¡Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar! comentarán al ver mi cuerpo sin vida tendido en la arena de la playa. Y la excusa de sus labios proclamará mi despedida. ¿Para qué sirve el amor ahora que el aliento se perfila tan distante, ahora que descuento los latidos y los sueños se me mueren abrazados a la almohada? ¿De qué sirve llamarse Alfonsina Storni si siempre se está sola? Se lo pregunto a usted, curioso de los hechos, ahora que mi voz se viste de mar y mis pasos dejan huella en esta soledad tan mal llevada.
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