A nadie le falta Dios

Escucho y escucho, que a nadie le falta Dios. ¿Pero quién piensa en mí? ¿Hay acaso alguien para mí? Estoy desde el comienzo y siempre he estado solo, escuchando eternamente quejas y peticiones absurdas, que tengo la culpa de esto, que tengo la culpa de esto otro, y yo no pedí esto, yo no pedí estar aquí y no estar a la vez, yo no pedí esta condena, la de ser creador y que nadie te crea ¿De qué sirve crear algo si no hay con quién compartirlo? Tanto trabajo para nada, para deambular sin satisfacción alguna.

A veces imagino que debe haber alguien por ahí deambulando también, porque después de todo, alguien tuvo que crearme a mí ¿o no?, pero mis primeros pasos son muy vagos y debo confesarles que no recuerdo nada realmente del comienzo, sólo sé que estaba aquí mismo, y que todo empezó a expandirse y expandirse desde una luz abismante, y entonces surgieron diminutos polvos, y comencé a entender que de esos pequeños polvos podían crear cosas, otras luces cegadoras, y seres inexplicables que terminarán por cavar su tumba, que creen ser como yo, pero que apenas son juguetes, llenos de plegarias, palabras, alabanzas y apropiaciones, sólo rostros emparejados con otros rostros, que se paran juntos y juran amarse por siempre en mi nombre, quizás por eso los odio tanto, en el fondo quisiera eso también, saben, hallarme con alguien y ser como ustedes, por un segundo meterme en sus cuerpos blandos y graciosos, y pararme al lado de alguien, porque todos merecen a alguien, y que a nadie le falte Dios.