Hola familia.
Hemos alquilado un barco. Es muy pequeño. El presupuesto no daba para más.
En treinta minutos nos han dado unas nociones básicas para ¿conducirlo?: arrancar, avanzar, frenar y atracar.
El ritmo es muy lento y eso nos permite disfrutar con calma de todo: la naturaleza, la vida a bordo y los pueblos. La paz se acaba cuando tenemos que atracar. Una odisea. Llegar al muelle y saltar, agarrar la cuerda y amarrarla. ¡Solo nos han enseñado un nudo! Nos tendríais que ver en medio de esa paz intentando ponernos de acuerdo en el mejor sitio para atracar el barco, en las maniobras o en cómo se hace el nudo.
Hoy hemos pasado siete esclusas seguidas en Bezières. El agua llenaba la esclusa a una velocidad de vértigo. Yo sujetaba el barco desde arriba y le veía subir deprisa con Ramón dentro. Debía tener la cara desencajada. Dos canadienses enormes me han ayudado. Menos mal.
Luego llega el descanso. Nos tumbamos mientras saboreamos unos espaguetis contemplando las estrellas. Daniel saca su caña palo y captura algún pez que devolvemos al agua. Isabel se duerme enseguida. Está asilvestrada, en sintonía con el paisaje.
¡Qué mes de julio tan intenso!
Besos.
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