INTRODUCCIÓN

En el primer momento en que lo vi supe que era él, ese cabello largo y despeinado que cubría una parte de su suave rostro, el cual acomodaba cada cinco minutos con un movimiento suave y muy sexi de cabeza, esos brazos fuertes, los cuales resaltaban venas que lo hacían ver aún más atractivo. No era muy alto (para mí que mido una 1.70), estatura promedio diría yo, 1.75 centímetros al ojo, un perfil envidiable acompañado de unos labios carnosos y gruesos, aunque un poco resecos por el calor de los hornos a temperatura alta, pero no dejaban de ser irresistibles, sus cejas pobladas adornaban tiernamente unos ojos brillantes color café, que a la luz brillaban aún más dando un tono miel con un pequeño girasol dibujado y una delgada pero notable línea verde que lo rodeaba.

No podía fijarme en él sería una traición, aunque considero que verlo con tanto deseo también lo es. Las cosas no van muy bien con mi novio, jamás lo engañaría le tengo mucho aprecio como para hacerle daño, pero ya no siento lo mismo, no puedo ocultarlo, él lo ha notado, pero se niega rotundamente a aceptarlo, por lo cual me pone más triste y me hace sentir culpable. A pesar de que ya no quiera ser su novia, quiero ser su amiga, se ha convertido en una persona muy especial e importante para mí, es increíblemente leal, ha estado siempre para mí, sin importar el costo.

Si ya no somos novios no creo poder entablar una relación de amistad con él, podría lastimarlo e ilusionarlo más. Tiene que pasar así, no hay remedio, no puedo obligarme a querer estar con una persona por más especial que sea, eso no es muy ético o leal de mi parte.

Era un martes por la mañana y no dejaba de repetir en mi mente, hoy será el día indudablemente, tendrá que serlo, seré valiente, me dolerá en el alma y no se si podré utilizar las palabras adecuadas o me atreveré a decirlas si quiera, pero es que no se puede esperar más.

Lo cité en un parque que solemos frecuentar, está lleno de rampas con grafitis en todos lados, pero es entretenido ver dar volteretas a los chicos que van ahí a pasar el rato, se encuentra en la mitad del camino entre su casa y la mía, eso me pareció algo justo.

-Hola- lo saludé con un beso en la mejilla (no podía ser más obvia).

Al instante me contesto:

– ¿Ocurre algo?, ¿Hice algo para enfadarte o incomodarte?

Mi corazón se estremecía, podía sentir claramente como se encogía poco a poco.

-Ya no podemos seguir disculpa, últimamente peleamos mucho y no nos ponemos de acuerdo en nada, hace algunos meses que no siento lo mismo por ti y no he encontrado ni el momento ni las palabras para decirlo.

Mis lágrimas no soportaban y salieron sin consuelo una tras otra, se me revolvió el estomago y tenía un sentimiento horrible acompañado de un fuerte dolor de pecho, me temblaban las manos y no podía decir nada, tenía un nudo en la garganta que contenía mis palabras. No podía mirarlo a los ojos, sabía que me pondría aún peor. Sentía que cometía un error y tenía el sentimiento exacto de cuando mi primo se había suicidado, como si lo perdería para siempre, supongo que así sería, por eso mi corazón se oponía firmemente a mi decisión.

-Lo sé, pero podemos resolverlo, aún se puede remediar las cosas, podemos darnos un tiempo…- antes de que pudiera continuar, interrumpí:

-Darse tiempo no existe, es una excusa estúpida que utiliza la gente para averiguar si con la otra persona que consiguió le va bien o le conviene, es para gente que duda, y yo estoy segura de lo que siento- Se lo dije casi gritando mientras las lágrimas eran cada vez más abundantes. Aunque debo confesar que no estaba totalmente segura de mis sentimientos, pero darse un tiempo era absurdo.

