En los malditos días grises.

En los malditos días grises.

Ana Gracia

25/05/2022

En los malditos días grises me levanto cansada.

Absorta en un pensamiento que viene y va,

que se recrea en el pasado

y se entretiene en lo que pudo ser y no fue.

En lo que hice o no hice.

En lo que debió pasar y no pasó.

En los malditos días grises,

me levanto cansada

y me planteo las diferentes alternativas

del futuro que vendrá.

Un futuro que no llega de la forma que espero

y con ello, mis ilusiones se apagan.

En los malditos días grises,

ya no pienso como antes.

No razono de la misma manera

y todo me parece raro.

No consigo alumbrar el camino

cegada por un escarnio interior de dudas

y eso me estresa,

me deprime y me mata.

En los malditos días grises,

todo me resulta difícil

porque mi ego muta y se transforma

incontrolable.

Desde fuera no se percibe

porque la madurez nos enseña

mil maneras de disfrazar las cosas.

Pero en los malditos días grises,

mi imagen cambia

y a ese yo del espejo

no le conozco.

No me gusta.

En los malditos días grises,

las ganas de seguir empujando el mundo

se agotan.

El impulso irracional que insiste una y otra vez

en enfrentar las desilusiones

y buscar otras maneras de actuar

se disipa.

En los malditos días grises,

el deseo también se apaga y parece que nada es relevante.

Y quizás nada lo sea tanto como para abandonarlo todo

y no seguir.

En esos malditos días grises me vuelvo voluble

y todo me importa una mierda,

y hasta morir se hace bola

y aborrezco vivir sumida en la impotencia,

pero me levanto cansada

y la cabeza no deja de pensar

en la frustración de logros impostados.

Malditos días grises

me obligáis a desear adelantar el tiempo

para huir de mis propios demonios

porque arrastráis un ambiente viciado

cargado de malos presagios.

Malditos días grises.

Malditos.


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