​DIARIO DE UN FEMINICIDIO: EL OTRO LADO DEL ESPEJO

​DIARIO DE UN FEMINICIDIO: EL OTRO LADO DEL ESPEJO

Any Sanchez

06/03/2018

SINAPSIS

La sociedad enseña a establecer una singular bipolaridad: bien y mal, dejamos a la deriva la historia detrás de cada fechoría, no porque no resulte crucial cimentar reglas, es más, creo fervientemente en la ley de causa y efecto, pero, siendo tan compleja la mente humana, ¿Te has preguntado alguna vez sobre todos los matices de un acto? Alejandro, joven de buen corazón pero mala crianza, con la mayoría de factores en contra, una familia por demás disfuncional y una vida marcada de abusos, como resulta lógico, después de intentar establecerse y caer una y otra vez en los excesos, termina en la cárcel, donde conoce a Dania, una joven practicante, que termina siendo su maestra.

Él prontamente conecta con la idea de que el amor que surge dentro suyo, es correspondido, cada movimiento de la joven es interpretado como muestras de amor, empieza a ilusionarse, a formar falsas expectativas de una vida conjunta al más puro estilo romántico, logrando con esa esperanza, mantener una conducta integra hasta salir de prisión, encaminándose a recomenzar, el complicado proceso del estigma carcelario, lo hace fracasar otra vez, encontrándose azarosamente con la chica, y ahora con la posibilidad de acercarse, propicia la vida que imagino.

Se ve interceptado por pensamientos e ideas desconcertantes, volviéndola nuevamente su tabla de salvación: el único modo seguro e inequívoco de componer su vida y ser por fin feliz, recompone en su mente recuerdos de esa mujer, dando principio a su psicosis, conformando una obsesión por ella, creando vivencias inexistentes; hasta terminar secuestrándola y al verse aún rechazado, acaba asesinándola para terminar, como su hermano, recluido en un hospital psiquiátrico, perdido de la realidad, soñando con la vida que nunca pudo tener.

CAPITULO l. UN SUEÑO PESADO, COMO EL DE LOS OSOS.

DÍA 1.

Me acurruco entre una cobija áspera y tiesa, trato de ignorar los múltiples ruidos y aromas que abundan en este maldito lugar, pienso, pienso mucho, a veces trato de ignorar mis pensamientos pero la mayoría de veces me es imposible, quisiera tener algún aparatejo, ni siquiera seria exigente, cualquier cosa que me diera una pequeña conexión con el exterior, a lo lejos escucho algunas risas, los custodios seguramente, quien más habría de reír de esa forma en este infierno, aún es temprano, algunos ven televisión y otros juegan cartas, pero yo, yo prefiero dormir temprano, si hay algo que deseo más que una laptop, es un potente somnífero, de esos que les avientan en las películas a los osos, ojala el maldito rifle de Dante disparara de esas porquerías en el patio, nos quedaríamos ahí dormiditos, sin pensar, sin sentir, sin saber.

Deje de contar los días desde que llegue a 57, me di cuenta de que entre más espera uno que avancen, más lentos pasan, sé que llevo más de dos años pero no sé exactamente cuántos, a veces tengo miedo de hacer la cuenta, ¿No crees que tengo miedo?, ¡si viejo!, tengo miedo de ver que aún faltan muchos días por pasar, ¡Ya no aguanto este maldito encierro!, las mismas caras todos los días, tan encerrado que ni siquiera logra calentar la luz de sol, una maldita cerca del tamaño de un edificio, ¿Qué creen que vamos a hacer?, ¿Trepar como el hombre araña?, ¿Subir como un gusano?, aunque solo eso somos aquí: gusanos.

De nuevo divago, son más de las nueve y aun no me encuentro en sueño profundo, pateo a Rigo, si yo no duermo, él tampoco, puede parecer tonto pero a veces al saber que escuchamos lo mismo, me siento acompañado y no tengo tanto miedo; a veces sueno como un niño, de esos que salen en las películas gringas y tienen miedo al monstruo de debajo de la cama, si tan solo esos escuincles pendejos, supieran realmente cual es el monstruo, si solamente tuvieran idea de todo lo que me ha tocado ver y escuchar, de todo lo que me ha tocado pasar, pero nadie tiene idea, o bueno, aceptémoslo, algunos lo saben pero a nadie le importa, quién habría de preocuparse por lo que uno sufre, y bueno no los juzgo, yo tampoco lo hacía antes de estar aquí.

