Es el día en que la expedición se llevará a cabo, tras varios meses de búsqueda se halló al fin la localización de una misteriosa cueva situada en el interior de una montaña nevada. El equipo de expedición encarga la misión de adentrarse a explorar la cueva a dos exploradores, Andrew y Rebeca. Dos amigos del trabajo. Son llevados en coche al lugar del hallazgo y dejados en un campamento debajo de la montaña. Ambos caminan al interior del campamento y entablan conversación con el jefe.
– Ya hemos llegado, ¿cuándo empezamos la exploración? – pregunta Andrew al jefe del campamento.
– Empezaran la investigación cuando se les asigne el mapa del interior de la cueva y los recursos necesarios para el cometido, les aseguro que esa cueva es un laberinto – responde el jefe seriamente a la vez que ordena a unos empleados traerles los mencionado.
– No nos dijeron nada de laberintos, apenas tenemos información de cómo es la cueva – habla Rebeca cruzándose de brazos.
El jefe suspira y con un gesto de mano se despide de ellos y vuelve a su trabajo sin dar más explicaciones. Ambos amigos se miran entre ellos y acto seguido varios empleados les dan los recursos que necesitan y un mapa de la cueva. Era un mapa sencillo donde se señalaba los lugares prohibidos y los sitios que faltaban por explorar. Con flechas se indicaba los caminos a seguir.
Con todo lo necesario, los exploradores son llevados en todoterreno a la cueva. Subir la montaña nevada es toda una odisea pero logran llegar y son dejados cerca. Antes de irse, el jefe del campamento les habla una última vez.
– Les deseo suerte, ante cualquier problema sigan las indicaciones del mapa. Estoy seguro que harán un trabajo excepcional. Y recuerden, no vayan por caminos prohibidos o inexplorados. – dicho eso, el todoterreno arranca y se va de la zona.
Rebeca suspira y se da la vuelta para observar la enorme entrada de la cueva, la entrada era oscura. La poca luz que había no llegaba a iluminar ni los inicios de la entrada. Eso le produce algo de miedo. Andrew lo nota.
– Tranquila, esto será pan comido. Exploramos por donde nos dicen y en menos de una hora estaremos calentitos en el campamento. Tú sígueme y hagamos esto rápido – saca de su mochila de recursos una linterna grande, la enciende y empieza a andar al interior de la cueva.
– Para ti es fácil decirlo, no sufres de nictofobia. ¡Oye, pero espérame! – camina rápido hasta su amigo y muy cerca de él también entra en la cueva.
El interior de la cueva era frio, oscuro y goteante. Apenas con la luz de la linterna de podía ver algo a lo lejos o a los lados. Caminan con cuidado y mirando el mapa para no perderse. Rebeca esta angustiada por tanta oscuridad, decide parar para retomar aire. Ambientes muy oscuros le dan ansiedad. Por otra parte, Andrew le espera y en un intento de apoyarse en la pared de la cueva, se cae de espaldas en un agujero.
– ¡Andrew! – exclama Rebeca viéndole deslizarse hacia atrás como si de un tobogán estuviera cayendo.
El chico se desliza por una pendiente, la linterna se le cae y se queda él cayendo en plena oscuridad hacia abajo. Rebeca agarra la linterna y sin pensarlo, entra en el agujero de la pared y también cae deslizándose para seguir a Andrew y ver que no esté herido. La bajada le lleva un rato hasta que ambos caen al suelo y ruedan por este chocando contra algo filoso.
Andrew se corta con el extraño objeto, no ve de que se trata sin iluminación. Llama en voz alta a su compañera.
– ¡Rebeca! ¿Dónde estás? ¡Enciende la linterna! – dice en voz alta el chico notando como un hilo de sangre se desliza por su brazo.
– ¡Ahora mismo! ¡Aguanta! – responde ella, enciende la linterna y enfoca a su alrededor.
Para sorpresa de ambos el escenario siendo iluminado era inesperado. Miraran por donde miraran estaban rodeados de cristales con forma de estalactita en el techo y con forma de pequeñas columnas en el suelo. La luz de la linterna iluminando cada fragmento de cristal hacia que este resplandeciera e hiciera brillar el lugar de un tono azulado celeste. Parecían diamantes enormes clavados en el suelo. Los exploradores no dan crédito de lo que ven. Se acercan a los cristales.
– Que maravilla, es un tesoro oculto. Estos cristales deben de valer millones en el mercado. – dice abriendo los ojos con atención, entonces apoya sus dos manos en un cristal e intenta arrancarlo del suelo.
– Es increíble, son preciosos. Ese tono azulado es hipnótico. ¿Cuánto tiempo….? – pregunta ella tocando un cristal, pero se calla al ver algo.
Rebeca también esta fascinada, hasta que algo llama su atención. Por el suelo hay varios mapas desgastados, también hay pertenencias de otras personas e incluso mochilas rotas. Pero lo peor es cuando enfoca su mirada en algunos cristales y descubre que estos tienen forma humana. Se altera y rápidamente corre a apartar a Andrew del cristal.
Pero ya es tarde, la sangre que tenía Andrew en su brazo se cristaliza y va recorriendo su brazo hasta llegar al hombro. Del hombro pasa al otro hombro y así sucesivamente hasta consumir al chico transformándolo en un cristal azulado. Para Rebeca, que intentaba huir, su destino fue igual y terminó siendo transformada en cristal al estar en el mismo lugar.
OPINIONES Y COMENTARIOS