– ¿Tú quieres que todo se acabe?, ¿Ya no quieres estar conmigo?, ¿No me amas? – preguntó con una mirada perdida que reflejaba la abundante tristeza que sentía, se tocaba las manos de manera ansiosa y no dejaba de mover su pierna derecha.

-No dejé de quererte, solo que ya no de la manera que tu sí, quiero seguir siendo parte de tu vida, mas no como tu novia, eres importante para mí, pero no quiero lastimarte.

-No quiero sacarte de mi vida, pero, ¿Cómo voy a contener mis ganas de besarte o acariciar tu cabello? – agrego con una vos muy débil, mientras dirigía su mirada hacia mí.

Mientras veía sus ojos, rojos y entristecidos, no sabía que responder, no pude fijar mi mirada en el ni por un minuto, por alguna razón me sentía muy culpable y avergonzada. Agaché la cabeza, luego me levanté del banco. No quería seguir con la conversación, solo quería salir corriendo.

-Permite que te acompañe a casa, por favor- suplicó en voz baja mientras se levantaba.

No podía dejar que eso pasara. ¿Y si me arrepentía en el camino?, estaba muy confundida y no tenia cabeza para pensar, tenía un dolor insoportable de cabeza que nublaba mi visión, no podía respirar por el fuerte dolor de pecho, no sentía mis piernas.

-No puedo, disculpa- me alejé rápidamente, pero él seguía detrás mío. -Dije que no!!- volví a insistir, lo dije de manera algo violenta.

-No puedo dejarte ir así y mucho menos en ese estado, por favor, permite mi compañía, estaré detrás para no molestarte.

-Puedes estar a mi lado, no eres mi escolta o mi mascota, pero guarda silencio- Reclamé con voz firme. No podía aclarar mis pensamientos, era un estallido de emociones interrumpido por el dolor de cabeza al no poder dejar de llorar.

Tuvimos un largo y cansado camino, fueron diez minutos, pero para mí, una eternidad. Me sentía miserable, e imaginaba mi vida sin él y era triste, en un impulso obligada por mi corazón, salieron disparadas mis palabras sin ser pensadas:

-Creo que me equivoqué no creo querer terminar contigo- impresionada por lo que acababa de decir sentí vergüenza, pienso que mi arrepentimiento se dio al hecho de que estaría sola y ya no tendría a ese fiel amigo para contarle todos mis males, los cuales escuchaba paciente y silenciosamente.

-No puedo dejar que lo hagas, te arrepientes por culpa, piénsalo bien por favor- respondió con voz dulce.

Estaba muy confundida por lo que estaba pasando, él no quería que rompiéramos, ¿Por qué rechazó mi petición?, acaso cambió de parecer, obviamente lo que le dije debió herirlo, pero me sentí horrible, rechazada, quería regresar el tiempo, no podría comprender lo que sentía, era una mezcla entre enojo, tristeza, confusión y arrepentimiento.

-Esta bien- dije con poco aliento, no me toca más remedio que aceptar lo que yo misma causé, tenía que aguantarlo. – ¿Quieres pasar a tomar algo? – pregunté miedosamente mientras buscaba las llaves en mi cartera.

-No sería mala idea- respondió encogiendo los hombros.

Abrí la puerta y empecé a subir las escaleras lentamente, era un lamentable hecho que viviera en el tercer piso de un edificio descuidado, en el cual arrendábamos un departamento de tres cuartos, nos habíamos decidido a pasar aquí, por que cada cuarto tenía su baño privado aunque careciera de baño para visitas, nos convenció el hecho de que eran tinas en vez de duchas comunes, todo estaba dañado, o bueno la mayoría, el dueño de casa era muy codo (mano dura para la plata) como para arreglar su propia casa.

Abrí la escandalosa puerta que parecía estar embrujada por lo vieja que estaba, también por que la madera estaba un poco podrida. Lo invité a entrar y nos dirigimos a la cocina.

