Un Amore Grande.

Un Amore Grande.

Roberto Ulaje

18/05/2022

Por favor reproduce el video mientras lees el texto. Gracias.


Un amore grande

Grande come il mondo

Mi portavi la bellezza di un mattino

Un sorriso nei miei occhi

Un sorriso che oramai non c’è più…


En 1994 Peppino Gagliardi dio a conocer la canción un amore grande. El nació un 25 de mayo de 1940, 30 años después nacería yo, pero no seria hasta hace unas semanas de este 2022 que escuchase por primera vez la interpretación, Peppino si pertenece a la época en blanco y negro, yo no, yo sueño que estuve ahí alguna vez.

Voy a escribir acerca de un gran amor.

Este gran amor vino a mí cuando por primera vez la vi a ella con sus zapatos bicolor, cabello largo y negro, esta flaca descendió a mi lado las catacumbas de la catedral mas antigua de América, recorrimos todos esos corredores húmedos y oscuros, después ascendimos a las bóvedas y caminamos junto a los balaustres de cantera, luego fuimos mas alto y mas lejos al subir la escalera del campanario y colocarnos justo debajo de esos monstruos de bronce.

Después iríamos a los ciclos que dan en la cineteca nacional y veríamos a Mónica Bellucci en Málena y beberíamos
juntos las primeras tazas de café de miles mas por venir. Nuestro encuentro entre libros y pinturas, entre la intelectualidad y la estulticia humanas, ella con su chaqueta de piel café y yo que no puedo recordar mi vestimenta, me gustaría pensar que vestía como el personaje que interpreta Marcello Mastroianni en la película La Notte, solo puedo recordar sus ojos abiertos y tristes y alegres y luminosos y oscuros, sus ojos sin tiempo, sus ojos, los de ella.

Fuimos a la peña y cantamos, al parque y caminamos, al museo y observamos, al cine de nuevo, a un café a otro café y a otro café y al cine y al parque y nos hicimos novios con una caja de cereal entre las manos y los ecos del Huehuetl resonando en la noche verde azul y negra de Coyoacán, resonando en los huesos y en el alma en tanto la lluvia y los soles y las lunas nos caían sobre los hombros y erosionaban nuestros rostros sin que nos enterásemos.

Nos casamos una hermosa mañana de mayo en una iglesita con capacidad acaso para 40 personas, decoramos con mantas blancas y bugambilias, ella parecía una princesa de otro tiempo, de otro mundo, de un mundo perdido en la literatura clásica Rusa o Francesa, un mundo de héroes y príncipes, no un mundo de poetas mortales e insignificantes que deambulan por calles y plazas con libros bajo el brazo y hambre.

La celebración fue en un jardín donde tocaba la marimba y había duraznos en las mesas y arboles bonsáis y colibríes en los árboles, en nuestras manos los anillos no circulares sino cuadrados que simbolizan la unión, la unión de dos seres arrastrados por el aire y entrelazados en una caída sin fin hasta una tarde sobre las olas con los cuerpos cubiertos de sal.

Y vino la vida juntos. El mundo, la madrugada, los silencios, los gritos, los jarrones rotos y las risas floridas, las copas y los zapatos, la añoranza y la nostalgia, pero sobre todo los años, los años y con sus meses y con sus semanas y con sus días y sus horas y sus minutos y sus segundos e incluso los años contenidos dentro de esos segundos y otra vez el mundo la madrugada…

Lugares, nombres, libros, vestidos, ron, vino, música, gatos, perros y silencio, pasos y más pasos y 9 años después los personajes de este un gran amor se van juntos a otro país, un país de hielo y nieve donde los días son eternos y las noches más, donde hay que cargar ladrillos y permanecer en cámaras frigoríficas, donde hay que olvidar tu idioma y ver los dedos cercenados y las calles vacías y las almas tristes, pero no todas. También está la tranquila madrugada camino al café donde trabaje, yo abría el establecimiento y tenia la tienda impecable y las estaciones relucientes y era rápido y eficiente y preparaba lattes perfectos y espressos perfectos y vanilla-ice-lattes perfectos y todo era perfecto y aun mas perfecto porque ella me alcanzaba a la salida y juntos nos íbamos a recorrer los restaurantes y centros comerciales porque a diferencia de mi ciudad donde hay arte y cultura en cada esquina, allá lo que había era entretenimiento y consumo y hielo y nieve.

Allá un príncipe africano o un paria, no lo se, me hizo un ritual con un cocodrilo de madera y unas hierbas, allá nació el hijo de este un gran amor, hoy tiene 13 años.

Tenemos nuestra mesa de madera rustica, nuestros libros, nuestras esculturas prehispánicas de barro, nuestros granos de café y de sal y nuestras hierbas para infusionar, nuestra soledad y nuestra locura, tenemos nuestros recuerdos y nuestro hijo comenzando su camino, tenemos en la mirada los vestigios de un gran amor, grande como el mundo, que nos trajo una mañana una sonrisa en los ojos , una sonrisa que ya no esta porque una sonrisa nunca es igual a otra, como un día no lo es, se va y no regresa, regresan con otra forma el día y la sonrisa, o no, no vuelven nunca más y nunca más son iguales tal como una vida nunca es otra vida y por eso un gran amor sigue en marcha como la hormiga que trepa por el muro blanco del jardín que esta tras la higuera  o como el cachalote  que cruza lentamente el océano mas profundo o como el beso, si, como un beso blanco como el muro y profundo como el océano.

Paty y Roberto.2002.

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