, ahí conoció a Mario, un arqueólogo que había regresado de una expedición de Egipto, y tras un retraso del vuelo para regresar a su casa, la conoció.


Su esposa no se comporta como antes, es desatenta y despreocupada por pequeñeces. Tanto que ni la puede ver en su casa, por cuestión del trabajo ambos son parte importante del pueblo. Es la directora de una inmobiliaria con más de 6000 puntos en todo el país.


Martin colocó un vaso de tergopol bajo la canilla roja, del dispenser, mientras comenzó a llenarse el interior, podía sentir el aroma de ese café, en saquito que sacó de su bolsillo, le añadió de esa cucharada de azúcar no muy colmada, se está cuidado del colesterol.


Emerge el vapor que le cubre toda su cara. Y se retira a su despacho. Un cubículo a una distancia de la oficina de su jefe.


Martin con el móvil apoyado en su hombro mientras revuelve el café. Le da un par de sorbos, refriega su lengua por la comisura de los labios.


Suspira y se sienta y lo deja en alta voz mientras se ata los cordones.


-No, te preocupes, Sara. Sabes que Thiago es así. Algo caprichoso, no lo de…


-Sera caprichoso y testarudo, pero es mi hermano. Quiera o no yo debo estar con el.


-Sabes que Thiago no va a cambiar, cuando se le pone una idea en la cabeza no hay quien lo pare.


Martin sin vacilar miro en un rincón junto a los retratos de los oficiales con honor, una luz que resplandece.


-El es…


No termina la frase, se levanta y mira a ambos lados, hacía las escaleras un foco parpadeo incansable e irritante, pero nadie parece estar prestando atención, decide acercarse, dejo el móvil en su escritorio con la llamada abierta.


Escucho un susurro.


Martin, la cacería comenzó. Dijo una voz femenina que provenía de esa luz flotante, como si viniera desde un túnel.


-¿Alguien más oyó eso? -el resto de sus compañeros apenas lo oyeron pero lo ignoraron. ¿Alguno pudo escuchar algo?.


Sintió como un fuerte dolor punzante en su cabeza, que siguió con unas imágenes, de cuerpos. Algunos los pudo reconocer, eran personas que viven en el pueblo, lo aterrador fue que estaban cubiertos de sangre.


También diviso una escena, de alguien suplicando arrodillado, pero regresa a su realidad, tras percibir el disparo a esa persona. Tanto que estaba parado justo en el sitio donde estaba la luz, giro bruscamente del pánico, mientras sudaba.


-¡Vieron eso! -grito atónito.


Pero nadie le contesto, ni siquiera le dieron bolilla a lo que estaba comentando.


-¿Qué fue eso?


Con su mirada medio hacia el piso en un punto indefinido.


4                                                   


Inmediatamente pasa a toda prisa, un oficial tratando de ponerse su chaqueta.


-¡Joaquín, Joaquín!, espera un momento.


-¿Qué quieres Martin?. Estoy apurado, tengo que acompañar a Luciano en la intervención en casa de la señora Robles. Desde que su esposo volvió, nos ha pedido que guardemos guardia. Es un tipo violento.


Martin se quedó pensando, debatiendo si era buena idea comentarle sobre lo que le había sucedido, pero ya sabría su respuesta. Se callo y quedó en silencio.


Alguien desde la entrada grito.


-Joaquin, ¿dónde estás?.


-¿Y Martin?. ¿Qué sucede?


-Nada, nada. Deja. Anda tranquilo solo era una tontería.


-¿Seguro?.


Martin solo asintió, y soltó una falsa sonrisa. Pero sus ojos se pusieron vidriosos.


-¡Joaquín! -aulló desde la entrada.


-¡Paraa!¡Ahí voy!. Nos vemos Martin, después me dices.


Martin quedó enchufado en su pensamiento, resignado por no poder contar eso que sintió, que le pareció tan real. Esas muertes en su cabeza, serian efecto del trauma que tuvo que soportar en la guerra. Pero esto no parecían recuerdos, eran como visiones o premoniciones.


