Desde una abertura de la puerta mal cerrada del despacho de su padre, el gobernador, Amancay veía la silueta del tosco, aquel al que destino y las circunstancias lo habían domesticado como criollo. Ella ya había oído hablar de el y de sus hazañas, de las proezas heroicas y valientes pero desmerecidas por su condición de mestizo. Entre la gente del pueblo, el tosco, era un personaje muy nombrado por sus revueltas a la autoridad, a los soldados del gobernador que tanto lio ocasionaba y entre las jovencitas casaderas, era un Don Juan que prometia amor a cuanta criolla veia pero a ninguna, en verdad amaba.
La hija del Gobernador no podia ni imaginarse hablar con el, pero al acercarse mas a la puerta entreabierta, presa de su curiosidad, El la vio, el miedo no la hizo retroceder, la petrifico y el, sonrio, mirandola como quien no ve a nadie y eso la enojo y se retiro de la puerta y se sento en el gran sillon de pana de su padre y busco un espejo entre los cajones para verse y sacerse la duda de si estaba despeinada o desordenada como para que el criollo pleitero, no la mirase como cualquier hombre normal lo haria-pensaba nerviosa-y al reflejarse en el vidrio de una vitrina de un viejo mueble, se arregleba el pelo y se miraba los dientes y dijo-no, si es un salvaje este hombre y no reconoce a una mujer hermosa cuando la ve. de repente,se queda parada en silencia mirando fijamente al reflejo de sus rostro y se habla en segunda persona: pero Amancay que te pasa!!!es un mestizo, no puede gustarte un hombre así mucho menos alguien que no esta a tu altura, sos la hija del gobernador y el, nadie,eso! nadie, se da vuelta como para retirarse pero gira y se mira nuevamente el reflejo y se habla de nuevo: pero es cierto que tiene unos ojos marrones hermosos como un buen trozo de membrillo en el desayuno, una piel oscura y brillante a la vez como un cafe espumante y un enorme cuerpo como un ejercitado atleta, pero, nada mas, nada mas, se dice y se retira a su habitación.-
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