«Siempre me pregunte si habría una familia perfecta, una vida perfecta, un mundo perfecto. Supongo que los medios lavaron mi cerebro, pues aquí y en donde sea lo más discreto e idóneo es lo único que es perfecto, tal como actúa la naturaleza, un mundo donde el más fuerte gana, donde un ser debe ser óptimo para conformarse y seguir ciclos. He despertado de mi enorme y rosa burbuja, fue tardío pero no para ser menor que el promedio, ahora solo les puedo relatar lo extraño que se siente valorar cada cosa que hay, criticar cada acto mío y todo lo demás y simplemente ser yo mismo. Hace poco me explicaron el funcionamiento de mi universo, nuestro multiverso, es posible que cuestionen cómo les llego este mensaje, por el momento solo espero que escuchen cuidadosamente. Me junte con un grupo de «renegados» con el propósito de cambiar nuestro ciclo violento y opresivo, aunque no existe una cura a la violencia, pudimos descubrir porqué crearon este universo infinito».

-. Están aquí- susurre tras un montón de cajas ubicadas una sobre otra.

-. Entonces que esperas- me dijo ansiosa-. Luego grabas eso.

Estábamos atrapados, pasos fuertes se oían, cada vez mas fuertes, era imposible que fueran pasos humanos, aunque todas las pisadas se oían mas grandes que otras.

DÍA 0

Era el mejor de los tiempos, me hallaba en la edad del aprendizaje, la época de ilusiones y creencias y en el inicio de una nueva esperanza. Recuerdo haber aparecido en una estación de tren, no pude mantenerme despierto todo el viaje, había sido un día largo y duro. Estaba sentado sobre un extraño banco de cristal, levante la sosa mirada y todas las paredes también eran de cristal, igualmente el piso y el techo, toda la belleza marina se podía admirar a donde fuese que viera, me sentía como en una pecera gigante. En ese momento no me preocupaba el hecho de haber aparecido en esa estación, ni porqué nadie antes la había mencionado, ni porqué no regresaba otro tren; pues estaba tan embobado contemplando todo el magnífico arrecife, un cardumen de peces paso frente a mí, todos del mismo bellísimo color dorado, dicha especie de peces parecían espejos, al estar todos juntos formaban un reflejo, ahí pude observarme no era ni el mas alto ni el mas maduro de todos y con la velocidad de dicha especie solo pude enfocarme en mi joven rostro. Variedad de seres habitaban este océano, unos tan insólitos como como los pulpos roedores, muy pequeñitos y el nombre prácticamente los describía; medusas cambiaban de color, una en particular era de color aguamarina, pero cuando me vio pareciese que de gala estuviera vestida, quizá quería verse elegante por mi presencia; el mar seria solo azul si no hubieran corales, pues estas dan color y vida al arrecife, pero estas ademas brillaban con un color neón fantástico, las formas que tenían las corales formaban enormes ciudades con estructuras tan confusas que ningún ingeniero podría crear. Edificios en formas de arboles se elevaban y las anémonas extendían la analogía de ramas, otras construcciones tenían raíces como base y un tronco vertical se elevaba, pero no recto, mas bien como si piedras hubiesen llovido en ese lugar, formando pisos entre cada coral. Habían unos peces mimo, estos se refugiaban en una anémona, que por supuesto, era invisible, ninguna otra especie se acercaba a un pez mimo, sobre todo cuando este descansaba, pues le temían a que esas anémonas los atraparan en una red, luego estos peces se los comían con sus pinzas que llevaban como las hormigas. Unos cangrejos parecían hechos como peluche, pero dejarse llevar por su apariencia peluda y tierna era un error; las mariposas marinas eran un tipo de caracola, dentro de esté el caracol usaba sus alas, o aletas, para moverse por el mar. A los delfines les encantaba tatuarse, pues allí todos los delfines tenían un distinto diseño en su piel; unos calamares se impulsaban y se alimentaban como si se hablara de cómo abrir y cerrar una sombrilla; aquí las algas tenían vida, eran caballitos de mar pero muy delgados, verdes y viscosos como algas.

El tiempo había pasado y mis problemas aparecieron de vez en cuando, estaba totalmente solo y ningún tren aparecía, las especies empezaban a esconderse como la luz que antes se podía ver en el mar, las corales reducían su brillo y permitían a la noche expandir su oscuridad. Tenía miedo de no poder volver a mi casa, esta pecera no tenia ninguna salida y me preocupaba ser olvidado.

