(Relato infraordinario) Conducir bajo la lluvia

(Relato infraordinario) Conducir bajo la lluvia

Llueve en Madrid, después de un verano con alta sequía. Conduzco bajo la lluvia en la inmensidad de la oscuridad en el momento previo al amanecer. Las farolas se acaban de apagar sin que ningún responsable del programador se percate de que aún es pronto para ver el sol, pues el solsticio de invierno no ha tenido lugar todavía y las noches siguen creciendo. Una lluvia de gotas diminutas, casi imperceptible por los faros del coche, golpea la luna adhiriéndose a ella sin la fuerza suficiente de formar regueros descendientes bajo los efectos de la gravedad o por la aerodinámica. Los pocos viandantes no notan el agua sobre su piel y deciden no abrir sus paraguas. Las diminutas gotas de lluvia impregnan el cristal como las centelleantes luces de Navidad intermitentes de los balcones. Si la lluvia fuera de colores no activaría el limpia para ir acorde a la iluminación de las calles de Madrid.

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