Mientras que se entiende a veces, que la interpretación más amplia de la violencia de género incluye tipos específicos de violencia contra hombres y niños, tanto históricamente como en la actualidad, el término se utiliza principalmente, como una forma de poner de relieve la vulnerabilidad de las mujeres y las niñas, a las diversas formas de agresiones en los lugares donde son víctimas de la discriminación porque son mujeres. Para mí, la violencia de género es de un ser humano contra el otro con género distinto.

Pero, es que muchos no creen que sus acciones o palabras sean violencia. –“Pero es que dejarte sin comida es un correctivo porque te portaste mal”- “tu comportamiento se merecía ese correazo porque varias veces te dije que debes hacerme caso”- “te ignoro para que entiendas que quien lleva las riendas de la casa soy yo y tus actitudes te hacen ver como una loca”- “eres una inútil, no sirves, no sé porqué sigo contigo, eres horrible”- “niño no seas bruto, eso no se hace así”- “aquí se hace lo que yo diga”- “no es cuando tú dices, es cuando yo digo”- “no digas nada, eso se te va a pasar”- “los hombres no lloran”- “eres lo peor que me ha pasado”- “no sé porqué te tuve”.

Sin embargo, hay pequeñas frases muy recurrentes y menos fáciles de diferenciar, como “prefiero que sea mujeriego a que sea gay”, “más carne para zamuro”, o hemos participado de la curiosa e incómoda conversación con la familia o los vecinos, donde vemos que al pequeño de la casa le preguntan cuántas novias tiene, y a la niña le dicen que si el compañerito le pega y la ofende es porque ella le gusta, y no sabe manifestarlo de otro modo.

Esto puede no parecer tan importante hasta que somos adultos, que es cuando el detallito se creció, y empiezan las siguientes situaciones: mi esposo me dice que él es el proveedor de la casa, y entonces, yo debo ocuparme de los oficios del hogar, porque él trabaja y yo no hago nada; que las señoras no se visten mostrando los brazos o las piernas, a menos que quieran que otros hombres las vean; que los hombres no tienen que levantar su plato después de comer porque él está cansado, eso es deber de su mujer; los hijos de mi hija son mis nietos, los de mi hijo no se sabe (aunque el pequeño parezca un clon de su papá); “ese hombre\mujer no es suficiente para ti” (lo dicen los padres que se casaron porque se adelantaron y llegó el bebé antes de vivir juntos); “¿cuándo se van a casar?”; “ sin hijos no hay una familia completa” (lo dice quien nunca ayudó a criar a sus hijos); “tener un hijo varón no es rentable, todo se lo da a la esposa y no a mí que le di todo” (lo dice la madre que no ha cortado el cordón umbilical). “si te casaste tienes que cumplirle” (aplica para ambos casos en la pareja)- “te tienes que casar porque vivir sin la aprobación es malo”-. Y, esto no se queda solo en casa, a nivel laboral, también escuchamos cosas como “ella porqué gana lo mismo que yo” (dice el compañero de labores que no colaboró en nada); ese proyecto también es mío porque sin mi nombre no tendrías la posibilidad; “aquí estoy decorando el espacio (lo dice el compañero de espacio que lo único que hizo fue sentarse a ver cómo trabajas); yo debo ganar más porque ella no se sabe administrar; las mujeres no deben ocupar los mismos puestos ni tener los mismos sueldos (lo dijo en reunión el que no tiene suficiente currículo ni experiencia); las mujeres están mejor en casa que en la oficina; ¿quién va a cuidar de los hijos y el hogar si ella se va a trabajar? (lo dice la suegra cuyo hijo no tiene trabajo estable); “tú no eres capaz de ayudarme a surgir” (lo dijo el esposo que está cometiendo infidelidad a su esposa); las mujeres no deberían ser parte de las fuerzas armadas ni ensuciarse las manos en un taller, menos ser parte del gobierno, ellas no saben guardar un secreto (lo dice quien está sentado en el porche de la casa del vecino). Ojalá este tipo de comentarios sólo se quedaran allí, pero no, pasamos al extremo violento, donde la pareja se separa y él decide que esa casa no es digna de ella, aunque tenga a sus hijos y él cometiera todas las trasgresiones y vejaciones hacia ella; observamos como el machismo disfrazado de indiferencia, arropa la tensión en una familia, cuya joven pide auxilio, pero nadie hace nada porque ese no es su problema, además algo haría ella, igual mañana la veremos con él nuevamente. Puedo seguir, pero sería más indignante recordar cada frase escuchada o dicha por alguien conocido.

Todos a quienes conozco o no, se cubren la cara cuando escuchan o leen una noticia donde a una pequeña e incluso un niño, ha sido víctima de violencia, y yo me pregunto, ¿qué hacen para que esto deje de ocurrir? La respuesta es triste y bastante simple, nada.

Cientos de niñas, niños y jóvenes son víctimas de violencia, a diario, en cualquier lugar del mundo y a cualquier hora, sin distinción de raza o situación económica. Muchos de esos casos terminan siendo cifras mortales. Hasta el día de hoy, las denuncias no hacen la diferencia. Al menos no para esas personas que no encontraron apoyo, que por más ayuda que pidieron, nadie los escuchó, o si lo hicieron no les importó.

La violencia comienza en el hogar cuando se educa con el ejemplo distorsionado, cuando no se corrige con amor, el machismo comienza con las madres y los padres, que prefieren adherirse a los comportamientos excesivos y que no ponen límites claros, se inicia con los papás y mamás que están ausentes, aunque físicamente lleguen del trabajo a ver televisión; comienza con los tíos, primos, vecinos, aquellos que deciden sentarse junto a los niños pequeños a mostrarle pornografía con la teoría malsana que es “para que se crezca rápido”; en aquellas esposas que le piden a sus niños que no hagan ruido porque van a despertar a su papá que está borracho; en aquellas familias numerosas con varias hijas, la primera tiene el deber de graduarse lo más rápido para que nos retribuya todo lo que se hizo por ella y la menor tiene el deber de cuidar de los padres cuando estén viejos y no puedan valerse solos; en familias donde solo tienen hijos hombre y se preguntan qué será de ellos porque no tuvieron una hija.

El descomunal pensamiento que se ha mantenido de generación en generación, que se instaura desde la concepción hasta que ocurre, “búscate un hombre para que te mantenga”, y después los actos de hipocresía más grandes que se pueden vivir, “si sales embarazada te vas de la casa”, después se dan golpes de pecho por los nietos y terminan mal criándolos.

Cambiar, significa entender que no todo lo que vivimos en otras épocas fue bueno, que se debe discernir entre lo que es justo y correcto; lo bueno y lo malo es subjetivo, pero la crianza bajo amenazas, gritos, reproches, dolor, miedo e imposiciones conductuales generacionales, no son la solución. El televisor y el teléfono no son niñeras, la sobrecompensación por la ausencia no funciona, el señalamiento después del error cometido por imitación, es responsabilidad de quien no pensó que sus pasos son seguidos; la falta de atención si trae consecuencias; las malas palabras duelen y se quedan marcadas sin pomada cicatrizante, los golpes dejan huellas profundas y crecen tanto como el cabello. Lo que un niño escucha de sus padres y madres lo creerá y defenderá fervientemente, aunque eso signifique arriesgar su vida.

Etiquetas: cambios vida violencia

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