Las mil y una, las noches y las llaves de oro

Las mil y una, las noches y las llaves de oro

Leopoldo Matto

14/08/2022

Quería entrar al hotel y mi tarjeta no funcionaba. La pasé varias veces. Porque todas las llaves tienen una vuelta, todas tienen un secreto: hasta el fondo y empujar hacia arriba, presionar para adentro y girar despacio, hacer palanca con el pie y aflojar el picaporte, cerrar los ojos y exhalar, pedírselo bien, y si ya nos cansamos podemos sentarnos y contarle algún secreto, quizás así ceda…

Yo prefiero confesarme ante una llave que con un psicólogo, se creen mil. No creo que sean una llave para abrir ninguna puerta.

Teníamos una capacitación en el hotel, así que le puse la mejor onda. Apareció uno que reducía a la humanidad a cuatro colores. Empezó con un juego en el que teníamos que decidir entre todos qué color le tocaba a cada uno.

Nuestro compañero más reservado y con menos habilidad social dijo que le parecía ridículo. Yo no fui tan fuerte y participé.

El tema es que cuando me tocó a mí, cada colega dijo un color diferente, mas que nada, azul y amarillo. Para explicar este fenómeno, el psicólogo dijo que la confusión era porque mi personalidad era ambigua, de dos caras. Yo sonreí para confirmarlo. Agregó que si algún color yo no era, era el rojo.

Lamentablemente uno de mis compañeros, muy buena persona pero bastante débil mental, quedó espantado al reconocer su estructura. Y cuando teníamos que describir a nuestro jefe, uno dijo que creía que le correspondían los cuatro colores, a lo que el sabio respondió que hubo de conocer a muy pocos con la paleta completa, ya que son líderes natos. Y mi jefe por más falso que fuese, no lo era.

Azul Mar

Comencé a trabajar en ese hotel porque buscaban un auditor nocturno. Yo me limitaba a ser noctámbulo pero me molaba la idea. A mi trabajo lo aprendí rápidamente, la auditoría de un hotel boutique te deja tiempo para leer y escribir, es un trabajo para estudiantes. Solo exige estar atento mientras los demás duermen.

Se conoce que el empleado de hotel tiene la motivación de las propinas y las comisiones, yo solo quería escribir y ser joven para siempre. A veces lloraba con autores nuevos, a veces me entregaba a la música, a veces me corría, alguna vez dormí una siesta.

Cuando tenía noches libres abrazaba a algún novio que roncaba, Chopin se levantaba el frac y se sentaba y mis ojos se abrían de par en par. En silencio iba al baño. Me sentaba en el inodoro con el ordenador en mi regazo y hacía lo que más me gustaba, pensar con los dedos.

Verde Tierra

El conserje era un tío italiano. Le estaban por otorgar las llaves de oro, la mayor distinción que puede obtener un conserje, la única.

La cosa está en que una noche un argentino volvió borracho al hotel y se me hizo el gato, me dio quinientos euros para que guarde en la caja fuerte y se me puso a dar la lata. Nunca estaría con alguien que gasta en una noche lo que una familia en un mes, es desmesurado y tonto. Pero cuando se fue al baño, fui detrás de él. Me estaba esperando y le hice una mamada. Me calentaba la situación, él no, pero ya estaba ahí. Me dije que si no lo hacía bien, nunca más iba a tener una idea para escribir.

La mañana que dejó el hotel hubo de quedarse dormido y se olvidó de reclamar el dinero, mis compañeros del turno siguiente, me mandaron este mensaje:

-Queda entre nosotros tres guapo.

A lo que respondí:

-Si lo repartimos, lo repartimos entre todos. Sí o sí.

No informé a mi jefa del asunto, por supuesto. A partir de allí comencé a escuchar comentarios extraños a mi alrededor. No fue una época fácil. Como me los cruzaba solo unos minutos por día, me daba igual. Intenté hablar con mi jefa pero no tuve el valor y preferí la paz.

Amarillo Sol

Después de la cuarentena hubo una reestructuración: me obligaron a trabajar de día. Ahí descubrí lo horrible que es trabajar en un hotel. Allí comencé a escuchar el tema de ser profesional, que muchos autores dicen que es volverse un esclavo, pero ellos no necesitaban trabajar, no saben que si no sos profesional, trabajar en equipo es un desastre y sí, éramos esclavos.

Luego entraron tres recepcionistas nuevos. Así que al fin de ese mismo mes, vino el conserje y me dijo que repartiría las comisiones entre tres, porque era a mes cumplido. El me ha entregado las comisiones desde que entré en la empresa.

En paralelo, como empezaba la temporada alta, la compañía empezó a facturar las comisiones, y aunque nosotros gestionábamos todo, ahora ellos se quedaban con ese dinero. Como no había otra razón más que su avaricia, le dijeron a toda la plantilla que los tres antiguos nos quedábamos con las comisiones y por eso, ellos se harían cargo. Y ahí empezó otra vez la ignominia.

Rojo Fuego

Me deshabilitaron la tarjeta de entrada, comenzaron a estar irritados conmigo, sacaron el hilo musical, me trataban re mal. Sabían que no tenía nada que confesar, pero cada tarde tenían algo diferente que decirme y se llevaban para hablar a mis compañeros, todas las reuniones eran individuales.

En suma, lo que el conserje se llevaba, ahora pasaba a manos de la empresa; los nuevos nunca vieron las comisiones, pero se sentían mejores que yo, que tenía que aguantar los juegos psicológicos cutres de mi jefe y la hostilidad de todos. Así que fui directo al sindicato, es que me hicieron las mil y una en ese lugar.

Afortunadamente, los colores que conocemos de la naturaleza no alcanzan para describir la naturaleza humana. Y a los quinientos euros me los he ganado en algún punto. Dinero lavado, pero lo repartí con todo el staff inclusive mi jefa, que ahora mismo se debe estar peleando por las sobras de los ricos como yo.

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