Relato infraordinario.

Anoche, mientras sacudía el baúl de los recuerdos, la caja donde tenía almacenados tus abrazos, se me resbaló de las manos, perdiéndolos todos. Lo malo es que la mayoría de tus besos, se encontraban en la misma caja. Solo me quedan aquellos donde tus labios están marcados en una copa de vino, aunque esos son los más efímeros, pues su naturaleza es tan frágil, como el Baccarat de la copa. Lo bueno es que, previendo que esto pudiera algún día pasarme, los protegí con un seguro contra accidentes. Solo espero que el deducible no me salga muy caro, pues cuando terminó lo nuestro, quedé en total bancarrota. Me temo que para pagarlo, deba yo empeñar el espejo que contiene tus sonrisas, que son muchas. Eso sería lo peor que me pudiera pasar.

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