-Mami, ya estoy aquí, vino Cristofer conmigo- grité y me dirigí hacia su cuarto, dejando sin compañía a Cristofer en el comedor.

-Era que me avises Ana, estoy en mis peores fachas- reclamó mi mamá, regañándome.

-No sabía, perdón- volví a dirigirme a la cocina.

Empecé a llenar agua en una olla mediana para preparar café, no quitaba mi mirada de las cosas materiales que se podía observar en la cocina, todo para no encontrarme con su mirada o evadir sus ojos tristes que parecía que culpaban mis acciones anteriores.

– ¿Estás incomoda verdad?, si quieres puedo irme. – preguntó Cristofer mientras jugaba con una migaja de arroz que había quedado del almuerzo.

-Un poco, pero no deseo que te vayas solo me siento algo rara y triste, ya se me pasará. – seguido de eso pregunté muy descara mente- ¿Por qué no quieres regresar conmigo?

Mientras prendía la estufa y me arrepentía de mi descaro, contestó:

-No quiero que tomes una decisión apresurada, piensa bien las cosas y cuando estés segura de tu decisión estaré aquí para escucharla y aceptarla.

Tenía razón, ni yo sabía lo que sentía, había pensado mucho esta decisión desde hace algunos meses atrás, dos para ser exacta, ¿Qué fue lo que me pasó?

Estuvimos hablando un rato con mi mamá que se unió a la mesa y luego llegó mi hermana a contarnos como se había divertido junto a sus amigas en la parrillada en casa de Delmi su compañera de colegio. Conversamos tanto que se nos pasó la hora, eran las diez y cuarenta de la noche, la casa de Cristofer era lejos como a veinte y cinco minutos de la mía, estaba todo oscuro y a esa hora se ponía peligrosa la zona. Yo insistí mucho en que fuera en taxi, él no tenía dinero, por lo que se negó a recibir el mío.

Bajamos al portón del edificio, abrí la puerta y salimos los dos, nos quedamos en la vereda, solo mirándonos sin decir una palabra, cuando de repente me abrazo muy fuerte, sentí su calidez, era un abrazo sincero y profundo, luego se esfumó lentamente entre las casas. Ahí me quedé viendo a la nada, las lagrimas volvieron a apoderarse de mis ojos y no cesaban, tuve que estar media hora en las escaleras llorando sin consuelo. Subí poco a poco secándome los ojos y respirando profundo para no alzar sospecha. No podría entrar así, no quería que mi mamá o mis hermanas me vieran en ese estado, me negaba a responder sus preguntas, y me imaginaba la reacción de cada una de ellas, mi mamá se dirigiera a mi con decepción diciendo frases como estas:- ¿Qué hiciste qué?, ¿Acaso eres tonta, quieres perder al único chico que te ama y te tolera?, ¿Vas a dejarlo por una tonta confusión?, por eso nadie te soporta o está contigo por mucho tiempo.

Mi hermana mayor Carmen,  solo estaría por el chisme y talvez se alegraría de verme mal o así me lo imagino. En cambio, mi hermana menor, Abigail, estaría gustosa de escucharme, se pondría en mis zapatos y no juzgaría en absoluto nada lo que dijera, ella es tan diferente a nosotros, parece no ser de nuestra familia, es muy paciente, dulce, tierna e increíblemente leal, ella no contaría tus secretos por más tortura que le sea dada, no es chismosa o curiosa, es una niña fuerte, independiente, respetuosa y muy compasiva. De igual manera no quería comentar mi situación con nadie.

“LA DESGRACIA ME PERSIGUE”

Aunque bueno, pensándolo un poco mi mamá tenía razón en un punto y es el que no duraba mucho con alguien, con Cristofer ya íbamos por nuestro segundo año, lo que para mí era un gran logro, permítanme ponerlos en contexto:

Mi primera pareja Luis, solo estuvo conmigo un mes, fue muy tonto de mi parte aceptar ser su novia, pero estuvo un año y medio detrás mío, a pesar de que era muy menor para él. Mi mamá siempre bromeaba diciendo que sería su yerno, aunque cuando esto se volvió realidad no le fue de mucha gracia. Él tenía 17 cuando fue mi novio y yo apenas iba a cumplir los 12, no me juzguen era una niña ignorante y boba, esto sucedió al entrar al colegio y puedo excusarme por el hecho de que fui arrastrada por la sociedad llamada amigas, igual de bobas e ingenuas.

