Y sin embargo humano

Y sin embargo humano

Calzochico

09/12/2021

Y sin embargo humano

Negro y profundo es el abismo al que caen las almas que son malheridas por el emponzoñado filo de la daga que empuña la traición, que inmisericorde inflige severos cortes por donde a borbotones escapa la confianza en otros y en uno mismo.

¿Qué puede la bestia que asustada y afligida se oculta en el más alejado rincón que desesperada logró hallar, salvo lamerse unas heridas que podrían no cicatrizar jamás? Sus apesadumbrados ojos no atisban un mejor mañana cuando tan terrible es el presente y fue el pasado tan dulce.

Y es hacia el ayer que abre sus puertas la memoria, dejando que la triste melancolía inunde los campos sobre los que debe posar sus pies el ánimo, que desfalleciente aguarda la llegada de días más hermosos aun sospechando que ya nunca vendrán, pues al contemplar el mundo sólo advierte oscuras sombras en las que acechan fauces terribles, dispuestas a desgarrar y despedazar crueles la carne del que lucha ofrece cuando nada hay que ganar sin la venida de la esperanza, que tan lejos siempre queda, tan inalcanzable como deseada, tan imposible.

Es un largo e incierto camino lleno de terrores que enfrentar el que la bestia malherida tiene ante sí. Y lo teme en demasía, pues andarlo le exige exponer sus debilidades nuevamente al alcance de extraños embaucadores, portadores de males, que empuñan armas afiladas y que sólo ofrecen promesas de sufrimiento bajo el disfraz de una falsa bondad.

Y la bestia, que cada vez se reconoce más a sí misma como tal pese a saberse humana, se siente sola y abandonada, vilmente rechazada aun por quienes de ella nada saben. Y aunque la soledad es el peor de sus pesares, el dolor más profundo e insoportable, es allí, en aquel lejano y oscuro rincón que ella misma crea, donde decide permanecer asustada de todo, incluso de sí misma, negándose amar y no queriendo ser amada por más que ambas cosas ansíe. Y languidece en su desgracia por no atreverse a vivir, por no entender que a sí misma se condena a sufrir hasta el último de sus días, cuando quedará libre de la prisión en la que la encierran sus penurias, magnificadas por su honda consternación.

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