UNA HISTORIA URBANA

UNA HISTORIA URBANA

Juan Gnav

27/02/2018

UNA HISTORIA UBANA

«Treinta y ocho años de vacile acompañan al sujeto. Bastardo concebido por mujer, al azar de la selección natural de uno entre cien padres posibles, emanó del coito concertado y los servicios pagados. Llevó su madre con orgullo esa vida en su vientre y lo parió libre de pecado para contribuir a la hegemonía del patriarcado.

Jamás abrazándose con nunca niegan a dúo el adulterio de tal mujer siendo como es compañía de tantos y tratada con jarabe de palo; casi siempre ha cumplido con «su cuota» llenando un bolsillo proxeneta. Sin voluntad autónoma ejerció al dictado del macarra.

‘- Baja el macho bastardo las escaleras del pasaje, es un túnel de cien metros iluminado de amarillo degradado por el polvo suspendido residual de hidrocarburo mal quemado.

Tanta circulación de vehículos por el asfalto que corre paralelo dos metros más abajo degrada el amarillo en su crisol tornándolo naranja de vela con ínfima mecha que ni da calor.

Son las tres de la mañana, pero cualquier hora de la noche es hora bruja; de frente un transeúnte anda apantallando con su mirada el suelo que pisa. El bastardo machista cree reconocer el andar que acompaña a esa cara que no asoma. Su corte de pelo le delata cual retrato…

Asoman los colmillos en la sonrisa lobuna del macho sin pedigrí, de entre los cien candidatos a padre uno de ellos fue Caín, y prepara con sus genes una encerrona…

Disimula acercándose cada vez más a su altura, hoy tendrá presa y caerá breva por madura. Cuando levanta su mirada su posición está acorralada, el bravucón se agarra a su espalda y en un arrastre nacido de la furia aparta furtivo su caza cobijándola en la sombra de un rincón. Tintinean cristales de botellas borrachas.

El hijoputa se toca el relleno, es hatillo por paquete y de paquete cajetilla en la que solo caben unas pocas cerillas. El transeúnte acorralado, pobre diablo, quisiera buscar el suyo, pero no le fue dado. Encerrado vive un hombre en un cuerpo de mujer, recipiente con ovarios y exterior con vulva y vagina.

Puede más la maldad que la ira y sodomizándolo está, penetrándola de frente. Mamando de mujer, pero torcido por su sino se tornó perro con afilados dientes caninos. Su órgano sexual se quedó niño y su apetito voraz por acosar y violar volvía a demandarle su dosis de clímax habitual.

Ya termina su compulsión eyaculando, sudando da dos pasos atrás. Se la está buscando con la intención de secar. Ese pringue que se pega es simiente bastarda a perpetuidad.

Entre tanto el transeúnte sodomizado ha palpado con sus manos un afilado cristal. Es el momento de la ira. El orgullo herido se ha de reparar. El bastardo ya no se la va a encontrar. En la penumbra solo se ve brillar un movimiento en zigzag que busca la bragueta del semental. La sangre brota de ese manantial, está el escroto colgando con los testículos castrados. El falo cerilla desgarrado yace en el suelo tirado. Es lo que se ha venido a ganar.

Aúlla lobo, aúlla con tu ay. Hijo del patriarcado, maestro de la maldad; por heredero de Caín no conociste la bondad, púrgate ahora, desangrándote con tu mal.-‘

El transeúnte ya se marcha con la cabeza alta, sí, la penetraron a través del órgano sexual con el que no se siente identificada. No se siente mujer, ni se ve mancillada. No violaron a él siendo violada ella. Se hormonará lo suficiente y pagará la cirugía para concederse la sexuación que su nacimiento le negara.

Borrará todo rastro del delirante Caín que tumbado y sangrando, con su voz en modo apagado, ya ni susurra el dolor que le acabará matando.»

Juan Gnav

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