Fue muy cómico como se me declaró (propuso que fuera su novia), no fue nada romántico, al contrario, fue muy incómodo. Fuimos a una calle sin salida, yo me encontraba con mi amiga Perla que tenía complejo de adulta, en ese tiempo éramos como uña y mugre, recuerdo que nos decían «el 10» por que yo era muy delgada y ella era rellenita. Él estaba con dos amigas, una que no recuerdo muy bien, pero la otra no la olvidaría jamás, fue con la que me engañó, por su puesto muy sínica al estar ahí, debo aceptar que también boba e ingenua (era de mi edad o un año mayor a mí, no más). Dijo que cerrara los ojos para poder darme un beso, yo acepté, aunque esquivaba cada uno de sus intentos.

-Calma, solo confía en mi- repetía tomando mis manos con suavidad.

Tomé calma y serré mis ojos nuevamente, sentí sus suaves labios rozar los míos por un segundo fugaz. Fue un pico infantil y nada especial, que para mí fue un salto a mi adultez, sentí el cielo, me sonrojé y sin más, me dijo que ya era su novia, a lo que yo respondí “está bien” y me fui, algo ridículo, ¿verdad? Luego me enteré de su infidelidad con esa chica y bueno ya saben lo que sucedió, lo perdoné como una tonta cuando por fin pude verlos con mis propios ojos, así llevándome mi primer desamor, en fin, creo que no me dolió mucho para ser la primera vez, lo superé al instante.

Mi segundo novio, fue cuando tenía 12 y medio, él tenía 19, no lo juzguen, yo siempre mentía sobre mi edad y por mi altura y personalidad siempre me creían, aunque él sabía que era menor de edad, nunca se imaginó que eran muchos los años que me ganaba, en fin. Él fue todo un caos para mí, pasó como un tornado por mi vida, dejando todo destruido, alborotado y sin valor. Estuvo conmigo por tres meses más o menos, me engaño con todas las chicas que se encontraba en el camino y yo lo perdonaba infinitamente como una cordera obediente, siempre tenía la excusa perfecta o me echaba la culpa a mí. Tampoco se lo llevó tan fácil ya que yo por venganza, y no estoy orgullosa de ello, me besé con tres de sus mejores amigos de la infancia, que tan amigos no eran y coqueteé con su hermano en su cara, igual esto me perjudicó más a mí que a él, ya que quedé como “fácil”, toda una cualquiera.

Después de eso perdí mi valor, mi dignidad y autoestima brillaban por su ausencia, se resguardaron en el subsuelo y yo sin poderlas alcanzar me sumí en una eterna desvalorización y masoquismo que fueron causantes de escenas notables y desafortunadas para mi vida, las cuales poco quiero recordar.

Por si no fuera poco mi sufrimiento y estupidez, caí en peores manos, su nombre era Marco, no fue mi novio, pero si un personaje que marcaría mi vida, obviamente inventé su nombre, no soy tonta. 

Él tenía novia, pero se desvivía diciéndome que solo estaba con ella por lástima y que pronto la terminaría, pero que primero quería que se gradúe de la universidad para no lastimarla o acabar con su carrera, cabe recalcar que faltaban dos años todavía para la dichosa graduación. Muy pronto caería en sus manos por el poco valor que tenía y el amor propio que carecía, fui tan tonta, sumisa y vulnerable que me trató como a un títere, me tenía cuando quería.

