ARCOIRIS PROHIBIDO

CAPÍTULO I

Era una fría tarde como cualquier otra cuando Alison paseaba por el palacio de Pinkhouse con su caballo blanco, fue hasta el “rose walk” a observar su rosa preferida, la que consideraba la más perfecta de todas.

Era la menor de cuatro hermanos, Adam, George, Luis y Margaret eran ya unos nobles ejemplares, Adam, por ser el mayor, era el sucesor del trono de su padre, el rey Edward III del Reino de Gran Bretaña. George, por su parte, era un gran teólogo con notables estudios hacia la iglesia católica y de una excelentísima relación con el papa, Luis con solo veinticinco años era el principal asesor de su padre en los asuntos de relaciones exteriores de su reinado y un gran fanatico de los asuntos armamentísticos, y Margaret estaba comprometida con el zarévich Vladimir. Alison con dieciséis años, estaba comprometida con el príncipe Adal del reino de Prusia.

Alison no era igual que todos sus hermanos, los asuntos de estado, las tradiciones de la nobleza, los casamientos para la mantención de los tronos no le interesaban en absoluto. Ella solo con su corta edad quería estar desligada de preocupaciones, ir a la escuela, tener amigos y tomar el té en un horario que no fuesen las cinco. Como tantas veces su madre le había contado que hacía la “gente común” a las afueras del palacio.

El 24 de Marzo, toda la familia real británica viajó hacia Prusia para celebrar el casamiento de Alison con el príncipe Adal. Si bien Alison no estaba de acuerdo con la idea del casamiento, era algo que tarde o temprano iba a pasar. Por dentro suponía que eran esas “cosas de nobles” de las que su padre siempre hablaba y a la vez podría por primera vez conocer al príncipe con el que pasaría el resto de su vida. La boda se celebró llena de lujos, regalías y tradiciones como las expectativas de la nobleza lo requería. En ella estuvieron todos los nobles más importantes de los reinos europeos, como el Rey Alejandro V de España, El duque Eduardo I de Edimburgo, el príncipe Christophe de Francia o la princesa Anastasia de Rusia.

Alison pasó a vivir en el palacio de Westfalia, por supuesto era un lugar lleno de lujos, tenía los mayores privilegios dentro de la sociedad prusiana. Querida y respetada por el pueblo era la aspirante al trono que el príncipe Adal necesitaba y la joven noble princesa que su familia siempre quiso. Sin embargo, pese a que la vida parecía color de rosa, la única rosa que ella valoraba era aquella del rose walk de aquel palacio de pinkhouse. Su vida llena de beneficios de la alta sociedad no la llenaba para nada, al contrario, cada vez tenía más curiosidad por esa vida aparentemente sencilla, de menor calidad y con grandes jornadas laborales que tenía el resto de las personas, o su pueblo, como estaban acostumbrados a decirle en el palacio.

Un día con insomnio, producto del largo día de ocio que normalmente tenía su vida mientras esperaba asumir las responsabilidades del reino, Alison decidió recorrer a pie el jardín “Weib Dornen” a las orillas del palacio. Fue ahí donde, en medio de la noche, encontró una silueta humana, sorprendida y enfadada pensó en llamar a la guardia, primero para sacar al intruso de ahí y segundo para recriminarle como pudo una persona evitar los innumerables controles de seguridad que hay para poder ingresar a las cercanías del palacio. Pero fue mientras pensaba todo eso, que escucho la voz de una niña -no le digas a nadie que estoy aquí-.

A Alison le habían enseñado a no acercarse a los hombres debido a que estos podían llegar a ser un peligro para una joven de la nobleza, pero nadie le había dicho que no se acercara a una mujer, por el contrario, siempre se le dejó bien en claro el rol de debilidad y sublimación de estas hacia los hombres. Por lo que al no considerarla una amenaza, Alison decidió acercarse a la pared llenas de espinas y sutilmente exclamó: -cómo has de llamarte jovencita-, del otro lado del muro se escuchó una suave voz angelical que respondió: -Rachel y tu?-.

Rachel era una adolescente de diecisiete años, hija de un pequeño burgués de la región y de una ama de casa, Sin embargo la mayor parte del tiempo estaba en la casa de su tía, una ama de llaves de un importante terrateniente cercano al palacio de Westfalia. Por las noches, cuando no estaba ayudando a su madre con las tareas domésticas, Rachel solía recorrer los alrededores de aquel lugar, que a ella le gustaba llamar “la mansión de las princesas” que era el palacio donde Alison vivía. Siempre tuvo la curiosidad de cómo sería la vida dentro de esas altas paredes, con detalles que no se encontraban en otros lugares y con las más grandes personas reconocidas por la sociedad.

Como buena hija de fabricante textil asistía a una escuela propia de la mediana burguesía y a la salida de esta solía ir a la fábrica de su padre e incluso, en ocasiones, compartía tiempo con las hijas de algunos de los empleados de la fábrica. Por lo general se pasaba largas horas observando cómo su padre le enseñaba el oficio textil a su hermano Howard, quien debía ser el heredero de la fábrica y continuar con la tradición familiar. Dentro de la escuela Rachel tenía una buena cantidad de amigos, una maestra muy respetable, notas elevadas a la par del promedio de la clase, hasta se decía que con un poco más de fortuna obtenida por la empresa de su padre podría llegar a estudiar en una universidad.

Los fines de semana, cuando no estaba en la iglesia, Rachel solía aprender a realizar las tareas de la casa, para el día de mañana poder casarse con un buen hombre como le repetía una y otra vez su madre y tener una excelente familia a la que debía cuidar. Pero, al igual que Alison, Rachel tenía un corazón a medio llenar a pesar de que parecía tener todo lo que podía esperar. A menudo solía pensar que su padre pasaba poco tiempo con ella por estar en la fábrica, que era cruel y duro con sus empleados y que tenía una preferencia marcada por su hermano.

Su madre la presionaba constantemente con ser una jovencita ejemplar, en ocasiones su tía le recordaba que si no se casaba joven se quedaría sola para toda la vida, su hermano no la trataba de la mejor manera posible y muchas veces sentía que sus compañeros la dejaban de lado producto de la envidia que les generaba su rendimiento académico. Eran en esas ocasiones, las más difíciles, las que más la afectaban, en las cuales ella se encerraba en su habitación e ingresaba a su propio mundo. En el era una bella princesa comprometida con un joven príncipe, en ese lugar podía vivir sin las presiones sociales que debía mantener por su clase, donde podía ver partidos de rugby que tanto le gustaban, sus amigos la aceptaban sin rencores y su familia convivia en paz sin preocupaciones por el mercado, los empleados, la profesión o los estereotipos. Pero al salir de su habitación la vida no era de la manera que lo soñaba en ella.

Por ello Rachel admiraba tanto el palacio de Westfalia, en él podía ver las expectativas de vivir la vida que siempre quiso y nunca pudo. Cuando divagaba por la zona y se topaba con el palacio podía pasar horas observando e imaginando lo que podría estar pasando allá adentro, y sobre todo, si aquellas personas tenían la vida que ella tenía al encerrarse en su cuarto. Una noche, mientras regresaba del trabajo de su tía hacia su casa decidió dar un paseo por los alrededores del palacio, y al ver a la guardia distraída por una partida de poker degustando los más caros licores, decidió acercarse a las paredes del palacio que tanto admiraba con las intenciones de saciar esa curiosidad de conocer cómo era la vida en ese lugar. Pero para su sorpresa detrás del mural del jardín “Weib Dornen” se encontraba Alison, la joven noble que buscaba un entretenimiento en su vida.

Alison quedó impactada al escuchar la voz, vio allí la posibilidad de descubrir aquello que siempre había querido, descubrir cómo era la vida afuera del palacio. -Soy alison- respondió asumiendo que la reconocería, –

-¿Alison la princesa? exclamó Rachel con la voz entrecortada.

-Sí jovencita, ¿que la trae por nuestro palacio?.

Alison y Rachel comenzaron una larga charla, cada una tratando de saber más de cómo era la vida de la otra, pues cada una tenía lo que la otra quería. Pese a que eran muy diferentes había algo que las unía, la necesidad de cambiar de la realidad en la que vivían a otra.

Al poco tiempo de charla ya sabían que podían llevarse muy bien, Rachel le comento que solía estar varias veces a la semana por la zona pero había un dia en particular, los miércoles en los que ella no podía faltar porque su tía cocinaba pescado y patatas fritas, su plato preferido, y siempre le guardaba. Alison, entonces, le propuso encontrarse cada miércoles a la misma hora, prometiéndole facilitarle evadir la guardia para intercambiar como eran sus vidas, tan particulares y llamativas para la otra. -estoy de acuerdo señorita- expresó Rachel mientras veía una luz que poco a poco se aproximaba proveniente del farol del guardia que realizaba el recorrido de seguridad, despues de haber terminado su partido de poker y ya un poco tomados.

-Ve por el pasillo de espinas de tu izquierda, por allí nunca revisan. Podrás venir todos los miércoles por ese mismo camino si lo deseas-

-Lo haré con gusto, muchas gracias-.

Desde ese momento, no faltó miércoles en el cual no se encontraran, a la misma hora, en ese mural, por el mismo camino para evadir la guardia. Poco a poco empezaron a compartir más y más momentos y charlas, en ellos pudieron contarse penas, alegrías, intercambiar pensamientos y hasta cuáles eran sus libros preferidos o como era el sistema de reinados tan difícil de comprender para Rachel. Por supuesto que no faltó aquellas frías noches de invierno, donde en ocasiones la nieve se hacía presente, pero eso no impedía que compartieran de manera diferente, en esas ocasiones ambas se acercaban al mural y dejaban una nota para que la otra la recoja y la lea. Por lo general en esas notas se contaban, sus chismes de la semana, los problemas, alguna pelea con la madre, asuntos reales que atender y algunas otras cosas que nunca se sabrán. Con estas notas, con el paso del invierno, lograron crear un diario donde poder contener cada nota.

El mayor problema de las jóvenes era su diferencia de clases sociales; Alison, para su familia, debía estar ocupada en los asuntos reales y Rachel en aprender a cómo ser una buena mujer. Lo que dificulta cualquier tipo de relación, pero aquel mural que para muchos separaba al mundo, a ellas las unía. En ese lugar, pese a las dificultades, ambas podían tener todo lo que anhelaban en su vida y poco a poco iban descubriendo de qué se trataba es

CAPÍTULO II

Era la primavera en Prusia y la familia real tenía grandes viajes que realizar, en uno de ellos Alison, al verse agotada por la tarea real que de muy mala gana hacia y sabiendo que era miércoles fingió estar enferma, por lo que la familia real partió al reino vecino para concretar el acuerdo del casamiento de la hermana de Adal y ella se quedó en el palacio con el mayordomo que la cuidaría. Al caer la noche, le dijo al mayordomo que iría a tomar un poco de aire fresco para lograr sentirse mejor y fue a su ansiada visita con Rachel.

De camino al mural se le ocurrió que quizás esta vez la reunión podría ser diferente. ¿por qué no cumplir aquel sueño de Rachel de vivir esa vida que solo podía vivir en su habitación?. Fue así como al llegar Rachel le propuso entrar al palacio, esta quedó asustada, acelerada y hasta con tanto nerviosa con semejante propuesta. Pero Alison le juro que la guardia era poca ya que gran parte fue de custodia al viaje de la familia y que el palacio era tan grande que podrían andar por allí sin que el mayordomo se de cuenta.

Rachel rodeo al palacio hasta llegar a la entrada trasera que se encontraba justo al frente del jardín de las mariposas, donde Alison y Adal habían realizado su celebración de boda. Custodiando la zona se encontraba Benjamin, un viejo guardia con un aprecio especial por Alison, quizás porque veía en ella aquella nieta que nunca pudo tener debido a que el cólera le quitó a su mujer, el único amor en su vida. Este al escuchar con el entusiasmo con el cual Alison le hablaba de su amiga, olvidando todos consejos reales de prohibir que entren desconocidos al palacio, el impedir la prohibición de juntarse por parte de la joven princesa con la clase popular, abrió la puerta permitiendo que Rachel ingresara a su mundo. Pero esta vez no ocurrió al cerrar la puerta de su habitación sino abriendo la de un palacio que lejos estaba de ser solamente una fantasía en la cabeza de ella. Ambas corrieron hasta una ventana donde Alison le dijo a Rachel que esperara tras el arbusto mientras corroboraba que el mayordomo se encontrara en la cocina preparando su comida como habitualmente ocurría en ese horario. Al ver que esto era así, la hizo ingresar al palacio.

Al observar los lujos que allí se encontraban quedó impresionada, ni la mejor fantasía que había tenido se comparaba a aquello. Su lugar favorito fue el “Salón real» donde se encontraban cuadros de cada uno de los reyes y reinas que había tenido el palacio, incluyendo a los padres de Adal.

-Aqui estaras tu algun dia Alison-,

-Supongo- respondió ella y continuó: -Muchas veces, la gente al vernos de afuera piensan que esto es todo lo que queremos, tener nuestro cuadro en esa pared. Pero en ocasiones solo queremos ser una persona normal, tener los mismos problemas que todos, las mismas aspiraciones, ser como tú. Alguien más allá afuera-.

Rachel suspiró levemente y comenzó un largo silencio que se volvió incómodo por momentos.

Rachel debido volver a casa antes que su familia se diera cuenta de lo que pasaba, así que luego de conocer al caballo de Alison realizó el mismo recorrido que al ingresar, saliendo por la ventana del palacio, yendo hasta la puerta trasera donde se encontraba Benjamin y corrió lo más rápido posible hasta su casa, pero no sin antes dejar una carta en la habitación de Alison escrita con pluma de manera rápida por lo que en letra poco legible decía “Mañana a las dieciséis en el mural no faltes. Rachel”.

“Querida Alison:
No tengo más que palabras de agradecimiento por el sueño cumplido anoche, muy bondadoso de tu parte dejarme entrar a tu casa, enseñarme esos lugares magníficos y hacerme feliz.

