¡Hola! Como toda gran aventura empieza con un primer paso hacia algún lado, o quizás no. A lo mejor no es un paso en si, puede ser simplemente una decisión; en fin, empezaremos esta odisea de un chico como cualquiera o tal vez único, ustedes al final decidirán.

Daniel es su nombre, y no era el “travieso” que se imaginan ya por el nombre. Un chico de más o menos unos 11 años, de un lugar tan común y corriente como cualquiera. Que iba todos los días a la escuela, tenía algunos amigos y que además de jugar en la calle a las escondidas o al futbol pasaba algún tiempo con sus videojuegos en casa, viendo su Facebook y videos en YouTube. El chico que amablemente llamaremos en ocasiones Dany era como muchos niños de esta época bastante cibernéticos y un poco adicto al internet y a todo en lo que en él se puede hacer.

En una tarde sin nada en especial, al revisar sus mails, vio que se encontraba uno algo particular, no conocía el remitente por lo que lo primero que pensó, como lo haría cualquiera, es que podría ser un potencial virus. Así que sin más lo borro.

Al día siguiente pudo observar que nuevamente estaba el mismo correo del mismo remitente, a lo que llevo al mismo resultado, borrar de forma inmediata el mensaje sin abrirlo. Daniel, también tenía un teléfono de esos que les llaman “inteligentes”. Como una referencia personal, quiero agregar que esos aparatos en ocasiones son más inteligentes que sus dueños, pero en el caso de Dany no era así. Este chico de apenas 11 años era lo que algunos adultos llamamos “hijos del internet”, porque creo que antes de madurar son ya casi unos ingenieros en todo lo que tiene que ver con aplicaciones móviles para sus smartphones, programas de computadoras, páginas web y que se yo cuantas cosas de la ciber-vida que se vive hoy en día.

Pues regresando a la historia, llego un mensaje al teléfono de Dany, era de un número telefónico que no conocía para nada y decía simplemente “no me borres, léeme, necesito tu ayuda”. Dany se quedó un poco pasmado, no sabía quién le había enviado ese mensaje y a que se refería. Como un chico normal de 11 años ese sentimiento no duro demasiado, al poco rato se le olvido todo con sus tareas y unos minutos jugando un interesante videojuego… Ese mismo día al caer la noche, el teléfono de Dany volvió a vibrar con un nuevo mensaje del mismo número telefónico; “¡Ayúdame!” decía sin más explicación. Esta vez Daniel se atrevió a contestar el mensaje de una forma un tanto distante: “¿Quién eres?” le escribió y espero un rato para ver si había alguna respuesta.

Paso esa noche y Dany se durmió, a la mañana siguiente revisó su teléfono y al no encontrar nada, pensó que todo había sido alguna broma de un amigo o algo parecido. En la escuela hoy le tocaba clase de lenguaje e historia de literatura, ambas clases para efectos de ejercicios y facilidad didáctica se daban en el laboratorio de computadoras. Dany, estaba en su mundo, con unos audífonos puestos escuchando su música preferida y escribiendo un ensayo sobre la literatura en el siglo 19, o algo así. Cuando en la pantalla del computador apareció una ventana sin más, un aviso de un nuevo correo electrónico que tenía como título: “No me Borres – AYUDAME”, cuando lo vio Daniel se sorprendió un poco, no sabía que las computadoras del laboratorio estaban conectadas a internet, y ¿Cómo su correo le estaba avisando sin tenerlo abierto en esa terminal, que tenía un mensaje?

Con mucho cuidado y sin llamar la atención del maestro, ni de sus compañeros que fácilmente podrían acusarlo como cualquier niño de 11 años en clase, dio click a la ventana del aviso para que le llevara al correo en cuestión, al fin y al cabo, si es un virus, no es mi computadora pensó Daniel, un tanto despreocupado por la propiedad de la escuela.

Al poder ver el mensaje quedo un poco asustado, este decía en una parte: “Tu no me conoces, pero yo te he visto y sé lo listo que eres, necesito tu ayuda…” Daniel había escuchado de los depredadores de menores que navegan en el internet buscando chicos para hacerles daño y eso pensó que era todo esto. Con un pequeño sobresalto cerró la ventana en el computador, se quitó los audífonos como para poder escuchar algún ruido en su ambiente, volteando la cabeza para un lado y para el otro, como buscando a alguien extraño o algo fuera de lo común.