Un día me cambié de casa y no volví a verlo por un tiempo, creo que fueron cuatro meses, en ese tiempo muchos episodios tristes pasaron en mi vida. Primero mi hermano y mi hermana se pelearon con mi mamá, por que había aceptado a su novio pata que viviera con nosotros en casa de mi tía, que nos había prestado para no pagar arriendo, ellos llenos de rabia y con un sentimiento de traición, se fueron de la casa, a mi tampoco me agradaba ese sujeto, pero tampoco quería vivir apartada de mi madre. 

Luego de eso mi abuelita junto con mi hermano y a compañía de la policía fueron a verme al departamento que rentaba el novio de mi mamá apara ella, mi hermana y yo. Ya que mi tía exigió que desalojáramos su casa de inmediato, en defensa de mis hermanos. Desafortunadamente me encontraba sola, lo que fue más fácil para la policía trasladarme a casa de mi abuela. No la culpo, ella solo se preocupaba por mi bienestar, sospechaba que ese tipo era violento lo cual luego pudimos comprobar. Enfurecida con mi mamá por no venir a mi rescate no le hable por mucho tiempo.

Volviendo al tema, después de unos meses Marco me escribió un día por medio de Facebook, yo sorprendida le contesté y hablamos toda la noche, me contó que había terminado con su novia, lo que bobamente me puso entusiasmada. Quedamos en vernos al siguiente día, él vendría verme a casa de mi abuelita aprovechando que a esa hora iba a la iglesia, luego iríamos en bus hasta mi antiguo barrio, donde el vivía en ese entonces. Caminaríamos un poco y encontraríamos una casa en construcción abandonada.

-Treja un poco de mota (mariguana), ¿quieres? – preguntó con gran insistencia en que mi respuesta fuera positiva.

Había tenido algunos problemas con la mota en mi colegio y con mi mamá, a tal punto que no podía contenerme sin consumirla y busqué refugio y ayuda en la psicóloga del colegio, lo cual empeoró todo, lo bueno es que había podido superar eso y estuve limpia por tres meses. Eso acabaría ese día, por su puesto. No sé con seguridad que ocurrió tal día, estaba combinada la mota con otra sustancia más fuerte o era el hecho de no haberla consumido, pero no estaba en mis sentidos. Para los que han probado la mota saben que, aunque entorpece nuestras acciones sigues siendo consiente de alguna manera, lo que no ocurrió ese día.

Todo pasó muy rápido y solo recuerdo por partes, pequeñas partes borrosas. Había perdido mi virginidad. 

Todo fue tan nubloso, no podía fijar mi mirada en un solo lugar, me dolía la entrepierna y sentía como si estuviera muy mojada. Él me dijo que tenía que irse y me dejó tirada ahí, apenas recobrando conciencia. Cuando por fin pude levantarme, me di cuenta que no tenía dinero para regresar a mi casa, ya estaba oscureciendo y no podía caminar muy bien. Con mucho dolor y esfuerzo, luego de cuarenta minutos de intensa caminata, pude llegar a casa de mi abuelita, eran las ocho y doce minutos para ser exacta, fui corriendo como pude al baño que se encontraba en el segundo piso. 

Cuando oriné tenía mucho dolor y ardor en mi zona íntima, cuando vi mis pantalones estaban llenos de sangre, eran de color negro, lo que disimuló bastante la mancha mientras caminaba, además agregando el hecho de que era noche y todo estaba oscuro. Sentí un ardor terrible como si de mi vagina jalaran con un fuerza a un intento de sacar todos mis órganos por el pequeño y delicado agujero, fue espantoso, sin duda mi peor experiencia. Además, aunque suene poco delicado decir esto, tengo que confesar, que cuando defequé luego de ese desagradable episodio, me dolía como si estuvieran pateando mi ano una y otra vez.