Se quedó sentado con los ojos enfocado en ese rincón, pestañeo lento, suspiro. Tratando de comprender, de deducir lo que había ocurrido.


Volvió a escuchar el susurro fantasmal.


Martin… Fal… ta po… co. Fal… ta po… co.


Intento captar la frase, apenas escucho su nombre. Se puso a reflexionar por lo que había escuchado.


Martin…


Del miedo, giro su silla, y abrió el cajón de abajo, levanto un par de carpetas y se quedó congelado con la mirada en un frasco naranja, se podía ver a través. Unas pastillas algo oscuras, con algunas letras en blanco con relieve. Levanto la vista al escritorio de al lado, estaba vacío.


¿Cómo estarás Franco?. Pensó con un suspiro.


Como todas las mañanas Franco era el primero en llegar, siempre llegaba temprano, pero hoy no se presentó, se había enfermado de un virus, que había contraído del restaurant, El Gordito la cual estaba infestada de ratas, así que tuvieron que cerrarla.


Después de unos cuantos minutos, Martin pudo recuperar la calma, sostuvo que era efecto secundario de esas pastillas que estaba ingiriendo.


Pero igual, no basto para ponerlo a pensar y recapacitar sobre lo que había oído, también en las imágenes que se impregnaron en su mente.


Reacciono, cogió el móvil y le escribió un mensaje a su esposa, sin dejar de mirar aquel rincón.


5


La recepción, siempre es mal vista, ya que no te dan tiempo a decir o denunciar nada. Al parecer están tan ocupados que no tienen un poco de respeto para soltar su mano hacia quien necesite de su ayuda. Aquella mujer déspota, no responde como se debe. Ni siquiera da una respuesta concreta, te hace sentir incomodo o con un humor que no quisieras saber.


Prácticamente te amarga el estar parado frente a ella, Silvia Heredia, la Drácula de la comisaria de Corpus – UR IX.


Silvia atiende las llamadas o recibe los pedidos o reclamos que hacen los habitantes del pueblo. Se encontraba revisando en la computadora mensajes de amenazas de violencia domestica, era una lista de mensajes que no revisaba. Todos del mismo sujeto. Tiene aproximado cuarenta mensajes de amenazas.


Un hombre de traje oscuro entra, y se para delante del escritorio. Silvia lo mira de mal genio, con rechazo. Creyendo que ignorarlo, este se marcharía. Pero no, apenas pasaron seis minutos, el hombre ladro, no dijo mucho, pero apenas se podía entender lo que dijo, su voz era un toque aguda como si estuviera enfermo.


-El fruto mas valioso es la vida, pero si no se cosecha como es debido este puede marchitarse.


-¿Que dijo?


Quedo en pausa, con la mirada fija en ella, Silvia voltea hacia atrás donde sus ojos están puestos. Pero solo es la pared, y el cuadro enmarcado con el mapa del pueblo. Al regresar la vista el hombre se había marchado. Le pareció un poco extraño, que raro, vio mal, se pregunto. Los oficiales que entraban, frenaron cuando Silvia los detuvo.


-Oigan ustedes dos, ¿vieron a un hombre con traje?. Estuvo aquí hace un momento.


Ambos negaron con la cabeza.


-¿Y ese hombre que hizo?


-¿Te falto el respeto?


-En realidad no hizo nada, solo dijo unas palabras, y se fue. Me pareció algo extraño.


Silvia quedo confundida por tal acto, donde se habrá metido, si nadie lo vio. ¿Donde esta?¿A donde se fue?, esas eran preguntas que se hizo en su mente.


Una mujer, no tiene una expresión, tiene puesto un gorro que apenas le cubre la cara, le deja un sobre sobre la barra, se voltea, y se pone las manos en los bolsillos de su campera y sale de la entrada en medio de una ola de policías que ingresaban.