Ese día al regresar de la escuela, Daniel volteaba constantemente para ver si alguien le seguía, sus manos le sudaban y no hacía calor para nada. Pensaba en sus adentros: Porque le insistí a mi mamá que ya era lo suficientemente grande y maduro para regresar solo de la escuela a casa. Cuando estaba a una cuadra de su hogar, Dany pensaba que ya estaba a salvo, que ya casi llegaba y podría olvidarse de todo, encender sus videojuegos y viajar a donde quisiera sin ninguna pena o riesgo real.

Pero no pudo atravesar la puerta de entrada sin que su teléfono vibrara otra vez con un nuevo mensaje de ese número misterioso con una nueva frase: “No temas, necesito tu ayuda”. Dany estaba realmente asustado, ¿Como podía saber este tipo que él tenia miedo? Aunque si se piensa un poco, era lo más lógico de pensar en una situación así, ¿no les parece?

Dany entro a su casa y arrojo su smartphone a uno de los sillones de la sala, como no queriendo saber nada de eso por unos momentos. Encendió la consola de videojuegos y esta le mostró un mensaje algo curioso donde decía que el usuario “Erde” quiso jugar contigo al juego de aventura… Eso era común y extraño a la vez, porque la consola estaba conectada al internet y así jugaba Dany con algunos amigos y primos que vivían lejos, pero lo inusual era que no conocía a ese tal “Erde”, que la consola decía, y al estar apagada no se conectaba a la red (internet), además que no había escuchado nunca de ese juego de aventura.

Así transcurrió algún tiempo, entre mensajes de texto y correos algo extraños y este tal Erde que trataba de jugar con Dany al juego de aventura que no conocía. Luego después de un par de semanas, llego un nuevo correo convencional en papel, como los que se recibían hace años atrás, con un mapa adjunto que le mostraba como llegar a “La Aventura”, lo firmaba Erde. La nota adjunta no decía mucho; necesitamos tu ayuda o todo acabara, eres el más indicado para la misión, todos dependemos de ti…

Daniel se sorprendió de que el mapa que estaba viendo parecía uno de esos de la búsqueda del tesoro pirata o algo así. Todo iniciaba desde el sofá en el que estaba ahí precisamente sentado. Se le pararon los pelos cuando se dio cuenta que el mapa lo llevaría, si decidía aceptar la misión que Erde le estaba encomendando, a un lugar desconocido marcado como “Hogar de Kidemona”. Daniel no conocía a nadie con un nombre tan extraño, pero todo el mapa atravesaba por lugares que eran reales como la biblioteca del colegio, el parque cerca de su casa, la antigua iglesia a las afueras del centro, etc. Era extraño que se mezclaran informaciones tan verídicas como irreales en el mismo documento, pensaba Dany… Esto debió hacerlo el maestro de historia de su colegio pensó, solo el Sr. Tom podría inventarse una cosa como esta de seguro es una especie de búsqueda del tesoro y el primero que lo logre ganará algo especial.

El mapa decía que se debía tomar precauciones al iniciar, porque el regresar no podría ser hasta concluida la tarea, así mismo mencionaba que no se debía compartir la información con nadie y que era muy urgente. Dany creyó que era por la competencia entre alumnos del Sr. Tom y que debía iniciar lo antes posible, quizá podría hacerlo todo antes de que anocheciera y ganar el premio especial. Dany nunca había ganado nada en realidad, era un chico no muy atlético, y no destacaba en deportes en la escuela. Se dispuso a salir, pero por algo que ni el entendió en ese instante preparo una mochila con algo de beber, unas galletas y se llevó la navaja multifunciones de su papá por si acaso. Al fin y al cabo, era una aventura, podía necesitarla, se acordó y tomo unos cerillos, aunque su mamá siempre le decía que no eran para jugar. Verificó que su teléfono celular tuviera la batería cargada; agarro su computadora portátil por si el Sr. Tom les pedía algo pensó y se puso una chamarra impermeable por las dudas del clima. Salió sin más de casa en búsqueda del Tesoro que él pensaba que obtendría de la mano del Sr. Tom, su maestro de historia…