Estuve así por tres días seguidos, luego fue disminuyendo el dolor. Lloraba todas las noches y no quería comer, mi único refugio era dormir sin parar, aunque algunas noches mi hermano mayor Mus estuvo para consolarme, no fue suficiente, me sentía realmente miserable y me dejé abrazar sin remedio a una profunda depresión.

Cuando le escribí a Marco para reclamarle y exigir una explicación, él dijo que no le escribiera más, ya que su novia revisaba sus mensajes y no quería que lo metería en problemas con ella, dijo que lo superara y siguiera con mi vida, descaro en todo el sentido de la palabra. Me sentí tan idiota, una parte de mi sentía que había perdido todo su valor, el poco que le quedaba, y la otra quería tirarse del último piso de un edificio.

Pasaron dos meses y conocí a Carlos, que fue mi refugió, o así lo pensé en ese tiempo. Él tenía 19 años y yo catorce, era uno de los amigos de la infancia de mi hermano, me vio nacer y crecer. Una vez más como idiota, caí en sus manos, aunque al principio todo cursaba muy bien, luego empeoró poco a poco. Él me ayudó a sentirme mejor de cierto punto, me ayudó a reconciliarme con mi mamá y nos ayudó mucho, incluso económicamente. Venía todas las noches a jugar naipes (cartas chinas) a casa de mi abuelita y alegraba un poco mis noches, esto con el fin de subirme el ánimo, después me llevaba a comer, a la cancha o a cualquier lugar que se le ocurriera para verme mejor, esto me encantó mucho y me volví dependiente emocional de él y seguidamente su novia paciente y obediente.

Duramos cinco meses, una semana para cumplir seis, era mi más larga relación hasta ese entonces, aunque terminamos algunas veces.

La primera vez fue cuando empezó a mostrar sus garras y mostró su lado posesivo celándome con todo el mundo. Quería que acabara mi amistad con Xavier, mi mejor amigo de once años ya, obviamente me negué y le terminé, pero luego me pidió disculpas y dijo que cambiaría, palabra que no fue cierta.

La segunda vez fue porque no lo excitaba, claramente porque no tenía ganas de tener relaciones con él. Aunque no me crean  puso videos pornográficos para que viéramos los dos, él para excitarse y yo para que aprendiera y así lo hiciera mejor la próxima vez. Eso causó un asco muy grande en mí, después de que me imploraba y casi obligara a que tuviera intimidad con él, yo cedí porque sentía que le debía mucho, había hecho muchos favores a mí y a mi familia, también le prestó dinero a mi mamá y no quería que se lo cobrase, ya que no contábamos con esa cantidad. De cierta manera también me sentía en deuda con el por haberme sacado de mi tristeza profunda, aunque sintiera mucho más que eso junto a él. Luego de eso me asqueé demasiado y lo terminé, nuevamente me rogó mucho y por la insistencia de mi madre, volví con él.

La tercera vez fue por que se volvieron continuas las relaciones intimadas, las que no disfrutaba nada, después de algunos actos empezó a dolerme y arderme la entrepierna, todo esto para tenerlo complacido. No fueron obligadas pero se sintió tan repugnante y doloroso tanto como experiencia como para recuerdo, que ya no lo soportaba más, le terminé una vez más, para regresar al siguiente día con él ya que lo encontré en mi casa específicamente en la cocina del departamento que rentaba mi mamá, mis hermanas y yo, con muchas fundas de compras llenas de alimentos como obsequio para nuestra casa, solo verlo me causó malestar estomacal.

Lo último que acabó con mi paciencia y se llevo todas mis ganas, fue el día en que me llevo a su casa en construcción auspiciada por su madre, la cual tenía que cuidar. Tenía un cuarto terminado en el primer piso donde ubicó su cama, su televisor y un mueble viejo que tenía guardado. 

Una vez más yo no quería tener relaciones con él, como naturalmente lo era, él agarro mis brazos fuertemente y me aventó hacia la cama para proseguir a obtener lo que quería.

