Abrí los ojos.
El frío recorrió cada hueso de mi espalda y ahogué un grito, ¿Qué estaba pasando? Miré hacia todas direcciones y no podía ver a nadie, estaba solo.
Era de noche, las dos lámparas que servían intentaban iluminar toda la calle pero era inútil. ¿Qué hacía ahí? Todo parecía un recuerdo lejano, intentaba escapar de casa… ¿Por qué?
Mi memoria en ese momento era un desastre, mire mis manos, me sentía controlado, como en esos videojuegos en primera persona, como si todos mis músculos se movieran por decisión de alguien.
Imposible, no podía recordar nada o muy poco ¿Cómo era yo? Toqué mi cara, como si intentara buscar algo familiar en qué poder basarme para obtener un recuerdo.
Nada, ni aquella cicatriz que sentí en mi labio me dijo algo de quién era yo, suspiré ¿Qué más quedaba? Comencé a caminar esperando que por arte de magia las cosas comenzaran a cambiar.
No era capaz de recordar lo que hacía en una calle solitaria a altas horas de la noche, no recordaba porque salí de casa, mire mi ropa.
Llevaba una sudadera, unos jeans y unos tenis, algo que debí agarrar para vestirme de prisa y salir corriendo de ahí, tenía más dudas que respuestas.
Llegué a una parada de camión donde me rendí y decidí sentarme, con frustración rasqué mi cabeza e hice el esfuerzo una vez más para entender qué estaba pasando.
-es frustrante ¿Verdad?- aquella voz me sacó completamente de mis pensamientos – ¿Perdona?- dije mientras volteaba, al lado mío había un chico, con una sudadera negra y con la capucha de está puesta, no podía verle el rostro y la iluminación escasa del lugar no ayudaba.
-no saber de dónde vienes o qué hacer con tu miserable vida- mi cara de confusión era evidente -¿Cómo sabes que…- Sé muchas cosas- me cortó de repente- Es increíble hasta donde llegaste, me preguntaba por cuánto tiempo más seguirías caminando.- yo lo seguía mirando, pero él no se movía, era inquietante la tranquilidad con la que decía las cosas, como si de verdad me conociera.- ¿Me has estado siguiendo?- fue lo único que pude decir, el chico susurro una risa.- desde hace un tiempo si, a cada paso que dabas ahí estaba yo.- si lo que quería este chico era ayudarme lo único que estaba haciendo era confundirme más- ¿Quién eres?- pregunté y este no se movió- La droga no te está dejando pensar chico- dijo este con un tono burlón ¿Droga? ¿Qué droga? Con un impulso arremangué ambas mangas de mi sudadera y lo que vi me heló la sangre.
Puntos, en diferentes partes de mi brazo, como si me hubiera inyectado no dos, ni tres veces -¿Que carajo?- dije en voz alta y el chico rió de nuevo- sorpresa, ya recordaste algo nuevo- traté de hablar pero no pude- te voy a refrescar la memoria- dijo y yo lo dejé hablar.
-te fuiste de casa porque estabas cansado de todo, decidiste gastar lo último de tus ahorros en la droga que tienes ahora recorriendo cada centímetro de tu cuerpo y en esto- de repente de la bolsa delantera de la sudadera sacó un arma.- ¿Qué?- el miedo comenzó a fluir dentro de mi -y lo mejor de todo es que por fin decidiste tomar esa decisión de descansar-
En ese momento, el chico inclinó su cabeza para atrás, la capucha se deslizó, estaba sonriendo mientras de apuntaba con el arma, todo pasaba en cámara lenta y cuando me di cuenta de su cicatriz en el labio y quise gritar, todo se volvió negro.
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