Desperté con una extraña sensación de estar flotando, un fuerte golpe me hizo saltar y caer del banco de cristal, aún era de noche, no había dormido mucho, apenas si empezaba a conciliar el sueño, pero ese animal, ese monstruo descomunal, con dientes grandes y afilados, aletas con ventosas y un extraño caparazón sobre su cuerpo, no como el de las tortugas, mas bien como un pelaje que lo hacia verse fuerte y temible, un pelaje de color vino tinto. Me levante de un grito, esa supuesta sensación de estar flotando fue reemplazada por el miedo, preferiría mil veces estar flotando a ser observado por ese monstruo, cada vez que lo miraba me aterraban sus grandes ojos saltones, después de golpear el vidrio acercó un ojo tan grande como mi joven rostro, si trataba de dormir golpeaba fuertemente la «pecera» y esta estación empezaba a moverse como, en ocasiones, lo hace un candelabro que cuelga del techo, entonces, me tiraba al suelo y, por instinto, adoptaba la posición fetal, era una tortura. Al final asomo su ojo, yo seguía asustado, sin embargo, el malvado ser solo puso su aleta con ventosas y espero, aun estaba aterrado, aunque quería saber su reacción si posaba mi mano sobre el cristal. En ese instante, el animal se emocionó y yo también, se sentía excitante y grandioso, el ser tenia orejas en su cabeza y estas empezaron a aletear al acariciarlo, jugué con el monstruo moviendo mi mano de aya pa´ acá y sin importar qué él posaba la parte que yo mostraba. Satisfacción era lo que me daba y suponía que yo a él, en un momento puse mi frente y él puso la suya, nunca sentí tanto afecto en mi corta vida, nuestros ojos no se separaban del otro. Estaba muy cansado, me recosté en una pared de cristal, allí el monstruo se recostó contra la «pecera» y toda la estación empezó a oscilar, no dejaba de preguntarme cómo había llegado a esta estación, era extraño que no tuviera ni entrada ni salida, nadie me había despertado en el tren y ahora estoy aquí sin saber si algún tren volverá, sin saber si alguien me recordará, ese monstruo es mi única compañía, tengo hambre.

Al parecer había amanecido, la marca del ser quedo grabada en la arena, todo parecía normal, las mismas especies y las mismas construcciones, hoy las medusas estaban emo-tivas, sus ánimos y colores no eran los mas apasionados. Ayer no había visto sobre la arena huevecillos de color vino tinto, justo en donde ese monstruo se había dormido, observaba el cielo frecuentemente, solamente para ver las estrellas, sin importa qué, siempre había al menos una. Me imaginaba nadando entre esas construcciones, -será que era aún mas impresionante por dentro-, dormía a ratos, hablaba conmigo mismo, cerraba mis ojos y deseaba que el tren apareciera, y mas que todo, soportaba hambre.

Ya era de noche y no podía esperar para ver a ese hermoso ser, jugueteé con él como ayer, pero, simplemente, no era lo mismo, sus orejas apenas se movían y mi afecto no era tan emocionante como ayer, todo escaseaba, mi visión de este mundo marino no era tan magnífico de como a cuando llegue aquí. Mire al ser a los ojos y pude sentirlo, fue excitante, pero, necesitaba un verdadero contacto, me recosté otra vez contra la pared y allí me arropaba el frío y la oscuridad.

Era tarde, el punto en el cielo en el que solamente había una estrella, me levante con la misma sensación de estar flotando, seguro era el efecto de estar bajo el mar, esta vez ni siquiera observe el arrecife, solamente me quede tirado en el suelo mirando dicha estrella, la «pecera» había cambiado, en el centro de la estación un agujero apareció, era un elevador o algo similar, pero no podía irme como si nada, aún cuando ya no había magia en este lugar, no podía dejar de sentirme agraciado, decidí dejar mi chaqueta negra en posición fetal y partir de este lugar.