Después de eso terminé con él y no quería verlo ni en pintura, me rogó por meses, incluso me persiguió en algunas ocasiones. Por más insistencia de parte de él, como de mi madre, siempre mi respuesta era un rotundo no, y con toda la razón. Mi madre no entendía el por que de mi asco hacia él del día a la mañana y como yo no le comuniqué nada a nadie, estaban todos sorprendidos y confundidos.

Todo esto pasó en mi ciudad natal, Laubija. Pasaron muchas cosas, estuve soltera por dos años, arremetí con mi vida, lanzándome a los carroñeros como carnada fácil, quien se me acercara encontraba en mi lo que quería y luego me desechaba sin remordimiento y yo que carecía de autoestima, dejaba sin más que me pisotearan a su antojo. Me la pasaba de fiesta en fiesta, tomando como si fuera a acabarse el trago de toda la ciudad, tratando de pasar adormecida la mayoría del tiempo para no sentirme tan fracasada.

Después de un tiempo, no reconocía la persona en la que me había convertido y cuando tuve la oportunidad salí corriendo de ese lugar, escapando sin mirar atrás y con muchas esperanzas de comenzar de nuevo en un lugar donde nadie conocía mi pasado o si quiera mi nombre, estaba muy entusiasmada y alegre por tener una nueva oportunidad de vida y esta vez la aprovecharía cuanto pudiese.

Entonces fue cuando vine a Graikos, una cuidad hermosa y sobre todo muy grande, yo venía de un lugar muy pequeño y esta cuidad era tres veces más grande que la mía, estaba impresionada con todo lo que veía, universidades grandes y elegantes, muchos supermercados por todos lados, que tenían las mejores cosas, encontrabas todo lo que necesitabas ahí. Por no contar los muchos parques y plazas adornadas, era todo muy grande y lindo, desconocido. Mi corazón se llenó de vida nuevamente, y aunque fue lento y a pasos cortos, fui recuperando mi autoestima.

Bueno, ahora vamos con Víctor, fue mi primer novio en esta ciudad, aunque no provenía de la misma, vivía y trabajaba con su tío paterno, tenía 19 años y yo 16, no era nada entretenido, le gustaba jugar futbol, algo que compartíamos mucho ya que a mi me encanta, es mi deporte favorito, aunque no lo juegue tan bien. Tenía un primo que era verdaderamente insoportable, un chillón, mimado y antipático, a pesar de que tenía 18 años ya, se comportaba como un niño de tres años. Bueno para resumirlo todo, duramos un mes nada más porque no compartíamos mucho en común y era muy inmaduro para su edad, no se tomaba nada en serio.

Casi olvido contar lo cómico que fue el día que fuimos novios con Víctor. Nos fuimos a tomar con él, unos amigos y amigas a las gradas que se ubicaban detrás de un mercado, nos emborrachamos, aunque no para perder el conocimiento, pero si la coherencia y la razón. Nos besamos por el famoso juego de la botella que habíamos jugado en casa de un amigo antes de ir a las gradas y desde ahí no nos despegamos ni un segundo. Él me miró con sus ojos chinitos y una sonrisa boba de oreja a oreja y entre pequeñas risitas me dijo: – ¿Está de ser novios verdad?, a lo que yo respondí: – Simón (Si en nuestro lenguaje). Al siguiente día no sabíamos como reaccionar, fue muy gracioso.

Agreguemos a esto que llegamos con mi hermana menor, quien también gozaba de nuestra reunión, a las tres de la madrugada para ser levantadas una hora y media después por los dolores de parto que tenía mi hermana mayor, quien ya estaba lista para dar a luz a mi hermosa sobrina, no pudimos dormir muy bien esa noche y a las nueve y media de la maña del día tres de agosto, habría nacido la más pequeña de la casa.

No me juzguen por lo que diré a continuación y mucho menos si son muchas las personas que hacen esto, ya que no fue significante mi noviazgo con Víctor, no le di ni una semana de luto, casi para cumplirla me puse de novia con Cristofer, no me enorgullece decirlo, pero tampoco me avergüenza, además no pensé que sería tan rápido mi noviazgo con él, apenas y lo conocía.