Sinceramente era mucho mejor de lo que me imaginaba desde pequeña en mis mejores sueños y sin vos no hubiera sido posible. Sé que puede sonar raro para ti, que estás acostumbrada a esa vida pero para mi es un mundo nuevo que siempre quise explorar.
No es muy normal que diga estas cosas, y menos a una mujer y princesa como tu, pero has logrado tener un gran cariño de mi parte y espero con ansias cada miércoles para poder dialogar con vos. Por último dale las gracias a Benjamin por tan buen carisma y bondad.

Saludos Rachel G.”

El miércoles posterior Rachel visitó el palacio con la clara intención de proponerle otra aventura a Alison, pero esta vez, estaría lejos del mural. Le comento que su padre había tenido unos inconvenientes con los obreros de su fábrica por lo que su madre y su hermano lo irían a ayudar por lo que era muy probable que estuvieran afuera toda la noche, lo que le daba la posibilidad de que pudiera visitar su hogar. Alison encantada con la propuesta aceptó y le comento que cuando todos en el palacio estuvieran durmiendo, saldría por la ventana, evitaría fácilmente a la guardia que estaría posiblemente en la jornada de poker típica de cada miércoles. Rachel le propuso estar esperándola al otro lado del mural para guiarla hasta su casa, pero antes debía irse para almorzar con su madre antes que se fuera a la fábrica, precavida y astuta como de costumbre, Rachel le dejo una muda de ropa a Alison

-La princesa por las calle sola de noche llamara la atención, mejor que seas una jovencita burguesa-. Ambas se echaron a reír y partieron a sus respectivos destinos.

De la ansiedad que le generaba, Rachel estuvo en el palacio mucho antes de lo esperado, por lo que tuvo que esperar un largo rato hasta ver salir a una joven que en apariencia no se parecía nada a Alison,

-Tu nueva vestimenta la hace igualmente bella señorita-

-Muchas gracias- respondió, y partieron a la aventura.

Por el camino Rachel le fue contando los vecinos de la zona, lo que hacían o no, donde vivían sus compañeros de colegio y hasta la historia del “viejo Willians” aquel norteamericano que vino a Prusia luego de la guerra de la independencia y que se rumoreaba que se había vuelto “loco” en ella y buscaba la comida en la basura. Al llegar Alison quedó sorprendida por la sencillez del hogar, si bien tenía lujos no eran como los de ella, la casa no tenia mas habitaciones que habitantes, ni habia un salon con los miembros de la familia, tan solo un portaretrato del abuelo perdido en algún lugar del comedor y una vieja manta que su nana le había dado a Rachel.

Rachel le mostró todas las actividades diarias que realizaba, sus libros del colegio, las fotos de la fábrica de su padre y hasta algunas de las “tareas de mujer” que le enseñaba su madre.

-¿Alguna vez te has sentido así?- pronunció Alison

-Así como?-

-No lo sé… supongo que libre. No lo sabría explicar bien bien-

-Es como algo parecido al amor Alison-

-¿Al amor?…-

-Si al amor, como algo que no puedes explicar bien pero que lo sientes, te emociona, te libera y sobre todo te hace feliz… vos lo sabras muy bien con Adal.

– No lo sé- continuó Alison- lo conocí cuando llegué aquí-.

-¡No lo conocías de antes!- interrumpió sorprendida Rachel, sabía que sus matrimonios eran para mantener la sangre real pero no me imagine que ni siquiera se llegasen a conocer-.

-Si, supongo que es otra de las tantas cosas de nobles que nunca entenderé pero debo cumplir… o más bien entiendo pero no comparto. Pero el punto es que eso que vos decis que es amor por él no lo siento-.

-¿Alguna vez lo sentiste?- preguntó Rachel ya por demás intrigada.

-No lo creo… tal vez… quizás en algún momento- a continuación de las palabras de Alison un silencio profundo se adueñó de la habitación.

-Hablando de Adal, debes regresar al palacio antes de que se de cuenta que no estás en la habitación-, exclamó Rachel para cortar el silencio incómodo.

Las jovencitas partieron rumbo hacia el palacio, Alison había dejado su vestido entre los arbustos cerca del mural por lo que al llegar se podría vestir y así, si algún guardia la veía merodeando el palacio a altas horas de la noche, con una simple excusa lo podría convencer fácilmente. Alison le agradeció por devolverle el cumplimieto del sueño llevándola a la vida de “la gente común”. Para lograr trepar el mural le pido ayuda a Rachel, está la tomó de la mano y al cruzar las miradas sintieron esa magia como la de aquellas historias románticas que solo se pueden ver en los libros. Sonrieron, Rachel acercó sus labios para ser seguida por Alison y así darse el beso más dulce que cualquier novela romántica haya descrito.

Fue de esa manera como Alison entendió que esa libertad que sentía era amor como bien le explico Rachel, ambas entendieron que todo lo que había pasado entre ellas no era casualidad sino más bien una causalidad de todo lo que habían realizado en su vida y quizás, lo que siempre habían buscado.

CAPÍTULO III

Desde ese hermoso beso muchas cosas pasaron por las cabezas de ambas, primero era imposible negar lo que sintieron al contacto de sus labios, esa mezcla de pasión, emoción, sentimiento prohibido, felicidad… era como escuchar la más dulce poesía bajo las bellas velas en una noche estrellada. Ambas sabían que nunca se habían sentido de esa manera en la vida pero al sentimiento de amor lo cubría aquel de prohibición, ir en contra de la naturaleza humana no era bien aceptado.

La noche del miércoles, como siempre, Rachel se acercó al castillo al encuentro con Alison, está última al llegar quiso recordar lo pasado aquella noche y entabla una charla.

-¿Qué piensas sobre lo que sucedió el otro día?-

– ¿Te incomoda? nos dejamos llevar, eso es todo-.

-No, al contrario, me gusto pero… ya sabes-.

-¿Es por Adal? pero tú misma dijiste que no sentías nada por él-.

-No, no es eso. Me refería a que está mal, no es lo normal-.

-¿Como que no es normal? porque no soy una princesa como tu?-.

-No, me refiero a que somos dos mujeres-.

Rachel elevó su voz y con un tono en el cual se notaba su malestar exclamó:

-Pues si amar no es normal prefiero ser anormal. Alison, si a lo que vas es por lo que pueda pensar la sociedad o tu familia en el castillo, deja de lado esa situación. Toda tu vida estuviste atadas a sus reglas, haciendo todo lo que no te gusta para complacer a las personas, te has perdido de ser quien tu quieres por ellos, ¿vas a dejar que pase otra vez? Al diablo con el que dirán, seamos felices, dejemos de lado las cadenas que nos impone la sociedad, sus prejuicios, sus límites tan difícil de entender o los escritos de un libro añejo que poco entiende del amor actual. Hagamos nuestra propia historia, corramos riesgos, intentemos hazañas y rompamos todos los límites y reglas que haya, a lo que me refiero es que amemos, porque el amor es la única salvación-.

Luego de un largo silencio Rachel, mas tranquila, continuó:

– yo no sé si lo de aquella noche fue correcto o no, pero si se que nunca me sentí así en mi vida-.

-Yo tampoco-, interrumpió Alison -Nunca me sentí con nadie cómo me siento contigo, esa mezclas de emociones que no sabría explicar solo me paso con vos. Gracias a ti creo que sé cómo se siente el amor-.

Rachel, con los ojos llenos de lágrimas debido a la emoción generada por las palabras que había escuchado, apoyó su mano contra el mural y dijo:

-No dejemos que esto se muera, no quiero imaginar lo que sería mi vida sin vos, no quiero perderte Alison, son la persona mas especial que tengo en mi vida-.

Al escuchar estas palabras Alison decidió trepar por el muro, tomó ambas manos de Rachel y la besó. Fue la primera vez que la princesa sintió recorrer por su cuerpo una sensación inigualable. Entonces entendió que no siempre se necesita un príncipe azul para sentirse amada, más bien, esta vez necesito de una joven burguesita que la visitara cada semana en su palacio.

Rachel se quedó helada ante semejante acto de amor, en el momento del más dulce beso que alguien le puede dar sintió como su piel era recorrida por una hermosa sensación de escalofrío.

-Te amo Alison, nunca pensé que se lo diría a alguien en el corto tiempo pero, ¿que somos si no expresamos nuestros sentimientos?, ¿cómo hacemos para ignorar esta cantidad de emociones que hasta por momentos nos marea solo por que la sociedad así lo quiere?… ¿cómo hacemos para evitar lo que nos hace feliz?.

Con una voz frustrada, un tono suave y agachando la cabeza, quizás pensando encontrar respuestas y lo más profundo de la tierra, Alison comentó:

-Lo resolveremos, te juro que seremos felices y pronto-. Continuo dejando de sujetarle las manos para poder abrazarla.

Rachel la mira con esa cara que solo se puede lograr cuando te sientes segura con la otra persona, cuando sabes que por mas dificil que sea con esa persona a tu lado va a ser posible, en fin, la miró como se mira a una persona que te hace sentir plena y con solo cruzar las miradas ambas sabían que se acercaba el fin de su velada, pero no sin antes despedirse de la manera más tierna posible que solo su química les permitia.

A la mañana siguiente por la cabeza de las jóvenes pasaban muchas cosas, pensamientos yuxtapuestos, contradictorios y hasta utópicos para poder solucionar el problema. Pero mientras pasaba el tiempo y más pensaban caen en la misma pregunta ¿cómo el amor puede ser un problema? ¿Como lo que te hace sentir libre está prohibido?

Llegó el miércoles, y Rachel partió de la casa de su tía a su casa y por supuesto realizó la escala en el palacio. Allí la esperaba Alison pero esta vez sin mural de por medio, Rachel, sorprendida por el asunto, no pudo contener su curiosidad y decidió preguntarle por que se encontraba afuera, a lo que muy sutilmente Alison corrió las hojas de la encerradera que cubrían el mutal para encontrar un corazón dibujado con los nombres de ambas dentro. Rachel no se contuvo, por lo que salió corriendo alocadamente para besarla apasionadamente. Fue en el momento más dulce que vivieron cuando Rachel entendió cuál era la solución al problema.

-Escapemos Alison, ven conmigo-.

-Rachel ¿enloqueciste?- exclamó alison alterada y continuó -Soy la princesa, todo un pueblo me buscaría si decido salir del palacio-.

-Conozco un lugar donde no podrán encontrarnos-.

-Eso es imposible, todos me conocen, se pondrán a buscarnos y me encontrarán-.

Rachel la miro tiernamente, se acerco, tomo sus manos hasta llevarlas al pecho de ambas y exclamó:

-Yo busque al amor toda mi vida y te encontre a ti-

Alison solo se dejó llevar por lo que sentía, la besó y dijo:

-¿Dónde llevarás a la princesa?

Rachel, emocionada por la situación, corrió tomando de la mano de Alison hacia el bosque. Con el pasar de los minutos el miedo empezó a recorrer las venas de Alison.

-¿dónde vamos exactamente?-. Expreso Alison.

-A la casa del fuego-

-¿Qué lugar es ese?- dijo Alison preocupada.

-Es la casa de mi abuela, de chica jugamos ahí, desde que ella murió más nadie vino a ese lugar. No podremos quedarnos permanentemente allí pero por lo menos nos dará tiempo para pensar-.

-¡Tu familia sabrá que estás aquí!- En sus expresiones se podía notar a Alison muy alterada.

-Lo dudo, no saben que yo sé el camino. Solía venir a buscarme a mi misma cuando mi habitacion ya no era suficiente y nunca me encontraron- Dijo Rachel de manera muy tranquila.

Fue en ese momento donde vieron a lo lejos una vieja casa de madera que ya poco se podía distinguir de la misma por la cantidad de vegetación que la rodeaba y la poca luz del lugar.

Rachel encendió una vela y ambas entraron a la casa. Esta no estaba en las mejores condiciones y se notaba el poco uso que había tenido en años. Mientras recorrían el lugar para corroborar lo que era presumible, que nadie se encontrara en el lugar, Alison encontró una foto de los abuelos de Rachel.

-Duraron 40 años- comentó Rachel.

-¿Crees que nosotras podríamos llegar a algo así?-.

-Podremos lograr todo lo que queramos siempre y cuando estemos juntas- dijo Rachel abrazándola por detrás.

-Te ves muy cansada- siguió Rachel -Por la mañana iré por comida y planearemos como escapamos para ser felices-.

Alison se dio vuelta, le dio un fogoso beso y se fueron a dormir. Si bien la casa de fuego no tenía fogata ese día, ellas, a su manera, se encargaron de encender la llama más grande que alguna vez tuvo ese lugar en la cama y ese fue así que este comenzó a ser su palacio perdido.

Bien temprano por la mañana, Rachel se dirigió hacia su casa, sabía que estaría su madre a la cual con una pequeña mentira podría convencerla de que se encontraba en su habitación, por lo que decidió ingresar silenciosamente con su llave mientras el resto dormía y se quedó en la habitación. Al rato su madre se levantó, le preguntó porqué había llegado tan tarde y le explicó que se quedó más tiempo en casa del patrón de su tía porque esta se sentía mal.

Rachel se preparó para ir a la escuela como cualquier Jueves normal, pero se desvió en el camino y terminó en la casa del fuego, y en su mochila en vez de llevar sus libros tenía unas cuantas mudas de ropa para compartir con Alison. El primer paso estaba cumplido, ahora faltaba saber adonde iban a escapar. Pensaron en muchas opciones, pero ninguna se veía posible, algunas eran utópicas y otras eran producto de dejarse llevar por la fantasía.

-¿Si vamos a tu antiguo palacio Alison?-.

-¡Estás loca!. Mis padres me mandarian de vuelta aquí de inmediato-.

– Si es verdad. No se me ocurre nada y en cuanto “salga de la escuela” y no llegue a casa mi madre se dará cuenta que no estoy y podría venir a buscarme aquí-. Pronunció tristemente Rachel.

– Vamos al monte- Exclamó Alison eufóricamente.

– ¿Al monte? pero no podremos vivir allí Alison, no somos animales.

-No, vamos al monte, pasamos el día y luego volvemos aquí, tu madre no vendrá a la noche y si eso pasa estaremos atentas para salir rápidamente-.