Era una recepción, al parecer de hotel, pero el salón era tan reducido que no me dí cuenta en que momento el elevador desapareció ni en qué momento llegue, tuve que agacharme y gatear para llegar a la recepción, todo parecía de juguete, me sentía como en la casita de muñecas de mi hermanita, había una tienda de café, siluetas aparecían dentro del oscuro salón, pero ninguna voz ni ningún olor salían de ese lugar, ni de ningún otro lugar, se sentía tan solitario, pero a la vez como si me estuvieran observando. Juro que los objetos nunca fueron tan pequeños ni tan molestos, mientras gateaba todas las plantas, mesas, sillones y objetos que habían por ahí se clavaban en mis manos y rodillas. No lograba llegar a la pequeña recepción lo poco que avanzaba era doloroso y exhaustivo, sentía como mi espalda y cabeza rozaban el techo del diminuto salón. Aún si llegaba a la recepción, yo era muy grande como para poder descubrir algo allí, eso no lo había pensado cuando llegué a la recepción, tuve que agacharme y forzar a mi trasero contra el techo, al final pude ver algo brillando, pero un agujero fue abierto por mi trasero, fue para bien, aunque no fue intencional. Ese brillo de color verde era una llave, mi mano apenas cabía entre el mostrador y tuve que tantear para agarrar la llave, pude coger una pequeña y fría cosa, parecía que era la llave, pero sacar la mano del mostrador no fue tan fácil como meterla, por eso la llave se me cayó, no tenía idea de donde pudo haber parado la llave, -desearía que fuera más grande-, la llave comenzó a brillar mas fuerte que antes, tanteé otra vez y la llave era más grande que mi mano, era suficiente, pero tuve que destruir el mostrador para agarrarla. Fue en un instante que todo se puso verde, y normal, ya era de mi tamaño, voces y olores salían de la cafetería, aunque el techo aún estaba roto.

Un elevador había, al lado del mostrador, suponía que la llave abría algo, no solamente hacia milagros, una etiqueta colgaba de la llave, esta tenía impreso un número y otros símbolos extraños, no tenía la curiosidad para entrar al café, además quería saber lo que abría la llave. Entre al elevador marque el piso noveno, pero nada sucedió, entonces marque el piso sexto, igualmente el elevador no ascendió, ni siquiera las puertas del elevador se cerraron, me estaba exasperando, me tire al suelo y mire el techo, estaba muy cansado, pude ver una ranura donde se supone que la llave entraba, pero, estaba en el techo y allá no podía alcanzarlo. Me había aburrido, no era imposible poder continuar sin comer algo, tuve que salir de allí e ir hacia la cafetería. Una campana sonó justo después de haber entrado a la tienda, a travesé un montón de siluetas quienes producían una misma voz y una misma palabra, era extraño, el lugar era oscuro y básicamente todo era de color café, las mesas, la decoración, las plantas y las personas, cuando fui a pedir algo el tendero no me respondía, ni siquiera volteo a mirar, simplemente seguía limpiando una tetera. Quise quejarme, pero era complicado que no me escuchara, además me daba pena, fui a hablar con un chico que sentado en una mesa solo, pero no dejaba de tomar su café, nadie aquí me ponía atención y eso me ponía en incómodo, decidí sentarme y esperar, pero el hambre simplemente no me dejaba en paz, me escabullí a la cocina, por supuesto era café, pero allí no había nadie, así podía sentirme menos juzgado, empaque todo el pan que pude, me relaje y me comí uno en la cocina, entonces entró el cocinero, no me había visto, pero ella se veía extraña, parecía que supiera que alguien estaba por aquí, se puso a preparar un café y en ese momento perfecto, pude escapar, a travesé el pasillo de la cocina, fue tan largo como nunca antes, corría pero no avanzaba, todo estaba oscuro y la cocina no se alejaba, me perseguía, pude llegar a donde estaba el tendero, estaban los panes, las plantas y el dinero, nada más que eso, todos se habían ido, una mano me agarró el brazo por detrás era la cocinera, una señora de edad y sin rostro ni gestos, solté mi brazo del aparente maniquí y todas esas siluetas sin rostro aparecieron frente a mi.

Sinopsis

Un chico quien desconoce su pasado aparece en un mundo extraño, al dormir todo es distinto, consciente y con los ojos abiertos es un mundo totalmente distinto, sin embargo, cada realidad se conecta y solo su mente puede descubrir lo que es real. Con el paso del tiempo el chico descubre los misterios que le rodean, una historia que se remonta con la creación del universo, donde en su mundo cada cien años existen 12 personas que juntas pueden descubrir la verdadera realidad y estructurar un mundo idóneo y perfecto. Pero, para esto una guerra debe dar paso al equilibrio y a la perfección.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS