Respiro el aire que entra por la ventanilla a recordarnos que aún es lindo el porvenir. Siento la dicha de dejarnos vivir. La radio suena ideal, memoria de otros tiempos. Suena el ritmo lento y, al compás, nos acaricia el viento. No puedo más pensar, no tan libre. El horizonte se funde en el cielo: mezcla de cálidos con azules de hielo. Mi meta es nunca llegar. Las horas bajan con el sol y se asoma tímida la noche. Sin reproches avanzamos, cada vez más cerca estamos y más nuestro es el adiós.
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