Mientras caminaban por el monte encontraron un hermoso río por lo que decidieron sentarse en la orilla a compartir un romántico momento juntas. Alison recostó su cabeza sobre Rachel, está con su mano comenzó a acariciar el cabello de Alison mirándola como solo pueden mirar unos ojos enamorados.

A lo lejos se podía ver como empezaba a caer el sol, así que las jovencitas decidieron volver a su hogar provisorio. De camino decidieron recolectar algunos troncos caídos para prender una fogata, despues de todo no solo les iba a servir para calentarse sino también para poder calentar agua. Ambas tomaron un baño, Rachel fue la última y al salir encontró a Alison enfrente de la fogata leyendo un libro.

-¿ Qué lees? preguntó Rachel-.

-Las aventuras del capitán Gaezmann creo, no tiene título pero parece ser un relato de las aventuras de esta persona-.

-Podría ser alguien de mi familia- dijo Rachel-.

-¿En serio? Benjamin también lleva ese apellido-.

-¿Es en serio?- Rachel no podía ocultar su asombro. -No se el nombre de mi tío pero se que fue un militar que defendió a los nobles del reino en épocas difíciles y se alejó de la familia para protegernos debido a que fue perseguido. Se que era bastante más grande que mi padre-.

-Rachel… Benjamin también fue militar retirado con honores por su protección al reino por eso realiza la guardia en el palacio-.

-¡Ahora todo tiene sentido Alison! cuando me dejó entrar al palacio era porque no era alguien desconocida-.

Los ojos de Alison comenzaron a brillar

-ya se entonces quién nos puede sacar de aca-

-Por supuesto- dijo Rachel en un tono que se sentía cómplice -Pero antes debemos descansar-.

Trajo una manta, se taparon, Rachel abrazó a Alison y leyeron el libro hasta quedarse dormidas.

CAPÍTULO IV

Al ver el amanecer las jovencitas salieron rumbo al palacio en busca de Benjamin, por supuesto a escondidas tratando de esquivar a la multitud que trataba de encontrar a la princesa perdida. Al llegar al palacio vieron que Benjamin se encontraba dentro de su casilla, donde dormía cada noche mientras vigilaba la puerta. Alison fue la primera en encarar a Benjamin, primero para pedirle explicaciones sobre porque no comento su pasado con ella, y segundo para rogarle que les de una ayuda en su huida.

-Benjamin soy Alison-.

-Princesa ¡qué alegría verla! pero ¿qué hace vestida así? – Exclamó eufórico.

-No hay tiempo para explicaciones Benjamin. Te acuerdas de mi amiga Rachel-.

-Por supuesto que me acuerdo de la señorita Rachel, ¿pasó algo con ella?- se podía notar un tono de preocupación en él.

-Bueno resulta que esa bella jovencita es mi amada novia- dijo orgullosamente Alison.

-¿Como dice señorita princesa?, ¿Una novia?-. A Benjamin nunca se lo había visto tan sorprendido y reacio a una situación al mismo tiempo.

-Si, y además ambas sabemos que eres el tío de Rachel. Por eso la dejaste entrar al palacio aquella vez-.

-De ninguna manera- Exclamó Benjamin al que se le podía notar su estado de molestia y negativa.

-Vimos los relatos de tus aventuras en la casa de la abuela- se le escuchó decir a Rachel del fondo.

Benjamin no pudo ocultar más su pasado así que aceptó ayudarlas y contarles cuando tengan tiempo la historia completa de cómo terminó siendo seguridad del palacio. Les recomendó que se tomarán el tren a París, en él podrían salir del país fácilmente debido a que tenía un conocido que hacía de seguridad y no las detendrá. Las acompañó hasta la estación, mientras trataban de pasar disimulados en el caos de la ciudad buscando a la princesa, para poder sacar el boleto para ambas jovencitas. Una vez con el boleto las dejaría con su amigo que las acompañaría hasta destino.

Mientras Benjamin compraba los boletos, Rachel le recordó a Alison que aún no eran novias, solo estaban saliendo. Alison confesó que lo dijo solo para que sea más fácil de explicar toda la situación y que al fin al cabo, su amor es más grande que cualquier título que le pudieran poner. Rachel la agarró de la cara, la miró fijamente y le dio el beso más tierno y puro que podía dar, ese que Alison ya conocía y tanto la enamoraba.

Pronto Benjamin las dejó con su amigo y partió hacia el palacio donde debía ejercer su deber de cuidado. Pero antes les pidió a las jovencitas que le enviaran una carta apenas llegaran para poder estar tranquilo, les pidió que pusieran la dirección de la “casa de fuego” ya que sería un lugar seguro y él mismo pasaría a buscarla. Las jovencitas aceptaron y pronto subieron al tren en busca de aquel lugar donde pudieran vivir su amor de manera libre.

Al subirse al tren y partir rumbo a Francia, las jóvenes empezaron a imaginar cómo sus vidas cambiarían. Alison pensaba cómo sería vivir sin los lujos, el acoso de las personas, el estrés y las largas aventuras protocolares que tanto detestaba. ¿Y si la vida tranquila y poco ostentosa de plebeya que tanto admiraba no era como esperaba? que tal si en realidad ella sí había nacido para ser una princesa y estuvo persiguiendo un sueño equivocado. Rachel, por su lado, imaginaba cómo podría llegar a ser una vida lejos de su familia, sin sus compañeros de escuela. Todas estas cosas pasaban por la cabeza de ellas cuando ingresó un guardia al vagón alegando que allí se encontraba la princesa.

Alison entró en pánico, sabía que los guardias podrían reconocerla fácilmente. En la desesperación salió hacia el baño, intentando que nadie la viera pero al pasar por donde estaban las valijas un brazo la atrapó y la llevó entre los equipajes.

-Shhh no hagas ruido, aquí nunca revisan. Estás a salvo- se escuchó que le decía susurrando.

Alison sentía terror y necesitaba una explicación de quién era esa persona y porque la estaba ayudando, pero más terror sentía en que aquel guardia descubriera quien se encontraba detrás de su vestimenta de “gente común”. El guardia paso, y efectivamente como le digo la misteriosa vos no reviso el lugar donde se encontraban.

-Me llamo Athalia- por fin la voz reveló su identidad.

– Soy Alison-

– Si, lo sé. Puedo reconocerla princesa- -Pero si sabes quien soy ¿porque me ayudaste a esconderme-

– Supongo que tienes tus motivos para escapar-

-Pues si, los tengo. Tu porque te escondes- exclamó Alison.

-Soy judia-

-¿ Y eso qué tiene que ver? preguntó Alison sorprendida por la respuesta.

-En Prusia los judios hemos sufrido arbitrariedades historicamente, no nos han perseguido pero muchas veces nos usan para solucionar algún que otro problema que la policía no puede solucionar echándonos la culpa-

Alison quedó espantada al escuchar lo que ciertos guardias realizaban, en parte se sentía culpable por ser la princesa del lugar.

-Ven, te mostraré cuales son mis motivos para querer escapar- pronunció Alison ya de una manera alegre y no asustada.

Al llegar al lugar donde se encontraba Rachel, pudieron notar la cara de extrema preocupación que esta tenía como así también como se le llenó de felicidad al verla.

-Athalia Rachel, Rachel Athalia. Ella es el motivo de mi escape, a mi me gusta decirle que es mi novia pero ella dice que aún no lo somos- dijo Alison mientras se le escapaba una risa.

Luego de eso las tres comenzaron a dialogar, contaron anécdotas, se conocieron un poco, charlaron sobre sus gustos, temores, para hacer el largo viaje mas ameno.

Al bajarse del tren Alison y Rachel se encuentran con el difícil problema de encontrar ropa, ya que la poca que habían podido llevar no iba a ser suficiente, y conseguir un lugar donde vivir. Athalia les comento que ella tenía una familia que la hospedaba cada vez que ella se encontraba en París y que con gustos las recibiría mientras organizaban su nueva vida. Las dos jovencitas muy agradecidas aceptaron la propuesta de Athalia y le agradecieron por toda la ayuda que les brindó. Fueron hasta la casa de esta familia donde fueron recibidas de muy buena manera, hasta la madre les agarró tanto cariño que les regalo un rico perfume y les dio un poco de dinero para que compren algo de ropa. Mientras recorrían la zona céntrica de París en busca de alguna buena prenda de vestir Rachel quiso retomar el tema de no ser novias.

-Alison… respecto a eso de ser novias-

-¿Te molesta?, por que no fue mi intención- interrumpio Alison algo incómoda.

– No, en absoluto, es algo que lo estuve pensando y me parece que estoy lista para dar el paso-

Alison puso su mirada sorprendida y brillante en el rostro de Rachel y dejó salir una sonrisa que demostraba cuán feliz estaba por la situación.

-¿En serio me lo decis Rachel-.

-Por supuesto, qué mejor forma de celebrar nuestro amor que en París, la ciudad del amor.

-Bueno pero quiero que sea un lugar mágico, quiero que sea en ese lugar donde muy pocos tienen la posibilidad de hacerlo.

Fue en ese momento donde a ambas se le vino la idea y pronunciaron juntas: Notre Dame. Rachel la tomó de la mano y salieron corriendo rumbo a la catedral, no sin antes ir preguntando a la gente que iba de un lugar a otro por la zona para poder ubicarse y llegar al lugar. No les fue fácil ya que mucha gente fue reacia a darles indicaciones o se las dieron erróneas. Tal vez, el ver a dos mujeres tomadas de la mano no era algo a lo que la gente estaba acostumbrada ni preparada.

Ya mientras caía el sol las jóvenes lograron ver a lo lejos Notre Dame y corrieron hacia ella como cuando de niñas corrían a los brazos de su madre cuando algo andaba mal. Al llegar Alison se puso de costado mirando a Rachel, esta hizo lo mismo, se tomaron de las manos y ambas declararon su amor y si bien no habia una camara de fotos que capturara el momento, este quedará inmortalizado para siempre en ellas, en aquellas dos que lucharon solas contra toda la sociedad. Y así, la princesa y la joven burguesita pudieron darse un beso en el cual, por primera vez, sintieron que habían logrado romper las cadenas de la sociedad y eran libres. No había límites, solo amor.

Bajo una húmeda noche en el palacio de pinkhouse, más precisamente en el “rose walk”, aquella rosa que Alison tanto amaba hoy tenía otro color, más precisamente varios colores, se había convertido en un precioso arcoiris para inmortalizar el amor de las dos jovencitas.


CAPÍTULO V

Los años pasaron y la adultez le había llegado a las jovencitas. Alison, o Roxanne como se hacía llamar en Francia, había dedicado su vida a las ciencias, influenciada por su pasado en la familia real era una gran estudiosa de los asuntos de Estado, pese a que de chica le resultaba algo tedioso y aburrido. Gracias a la ayuda de la familia que le presentó Athalia, los Dubois que con el paso del tiempo terminó siendo su “familia del corazón”, pudo acceder a sus estudios sobre el derecho, la guerra, y la relación entre países.

Pasaba largas horas en su biblioteca y particularmente admiraba la historia Europea en general y la historia inglesa en particular. Deseaba encontrar en los libros una respuesta lógica a su descendencia real a través de la historia de sus antepasados nobles, los cuales gobernaban Europa desde hacía ya siglos.

En su tiempo libre le gustaba ayudar a la caridad, por lo que se la pasaba en las afueras de la ciudad llevando comida y agua a aquellos campesinos alejados de las ventajas y problemas de la ciudad. Les compartía historias sobre lo que sucedía en la ciudad, las grandes máquinas que se encontraban en la ciudad y en ocasiones les compartía algún que otro libro o algún otro producto innovador para la época. Pasaba horas con los más pequeños enseñando matemáticas o lengua, mientras que a los adolescentes ya les hablaba de Aristoteres o de los efectos de la guerra.

Por las mañanas trabajaba en la universidad “La Sorbona” de París dando clases sobre derecho, y entre clases se la pasaba en la biblioteca leyendo libros de Filosofía. También le gustaba seguir la actualidad política de todos los países, particularmente del Reino Unido y del nuevo imperio alemán.

Rachel, o Marie como la conocían ahora, era una entusiasta de la zoología, pasaba sus días en los bosques visitando las más diversas variedades de animales y observando cada detalle de ellos. Era amante de los felinos y aunque no tenía contacto con los salvajes le gustaba observarlos en los libros y en casa tenía dos gatos pese a las quejas que recibía de Alison alguna que otra vez.

Era una aficionada de los deportes, y si bien su torneo favorito eran las olimpiadas difícilmente se perdía un partido de rugby del equipo del cual era fanática, pese a las críticas que recibía entre los fanáticos por ser mujer. Por las noches solía entrar clandestinamente a una cancha de rugby con Alison y jugaban hasta el cansancio o hasta que algún policía comience a rondar por el lugar.

En ocasiones solía acompañar a Alison cuando iba a las afueras de la ciudad, y mientras ella daba clases Rachel observaba el campo. Particularmente la tierra y los cultivos que en ellos se encontraban. Y en alguna que otra ocasión les brindaba algún conocimiento sobre cómo volver más productiva la cosecha o como evitar perderla. Muchas veces solían recompensar su bondad con trigo, el cual usaba para realizar pan, ya que la cocina era otras de las aficiones que Rachel tenía y que le gustaba compartir por el mundo.

Por las tardes, trabajaba en el taller de los Dubois, allí se dedicaba a realizar las más diversas artesanías que luego se vendían en el local. En algunos momentos solía hablar con Pierre Dobois, a quien consideraba como su “papá de Francia”, sobre lo difícil que le resultaba ser viudo y como poco a poco las fábricas iban “matando” a los pequeños artesanos, los cuales ejercen la profesión que heredaron de sus antepasados más próximos, Pierre solía decir. “mi abuelo supo crear este taller, mi papá como hacerlo grande y yo perderlo en mano de los empresarios”.

