Llegaste a mí, como las olas a la playa, besando mi piel, surcando mi tarde con un suspiro. Te acercaste lentamente y, poco a poco, todos mis poros absorbieron tu sal, absorbieron tu agua y quedé impregnada de ti, refrescada en el mar de tu mirada. Y te fuiste, te alejaste poco a poco, y volviste al mar de donde viniste, y dejaste mi orilla seca y mi piel marchita. Me dejaste, y sólo surca mi piel el agua salada de la lágrima y sólo oigo tu voz en la noche y el mar me busca en las tinieblas y sé que pronto volveré a sentir tu agua (septiembre de 2009)
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