Silvia, no se percato de aquel encuentro con esa persona. Desvío su mirada hacia la barra y vio el sobre marrón, tenia escrito unas palabras: COMISARIO EDUARDO MORALES. Giro su cabeza para ver quien había dejado ese sobre. Pregunto en todo el precinto si vieron quien había dejado ese sobre. Nadie respondió, mejor, nadie le presto atención o la escucho.


Algunos oficiales solo hicieron gestos, con rasgos de desprecio hacia la recepcionista. Los oficiales que estubieron con ella, se burlaban murmurando, haciendo gestos.


-Que pedazos de inútiles.


Podía escuchar las risas del fondo.


Justo salia Julia, un agente, es la mas joven de la comisaria. Fue ingresada por el jefe Morales, tras perder en un accidente a su familia, es la consentida. Todos en el lugar la quieren y la respetan. Aunque ella misma les dice que no la traten como alguien especial, pero Eduardo les dio una orden de que la traten diferente.


Ella estaba algo apurada, pero Silvia la freno desde su posición.


-Julia, espera.


-¿Que pasa Silvia, estoy apurada con un caso?


-Esta bien, pero podrías entregarle esto -enseñandole el sobre- al comisario.


-¿Ahora?, justo estoy saliendo, ¿no se lo puedes entregar vos?.


-No puedo, el comisario no quiere verme. Esta en una reunión y me pidió que no lo molestara. Haslo tu.


-Pero…


-Gracias, eres muy amable -agarra su campera del perchero, y sale para el otro lado.


6


Julia solo suspiro, y salio con el sobre. Se subió a la patrulla, y lo coloco en el asiento del copiloto. A pesar de que quedo intrigada por lo que había dentro del sobre.


Desde una distancia, observo por el espejo retrovisor, a un sujeto con gorro, con las manos en su bolsillos, parado, como si la observará.


Julia alterada, se baja del coche, y antes de soltar un par de palabras, ya no estaba.


-Otra vez ese tipo -irritada-. Ay, no tengo tiempo para perseguirlo.


Sin vacilar se volvió a meter dentro del vehículo, arranco, ojeo fijo en el espejo pero no había nadie. Suspiro y se marcho…


7


Terminando la reunión, los agentes y oficiales, se retiran de la sala.


Mientras Eduardo guarda unos papeles en su bolso, mira por la ventana desde su distancia, agarra su móvil que tenia sobre la mesa. Busco en las llamadas entrantes (la ultima que recibió)


-¿Aun sigues aquí?


-Si. Apenas me pueden ver, pero me iré en cuanto todo acabe.


-Entiendo. Necesito esa orden de búsqueda.


-Se esta procesando, aun no la tengo en la mano. En cuanto la tenga, te la entregare.


-Bueno -Iba a dar por terminada aquella conversacion por telefono, mientras guardaba los papeles, se acordo de un expediente. Lo busco con el telefono apoyado en su cara contra su hombro, saco una hoja tenia los datos de una persona del pueblo, esa duda surgio en su mente-. Esteban Sanders, ¿sabes si regreso?


-Ayer -contesto el hombre-. Regreso pero se oculto de nuevo.¿Quieres que lo busque?


-No, deja yo me encargare de eso -Y corto la llamada el mismo.


Sus pensamientos comenzaron a agudizarse, de inmediato lo regresa, al escuchar que alguien golpeo la puerta. Va, la abre pero no hay nadie, pero al bajar la vista, encontró un sobre marrón sobre el piso. Lo recoge y lee lo que tenia escrito:AGENTE JULIA ALONSO.

Eduardo quedo intrigado sujetando aquel sobre.

Enseguida podremos precensiar un momento de suspenso, de distintos puntos, Julia en el coche y Eduardo en el salón, ambos con la vista penetrante de curiosidad y dudas en ese sobre que han recibido. escrito:AGENTE JULIA ALONSO.

***

Continuara el próximo capítulo (2) martes 17 de enero….

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