Por las noches, Alison y Rachel solían leer las noticias, allí podían ver como, a unos cuantos kilómetros de distancia, se ofrecían enormes recompensas por la aparición de la princesa perdida. Eran bastantes las noches en las cuales no dormían pensando en cómo sería sus vidas con sus familias, que pensarán de ellas y cuánto extrañaban algunas cosas y personas de su vida en Prusia.

Por otra parte, toda Europa estaba atenta a la situación sobre la princesa perdida. Se crearon todos tipos de rumores, desde magnicidio por parte de algún miembro o empleado de la casa real, hasta una enfermedad de la princesa que mostraba la debilidad de la sangre noble por lo que decidieron ocultarla, pasando por la teoría de que se había escapado y pasado a formar parte de un monasterio. Muchas cosas se decían en la sociedad, pero dos cosas no se sabían en absoluto: cómo luce la princesa hoy y que se había escapado por amor.

Pero no todos estaban de acuerdo en que las jóvenes expresarán su amor sin límites, y hasta, en ocasiones, se lo impedían. Por lo general se mostraban cómo dos hermanas que convivían juntas en una pequeña casa de un barrio residencial. Pero lo cierto era que en aquella casa corría todo el fuego y pasión que no podían sacar a lucir por fuera de las cuatro paredes de su nicho de amor.

Sin embargo, siempre encontraban algún lugar para poder celebrar su amor,algunas veces, el conocimiento de los bosques que Rachel tenía, producto de recorrerlos incansablemente, las llevaba a lugares escondidos que ellas transformaban en mágicos. O en la biblioteca, aquella que tanto amaba Alison, al cerrar sus puertas, se podía hacer mucho más que leer un libro. Siempre de alguna forma se las ingeniaban para poder sacarle el velo social a aquel arcoiris prohibido que poco a poco juraron mostrárselo al mundo.

Pero esto, muchas veces no era suficiente para ellas, por su cuerpo corría una sensación difícil de explicar. Ansiedad, desesperación, necesidad de modificar algo… lo que haya sido no las dejaba ser completamente felices y desplegar su amor en paz. La sociedad algo les imponía, algo hacian para que ellas no se sientan cómodas para liberarse emocionalmente, después de todo tenían que estar escondiendo todo el tiempo su amor; ¿Por qué será que la gente heterosexual puede expresar publicamente su amor y ellas no? Sin importar cuál fuese la respuesta a esa pregunta las jóvenes tenían algo en claro, esa gente era libre, y el no poder obtener esa libertad era la sensación que les recorría el cuerpo y no las dejaba amarse la una a la otra por completo. Después de todo, ¿Que es el amor sin la libertad que lo acompaña?

Una noche, mientras él fuego de la chimenea comenzaba a apagarse y la oscuridad a adueñarse del lugar, Rachel le hizo una propuesta a Alison:

-Mi amor, ¿qué dices de tener una aventura?-

– ¿Qué se te ocurre?

-¿Deberíamos escaparnos a un lugar donde poder expresar nuestro amor? –

– Pero no hay lugar donde podamos hacer eso posible, siendo dos mujeres que se aman, no podemos demostrarlo libremente-. Exclamó Alison con tono de frustración.

– ¿Y si volvemos un fin de semana a nuestro palacio perdido? La casa de fuego-. Dijo Rachel emocionada.

– ¡Estás loca! Para ello tendríamos que volver a Prusia, y vos sabés los riesgos que corremos- Expresó Alison, la cual se podía ver preocupada.

– Podemos hacerlo, será una verdadera aventura-

La charla continuó hasta que ambas se quedaron dormidas abrazadas mientras la última llama de la chimenea se apagaba, pero la llama de su amor recién comenzaba a prenderse.

Durante lo que restaba la semana, Alison y Rachel se la pasaron planeando la difícil y peligrosa escapada de fin de semana. Llegado el día decidieron tomar el primer tren que saliera por la mañana rumbo a Prusia, Al hacerlo Alison estaba extremadamente nerviosa, ya que un solo error en lo planeado y ella debería quedarse en Prusia para siempre, además seguramente recibiría un castigo por parte de la casa real. Rachel, por su parte, la tranquilidad era algo que la caracterizaba; por lo que durante el camino trató de mantener la cabeza fría y tranquilizar a Alison.

Al llegar a la estación en Prusia, los guardias que se encontraban a la bajada del vagón comenzaron a controlar la documentación de los pasajeros. Cuando les tocó pasar el control a ellas, las jóvenes mostraron su documentación Francesa que habían obtenido gracias a la ayuda de la familia Dubois. Al ver la documentación de Alison, el guardia levantó la vista y quedó fijamente mirando los ojos de la joven; luego de unos segundos le devolvió la documentación y le abrió paso mientras pronunciaba las siguientes palabras: -adelante señorita Roxanne Dubois, que tenga buena estadía en Prusia.

Alison se sintió aliviada y mientras esperan que Rachel pase el control, algo que fue mucho más rápido y menos peligroso, recuperó gran parte del aire perdido por el susto. Rachel al pasar la abrazo tratando de sacarla del pánico que tenía. Salieron de la estación y solo le quedaba un objetivo, llegar hasta su palacio perdido. Pero lo que Alison y Rachel no imaginaban, era lo difícil que iba a ser lograrlo.

CAPÍTULO VI

Una vez ya en la ciudad, sólo quedaba llegar a su palacio, pero no sería muy fácil. Rachel por supuesto sabía el camino, pero se encontraban a una larga distancia y, lo más preocupante, era que el camino estaba lleno de personas y cualquiera de ellas podría reconocer a la princesa perdida. Alison comenzó a caminar cabizbajo para que no se le viera la cara, mientras que Rachel estaba atenta a no encontrarse a alguien que la pueda reconocer, porque claro está que si Alison era la princesa que se había fugado, Rachel era la ciudadana desaparecida.

Rápidamente pasaron a la zona del bosque para poder correr menos peligro, sin embargo, el bosque era grande por lo que era difícil llegar hasta la casa. Mientras las jóvenes recorrían el bosque la noche comenzó a aproximarse, y con ella los peligros de la naturaleza. Ante esto Rachel sacó a relucir sus conocimientos de la naturaleza y armó una carpa para pasar la noche.

Mientras pasan la fría noche en una modesta carpa, a la luz de la luna Alison dijo:

– ¿Qué sigue después de esto?-

-¿Cómo qué sigue después de esto Alison?

-Si, con nuestra vida,¿ cómo vamos a seguir adelante?-

-No entiendo- exclamó Rachel timidamente dejando entrever que se encontraba algo pérdida en la conversación.

-¿Despues de esta aventura como continuamos? Digo, no vamos a estar el resto de nuestras vidas ocultándonos.-

-Pero ¿Qué quieres que hagamos? Si por más esfuerzo que pongamos o intenciones que tengamos a nadie le importa si somos felices o no, solo les interesa que no respondemos a lo que ellos creen que es lo normal-.

-Pero, ¿Acaso no nos merecemos vivir de la forma que queremos? Ser felices-. Exclamó Alison con firmeza.

-Por supuesto que sí Alison, pero ¿Cómo lo hacemos sin romper la estructura social?-

-Tal vez eso que llamas estructura social y que nos impide ser nosotras solo existe en nuestra cabeza. A lo que voy es que si desafiamos las barreras y las logramos romper, con suerte, podremos construir otras que sean más iguales para todos…-

La charla continuó así por un tiempo, mientras la luna alumbraba los grandes árboles que las rodeaban y la suave brisa hacía que las hojas se movieran produciendo un ruido que les transmitía mucha paz.

Esa noche, si bien no se pusieron de acuerdo en cómo derribar esas barreras, si pudieron entender que el calor de una se unía con el de la otra y formaban algo mágico, difícil de explicar para aquellos que no aman en serio, pues solo un amor como el de ellas podría ser capaz de superar cada problema que la vida le ponía al frente.

A la mañana siguiente retomaron el camino. Mientras caminaban Rachel le comenzó a mostrar la diversidad de flora y fauna que se encontraba en el lugar; desde arbustos pequeños, hasta árboles añejos cuyos nombres eran difícil de memorizar para Alison, desde animales muy pequeños, hasta los mayores peligros que podías encontrar en el bosque. Alison quedó fascinada con todo eso, ya que, por lo general era ella la que más hablaba de las dos, en innumerable cantidad de ocasiones Rachel se quedó escuchando la noche entera a Alison hablar de algún libro de filosofía, de la sangre real o de por qué una forma de gobierno era mejor que otra. Pero en esta ocasión podía ver cómo Rachel disfrutaba cada paso que daban descubriendo algo nuevo en la naturaleza.

-¿Te acuerdas de este lugar?- preguntó Rachel.

-No sé dónde estamos- se sinceró Alison.

-Por aquí pasamos cuando vinimos a este lugar por primera vez. Es más, justo en aquel árbol que está inclinado hacia la derecha tuvimos una charla-

-Como te acuerdas de eso- dijo Alison sorprendida.

-Porque fue la primera vez que sentí que no me quería ir más de tu lado. ¡Cuánto tiempo pasó de aquella vez! Unos 10 años-

-¿Cuánto tiempo vive aquel árbol?- preguntó Alison pareciendo que esquivaba la conversación.

-Unos cien años. Pero, ¿por qué preguntas?- pronunció Rachel sorprendida.

Alison tomó prestado el cuchillo de caza que Rachel traía consigo, y escribió un corazón junto con sus iniciales en ese árbol. Luego de eso exclamó:

-Con esto espero que nuestro amor viva 100 años como este árbol-

-Pues deberás volver de acá 100 años a escribirlo de vuelta porque nuestro amor es eterno amada mia- Pronunció con una voz suave y dulce Rachel.

Alison tomó a Rachel por su torso hasta poder quedar frente a frente y pegar sus labios a los de ella, para de esa forma darle el beso con más pasión de todos.

Justo cuando el sol les estaba ofreciendo sus últimos rayos de luz, las jovencitas pudieron ver, a lo lejos, aquella pequeña casa qué habían bautizado como su palacio perdido. Ingresaron al lugar y dejaron su equipaje en la habitación, Rachel se quedó acomodando la ropa de ambas mientras Alison se fue a la cocina.

Pero lo que parecía un fin de semana perfecto se transformó en un cielo encapotado cuando Rachel entró a la cocina mientras Alison cocinaba, y como de costumbre, en los tiempos muertos mientras cocinaba leía un par de hojas de su libro. Rachel, curiosa por lo que su novia leía, y sobre todo, para sacarle tema de conversación, tomó el libro con la intención de abrirlo; pero al levantarlo de la mesada de este se callo una nota.

Alison estaba de espaldas, por lo que Rachel disimuladamente corrió la nota hasta que quedase escondida debajo de la mesada, la abrazo por detrás y, mientras le susurraba al oído frases bonitas, dejó caer un frasco de pimienta al suelo. Amablemente Rachel se ofreció a levantar el frasco, y por supuesto con él la nota. Rachel guardó la nota en su bolsillo, volvió a tomar el libro y comenzó a hablar con Alison.

Pasado unos minutos, Rachel sale de la pequeña cocina y se dirige al sillón que se encontraba en frente de la fogata, se sienta sigilosamente y lee la nota: “Te quiero. Athalia”. Era una pequeña nota, una carta cuyas pocas palabras no se comparaban con las infinidad de inseguridades y pensamientos que tuvo Rachel al leerla. Por su cabeza pasaban muchos pensamientos; ¿por que la tiene en su libro? ¿Cuál es su relación en realidad? ¿que soy para ella? e innumerables cosas más. Por supuesto, no sabía cómo reaccionar ante la situación.

Alison entra al comedor con la comida ya lista, y al ver que Rachel no estaba se dispone a llamarla, pero como no obtuvo respuestas decide ir a donde se encuentra el sillón y desde la puerta de la habitación pudo ver a Rachel de espalda. Ella sintió su presencia, con la cara empapada de lágrimas, se dio vuelta y mirando fijamente a los ojos de Alison llevó la nota a la altura de su pecho para que esta pudiera verla.

La cara de Alison al darse cuenta que Rachel había descubierto esa nota es difícil de explicar, pero se asemeja a una reacción tanto de asombro como de miedo por igual, al mismo tiempo. Rachel al no tener una respuesta inmediata de Alison sale corriendo hacia la cocina, esta última la detiene antes de que pueda salir de la habitación.

-Puedo explicarlo Rachel- se le podía notar el tono de insegura al hablar.

-Si tienes que dar explicaciones es porque algo hay-

-No, no es eso. Simplemente quiero que sepas cómo llegó ese maldito papel aquí-

-Explicarlo entonces, y que sea breve que tengo que empacar-.

-Athalia es una amiga, vos sabes todo lo que nos ayudó al llegar a París…-

Rachel interrumpio abruptamente -¿Desde cuando ocultados las amistades Alison? porque ambas sabemos que su familia nos ayudó mucho, pero con ella, hasta donde yo sabía, ninguna de las dos tenía contacto-.

-Debí decírtelo Rachel, pero no pasó nada. Solo es una amistad-.

-Voy a empacar Alison-.

-¿Para qué quieres empacar mi amor?-.

-¿Pues que no es obvio? para irme. Y Alison, entre nosotras, si dices que me amas pero me ocultas cosas, ¿para ti parte del amor es ocultar?-.

-Nada más alejado de ello Rachel, y tu me conoces bien para decir semejante cosa-.

-Ya no se si la verdadera Alison es la que yo conozco-.

Allí estaban las dos, en un laberinto en donde no podían encontrar la salida. Aquella casa del fuego se había quemado por sus propias acciones, y aquella fogata que en un momento supo encender su amor hoy grababa a fuego la tragedia en sus corazones.

Al irse Rachel a empacar sus pertenencias Alison se desplomó en el sillón y lanzó un llanto profundo. Su dolor era muy grande pero, al mismo tiempo, no podía dejar de pensar que sus acciones, como si fueran una katana bien filosa, partieron en dos el corazón de su amada.

-Aquí me despido- se escuchó decir a lo lejos.

Alison sabía que se trataba de Rachel, así que con sus ojos derramando un río de lágrimas le suplicó que no se fuera.

-¿Por qué debería quedarme aquí? no lo entiendo- dijo Rachel de manera poco amigable.