Llego a la esquina y vio a un lado y al otro, como buscando a alguien, verificando que nadie lo siguiera. Levanto el mapa para darle un vistazo y se dirigió al parque. Cuando llego al parque el mapa decía algo sobre buscar la primera pista, algo así como encuentra la piedra que no debe estar allí… Daniel se preguntaba: ¿Qué rayos es eso? En el parque había de toda clase de piedras, había una sección como arenero que tenía un montón de piedrecillas y guijarros de diferentes formas y colores. ¿Cómo podría encontrar una piedra que no debiera estar en el parque? Dio un par de vueltas a todo el parque y casi se daba por vencido, pensando en regresar a casa cuando vio que en el área de juegos para los más pequeños había algo extraño. Se acerco y logro distinguir una piedra del tamaño de una pelota de ping pong de un color oscuro, parecida al carbón con una forma puntiaguda por un lado y una especie de argolla por el otro. Esto era extraño, en el área de juegos todo era calculado para que nadie pueda herirse, y pensó: Esto no debe estar aquí, alguien puede lastimarse. Se quedó callado por un instante y rio. ¡Había encontrado la piedra que no debía estar en el parque!

Paso a la siguiente parte del mapa, le indicaba que debía llegar a la antigua iglesia de afueras del centro del pueblo. Era un lugar un poco alejado, pero Daniel sabía perfectamente cómo llegar. Cuando estaba ya enfrente de la gigantesca iglesia casi en ruinas de estilo barroco hecha mucho, mucho tiempo antes de que Daniel naciera le dio un pequeño escalofrió. Nunca le había gustado ese edificio en realidad, era como un castillo de la época de vampiros pensaba, y las personas siempre tienen rostros muy serios cuando entran y salen de ese lugar. Volteo a ver el mapa y leyó que no debía entrar por la puerta principal, para que nadie lo viera, que buscara a la vuelta de la esquina una vieja reja que guardaba un descuidado jardín lateral. Dany hizo exactamente lo que decía en el pedazo de papel y estando ya en el jardín que parecía más bien un montarral viejo y descuidado tuvo miedo de encontrarse en ese sitio una rata o algo peor…

Daniel en ese pequeño pedazo de caos que alguna vez fue un jardín pensaba: ¿Por qué nadie se ocupaba de esto? Tanta gente que viene a esta vieja iglesia y nadie hace nada para cuidar este lugar… Luego abrió nuevamente el mapa del tesoro como él pensaba que era, y vio las nuevas indicaciones que debía realizar. Busca la palabra oculta en la pared que nunca alumbra el sol, luego entra a la iglesia por la puerta pequeña que está en el jardín y encuentra nuevamente la palabra secreta, ahí entrará la piedra que llevas, recoge la siguiente pista.

La pared que nunca le da el sol pensó Daniel, ¿Cómo voy a saber cuál es? Se quedó inmóvil por un minuto o dos, luego pensó que eran como las 4 de la tarde y debía apresurarse si no quería que se dieran cuenta sus papas que no estaba en casa. Otra vez estaba a punto de darse por vencido, cuando se le ocurrió una idea, tocar las paredes del jardín, la que no es alumbrada por el Sol a ninguna hora debía estar más fría y húmeda… comenzó a probar tocando las paredes y todas parecían iguales, hasta que llego a un rincón que hasta se veía como mohoso, con musgo por encima de algunos ladrillos que se le había caído la pintura, pensó: ¡Esta debe ser! Ahora saco la navaja de su papa y empezó a raspar con la hoja, con mucho cuidado para no lastimarse, a modo de quitar el musgo acumulado en los viejos ladrillos. Allí empezó a ver lo que parecían algunas letras, primero distinguió una “S”, en otro ladrillo a la par estaban las letras “A” y “L”… Pensó Dany que era la palabra sal la ansiada palabra secreta pero de inmediato vio en el próximo ladrillo lo que parecía una letra “U”. siguió limpiando hasta llegar al final, con las letras S-A-L-U-T-I-S… Daniel no tenía ni idea si era esto una palabra o una mala broma. Anoto las letras por separado por si no era una palabra que el conociera y entro por la estrecha puerta que crujió cuando se movió haciendo un ruido propio de las películas de terror…

