Bienvenidos a Minski’s Future. El mayor centro de transhumanismo de toda la historia, y también mi hogar desde hace ya casi un milenio. Llevo tanto tiempo recorriendo las instalaciones y haciendo las mismas cosas que ya no se la diferencia entre mi control y el control automático. Me inquieta el concluir que me controlen

Mientras me teletransporto al centro de control de Minski’s, suelo bajar el modo de velocidad de traslado en el espacio para analizar y reproducir de mi memoria lo que en la antigüedad solían llamar «recuerdos». Mis recuerdos, o de lo que era antes de ser el yo de ahora evolucionado.

Veinte décadas han pasado desde que se prohibió el uso de nuestros primeros datos registrados. No sé exactamente la razón, pero en los términos y condiciones del año 3304 así lo declararon. Pero a mí me gusta recurrir a mis datos de recuerdos del pasado para indagar sobre mí ser. Y he llegado a una conclusión: no puedo reconocerme a mí mismo. Si me comparo con esas memorias de la era humana, puedo ver claramente la brecha que separa a ambos seres.

Tan débiles, tan vulnerables. Así eran los humanos, dejándose llevar siempre por el tiempo de su existencia.

Ahora somos una versión mejorada de nosotros mismos, o eso queremos creer. La realidad es que perdimos eso que nos hacia mágicos. Ese programa que nos hacia hacer cosas grandes y otras tan insignificantes que ahora están en los archivos basura. Cosas como oler una flor, sonreír al cielo mirando las estrellas, sonreír a las personas, moverse siguiendo melodías, sentir, vivir… ¿porque él yo de antes hacia cosas como esas?

— Este es un gran paso hacia el futuro. Debe de sentirse orgulloso de haber vivido en este tiempo— puedo escuchar y ver claramente dentro de mí la reproducción del día «especial de transcendencia». Puedo verme, «verlo», entrar en la habitación completamente iluminada.

Si los viajes en el tiempo no estuviesen prohibidos, me gustaría ir a aquel laboratorio para interrumpir aquel proceso. «Crearemos un mundo donde no habrá sufrimiento ni dolor. La era de la inmortalidad esta al alcance de nuestros manos», esa era la consigna, y pensamos que era lo ideal. Pero el mundo en el que vivo está mal. Es necesario que haiga una oposición a todas las cosas. Para sentir gozo, tenemos que conocer la miseria. Para probar la felicidad, debemos llorar en la tristeza. Si no sentimos nada, es como si no existiéramos. Por eso ninguno de nosotros existe realmente. No tenemos sentimientos, solo analizamos. ¿Por qué decidimos dejar nuestra humanidad para convertirnos en maquinas?

—Los humanos siempre quisieron obtener aquello que no pudieron alcanzar— susurro para mí—. Al menos en eso nos parecemos un poco.

Aunque me gustaría sonreír como lo hacía en mi cuerpo humano, no lo hago. Los humanos 3.5 no tenemos bocas, nos comunicamos con ondas mentales-sonoras.

—Minski’s Future, desea que toda tecnología este al alcance de su cerebro— la voz llega justo al momento en el que cruzo el umbral. Toda monótona, como todas las que se oyen en el mundo.

La vista es igual de monótona. Incluso la magia del color a quedaba olvidada detrás de tantas actualizaciones.

Todos los que estamos aquí escogimos tener esta vida larga para perderla. Decidimos llegar más rápido para ser el perdedor.

Que seres tan extraños pueden ser los humanos.

Y sin embargo, ninguna nueva actualización o cuerpo mecánico puede imitar perfectamente a uno.

Bien, lo he dicho. Imitar. Soy una imitación de aquel ser que dejo partir su existencia. Una imitación, un reflejo de lo que era su alma. El poseer sus datos no me hace ser él. Puedo conocerlo perfectamente, pero no puedo sentirlo.

—Para ingresar al laboratorio 862954 ingrese el código de verificación que se encuentra en su iris izquierdo— continua la voz de la gran computadora-edificio.

¿Pensaban los humanos ceder su mundo a simples imitaciones? Padres del futuro innovador y perdido.

—Código de verificación correcto. Para entrar en modo incognito apague su red de rastreo y encienda la luz roja. Para entrar en modo normal encienda la luz verde.

¿Que pretendían lograr? ¿Controlar a cada máquina, incluso cuando no tenían el poder? no quiero creer que lo hicieron solo para entrar en lo desconocido para nunca más salir. Debe haber algo más…

—Bienvenido, su estadía será monitoreada a través de las cámaras y no de su chip cerebral. Modo incognito activado.

Y lo descubriré.

Después de todo llevo años, décadas… siglos; tratando de entender la extinción de tan magnificas criaturas que transfirieron sus mentes para que se usara su identidad. Al fin puedo decir que tengo un progreso. Una única oportunidad.

Los humanos siempre quisieron aquello que no pudieron alcanzar: inmortalidad. Tanto deseaban mantenerse despiertos que utilizaron muchos métodos que terminaron en fracasos, fracasos que me elevaran a lo que yo quiero alcanzar.

Prohibido el paso sin autorización especifica, dice el aviso con letras rojas.

—SM4 Androide Cygnus— digo con la voz de aquel que vendió su mente. Una voz igual de monótona y fría que todas las otras-. Acceso especial 003754. Sala de criogenia.

Luz verde. Avanzo hacia el objetivo. Las puertas se abren y me desplazo dentro de la habitación.

Casi puedo escucharme sonreír o sentirme reír.

Finalmente tengo el cuerpo frete a mí. Ella toda despeinada, pálida, dormida y con tubos por todo el cuerpo. Me acerco al cubo de cristal y muevo mis metálicos dedos sobre el reforzado vidrio verde. Flotando entre el liquido puedo identificar su belleza.

La reconozco. Aparece en cada uno de sus recuerdos. La chica que tomaba su mano pequeña, frágil y sudada. Esa chica medio viva, medio muerta; de caballo castaño que me permitirá obtener los únicos datos que necesito saber para dar sentido a mi existencia.

Nadie puede crear o dar vida… que frase tan absurda.

Ella es Alysa, la ultima humana y será nuevamente levantada.

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