-Por todo lo que pasamos juntas, este es tu lugar. Aquí perteneces-.

-Pertenezco al lugar donde sea feliz-

-Dónde seas que vayas ire a buscarte, porque aquí es donde te debes quedar, al lado mio, las dos juntas, para siempre-.

-Alison, primero busca lo que verdaderamente quieres dentro tuyo. ¿Qué es el amor sin la confianza, sin la seguridad, sin la paz? ¿Qué es el amor sin tener en claro lo que sentimos? Y yo ya no sé lo que siento.

A continuación, Rachel abrió la puerta y, con su ligero equipaje, salió en busca de un destino que era tan divagante como su vida despues de esto. Alison intentó pararla, pero Rachel mantuvo sus intenciones firmes.

Mientras veía como una parte de ella se alejaba por el bosque camino a un destino incierto Alison pensaba que, al prepararla como princesa, le enseñaron cómo gobernar de manera excepcional, pero no le enseñaron a cómo no sufrir por amor. “!Dichoso aquel que tenga el don de no sufrir por amor¡” le gritó Alison a los árboles, mientras por dentro pensaba que la única forma de no sufrir por amor era no enamorarse. Y cuán infeliz sería la vida de esa persona.

CAPITULO VII

A varios metros ya de distancia y con el atardecer al frente suyo, Rachel podía sentir la tormenta de emociones que le ocurría por dentro. Capaz exagere la situación, pensaba mientras caminaba sin destino; pero ella debió haberle dado una respuesta y no lo hizo,

-Solamente balbuceó y tartamudeo hasta que la corte-, exclamó furiosa a una ardilla que se paseaba por los árboles.

No lograba entender como aquella princesa que la había enamorado y había dejado sus lujos, linaje y hasta un matrimonio por ella ahora le estaba haciendo esto. Parecía que todo esto del amor comenzaba a ser una gran mentira.

Mientras anochecía Rachel armó su carpa, cerca de los árboles para poder atarla. Al terminar, se sentó a ver el cielo y encontró una estrella que le llamó la atención, le hizo recordar a cuando salían con Alison a recorrer los bosques de Francia, y como apenas pasados tres minutos Alison ya se había perdido. Eso la asustaba mucho, así que Rachel la abrazaba y luego la tomaba de la mano para atravesar el bosque y llegar al lugar donde pasarian una velada mágica. Por dentro, se preguntaba qué había pasado con esa mágica y como iba a hacer para olvidarla cuando esta estaba presente en todo momento de la relación.

La luna iluminaba el bosque por completo, y en alguna parte de este se encontraba una bella burguesita con el alma rota. Mientras buscaba explicaciones contaba las estrellas, pues pasaban tantas cosas por su cabeza como estrellas había en el cielo. Que tal si el amor es como un cuerpo, que comienza fuerte, pero con el pasar del tiempo se va desgastando, comienzan los dolores, la fatiga, el mal humor, y termina por hacerse polvo. O quizás el amor es finito como la vida misma. O tal vez, enamorarnos es un difícil juego que nuestra psiquis nos quiere hacer jugar. Esto e incontables cosas más hacen un huracán en la cabeza de Rachel, que la desvelaron en la húmeda noche del bosque prusiano.

Al despertar, con apenas dos horas de sueño, Rachel debía decidir a dónde ir. No podía volver a Francia ya que los falsos documentos estaban con Alison en la casa; mucho menos podía volver a la casa de su familia, ¡qué escándalo se provocaría en la ciudad!, una niña perdida no puede aparecer, de grande asi como asi. Luego de pensarlo bien solo le quedó una opción, pues quien iba a ayudarla mejor en esta situación que “El Capitán Gaezmann”.

Rachel se apresuró a desarmar su carpa para poder dejar su lugar de acampe e ir tras el capital Gaezmann. Rápido salió del bosque, y al poco tiempo ya se encontraba en la ciudad; para ella pasearse por las calles de Prusia era más fácil que para Alison, debido a la mayor popularidad de Alison por ser la princesa del lugar. En cambio, Rachel solo era una joven perdida, otras de las tantas de las que se tienen noticias en la ciudad. La mayor dificultad la encontró al llegar al castillo; debía buscar la forma de llamar la atención de Gaezman sin que el resto de los guardias se dieran cuenta, y mucho menos la familia real.

Recordó la existencia de aquel muro en el cual conoció a Alison, y también de una de las primeras conversaciones con la princesa. Cuando esta le dijo que horarios la guardia era baja, por lo que la podía vulnerar. Se acercó al muro y, como era de esperar, la guardia estaba jugando su clásica partida de poker, las viejas costumbres nunca pasan de moda pensó Rachel. Al costado de la entrada se podía ver reposado en su silla a Gaezmann, como siempre atento a lo que ocurría en la entrada del palacio.

Rachel, sigilosamente, trepó por el muro y se dirigió hasta la puerta de entrada; una vez allí, tocó suavemente la espalda del capitán. Este al darse vuelta pudo identificar claramente de quién se trataba.

-!Por dios Rachel¡ que haces aqui- se lo pudo notar sorprendido.

-Es una larga historia, con mucha información. Pero el punto es que vinimos con Alison para una escapada romántica y discutimos…-

-Entonces están peleadas- interrumpio Gaezmann.

-No… Bueno algo así. Discutimos- dijo Rachel haciendo notar su incomodidad con la situación.

-Solo necesito un lugar donde hospedarme hasta poder volver a Francia, ¿tu conoces alguno?- Continuó Rachel.

-Por supuesto que conozco uno, y solo se lo voy a revelar porque se trata de ustedes- Dijo Gaezmann, sacó de su bolsillo una pluma y anotó en un papel las indicaciones para llegar al lugar-

-Estate ahí por la mañana jovencita. Tendrás un buen desayuno-

Al despertar, Alison miró a su lado, pero la cama estaba vacía; y quizás así se encontraba su corazón también. Le preocupaba que Rachel estuviera sola enfrentando los peligros del bosque, pero a la vez sabía que sus conocimientos sobre la naturaleza la podían proteger, pero la pregunta era ¿hasta cuando?

Preparo el desayuno mientras miraba un árbol que se encontraba frente a la ventana, aquel pino enorme le hacía acordar a los que tenía en su antiguo palacio, y que tan bien la escondian para tener su encuentros con Rachel. ¡Qué chicas que éramos! pensó mientras se le caía una lágrima que no podía descifrar exactamente cuál era la emoción de la que provenía. Imagino muchos relatos que podría haber dicho mientras discutían para poder demostrarle que nada era como Rachel creía.

La ansiedad le comenzó a ganar, necesitaba hacer algo. Tomó unos de sus libros favoritos, que nunca le pueden faltar en sus viajes, los hojeo ferozmente para ver si podía encontrar una respuesta en la filosofía o literatura pero nada consiguió.

Volvió a la cocina y comenzó a caminar en círculos tratando de que se le ocurriera una solución pero nada ocurrió, la ansiedad comenzó a aumentar. Tomó su té, que ya estaba frío, de la mesada y lo llevó hasta la mesa del comedor, se lo tomó de una sola vez, debido a lo mal que la tenía la situación ni cuenta se dio de lo mal que estaba el té; pues peor que el té estaba su corazón. Volvió a sus libros, en la contratapa de uno encontró unas palabras de Rachel: “Te amo por siempre Alison. Rachel”. De esa forma entendió que sus respuestas no estaban en un libro sino en el amor.

Algo debía hacer, pero su cabeza se mantenía en blanco. Si blanco, como el color favorito de Rachel. Todo le recordaba a ella, la cama media vacía al levantarse, las copas que tanto les gustaban, el bosque, absolutamente todo. Fue en ese momento donde intento pensar como Rachel, si tanto la conocía podía usarlo para descubrir adónde huiria. Luego de un largo tiempo, pudo entender que Rachel tendría una sola opción para huir, si alguien la iba a acoger y proteger como ella necesitaba en ese momento sería su viejo y fiel aliado Gaezmann.

Alison tomó algunas pertenencias, las metió en un pequeño bolso de manos, se puso su capucha exageradamente grande para que no la descubrieran y partió para su antiguo hogar, a aquel castillo al que juró nunca volver, pero bien tenía en claro que haría cualquier cosa por amor. Si tenía que arriesgar su libertad por Rachel no lo dudaba ni un segundo, pues para sentirse completa necesitaba a su burguesita.

Cruzó la ciudad caminando a gran velocidad y con la mirada baja, tratando de que nadie la identificara. Al acercarse al palacio pudo ver a Gaezmann tomando su descanso fuera de este, Alison salió corriendo antes de que entrara nuevamente.

-Hola Gaezmann, me recuerdas- Pronunció feliz.

-¿Quien diablos eres?- Al capital se lo pudo notar asustado.

-Cierto la capucha, perdón- dijo Alison mientras se sacaba su capucha.

-¡Alison!- exclamó Gaezmann mientras se podía notar como su cara se veía prácticamente deformada por su sonrisa y sus ojos se ponían vidriosos.

-Cuando has crecido mi niña…-

-Me encantaría hablar contigo pero se van a dar cuenta que estoy aquí y necesito un favor- Alison cada vez se ponía más alerta por la presencia de los guardias dentro del palacio.

-Hemos peleado con Rachel y necesito encontrarla. Salió para el bosque pero no sé dónde más podría haber estado-

-Pues si estaba en el bosque de seguro está paso por este lugar- dijo el viejo guardia mientras sacaba de su bolsillo un papel con una dirección escrita-

-¿Cómo puedes estar tan seguro que te paso por este lugar?- Dijo Rachel.

– Puedes confiar en mi jovencita, después de todo, ¿Cuando te he fallado?-

– Tienes Razón Gaezmann. Pero si la ves por aquí dile que la estoy buscando…

Alison retomó nuevamente su viaje, está vez con destino hacia aquella misteriosa direccion.

CAPITULO VIII

El camino que iba del castillo hasta la misteriosa dirección tenía una larga distancia. Rachel utilizó una vez más su magnífico sentido de orientación para poder guiarse hasta el lugar, en el trayecto se dió el placer de observar el paisaje, algunas casas le hacían acordar a París, parecía que algo comenzaba a florecer dentro suyo que hacía extrañar la vida en aquella ciudad. Quizás allá sido que en París pasaron los momentos más felices con Alison, podían hacer sus vidas y tener algo de anonimato y libertad pese a que la heterosexualidad era la única opción aceptada del todo por la sociedad.

Mientras caminaba hacia la montaña donde se encontraba el lugar al que Gaezmann la mando a hospedarse recordaba cuando, al comienzo del viaje, dibujó en ese árbol sus iniciales junto a las de Alison dentro de un corazón. Se preguntaba si ese corazón también se rompió como el de ella. Imaginaba que sería de ese árbol, pues al parecer su amor no había durado cien años como se prometieron, más bien, parecía que no llegó a durar ni cien horas despues de la escritura.

Pese al enojo que Rachel tenía, la soledad le estaba invadiendo el alma de a poco, el amor le parecía como ese virus que te enferma y te va matando poco a poco. ¿Quién no murió alguna vez por amor? Preguntaba su cabeza a su alma aunque está última no tenía respuestas.

A lo lejos, pudo ver la dirección que tanto estaba buscando; era una casa muy linda, pero parecía que no había estado habitada en años pese a que se encontraba muy bien cuidada tanto por fuera como por dentro.

Alison se encontraba en dificultades para llegar hacia la dirección, normalmente sería Rachel la que se encargaría de llevarla hasta el lugar. No conocía muy bien los lugares por dónde tenía que ir, y si a eso le sumaba los años que hacía que no estaba en Prusia parecía una tarea imposible. Por suerte tenía un mapa dentro de su bolso de manos, quizás lo trajo porque sabía que se perdería, o quizás lo hizo porque le traía buenos recuerdos de Rachel, no lo tenía claro en su cabeza. Sin embargo, no le fue fácil llegar.

-¡Maldito mapa!- se le escuchó decir en más de una oportunidad.

-Con Rachel esto sería más fácil- se le escuchó decir en otras ocasiones.

Le preocupaba qué sería de Rachel ahora, ¿Estaría sola en el bosque? ¿Se habrá perdido? No, perdido no. Se imaginó que con sus conocimientos esa situación no era posible, pero sí quizás se encontraba sola. ¿Sentiría la soledad igual que ella? ¿Todo esto le estaría doliendo igual que a ella? Y si la encontrará ¿Podría perdonarla por la nota?

-!Seguro si le puedo explicar bien lo va a entender¡- la gente la miraba mientras susurraba por lo bajo sola por la calle ¿Y si me entiende pero no me puede perdonar? ¿Y si se dió cuenta que no me ama?…-

Mientras sus pensamientos la atormentaban encontró lo que le parecía era el lugar. Era una bonita casa pintada de un tono claro de beige, con detalles en rosado que le hacían acordar a su palacio de Pinkhouse. Al costado de la casa se podían ver unas hermosas flores blancas que le hacían acordar a su antiguo caballo. Cuando hubiera dado para que él la hubiera acompañado todo este tiempo.

Al intentar entrar por el frente Alison vio que la puerta estaba trabada, así que decidió ir por la puerta de atrás. Cuando logró estar dentro de la casa, en la mesa se encontraba una tetera junto a dos tasas. En ese momento podría haber pensado que se trataba de Gaezmann y su esposa, pero él no tenía esposa, además se pasaba la mayor parte de su tiempo en el palacio. Se sentó en la silla suavemente, sin hacer prácticamente ruido para que nadie se percatara que se encontraba en el lugar.

Rachel se encontraba plácidamente recostada en la cama dentro de la habitación cuando oyó que alguien intentaba abrir la puerta. Rápidamente tomó lo primero que encontró para tratar de defenderse y bajó la escalera sosteniendo un viejo cuchillo, probablemente desafilado, que se encontraba en la mesita de noche. Mientras bajaba sus piernas temblaban, por momentos no podía pisar el escalón debido a lo flácidas que tenía las piernas producto del miedo. Cuando llegó al arco de la cocina vio una silueta sentada, e instantáneamente se dió cuenta que se trataba de Alison.

