A partir de ahora bailar será obligatorio. El miedo será un vano recuerdo y el amor será correspondido. Cuando invites a alguien a tener sexo, se entregará a ti, como si solo hubiese ese día, solo por delicadeza. La amistad se celebrará los días pares, dejando los impares para soñar. Las fobias y demás trastornos serán vistos como la salsa del solomillo a la pimienta, un acompañamiento más, que da sabor a la vida. Nos enseñarán en la más tierna infancia, que somos únicos e irrepetibles. Lo cual nos hace iguales. La diversidad, los colores, las dificultades, las ausencias, las carencias, así como los excesos, serán puntuados con notas altas, como jirafas. Las sombras serán pintadas de colores vivos y la tristeza, tendrá un pequeñito lugar, para cuando las cosas no salgan como queramos o nos deje un ser querido. Pero bailar será obligatorio. Dejarse llevar por cualquier música, preferiblemente acompañado. El cuerpo se tiene que contonear libre de rigideces y la sonrisa brotará inconsciente. Cualquier elemento facilitador de este fenómeno, será bienvenido. Desde la meditación, hasta las cervezas, sin peros que valgan. Nos enamoraremos de nuestras existencias y de nuestros cuerpos. Nos rebelaremos contra la obsesión de que comer nos engorde y los mosquitos en verano chuparán grasa, en lugar de sangre. Cada picada nos dejará mejor tipito. Envejecer será festejado y al final un Dios cualquiera nos preguntará si lo hemos pasado bien. Si es que no, nos hará repetir.
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