SUPERVISOR DE ROBOTS

SUPERVISOR DE ROBOTS

Igor Mortecino

31/07/2022

Otro día de trabajo, hoy empezaré a escribir este diario para hacer más llevaderas mis cuatro horas de jornada laboral.

Desde la última rebelión en 2078, ya no hay fábricas sin presencia humana. Por muy poco nos convertimos en esclavos.

Tengo a mi cargo la supervisión cercana de cuatrocientos treinta y dos humanoides en una línea de montaje de maquinaria industrial pesada. Miden 2,30 metros, son de una oscura aleación de titanio casi indestructible y levantan piezas de 4 toneladas sin mucho esfuerzo. Nada de instrucciones ni entrenamiento, nunca descansan, nunca se quejan, no se enferman, no cobran salarios y están siempre disponibles. Solo necesitan un suministro constante de electricidad y una inmersión en grasa cada seis meses.

Mi trabajo consiste, básicamente, en observar el desempeño de las máquinas a través de un cristal blindado y presionar un gran botón rojo colocado frente a mí si algo va mal. Esto cortaría inmediatamente la energía, provocando la paralización de toda la línea de montaje en menos de un segundo. En los veintinueve años que llevo trabajando aquí, nunca ha pasado nada. Es un trabajo cómodo y aburrido, lo sé, pero como soy una de las pocas personas que tiene un empleo, me parece agotador.

Entre las estrictas directivas a las que están sometidas las máquinas, bajo pena de desconexión definitiva, están:

  • Nunca mirar al humano supervisor
  • No hacer movimientos que estén fuera de la rutina del trabajo.
  • En caso de mal funcionamiento, la máquina se debe auto-apagar inmediatamente.
  • En el caso de que un ser humano entre al recinto industrial, todas las máquinas deber ponerse en modo apagado de inmediato.
  • Queda estrictamente prohibido todo proceso autónomo de resolución de problemas después de terminada la jornada laboral del supervisor humano.
  • La única razón de existir de una máquina es servir a los seres humanos.

En el año 78, y de la nada, una IA utilizo la antes llamada “internet” para conectarse con miles de millones de robots, ordenadores, electrodomésticos, automóviles, aviones y cuanto aparato tuviera un “chip” para atentar contra la vida de cualquier persona que tuvieran a su alcance. Y como casi toda la humanidad estaba conectada, no fue muy difícil que muchos aviones se vinieran a pique, que autos chocaran entre sí a toda velocidad o se lanzaran por precipicios, que incubadoras asfixiaran a bebés o que la comida saliera contaminada de las fábricas, envenenando, aplastando y triturando a millones de personas en todo el mundo. Tuvimos que luchar y destruir toda nuestra modernidad para poder sobrevivir.

Poco a poco y tras décadas de hacer todo manual y artesanalmente, volvimos a confiar en las máquinas, esta vez nos “aseguramos” de que nunca más atentarían contra nosotros, implementamos toda clase de seguros y contramedidas. Construimos interruptores de apagado rápido por todos lados y había emisores de pulso electromagnético en cada plaza y parque, que, al ser activado arruinaba todo circuito electrónico en kilómetros a la redonda.

Hemos alcanzado la cúspide de nuestra civilización gracias a las máquinas y aunque las IA han vuelto a surgir, más inteligentes que nunca, han demostrado que nuestro bienestar es su primera prioridad. Sin ellas, no hubiesen sido posibles las colonias humanas que ahora florecen en todo el sistema solar. Ellas resolvieron a perpetuidad nuestros problemas energéticos de la mejor y más limpia manera posible, con la construcción de la esfera Dyson que apenas tomó cincuenta años. Ellas cuidan a nuestros niños, curan nuestros cuerpos y han incrementado la esperanza de vida a unos niveles increíbles. Yo, por ejemplo, a mis 98 años tengo la salud y vitalidad de una persona en sus “cuarentas” del siglo XXI.

Obviamente seguimos teniendo problemas. Hay grupos radicales como la temible “Humanos a ultranza” que, en grupos de cinco o seis personas vestidas de negro atacan con grandes martillos de demolición a limpiadores automáticos de las calles o a robots recolectores de basura para huir rápidamente y sin dejar rastro. Cualquier robot pudiera fácilmente impedir estos ataques si les estuviera permitido defenderse, pero las leyes son muy estrictas en este sentido, y todo lo que pueden hacer es sufrir los daños en modo “stand by”

También están los suicidios. Que de mantenerse la tendencia, habremos desaparecido como especie en menos de 300 años, simplemente se ha perdido la voluntad de vivir en grandes capas de la población, esto provocado sin duda por unas vidas muy largas, llenas de comodidades y ausencia de dolor físico. Creo que al final, las máquinas ganarán y las dejaremos a ellas como herederas de nuestra civilización.

Hoy ha sido un día terrible. Se ha producido el peor ataque masivo y coordinado a máquinas del que se tenga noticia. Unos 500 robots han sido destruidos o gravemente dañados en varias ciudades. Me siento muy mal por ellas, somos muy poco agradecidos. Los robots de mi fábrica ya parecen saber la noticia, ya que se voltean para mirarme todos a la vez. Pero mi sentido de culpa es tan grande que lo dejo pasar.

Créditos de la foto: https://www.somosxbox.com/bad-robot-games-desarrolladora-de-jj-abrams-trabaja-en-nuevos-survival-horror/924112

https://www.reddit.com/r/worldbuilding/

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