Desde el muro del palacio hasta las noches de literatura en Francia, desde el calor del sol hasta el frío de la luna, desde sentir su corazón latir como nunca antes hasta su alma prendiéndose fuego después de la discusión; todo eso pasaba por la cabeza de Alison al ver a Rachel. Esta, por su parte, dejó caer su viejo cuchillo haciendo un ruido que se escuchó claramente por toda la casa, y con una voz quebradiza intentó romper el incómodo silencio.

-Qué haces aquí Alison?- Tartamudeo Rachel

-Vine a buscarte-

-¿Cómo sabías que estaría aquí?-

-Gaezmann me dijo que aquí te encontraría- dijo Alison.

-Maldito Gaezmann ¡Tenía que ser de mi familia!- pronunció Rachel enojada.

– Nos envió aquí a las dos intencionalmente y no nos dijo nada- continuó Rachel.

– Pues, supongo que debe querer que arreglemos las cosas- dijo Alison.

– ¿Qué quieres arreglar Alison? Me mentiste, dañaste mi corazón de un balazo como soldado al enemigo-

– Rachel déjame explicarte…

-No hay nada que explicar, ya quedó todo claro- interrumpió Rachel.

-Si lo hay Rachel… yo nunca tendría algo con otra persona. Deje todo por vos y lo volvería a hacer unas mil veces más-

Se produjo un silencio cortante y Alison continuo

-Extraño que lo primero que vea en las mañana sea tu bella cara, extraño sentir la dulzura de tus labios, extraño tus caricias, tus enseñanzas sobre la roca que no cruzamos de camino al trabajo, tus explicaciones sobre el paleolítico o el neolítico, extraño tu pasión en la cama, tus manos agarrando las mías… extraño todo de vos-

-Yo también te extraño, desde tu filosofía hasta tus caprichos de princesa. Tus besos y tus llantos, tu compañía cada vez que sentía que mi mundo se incendiaba, tus locuras por las noches, tu energía y felicidad por la mañana… Tal vez podremos encontrar cien cartas, mil problemas, un millón de discusiones e incontables momentos difíciles, pero no me importa cuántas cosas debamos pasar, yo las quiero pasar con vos- dijo Rachel mientras lloraba formando una laguna.

En ese instante ambas comprendieron de qué se trataba el amor, existirán fronteras, miedos, inseguridades; pero de todo lo malo comprendieron que el amor es como una vela, siempre tiende a apagarse con el mínimo soplido del viento, pero mientras se tenga intenciones de seguir prendida se harán cosas impensadas para que está siga alumbrando. Su amor era como aquella estrella que las alumbra por las noches en sus insomnios melancólicos, esa luz que conoce lo más profundo de cada una de ellas y que sin ésta su vida no sería igual.

Rachel se dió cuenta de que nada valían sus reliquias naturales si no se las podía mostrar a Alison, ningún sentido tendría el bosque que tanto le gustaba si no podía tener aventuras con quién más ama en él, de nada serviría trabajar mil horas, por más rédito que tenga, si al llegar a casa no estaba Alison para contarle cómo estuvo su día.

Alison también comprendió que todos sus libros no serían más que un vacío si no se los podía contar a Rachel, de nada le serviría todos sus estudios sobre el derecho si la única ley que quería que se aplicará era la que obligaba a Rachel a qué le diera un abrazo y un beso al llegar a su hogar. No quería saber más nada sobre las guerras si no podía brindar su propia batalla, que era por mantenerse al lado de su amada toda la vida. Ambas entendieron que sin la otra su vida se desplomaría cómo árboles sin raíces, por qué las raíces de sus vidas era su amor.

Las jovencitas debían regresar a París, despues de todo en ese lugar se encontraba su vida. Volvieron a su casa del fuego y, mientras Rachel empacaba, Alison le preguntó:

-¿Te dio miedo perderme?

-Más que miedo inseguridad- respondió Rachel.

Alison se quedó mirando a Rachel con cara de desorientada y continuó preguntando -¿por qué inseguridad?-

-Porque a pesar de mi enojo, muy en el fondo, me reproche por lo sucedido… a lo que voy, pensaba que algo había hecho mal. Si decidias cambiarme es porque algo en mi estaba mal, quizás mis actitudes ya no te parecian románticas, o mi nuevo peinado no te agradaba. Pense que despues no era digna de ti, una noble princesa que deja todo por amor no lo hace por una chica como yo.-

-¿Que te haría pensar semejantes cosas Rachel?-

-Todo Alison, absolutamente todo- Rachel se asoma a la ventana a tomar aire y continua -Una puede nacer rubia, pero la sociedad le hará creer que lo mejor es ser morocha, o nacer morocha y deberás teñirte de rubia. Puedes ser rica, pero las personas dirán que te falta clase. Puedes lograr la clase, pero no llegarás a comprar todo lo que desees y se te burlaran por ello. Puedes tener muchos telares, pero dirán que lo mejor es ser noble, si llegas a ser noble serás una engreída que vive alejada de la gente, encerrada en su propio mundo. En fin, la sociedad siempre te pedirá más de lo puedas tener. Por eso, simplemente por eso, me sentía diminuta al lado tuyo.

Hubo un gran silencio en el lugar y Alison retomó la charla.

-Debo decir que yo también sentí inseguridades apenas te conocí. Vos sabías lo que era estar con otras personas en una escuela, sabías lo que era ganarte tu vida dentro de la sociedad, sabias como sobrevivir en un bosque. Yo, en cambio, solo sabía llamar a mi mayordomo cuando ocurría un problema, y si el momento se ponía jodido tenía a un grupo de hombres dispuesto a dar su vida para brindarme una solución. Pero pasó el tiempo, y con la experiencia me di cuenta que la inseguridad trae miedo, y con el miedo no se puede vivir. Así que decidí comprender lo que soy y no limitarme, vivir de la forma que me haga ser feliz.

Rachel abrazo a Alison y la beso como solo ella sabía hacerlo; ambas se miraron y juraron que por más males que se interpongan en su camino jamás caminarían la una sin la otra.

Ya la tormenta de emociones, al igual que el viaje, se había terminado y tocaba volver a su tan amado hogar. Llegaron a la estación de tren, lograron pasar el control sin dificultades, y al poco tiempo ya se encontraban de regreso a París. Mientras viajaban las jovencitas decidieron agregar esta aventura a su libro de anécdotas, porque por más que tuvieron un momento tormentoso, ¿Que sería de la belleza de la pradera sin la lluvia?

Al llegar a casa se encontraban exhaustas, Alison acabó tendida en la cama y Rachel suavemente se acostó al lado de ella mientras ésta dormía. Tomó dulcemente su cabello y recostó su cabeza junto al pecho de Alison, en ese momento sintió que si había un paraíso era era su cabeza junto al pecho de su amada.

Al despertar a la mañana siguiente tuvieron que continuar con su vida. Pero algo había cambiado, la rutina podía ser la misma pero ellas no. Algo de su viaje habían aprendido, y esto era que cuando se distanciaron pudieron notar que aquella flor que se había convertido en multicolor en el palacio de Pinkhouse, se estaba marchitando, pero cuando ocurrió el reencuentro, en la vieja casa de Gaezmann, Alison y Rachel regaron nuevamente aquella flor con amor, y esta floreció como nunca

CAPITULO IX

Con el correr de los días, Rachel y Alison ya tenían una vida totalmente diferente. Alison pasaba sus días en casa recordando sus viejas anécdotas de aquellas tardes cuando daba clases o de las noches de biblioteca. Solía recorrer el jardín mientras imaginaba que tenía un diálogo de la Filosofía antigua, como aquellos de Platón. Solía realizar grandes comidas para los niños del barrio, y le gustaba compartir los momentos con los vecinos de la zona mientras disfrutaba de su clásico té, que pese al paso del tiempo nunca pudo olvidar.

Nunca perdió la costumbre de informarse de las situación que aquejaba a su corona, pues, pese a que había renuncia al trono por amor siempre sintió algún grado de responsabilidad por lo que allí sucedía. Aferrada siempre a sus libros veía como en su tierra real la nobleza se veía aterrada por el porvenir.

En el bosque, por las mañanas podias encontrar a Rachel, que por más que ya no tenía la agilidad de cuando era niña aún podía identificar cada detalle de la flora y fauna. Al volver, pasaba tiempo con sus gatos mientras experimentaba una nueva obsesión con la antropología leyendo libros. Solía decirle a Alison que podía estudiar su gerontología, pero ella tendría la última palabra con su antropología.

Por supuesto que no perdía su amor por los deportes y, casi como si fuera un acto religioso, por las noches leía cada uno de los titulares del popular diario de deportes del país. En ocasiones se desvelaba hasta altas horas de la madrugada analizando jugadas, equipos, estadísticas y demás, hasta que con algún comentario subido de tono despertaba a Rachel y esta la obligaba a que se duerma.

En Prusia las noticias no eran buenas, un grupo de hombres había logrado apoderarse del gobierno y con ellos derrocar a la monarquía de la familia real. Juraron terminar con todas las personas integrantes de la nobleza, incluida la princesa perdida, que en estos momentos ya era una leyenda que corría en boca de cada uno de los integrantes de Prusia.

Alison se noto preocupada por su “familia”, aunque hacía ya largo tiempo que no los veía de alguna forma seguian formando parte de su vida. Quizás, con mucho esfuerzo, se puede lograr que el corazón quiera a la persona equivocada. Rachel se percató de la tristeza y preocupación que tenía Alison.

-¿Cómo te sientes con la noticia? Exclamó Rachel mientras pasaba su brazo alrededor de su hombro.

-Es raro para mi, la incertidumbre es grande. Desde chica me prepare para ser la reina de ese lugar en algún momento; y hoy todo el palacio al parecer se derrumbó. Nunca quise en el fondo ser una princesa y nunca ame a Adal y tu lo sabes, pero cuando se te impone un estilo de vida, objetivos, metas, formas y hasta tu propia familia desde tan chica siempre algo dentro tuyo de todo eso va a quedar; a vos te enseñaron cómo producir con un telar, a mi a amar a la realeza.

Entre lágrimas Rachel dijo: -Todo estará bien. Cuando comenzamos esta aventura jure estar a tu lado en todo, así que también te acompañare en esto y saldremos adelante como siempre-.

Rachel tomó la mano de Alison y le dio un dulce beso para luego retomar la charla.

-La familia real si como tu dices fue preparada para gobernar eternamente seguro tendrán pensado algo para estas situaciones…-

-La verdad es que no lo creo-. Interrumpio Alison -Nadie en aquella casa podría pensar que el pueblo estaría en contra de la sangre real. Siempre se pensó que, mientras la nobleza siguiera el camino correcto, ese que tanto nos enseñan desde que nacemos, el pueblo nunca se revelará y respetaría a la familia que por décadas llevó los hilos.

Alison estuvo toda la noche inquieta, poco pudo dormir. Se levantaba, iba a la cocina, caminaba por el jardín, alimentaba a los gatos y volvía a la cama. Repitió esta rutina toda la noche hasta quedarse dormida en la silla del comedor. Rachel al despertar vio que se encontraba dormida, por lo que preparó el desayuno para ambas.

-¡Buen día mi bella durmiente!, veo que tuviste una noche difícil-. Dijo alegremente Rachel.

-Más que eso Rachel-. Pronunció Alison mientras sacaba el periodico del día -¡Han secuestrado a la familia real anoche! Un grupo de hombres ingresó al lugar y se los llevaron a todos. Nadie sabe dónde ni cómo están ahora-.

Rachel se quedó sin palabras para responder. Su cara se encontraba pálida y sus expresiones eran mínimas, como las olas del mar cuando no hay viento que las empuje.

-No solo eso- continuó Alison- se corre por las calles de Prusia el rumor de que están atacando a toda persona que tenga contacto con la familia real o estén de acuerdo con ellos. Y que no van a parar hasta dar con el último eslabón de la nobleza, y ese eslabón son yo-.

Las horas siguientes fueron de mucha preocupación en la casa, la fuerza que atacaba contra de la realeza cada vez iba ganando más terreno y apoyo. Alison decidió no salir de la casa en esos días para poder protegerse y, sobre todo, para poder estar lo suficientemente informada de la situación.

Rachel, ante esto, se encarga de todas las tareas diarias que se llevaban fuera de la casa. Trataba de hablar con los vecinos, mercaderes, párrocos de la iglesia o escuchar lo que algunas bocas murmuraban sobre la situación de lo que ocurría en Prusia. Uno de esos días, mientras estaba realizando las compras en el mercado escucho a una amable señora:

-Dicen que la princesa perdida se encuentra aca en París-

-¿Cómo sabes eso? interrumpio inmediatamente Rachel dándose vuelta velozmente-

-Veo que estás interesada en el tema- respondió la señora -Pues veras, los rumores que corren por la ciudad es que hay informantes que persiguen a la princesa. Por lo visto la descubrieron y pronto vendrán por ella-.

Rachel, disimuladamente, interrumpio sus compras y salió lo más rápido que pudo a la casa. Entró desesperadamente buscando a Alison, gritó su nombre por toda la casa pero no obtuvo respuestas. Entró en una extrema preocupación y comenzó a buscar por toda la casa en busca de algún rastro; no había señales de que la puerta hubiera sido forzada, no había desorden, mucho menos pertenencias de otra persona, pero al entrar a la habitación y revolver el armario notó que faltaban varias prendas de Alison, mientras revolvía en una pequeña caja de metal encontró un viejo libro y entre sus hojas se encontraba un mensaje:

Telégrafo 10 pm. Alison

Era lo único que decía el mensaje, nada de información. Rachel esperó ansiosa que se hiciera la hora, caminaba por la casa todo el tiempo, acomodaba los muebles de un lugar a otro de la casa, guardó sus compras, doblo ropa y, a falta de cinco minutos para las diez, vio que el telégrafo estaba funcionando. El problema era que Rachel no sabía descifrar el código del telégrafo, comenzó a buscar por los libros de la casa a ver si alguno decía cómo leer el codigo, pero no tuvo éxito hasta que llegó al último libro que quedaba en la casa, aquel en el que Alison había dejado el primer mensaje. En él pudo encontrar detalladamente cómo se debía interpretar el código del telégrafo.

