Mamá, él me tocó.

Mamá, él me tocó.

Stakeeff

25/09/2022

Mi madre me ha dicho que no me quiere, y por primera vez creo que lo dice en serio, le grité, ella me gritó, y me dijo que había hecho bien al casarse con él.

A mi mamá le gusta bailar mientras limpia, aunque realmente no limpia, solo baila, le gustan los búhos y cocinar cosas complicadas que convierten la cocina en una selva de harina y vegetales, a mi mamá le gusta dormir más de lo que le gusta viajar, pero cuando viaja se siente viva, y cuando vuelve cuenta historias que te hacen sentir que lo viviste con ella.

Me dice que no la respeto, y es que ya no puedo verla desde la postura autoritaria de madre, porque me ha dañado, porque no creo que una madre sea capaz de hacer algo así. Entonces, para protegerme, pienso que es mi amiga, mi amiga con la que peleo y a veces se mete en mi cama de noche porque dice que la mía es más cómoda que la suya, mi amiga que sí es una madre para mis hermanos, mi amiga que es un peligro al volante, mi amiga que no puede hacer las cosas con anticipación y solo es productiva de última hora.

Pero no siempre ha sido mi amiga, en algún momento fue madre, en algún momento me dijo que si él me hacía daño tenía que decirle y no lo volveríamos a ver nunca más. En algún momento también él fue padre, amigo y victimario, fue padre cuando yo necesitaba de papá y papá estaba lejos, fue padre cuando a mis 4 años fue a mi escuela a contarles cuentos a mis compañeros, fue padre cuando me enseñó a conducir, fue amigo cuando me ayudaba a entender a mamá, fue amigo cuando me ayudó a entenderme en mis primeros ataques de pánico, fue victimario cuando se aprovechó de uno de mis ataques para tocarme, fue victimario también cuando me bajó el pantalón mientras yo preparaba mi desayuno y me rogó que no le contara a mamá.

Yo pinto y mamá está en el cuarto de la abuela trabajando en el computador, me llama y dice que tiene que pedirme un favor, dejo las acuarelas a un lado y voy a verla, me mira, me pide que la maquille pero no me dice para qué, le digo que espere a que termine de pintar, que las acuarelas podrían secarse, ella me mira con temor y me cuenta que no quiere el maquillaje para hoy, si no para otra ocasión, titubea y no me dice el motivo, insiste en que me voy a molestar, pero no debería, que es su vida y no la voy a convencer de hacer lo contrario, entonces me dice que se va a casar.

Mi madre me ha dicho que no le importo, y por primera vez creo que lo dice en serio. Nunca fui lo suficientemente valiente como para cortarme las muñecas, aunque siempre fantasee con lanzarme hacia los coches en movimiento, me da pavor el dolor físico, quizá por eso accedí a probar un cigarrillo la primera vez, lo único que me atraía de ello era saber que estaba matándome por dentro. No recuerdo si fue antes o después de la boda, pero mamá encontró cigarrillos en mi cuarto y percibió el olor del tabaco impregnado en las cortinas.

Me gritó, le grité y le dije que si supiera cómo se siente, no seguiría estando junto a él, mamá me mira durante un largo silencio y entonces ya no veo a mi madre, ni a mi amiga, si no a una pequeña niña de 4 años indefensa, confundida, ultrajada, sin saber si callar o no, con un secreto guardado hace 30 años. Entonces entra mi abuela, quien como siempre, intenta calmar las aguas entre nosotras, de pronto recuerdo una vieja conversación con mi abuela, y ya no veo más a mi abuela, veo a una joven de 18 años, inocente, con miedo, quién a día de hoy aún no puede explicar lo que pasó esa noche en aquel auto. Y quiero abrazarlas, a ambas, decirles que las entiendo y que no fue culpa suya no hablar a tiempo, entonces volteo hacia un espejo y ya no me veo a mi, veo a una pequeña de 13 años confundida, llorando en la bañera con un nudo en la garganta y temor de hablar.

Mi madre está apurada, tiene el peinado hecho y el vestido puesto, yo difumino las sombras de su párpado mientras una muchacha le arregla las uñas, me detengo un momento y veo a mamá, a la niña de 4 años, a la adolescente de 17 años con una bebé en camino, a mi compañera, a mi amiga, a la madre de mis hermanos, a la novia y pronta esposa, veo a todas ellas en mi mamá, entonces la abrazo, suena un claxon, mamá sube al auto y va camino a su boda.

Ahora, casi un año después de la boda, he vuelto a pelear con mamá, me gritó, le grité y le dije que me dijera de una vez que no me cree, porque aún sabiendo lo que él me había hecho, decidió casarse con él. Le grité, me gritó y me dijo que no me volvería a hablar más. Papá dice que es porque la herida aún no se ha cerrado, una herida que ni siquiera ha comenzado a cicatrizar, y que mamá prefiere actuar como si nunca hubiera existido.

Me levanto y veo a mamá bailar en la sala, mi abuela prepara jugo de frutas, mamá dice que me ponga zapatos, que no vaya descalza; el viento sopla y el polvo entra por la ventana, la abuela nos llama hacia la cocina y de pronto me doy cuenta que estamos en nuestro antiguo departamento, cuando aún vivíamos juntas, la abuela apurada por ir al trabajo y mamá alistándome para llevarme con ella a la universidad, hemos vuelto a estar juntas las tres, viviendo en algún momento de mi infancia, en algún momento donde mi mente descansa.

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