DÍA 2

Tempranito, después de desayunar, me voy a la escuela, ¡si señores!, por órdenes del nuevo director, todos a la escuela, no importa si saben o no saben leer, ni si habían estudiado afuera o no, todos a clases, todos a aprender y el que no quiera ya se jodío, -son las órdenes del jefe, perros- eso dicen los custodios cada que a alguno se le ocurre rezongar, me doy una peinadita, la presentación ante todo, hay revuelo en los pasillos, otra vez “los jefes”, riéndose y poniéndose a departir, me acerco un poco, no es que me guste el chisme, solo quiero distraerme, tener con que hacerle plática a los demás al ratito.

Dicen que llega carne fresca, universitarias bonitas, que de seguro andan buscando reata y si no, ellos les sacan el gusto, me río para mis adentro, pienso en una muchacha linda con un hombre tan gordo, valla que el jefe Diego no ha de tener espejo, quien sabe cómo lo aguante su mujer si nomas de verlo espanta, imagínenselo ustedes, dicen que el negro adelgaza, y aun así le sale tremenda panza, yo creo que los demás piensan lo mismo, porque también se ríen, eso le pasa por tirárselas de galán, cuando ya está bien ruco y guango.

DIA 3

Otro día de mierda, esta noche no pude dormir, al gatito lo agarraron en la noche con su paquete de mota y le dieron una calentada, se les paso la mano y amaneció en la enfermería, como había que poner algo en el reporte, entraron y nos despertaron, sacaron a dos camaradas y se los llevaron por “riña”, sentí pena por esos pendejos, aquí uno no sabe de quién hay que cuidarse más, si de las lacra de los compañeros o del comandante y sus chinches.

Con un dinerito que había apachurrado, le marque a mi hermana Dana, ni siquiera me saludo, solo dijo que estaba ocupada, que tenía muchos problemas y que pronto me iría a ver, dice lo mismo cada vez que le hablo, pero nunca viene, la tengo tatuada en el brazo izquierdo, me puse su nombre para que viera que la llevo del lado del corazón, que pienso en ella y que es importante para mí, que la quiero y que no debe haber nada encima de la familia: ellos son todo.

DIA 4

Después de dos años de sentirme muerto en vida, hoy mi virgencita me hizo otra vez un milagrazo, me levante enojado, aburrido de mi pinche vida, nada diferente, cuando de repente vi un angelito, de verdad que no te miento, hasta caminaba entre las nubes, ni siquiera vi que tocara el piso, me fui caminando despacito para verla un poquito más, no sé si es que llevo mucho tiempo encerrado o si de verdad sea la muchacha más bonita que me ha tocado ver en esta vida, sentí bien claro como el corazón latía bien fuerte, sus ojitos brillan como el faro de luz en las noches.

Apenas vi que se desapareció, me regrese en chinga por una libreta, voy a la escuela porque voy, y anótenme en psicología y en trabajo social, con el dentista y el médico también, quiero ver otra vez a esa muñequita, no sé si fue mi imaginación o tenía los ojos verdes, ¿se vería pálida porque aquí no entra la luz, o así será su piel de blanca?, me siento como un chamaco, ya hasta estoy creyendo en el amor a primera vista, y es que si la hubieras visto, también te hubiera faltado la respiración, no sé cómo estuvo todo que hasta las manos se me hicieron tiesas, de tanto que no quería moverme para no perturbarle su entrada.

DIA 4

Antes de que amaneciera, el cielo se empezó a nublar, y cayo un aguacero que para que te cuento, si de por sí ya tenía moho, ya te darás una idea de cómo estamos ahora, y para acabarla de amolar, me visito mi licenciado, y la noticia que me dio es que se me niega el beneficio, no importa la buena conducta ni la propuesta de las áreas, me quedo hasta nuevo aviso. Le hable a mi papá para decirle, me dijo que lo sentía mucho y que luego me venía a ver, llevo 4 meses esperando esa visita pero así esperando seguiré. Las cosas se ponen cada vez peor, anoche hubo redada, justo a la media noche, bueno eso quiero pensar, tampoco tengo reloj, si viera cada minuto que paso aquí, me desquiciaría, y tengo miedo a la locura, no quiero acabar como Omar mi hermano.