Si bien entender a la perfección el mensaje le llevaría mucho tiempo, pudo descifrar algunas partes de este para poder entenderle.

Querida Rachel:

He tenido que abandonar la casa porque descubrí que saben quien soy, mi nueva vida y donde estoy… No quiero que corras peligro, por lo que me contactate por diferentes medios… Cuida a la familia Bubois por mí y sobre todo cuídate a ti…

Te amo, Alison.

El mensaje era mucho más largo, pero Rachel pudo descifrar sólo eso, lo suficiente para entender la decisión de Alison. Le dolía y la llenaba de miedos no poder estar junto a ella en estos momentos, sentía que en cualquier momento le podía pasar algo y ella no iba a estar ahí para ayudarla, o quizás jamás vuelva a saber algo de ella, eso la aterraba tanto como para no dejarla dormir por las noches.

Dio un suspiro y se desvaneció en la cama, después de todo comprendió que solo le quedaba optar por una opción, apostar al amor y tener fe de que todo estaría bien. Después de todo lo que vivieron juntas la fe en el amor era lo único que les quedaba, pero esa fe le había demostrado que podía hacer brillar hasta el corazón más apagado.

El tiempo pasaba y la ansiedad comenzaba a ganarle a Rachel, no había tenido noticias de Alison en días, ni de la situación en Prusia. Por las noches le costaba conciliar el sueño, en ocasiones los huracanes en su cabeza hacían que pasara toda la noche despierta hasta que, por la madrugada, el cansancio lograba ganarle y dormía apenas unas pocas horas.

Una noche, mientras veía la lluvia caer y su cabeza, como siempre, no la dejaba dormir oyó un fuerte ruido en la cocina. Al bajar encontró una carta cerca de la puerta de entrada a la casa, la levantó; el sobre esa sola un pedazo de papel blanco, sin remitente, sin dirección, nada que pueda identificar de dónde venía. Al abrirla Rachel pudo notar que el remitente era “Marie Dubois”. No entendía porque llevaba ese nombre en la carta, despues de todo solo era un nombre que usaban para ocultar su relación con Alison de la gente que no toleraba su amor. Esto a Rachel le dio mucha curiosidad así que abrió la carta.

Marie

Desearía que pudieras estar conmigo pero es muy peligroso, el mal está en todos lados y en ocasiones vestido de bien. Paso todo el día pensando en vos y con cada salida del sol espero que traiga la luz de nuestro reencuentro.

Estoy bien por ahora, pero debo mantenerme oculta por que como dije el peligro es mucho y aunque no haya demasiadas noticias el problema sigue estando ahí; soy como un peón contra un Rey por lo que parece difícil ganar, pero si el peón logra llegar hasta el final podría convertirse en reina.

Espero pronto poder verte, tocarte y amarte de la forma que solo nosotras lo podemos hacer, porque de algo estoy segura y es que nuestro amor es más fuerte y puede vencer lo que sea. Te amo para siempre, no lo olvides.

Rachel no pudo terminar de leer la carta sin comenzar a llorar, prendió una fogata, como aquella que compartió con Alison en su palacio perdido, abrazada a una almohada y tapada con una pequeña manta, mientras miraba el fuego comenzó a recordar los mejores momentos vividos con Alison, sus charlas a través del mural, su recorrido por el castillo y la ciudad, el bosque, siempre el bosque y Alison preguntando el nombre de alguna piedra o animal, las peleas, las clases de filosofía, los modales reales de los que Alison podría pasar horas hablando, la simpleza de baile sin canción favorita descalzas en el comedor mientras la suave brisa de verano movía su pelo suavemente, las caricias al despertar antes de ir al trabajo, el desayuno en la cama los domingos.

Rachel estuvo en una nube de tristeza en frente de la fogata toda la noche, hasta que sus ojos se secaron, las lágrimas ya no podían seguir corriendo por su cara, su cabeza estaba por estallar de tanto pensar, su cuerpo logró relajarse hasta que se quedó dormida. Al no estar juntas Alison y Rachel no solo se extrañaban, sino que cada una sentía que había perdido una parte de sí, despues de todo no podemos vivir sin amor.

En las madrugadas en las que Rachel no podía dormir solía recorrer el jardín de su hogar, recordando todos los buenos momentos que pasó con Alison. Por supuesto que no se la podía sacar de su cabeza, era toda una vida a su lado y de golpe tener que soportar la distancia y la incertidumbre era como apuñalar su corazón con la espada más filosa de todas, la de la soledad.

Mientras su cabeza estaba envuelta en una realidad ficticia, Rachel no logró ver que el telégrafo recibió un mensaje. Al entrar nuevamente a la casa se encontró con el mensaje, en ese mismo instante se puso a descifrarlo y, como ya había aprendido más códigos, esta vez recibiría el mensaje más completo.

Amor de mi vida

Espero te encuentres bien. Te extraño cada segundo, vienes a mi cabeza tan seguido que la mayor parte del tiempo te tengo presente. Al recordarte se me caen las lágrimas como lluvia en la Londres de mi infancia. Por ello he decidido asumir riesgos, porque realmente necesito verte, abrazarte, besarte y recorrer suavemente tu cuerpo. Te pido que no llores esta noche, nuestro amor todavía nos mantiene vivas a pesar de la miseria.

Alison T. Lennox

Apenas Rachel terminó de leer el mensaje sintió que tocaban su puerta, tardó pocos segundos en abrir pero al hacerlo descubrió que no había nadie detrás de la puerta, solo un sobre. Recorrió atentamente la cercanía de la entrada de la casa pero no encontró a nadie ni nada que le pudiera dar una señal de la misteriosa presencia que le entregaba los sobres. Al abrir el sobre se encontró con un mensaje:

Endurance y révolution. Martes 10 pm.

El mensaje en el sobre completaba el del telégrafo. Rachel ya sabía cuando se iba a dar el tan ansiado encuentro

CAPITULO X

Alison esperó impaciente el momento del reencuentro con Rachel, la preparación le llevaría mucho tiempo, pues no podía pensar con claridad; cómo podría pensar si claramente su corazón deseaba a cada instante que llegara el momento, como sabrán nada puede hacer la cabeza cuando manda el impulso del amor. Primero comenzó por elegir su vestimenta, tenía que ser poco sofisticado ya que no debía llamar la atención, si bien a esa altura de su vida ya era una experta en esconderse había un pueblo entero tratando de encontrarla, y esta vez con intenciones más malignas que antes.

Luego de elegir su atuendo debía buscar una compañía para sentirse más seguro, decidió que debía llevar custodia por sí era descubierta, así que decidió llamar a la persona en quien más confiaba despues de Rachel. Por último, debía ver como llegar al lugar de manera segura, por lo que su compañia le sugirió que se pusiera en comunicación con Bastian, un joven que se encontraba ayudándola con su escondite aunque ella no lo sabía; pues había mucha gente apoyándola, aunque ella no sabía quienes eran ni por que lo hacían igual confiaba en cada uno. El joven le comentó que obtendría un carro y la llevaría hasta el lugar de manera segura.

Cuando Rachel llegó al lugar vio en un pequeño pasillo de la cuadra a una mujer parada, lucía un sombrero de gran tamaño que le ocultaba toda la cara, un largo vestido color rosa claro y unos preciosos guantes blancos.

-Hola amor de mi vida- exclamó Rachel mientras se acercaba.

Alison se acercó a ella, le agarró el brazo, la llevó dentro del pasillo y sin dejarla hablar tomó su cara y le dio un dulce y apasionado beso.

-Te extrañe demasiado Rachel-

-Yo igual Alison- luego de unos segundos continuó -puedes decirme donde te encuentras-

-Imposible, sería muy peligroso para ti, pero estoy segura. ¿Vez ese carro que se encuentra allí? Bien en él se encuentran Gaezmann y Bastian-.

-¿Quién es Bastian y cómo te encontró Gaezmann?- Exclamó Rachel desconcertada.

-Bastian es un joven inmigrante que ha sido perseguido en el país por mucho tiempo. El creó un refugio para personas que son perseguidas, Gaezmann al enterarse que yo me encontraba en peligro lo contactó para que me hospedara en su refugio. Gaezmann ha estado detrás nuestro todo el tiempo Rachel, nunca nos dejó, siempre nos protege.

-Dime donde queda ese refugio. iré contigo. Seré muy cuidadosa, lo prometo, nadie se dará cuenta y podremos estar juntas nuevamente-. Dijo Rachel mientras apoyaba su cabeza en el pecho de Alison.

Luego levantó la vista y la miró fijamente a los ojos.

-No puedo Rachel. Si algo me llegara a pasar debo asegurarme de que al menos una de nosotras estará bien-

-Yo no podría estar bien si no te tengo a mi lado. Eres todo para mi. Por favor no me dejes así-

Rachel comenzó a llorar.

-Lo lamento mucho mi amor, pero es el camino que nos tocó aunque no lo elegimos ni lo haríamos si tuviéramos esa posibilidad. Sabes bien que te extraño tanto como tu a mi, tal vez todavía más, pero nuestro amor será lo suficientemente fuerte para ganar esta batalla como tantas otras veces lo hizo, como el nombre de estas calles donde nos encontramos lo dice, nuestro amor es resistencia y revolución-.

Al terminar de pronunciar sus palabras, Alison tomo de la mano a Rachel, la beso y le dijo:

-Te amo para siempre Olivia, no lo olvides-. En la intimidad Alison solía llamar a Rachel por su primer nombre, Olivia, el cual ella odiaba y solo dejaba que Alison lo usara.

-Debo marcharme, si estoy más tiempo aquí nos pondre en peligro-.

Alison soltó su manos e intentó partir para el carro, pero Rachel tomó su brazo, la giró y le dio nuevamente un dulce beso, aunque esta vez tenía sabor amargo por la despedida. Luego agacho su cabeza y dejo vencer la fuerza de sus manos dándole a entender a Alison que ya era libre para irse. Y entre lágrimas tapó su cara con su sombrero y se marchó hacia el carro, mientras este se iba Alison y Rachel cruzaron miradas, y en ellas se podía notar casi tanto dolor como amor.

En el carro Bastian iba conduciendo mientras Gaezmann acompañaba en la parte de atrás a la princesa perdida. De repente pudieron notar como un carro se acercó al suyo y bruscamente chocó su parte trasera haciendo que Bastian pierda el control. El carro impactó contra una casa y del carro que los había chocado se bajaron dos personas con armas en la mano y sacaron a Alison por la fuerza, Gaezmann intento entrometerse pero en cuento quiso ponerle la mano a uno de los hombres bajaron tres más del carro y lo contuvieron. Bastian por su parte, al ver que nada podía hacer contra tantos hombres decidió esconderse entre los pasillos del barrio y correr sin un destino hasta sentirse seguro.

Gaezmann y Alison fueron subidos al carro de los hombres y les vendaron sus ojos. Ambos sabían lo que estaba pasando, despues de tanta persistencia las fuerzas que atacaron a la monarquía había logrado lo que nadie hasta entonces, dar con la princesa perdida, y obligarla a separarse de aquel amor que la había hecho dejar su holgada vida de lado.

Bastian corre desesperadamente hasta la casa de Rachel, al llegar golpea la puerta tres veces fuertemente. Rachel asustada abre la puerta y encuentra un rostro desconocido

-¿Quién eres y por qué golpeas mi puerta así?-

-Soy Bastian tengo un refugio en el que…-

-Si, Alison me contó sobre ti- interrumpio Rachel.

-Lamento traerle malas noticias pero al salir de su encuentro la señorita Alison fue capturada junto al capitán Gaezmann-

Rachel por unos segundos se quedó en shock sin poder pronunciar ni una sola palabra, parecía que a aquel palacio con el que soñaba de pequeña lo habían derrumbado.

-¿Cómo pasó eso? pronunció Rachel en un tono que se podía notar que se encontraba abatida-.

-Pues verás, hace un tiempo que la estaban buscando gente especializada, si me dejas pasar te explico todo-

Rachel abrió la puerta y con su voz y alma quebrada le permitió pasar a Bastian.

-Los Dubois no son lo que parece…-

-¿Athalia tiene que ver con esto? !yo sabía que algo malo tenía¡ Gritó Rachel interrumpiendo.

– No, ella también ha sido víctima. Por mucho tiempo la familia Dubois dejó entrar gente a su casa para poder vender la información-.

Rachel quedó impactada por la noticia, aquella familia que le dio la posibilidad de escaparse de la oscuridad que le propone la sociedad para ser libre, ahora resulta que la había traicionado toda su vida.

-¿Sabes dónde está Alison ahora?- Exclamó Rachel

-No tengo idea, pero lo que si se es que hay que encontrarla cuanto antes; esta gente es muy oscura y podría hacer cualquier cosa con ella-

Esas palabras calaron muy profundo en Rachel, por primera vez sintió que enfrente había un enemigo tan poderoso que podría vencer a su amor. Miro por la ventana buscando respuestas, preguntando al sol como hacer para que la noche que estaba viviendo se termine y pueda salir el sol con el amor de su vida a su lado.

CAPITULO XI

Rachel se mantuvo en contacto con Bastian diariamente, incontables veces por día para saber algo de Alison pero no hubo caso, a la burguesita le había quitado lo que más quería y quizás, lo único que tenía.

Bastian visitó a Rachel el martes, no trajo nada de información nueva pero trató de mejorar el ánimo de Rachel.

-¿Cómo te sientes hoy? preguntó Bastián.

-Peor que ayer y mejor que mañana- respondió Rachel.

-Debes intentar tener fe y seguir adelante Rachel. Nada está perdido todavía-

-¡Todo está perdido!- respondió Rachel gritando -Cada mañana me despierto con la casa vacía y eso me inunda de soledad, ¿qué es peor que la soledad?

Luego de un corto silencio Rachel continuo

-No encuentro los caminos de este laberinto, quizás no tenga salida, no la haya; eso explicaría toda una vida de persecución y miseria.

-¿Qué prefieres entonces? preguntó Bastián -¿quedarte en la melancolía o salir a pelarla y vivir?

