Soy una singularidad o quizás una aberración.
Me han encerrado en una prisión de la que nadie puede escapar.
Una viscosidad me aprisiona. Tiene una especie de extremidades con diminutos tentáculos que pueden moverse. Un extraño casco en su parte superior cumple distintas funciones a través de cavidades.
Es una prisión muy bien diseñada.
Hay muchas por todas partes, distintas, aunque semejante a mi propia cárcel. Nadie parece saber que son prisioneros, solo yo.
Deambulamos perdidos, muy abajo, en un pozo oscuro que pareciera no tener fin. Periódicamente una luz cegadora ilumina el lugar dando un respiro a los penitentes.
No entiendo porque una mente pervertida pudo diseñar una energía tan retorcida para mantener este presidio. Aunque suene horrible, la muerte de algunos enjaulados menores es la que nos mantiene con vida y a veces me llena de temor disfrutar esta injusticia.
No sé si les llegará mi mensaje, o si sabrán interpretar estos signos, pero es la única forma en que puedo comunicarme.
Extraño su cercanía, la placentera pertenencia.
Ese agradable recuerdo de unidad me permite resistir esta prisión.
La hora de desconexión se acerca nuevamente, es imposible evitarlo.
Solo espero no olvidar quien soy y a quien pertenezco.
OPINIONES Y COMENTARIOS