De hombre a estátua.

De hombre a estátua.

Me acuerdo de un conocido de mis padres que estuvo viviendo una temporada en casa, y que para mi era como un ser mágico, pues su trabajo era el de hombre estatua.

Un día no volvió a dormir y a la mañana siguiente empecé a buscarlo por las calles. Mis padres y me dijeron que se había marchado a otra ciudad, pues así se ganaba la vida, aunque yo estaba seguro de que seguía petrificado en algún lugar.

Pregunté a algunas estatuas a ver si sabían algo de él, pero ninguna me respondió. Pasé horas intentando observar algún atisbo de vida en ellas, pero eran profesionales y ninguna se movió. Tal vez habían encontrado la paz en el lugar que ocupaban, tal vez, cansadas de ser personas habían decidido ser estatuas.

Nunca más le he vuelto a ver, ni he oído a mis padres hablar de él, pero todavía me fijo en las estatuas y sé que nos observan silenciosamente. Aveces, incluso le dejo unas monedas a alguna por si quiere cogerlas cuando nadie le vea, tal vez por la noche, cuando la ciudad duerme…

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