-Quiero amar libremente- se limitó a responder Rachel.

-Como digas- Respondió Bastián y se alejó para la puerta cuando Rachel lo tomó del brazo.

-No es que no quiera pelear, es que realmente pienso que no vamos a ganar- Argumento Rachel mientras le soltaba el brazo.

-Perdido por perdido debemos intentarlo ¿acaso de eso no se trató siempre su amor? de intentarlo pese a todas las barreras que la sociedad les presentaba-.

Bastian abrió la puerta y partió en silencio de la casa, Rachel se sentó en el sillón con la mirada perdida, como la de quien intenta que su cabeza le de una alternativa pero no la consigue.

Fue mientras estaba en el sillón cuando escucho golpear la puerta, tardó en reaccionar pero cuando lo hizo y fue a abrir se encontró con una carta en el piso, por supuesto que ya sabía a qué se debía eso por lo que no intento buscar a la persona encargada de entregarla. Se sentó de nuevo en el sillón y con el máximo de los cuidados abrió la carta.

Amada Rachel

Estoy encerrada en un calabozo, no se que pretenden de mí ni que me pasara en el futuro, de lo único que estoy segura es que a este mundo le falta altruismo y le sobra egoísmo. Toda una vida escapando, a escondidas viviendo nuestro amor como si por el hecho de ser dos mujeres valiera menos que el del hombre con la mujer. Hoy tengo tallado tu rostro en la pared y los sentimientos en mi corazón. Por la mañana, en la pequeña ventana que tengo, entra una luz que ilumina el cuerpo como se ilumina mi alma al ver tus ojos.

Desearía poder tenerte, recorrer cada centímetro de tu cuerpo sin límites mientras acaricias mi rostro y atas mi cabello; pero en cambio me toca estar aquí, lejos de todo lo que me mantiene viva, mi corazón se parece a un poema sin sus versos, está muerto. Pero pese a todo lo malo y si bien la cama está vacía de tu presencia física, en la noche dormiré junto a tu recuerdo.

Te amo por siempre, no lo olvides

Alison

Rachel se conmovió y largo un llanto, por dentro sentía una mezcla de emociones muy grande, ansiedad, alegría y miedo eran algunas de estas. Se dirigió hasta su habitación y guardó la carta en su mesa de noche, era muy importante para ella ya que no sabía en qué momento podría recibir la última ni cual sería.

Corrían los días y no tenía noticias de Alison, se había divulgado la noticia de su secuestro en el pueblo, y este estaba expectante de conocer cómo era la princesa perdida en la actualidad. Rachel, por su parte, se encontraba atrapada en una encrucijada, ¿debía salir a buscar a Alison? ¿debía resguardarse? o ¿debía buscar ayuda? No sabía qué camino tomar y mucho menos el destino al que llegaría.

También le preocupaba Gaezmann, era su tío y también se encontraba corriendo peligro. Se decía que con ellos no quedaba más nadie perteneciente a la realeza, desde reyes hasta soldados, todos estaban muertos a excepción de Alison y Gaezmann que se desconocia su paradero.

Una de las pocas cosas que Rachel nunca le contó a Alison fue que su Abuelo llegó a Prusia proveniente de África y tuvo dos hijos, los cuales por la discriminacion étnica que recibieron y la poca estabilidad económica se vieron obligados a buscarse una mejor vida, El padre de Rachel logró casarse con una mujer prusiana lo que lo llevó a ser un poco más respetado por la sociedad y formó su propia empresa obtener un buen pasar económico. Benjamin, por su parte, decidió unirse al sector estatal para poder encajar en la sociedad y terminó siendo guardia en el palacio. Debido a ello los hermanos perdieron todo tipo de contacto, algunas cartas esporádicas marcaban su relación, pero poco más. Rachel prometió que la historia de su familia nunca saldría a la luz para poder olvidarse de lo difícil que fue ser inmigrante y disfrutar de la posición que ella tenía, por ello, aunque se moría de ganas, nunca le contó a Alison.

En las semanas siguientes las noticias no eran buenas y se temía lo peor. Rachel se encontraba deprimida por ese entonces, dedicaba gran parte de su día a examinar los recuerdos que tenía con Alison en la casa. Lloraba al levantarse, al desayunar, mientras cocinaba, mientras comía… lloraba todo el tiempo hasta que sus ojos se secaran e hincharan.

La noche del Martes, mientras veía un dibujo que Alison le había regalado tocaron la puerta, era Bastian. Al pasar a la casa se lo pudo ver con cara de abatido, la tristeza era perceptible desde lejos. Llegó para confirmar que las malas noticias eran ciertas, que la princesa ya no volvería a la casa, tampoco volvería a abrir los ojos.

Rachel se quedó helada, no pronunció ni una sola palabra, no lloró, no realizó ningún gesto, simplemente subió a la habitación y se recostó en la cama. Batian decidió ir tras ella y se sentó a la orilla de sus pies. Rachel permanencia inmovil, parecía que con Alison algo de ella se fue tambien, o quizas la mayor parte de ella se fue. Pasaron dos largas horas hasta que dijo la primera palabra:

-¿Por qué a mi?

-Uno no puede ir contra el destino- respondió Bastian.

-No pero no hablo de eso, hablo de porque me tocó enamorarme de una mujer. Si no nos enamoramos nada de esto hubiera pasado; probablemente ella seguiría felizmente casada con Adal- Dijo Rachel mientras se sentaba en la cama.

-Rachel… yo apenas pude conocer a Alison pero en el poco tiempo que compartimos me dejó en claro lo mucho que te amaba, no había segundo en el que esa mujer no estuviera pensando en vos, extrañándote, amándote. ¿Aun así crees que esto no hubiera pasado? No importa lo que hiciste o lo que no, se enamoraron y lo harían cien veces más.

Luego de un corto tiempo Bastian continuó:

-No te culpes por esto, fuiste la persona que más feliz hizo a Alison. Estoy seguro que ella elegiría toda la vida vivir a tu lado por mas que este sea el final-

-No me culpo, es solo que la lucha es constante sabes, llevamos mucho tiempo intentando realmente ser libres, y la única respuesta que recibimos de la sociedad es rechazo. Tuvimos que pasar toda una vida ocultando nuestros sentimientos; y ni así pudimos ser felices. Yo se que muchos creen que despues de la lluvia siempre aparece el arcoiris, yo también lo creo, pero parece que nuestro arcoiris está prohibido-.

Bastián miró fijamente a los ojos a Rachel y la abrazo. Fue la única respuesta que pudo dar a una frase tan salida de su alma, tan pura y realista. Cuando Bastián salto a Rachel está dijo:

-Una puede morir muchas veces por amor y encontrar alguien que la haga renacer, pero no se puede renacer cuando se muere de soledad-.

La noche transcurrió con Rachel acostada buscando explicaciones hasta que se pudo dormir y Bastian observó la situación mientras trataba de brindarle su apoyo. Cuando Rachel logró conciliar el sueño profundamente, Bastian la tapó con las sábanas, cerró la habitación y lentamente, sin hacer ruido, bajó la escalera para irse de la casa. Pensó que Rachel necesitaría un tiempo a solas para lograr procesar todo lo que estaba

CAPITULO XII

La pregunta sobre «¿por qué a mi?» Daba vueltas todo el tiempo en la cabeza de Rachel. Vivía encerrada en un recuerdo, el más bello recuerdo, aquél que tenía junto a su amada. Intentaba ser fuerte y continuar con su vida pero como ella misma había dicho no se puede vivir con soledad, y la soledad la estaba matando lentamente.

Rachel creía que para mantener el recuerdo de Alison vivo debía dejar todo lo que le pertenecía a esta. Sus libros se quedaron en la vieja biblioteca que tenían en la casa, el almohadón al que Alison tanto quería permaneció en la cama al lado de Rachel, su bufanda preferida doblada y posicionada de forma tal que la pueda ver al abrir el placard todas las mañanas, y su taza preferida acompaba todas las tardes en las meriendas a Rachel pese a que ahora la tasa, al igual que la silla, estaban vacías. La merienda era uno de los horarios más románticos para ellas, en ese momento se contaban lo que había pasado en su día y cuánto se extrañaron mientras estaban cumpliendo con sus tareas diarias.

Ahora Rachel no tenía nada de eso y le comenzaba a pesar. No encontraba motivaciones para continuar con el trabajo, no quería recibir la visita de nadie, deseaba pasar sus días divagando sin nada productivo por hacer. Pensaba en si debía volver a Prusia para encontrarse con su familia, pero no sabía que le podía encontrar allí ni cómo la iban a recibir en aquel país; además le había prometido a Alison que se quedaría sin correr peligro, y respetaba eso como si fuera un deseo de última voluntad de su amada. Con Athalia desde hacía un tiempo había perdido todo tipo de contacto, por lo que le contó Bastian está se encontraba escapada y devastada después de enterarse de la traición de los Dubois. Tampoco podía ni imaginar cómo podía sobrevivir allá afuera sin la ayuda de Gaezmann, su ángel guardián por tanto tiempo que desde las sombras las protegía en cada ocasión que se les ponía difícil, fue de los pocos que respetaba su amor pese a ser dos mujeres.

Pese a los intentos de ayuda de la poca gente en la que Rachel podía confiar para que logre salir adelante fue inutil. La pelea había terminado y la sociedad había ganado, dejando como resultado una crisis en ella producto de la herida abierta que poco a poco se desangraba debido al asesinato de Alison. Ya no tenía por qué vivir si no era por amor, y su verdadero amor ya no se encontraba en este mundo.

Rachel generalmente era la encargada de realizar las compras, en ocasiones cuando volvía del mercado le traía una rosa a Alison simbolizando su amor, a esta le encantaba el gesto y la flor ya que le hacía acordar a su bella flor del palacio de pinkhouse donde pasó toda su infancia. Ahora ni siquiera podía llevarle flores al cementerio ya que no sabía donde se encontraba. Le habían quitado más que a su novia, le quitaron su compañía de todos los días, sus aventuras, sus recuerdos, simplemente le quitaron todo lo que le daba vida; y eso era lo que estaba provocando su tan peligrosa soledad.

Entendió que para intentar recuperar algo de su esplendor debía dirigirse al único lugar donde si la magia existe, está nunca se apagaría. Fue así como empaco un ligero equipaje, se peino, se retocó sutilmente la cara y se vistió como hacía ya tiempo que no pasaba; parecía que al fin comenzaba a volver la felicidad en ella. Paso por el mercado para comprar comida, sogas y todo lo necesario para sobrevivir en el bosque, tomó su falsa identificación y por fin logró poner rumbo hacia el palacio perdido

Llegó a la estación de tren y tuvo que mostrar su identificación falsa, logró pasar sin inconvenientes los controles y subió al tren que la llevaría rumbo a Prusia. Mientras viajaba, al mirar por la ventana, recordaba los viajes que hacía de pequeña con su padre, que la llevaba por todo el territorio de Prusia mientras intentaba encontrar aliados para su fábrica. No le fue fácil al principio lograr confianza dentro del círculo de la gente pudiente, ya que se trataba de un extranjero. También recordaba aquella escapada con Alison y lo que fue su primera pelea; se planteaba la idea de cómo, por lo que ahora le parecía una estupidez, casi arruina la relación perfecta, pero el amor fue más fuerte esa vez y pudieron reformar su relación.

También pensaba que ese mismo tren era el que habían tomado para rehacer sus vidas mientras se alejaban de la oscura presión social y, cómo si existiera una cadena existencial, en ese mismo momento estaban conociendo a la familia que contribuyó al fin de su historia de amor.

Al llegar a Prusia se bajó del tren y decidió poner rumbo hacia el bosque para encontrar el palacio perdido, le causaba nostalgia tener que hacer ese trayecto sola, desde hacía mucho tiempo cada vez que lo hacía era con Alison acompañándola. Al hacerlo sola se parecía más a aquella Rachel adolescente que se encontraba perdida en el mundo que a aquella Rachel que había logrado la madurez necesaria para llamarse adulta mientras transcurría su vida al lado de Alison.

Llovía, lo que hacía difícil la posibilidad de llegar hasta la casa, pero con mucho esfuerzo y utilizando su sabiduría Rachel logró llegar hasta el lugar. Al entrar lo primero que hizo fue prender aquella fogata que tanto había alimentado su pasión con Alison, luego se puso a mirar el viejo álbum de fotos de la familia y recordó lo gloriosa que fue aquella noche en la que descubrieron la identidad oculta de Gaezmann, cuantas puertas abrió ello y cuantas aventuras llegaron posteriormente, realmente su vida hubiera sido otra si ese álbum no aparecía.

Posteriormente continuó por la pieza, con un alto grado de melancolía observó que en el lugar se encontraban algunos libros y prendas de ropa de Alison. Tomó un libro y se lo llevó con ella para la cocina y fue inevitable pensar en la pelea que tuvieron en ese lugar, ¡que cosa de locos! pensar que en algún momento dude de ella, se le pasaba por la cabeza mientras abrazaba fuertemente el libro que llevaba en sus manos.

Luego se preparó algún trago con ingredientes un tanto particulares en un pequeño vaso, se acercó hasta el sillón en frente de la fogata, se sentó, tomó el contenido del vaso y mientras ponía el libro en su pecho apretando fuertemente con sus manos se acostó y cerró los ojos para no abrirlos nunca más. Algunos dirán que Rachel murió de soledad otros dirán que fue por amor, da igual cual sea el motivo, no se hubiera dado si hubieran podido vivir libremente y expresar abiertamente sus sentimientos.

Los corazones de las jovencitas dejaron de latir pero no de amar y sus almas en algún lugar están juntas celebrando su amor. Ambas, Rachel y Alison, pelearon hasta el final por poder expresar su amor, pero enfrente tenían a un enemigo poderoso, con estándares que impone y que ellas se resignaron a cumplir para poder ser felices. Desde la trágica noche los pétalos de la flor de Pinkhouse se fueron cayendo poco a poco hasta que esta ya no tenía más pétalos, pero algo estaba claro, en el último de ellos estaba el amor, y este perdurará eternamente.

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