En el día en que creí que el sol dejaría de brillar con tal fervor… porque al partir un ser amado, algo cambia en un segundo…
Quizás el pesar deja tal amargor en el alma que la percepción cambia, al mirar el sol.
En ese día, en que la seguridad se iba de mis manos y el temor reinaba mis entrañas..
Tu lúgubre voz , de tenaz ambición , egocentrica se alimentaba con inquisición..- ¿por qué me odias tanto?
-¿Qué?
-Si, ¿por qué me odias tanto? – Escupió como tantas veces sin pensar, tu boca.
-no busques mezclar los sentimientos , que de nada sirve , librarlos al viento.
Y ahí.. sin dejarme intimidar por tu llanto fingido, viste que mis ojos vacíos te miraban el alma, negra… oscura, como la noche cerrada, en la que ni un gaucho se atreve a desafiar. Te me acercaste más, casi me abofeteabas con tu respirar. Probando… quizás! moverme aunque sea un pelo, REACCIONÁ!!! gritaba tu accionar en celo.
-decime, ¿por qué me odias tanto?- me gritabas..
Pero me planté, mis ojos seguían fríos, calculadores a tu gritar, mirándote con un interno gozar…con las manos entrelazadas a mi espalda, apretadas como un nudo, que de tanta fuerza palidecían por no pegar… juro que me contuve, no me iba a rebajar.
Ese día se me ensanchó el pecho, de orgullo por mi persona, porque al verte tan prepotente acercarte en busca de mi acción, no te di ocasión … y así, a nadie mentiras le cuentes…
Tu lado sentimental y triste, no me engañan, más hablan de vos, tus hazañas… que las palabras con que las vistes.
Y si por algún motivo no entendiste, yo no descifraré lo que en el pasado me hiciste.
Quizás sea ese tu castigo, creer que nunca me has herido y esperar a que te lo cuente.
Mis heridas ya son cicatrices… que tan viejas, que tan grandes.. que tan Grises.
Son mías y con ellas hice raíces, aceptarlas fue mi reto y a lo hecho, ya no hay derecho que lo verbalice, yo sé bien el cambio que hice y por ello tengo el regalo, de ver y hacer, a mis hijos felices.
Tal disparatado momento, duró lo que un eclipse de Sol… el cual, ese día siguió brillando como lo hacía siempre, pues su final no era, pues aún le quedaba por vivir, otra Primavera…
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