Yo fui quien lo encontró, cuando trato de aventarse de las escaleras, porque decía que lo perseguían, el gritaba y se retorcía, me pedía que lo protegiera, que alejara a los hombres que lo perseguían y le querían hacer daño, pero yo no veía nada, tenía tanta fuerza, que no pude sostenerlo y empezó a golpearse contra la pared, hasta caer en el suelo y empezar a llorar, cuando los vecinos se dieron cuenta, llamaron a la ambulancia, los camilleros tuvieron que inyectarlo para poder llevárselo, tenía sus ojos perdidos, le hablaba y no me respondía, cuando fuimos a verlo pensamos que estaría mejor, pero seguía en lo mismo, tenía una enfermedad de esas de la mente, donde te hacen ver cosas que no existen, dijeron los doctores que no tenía cura, que se podía quedar ahí y ahí sigue, desde que estoy aquí metido tampoco nadie lo va a ver.

Mientras estaba afuera, muchas veces escuche decir a las personas, que desearían volver a ser niños, yo nunca desee eso, nunca lo he pensado, odio pensar en mi niñez, los recuerdos no son buenos, mis viejos peleando, ella reclamando que andaba con otra, que no le daba el suficiente dinero para mantenernos, y él, bueno el no hacía nada, más que decir que estaba loca, antes de mis siete años, ya había jalado cada uno por su lado, y si las cosas estaban mal mientras andaban juntos, al separarse fue mucho peor.

Ahí empezó un triste peregrinar, de la casa de uno al otro, primero todos con mi mamá, a escucharla hablar pestes de los hombres, ahí íbamos los cuatro chamacos, en lo que a la señora se le atravesaba otro semental y decidía que era tiempo de mudarnos con mi papá, cuando confirmaba nuevamente que todos eran iguales y mi abuela ya estaba fastidiada, íbamos otra vez de regreso, pero por desgracia, después de platicar mucho, muy a nuestro pesar, llegaron al acuerdo de dividirse a los chamacos, yo siempre preferí a mi papá pero como Anita era todavía pequeña y yo tenía que cuidarla, se cargaron los tres chamacos a vivir con la mamá, solo Monse se fue con mi papá, estaba harta de ir de un lado a otro y sabía que con la abuela nada le iba a faltar.

Fue desde ese día, que todo se volvió más triste, una pesadilla horrible, tengo recuerdos que me esfuerzo en olvidar pero que aun así me visitan sin aviso, me envuelven y me hacen llorar, y no sabes lo que significa aquí llorar, pero no puedo contenerme; un niño es frágil, es débil, necesita que lo cuiden y que lo amen, quiere sentirse seguro y son sus padres los únicos capaces de darle esa protección, mi padre a kilómetros de distancia y mi madre metida en sus problemas, buscando al siguiente vato que le fuera a hacer compañía, eran tan estúpidas sus reacciones, pasaba de odiar a los hombres a salir a diario en busca de ellos, en llevar un extraño a casa y darle el poder de todo, de jefe de hogar, de dueño de nosotros, de amo del mundo, y después de un tiempo, cuando la casita de Barbie se derrumbaba, entonces se repetía el proceso; peleas, gritos, golpes y más violencia, el extraño se marchaba pero sabíamos que otro vendría en su lugar.

Algunos hubo que eran amables, otros que no se metían con nosotros, pero nunca falto el abusivo, que solo veía cómo sacar provecho, cada día se hicieron más cortas las estancias de los extraños, poco a poquito se aceleraba el ciclo, pero nunca se detenía, con los años uno se acostumbra, se hace fuerte y aprende a defenderse, pero hay heridas, recuerdos, que ni se olvidan ni se superan, no se borran y te persiguen, no porque no sepamos que ya son pasado, sino porque se enraízan en el espíritu, en los huesos, a veces hasta en los labios, porque el silencio también es una huella de abuso, pueden no ser claras mis ideas, puedo no ser perfecto, pero pongo a dios como testigo que no soy malo, a pesar de todos mis errores he amado, a pesar de la oscuridad de mi vivir, sigo sintiendo y a veces también sonrío.