Algo similar ocurrió con Cristofer, luego de cruzar algunas miradas y canciones, nos empezamos a gustar muy rápido, al punto de que ambos descargamos música en nuestros celulares para poder indicarlas al siguiente día en el salón del colegio y así tener una excusa para entablar una conversación. Fue un 17 de noviembre por la tarde que salimos del colegio pronto y nos fuimos en el carro de un amigo, con dos amigos y una amiga más, tomamos un poco, todos estábamos bien, menos él, que era bien pollito (de mal tomar), entonces al caminar hacia mi casa, ya que mi amigo salió de apuro a su casa dejándonos tirados a todos a nuestra suerte, venía desvariando que me quería, lo linda que era, entre otras cosas, yo solo asentía y disfrutaba de lo que decía. Al llegar a mi casa, me propuso ser su novia, yo estaba muy sorprendida así que le dije que me lo dijera al día siguiente cuando esté totalmente consciente y él no protestó, luego se marcho a su casa, nos despedidos con un largo y muy apasionado beso.

Esa noche estuve muy inquita, con un cosquilleo insistente en el estómago, nunca me había ocurrido algo parecido. Lo llamé a su teléfono por que no se conectaba y eso me preocupo demasiado, pensé que le había ocurrido algo por el estado en el que estaba, pero para mi alivio, le habían cortado el internet y el se encontraba bien.

Al siguiente día llegué al salón y él me estaba esperando afuera, aunque se lo notaba bastante nervioso, entre al salón y él se quedó parado inmóvil en la puerta, era algo tímido e introvertido así que me atreví a dar el primer paso y lo llamé hacia dentro del salón, luego le dije que si no tenía algo que decirme y el de manera muy tierna y especial se arrodilló y tomo mi mano, recitando estas lindas palabras: -¿Quieres ser mi novia?, indudablemente le dije que sí, adjunto a este párrafo que era la primera vez que alguien me lo decía de esa manera tan bonita.

                 «DEJARTE IR»

Luego de llorar en silencio toda la noche, me levanté para ir al trabajo, llegué temprano, sin ánimo y con la cara hinchada, puse mi abrigo y mi mochila en un estante que tenían en la bodega, me recogí el cabello y me puse el delantal, mi trabajo era sencillo y lo encontraba divertido, era mesera y a veces cajera en una pizzería elegante de clase media-alta, que preparaba su masa con ingredientes saludables fuera de gluten y levaduras.

Para mi sorpresa, en la cocina se encontraba él, no tengo necesidad de inventar un nombre y ya sabrán el motivo más adelante, su nombre no es largo o impresionante, más bien es común incluso lo comparte con su papá, mi papá y mi hermano mayor, pero para mí, le quedaba perfecto, Iván.

-Buenos días- saludé tratando de disimular mi emoción y nerviosismo, aunque lo dije con muy mala gana, para no mostrar interés, ¡que tonta soy!.

-Buenos días, ¿Cómo te llamas? -respondió muy amable con una sonrisa muy linda dibujaba en el rostro.

Recuerdan la descripción del inicio, bueno es él mi amado Iván y pude distinguir todas esas características desde una esquina de la bodega sin que se diera cuenta, por supuesto. No lo conocía antes, a pesar de que era mi tercer día trabajando ahí, pero la razón fue que el día que llegué a mi entrevista me dijeron que me quedara para mi práctica, él se había ido unos veinte minutos antes por un fuerte de dolor de cabeza que dificultaba su trabajo y el segundo día no abrieron, todos los lunes se cerraba.

-Me llamo Ana, ¿y tú? – respondí sin quitar mi mirada de su hermosa sonrisa.

-Me llamo Iván, un placer-respondió amablemente.

Etiquetas: amor tragedia

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