Así son los días lluviosos, no sé qué tienen que me hacen recordar, me ponen triste, me bajan la pila y me hacen querer morirme, no sólo por estar aquí, sino también porque me echan de ver en la geta, todo lo que no tengo, todo lo que he vivido y como he ido de un infierno a otro, cuando recapitulo me doy cuenta de la nada que soy, de todo en lo que la he regado, y aunque no lo creas ni quise ni quiero esto, solo quería vivir mejor, siempre busque lo mismo, y siempre en cada decisión me equivoque, creo que cada día lo hago peor.

DIA 5

Me despierto con sueño, primero me desvele pensado, después por saber lo que pasa a mi alrededor, por el maldito asco que me provoca ver lo que veo, no hacemos nada, no decimos nada, pero todos sabemos lo que pasa cuando apagan las luces, incluso los de afuera lo saben muy bien mientras están en su guardia, pero no hacemos nada, solo tratar de dormir, la cárcel es una selva, una carrera por la supervivencia, ni el mismo Discovery ha podido crear un show tan imponente como este.

A muchos puede impresionar el sexo entre dos hombres, la mayoría de nosotros también nos impresionamos pero no hay mucho que podamos hacer, a veces intentar no mirar, a veces intentar no pensar, pero también a veces o bueno, la mayoría de las veces, es tan complicado que solo nos quedamos distraídos en una mancha, tratando de ignorar todo lo que sucede alrededor, ¿Qué si he usado esos servicios?, a veces he estado a punto, después de un par de años sin acción, sería de lo más normal, pero hay algo que me detiene, recuerdos, mas recuerdos de esos que no me gusta que lleguen.

¿Sabes?, cuando uno es niño, aunque sepamos lo que está bien y lo que está mal, lo que queremos y lo que no, aun cuando quieran ser protegidos o hasta sabiendo defenderse, hay cosas que ya están en el destino y solo pasan, hay algo que nunca le he dicho a nadie, supongo que el escribir un diario va con eso, no es decírselo a nadie es decírmelo a mí, aun y cuando yo ya lo sepa y aun cuando quisiera no saberlo.

Tenía apenas mis diez años, vivíamos en una vecindad de mierda, lo único que la salvaba era que había muchos chavitos para poder jugar, ahí, en la tarde, no me sentía ni mal ni solo, todos los problemas se nos olvidaban, y volver a nuestro cuartito, era volver a escuchar a mi mamá, quejándose, hablando de cosas que yo no entendía, insultando o peor aún, son su macho en turno, manoseándose o pegándonos, el patio se hizo más mi hogar que la casa, era un lugar de libertad, era porque un día también se convirtió en otro infierno como todo lo que tengo en la vida cuando creo que encuentro algo bueno.

Ya era de tarde y estaba muy mojado, eso de jugar con agua no se me había quitado, mi mamá me mando a bañarme, y me fui sin prisa y sin miedo, no importaba que ya estuviera oscuro, ahí estaban otros muchachos, unos más grandes, de esos que ya no juegan, que andan en sus ondas y que no hablan con nadie, todos se fueron saliendo, se despedían sin gusto, todo era normal, todos se fueron menos uno, se quedó ahí viéndome y yo empecé a ponerme nervioso, lo vi acercarse, tendría unos 16 años, ya era casi un hombre como dirían por ahí, tuve miedo, mucho miedo pero no grite, ¿Qué podía pasar?, su mirada no me gusto, solo quise darle la vuelta y salirme, cuando me sujeto y me puso de espaldas, me puso la toalla en la boca y solo sentí dolor, un líquido caliente que me escurría hasta la entrepierna, llore, llore mucho, llamaba a mi mamá pero nunca apareció, hacia fuerza y trataba de empujarlo pero no podía, después de una risita me aventó contra la pared y se fue muy tranquilo, ni siquiera corrió, no se preocupó en amenazarme, solo se fue.

Sangre, ese líquido caliente era sangre, todo adolorido me fui a mi casa y le dije a mi mamá que me dolía, quise enseñarle donde y decirle lo que había pasado, pero estaba ocupada, se iba a bailar, había que buscar macho otra vez, no quería que le habláramos ni tampoco que nos quedáramos despiertos, principalmente que no la molestáramos, era su oportunidad (como le gustaba decir siempre) de imaginar que no tenía ese lastre, que no había cometido el peor error de su vida y que todavía podía componer lo torcido que llevaba el camino, desde que se juntó con mi papá, solo llore en silencio, tenía mucha tristeza, miedo, ganas de gritar y de golpear, tanto coraje de ser indefenso,…

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