Adentro de un rincón olvidado en la vieja iglesia Dany quería irse lo antes posible de ese lugar, le daba miedo todo y no podíamos culparlo, todo estaba como viejo y olvidado, daba la sensación de que cualquier cosa podía saltarle encima en cualquier instante. Encendió uno de los cerillos que lleva consigo y alumbro un poco el lugar, era un cuarto como bodega de la vieja iglesia. Lleno de papeles mohosos y algunos libros mugrientos con telarañas por todos lados y libreros que perecían que se caerían en cualquier momento.

Empezó a buscas la palabra clave para continuar con la aventura de la búsqueda del tesoro como creía él. Se quemo los dedos un par de veces con los cerrillos y se arrepintió de no haber llevado una linterna a baterías, después de buscar por todos lados y nuevamente quedar frustrado, pensó un poco más despacio todo, sabía que tenía que meter la piedra que llevaba en algún lado, entonces esa piedra tan extraña podría ser una especie de llave. Empezó a buscar algún tipo de gaveta o cajón en la pared. Pero no encontró nada, luego se sentó en el suelo de granito frio y húmedo a casi llorar a causa de la frustración de no encontrar ni la palabra ni donde encajaba la piedra obscura que llevaba consigo. Pensaba dejar todo y regresar a casa, no sabía qué hora era, y encendió su móvil para ver la hora, cosa que no alcanzo porque cuando se ilumino la pantalla del aparato alumbro algo extraño que llamo la atención de Daniel. Era como un agregado en el piso de granito verde oscuro, un cuadro color mármol casi blanco que no había notado antes… en el cuadro, después de que Dany le pasase la mano, se lograba ver la palabra SALUTIS escrita en un medio arco. A Daniel le dio un brinco el corazón; ¡Era la palabra que estaba buscando! Al centro de la palabra que parecía un medio circulo estaba una especie de cerradura donde coloco la piedra negra que llevaba desde el parque, encajo perfectamente. Con un poco de temor y mucha emoción, Daniel le dio la vuelta a la que parecía ser una llave fantástica, esta crujió e hizo un gran estruendo al moverse, luego se abrió en frente de los ojos de Daniel una pared en esa vieja bodega que tenía solo una repisa al fondo con un libro de pasta como de cuero, muy antiguo al parecer…

Dany tomo el libro con mucho cuidado, no quiso encender otro cerillo porque ya se había quemado un poco sus dedos y porque no quería dañar la antigüedad que tenía en sus manos, así que mejor salió nuevamente al supuesto jardín a verlo con la luz del Sol, que ya estaba ocultándose…

Ya en el jardín quiso ver mejor esa reliquia y abrió el libro para darse cuenta de que en realidad no tenía nada, no podía creerlo, como podría estar en blanco un libro que se notaba que estaba ahí hace tantos años. Era una broma acaso, pensaba Dany. Para que guardar semejante cosa y que las pistas lo guiaran a algo tan inútil, no lo entendía para nada… Luego de casi botar a un lado el ejemplar tan enigmático, le dio otra ojeada pensando que quizá estaba escrito con tinta invisible como en las películas de espías o algo así. Entonces noto algo más extraño, el libro se veía tan viejo como de 100 años o más, pero tenía una etiqueta de la biblioteca de su escuela, la que no tendría más de 10 años de existir. En esa etiqueta tenía el código que tienen todos los libros para ser encontrados y guardados en sus libreros, entonces resolvió que en la biblioteca estaría en Sr. Tom con el premio, eso debía ser, esa era la única razón lógica para todo esto y lo del libro en blanco antiguo era un excelente toque pensó mientras empezó a caminar hacia la escuela con una sonrisa un tanto picara en sus labios.

Llego a la biblioteca de la escuela y le pregunto a la bibliotecaria, la Srita. Alicia cual era el lugar de este libro, la Srita. Alicia sin darle mayor importancia le dijo que era un libro muy viejo y que esos se guardaban en la bodega del sótano, que si quería se lo dejara a ella y lo guardaría más tarde. Daniel pensó que el Sr. Tomas estaría en el sótano con el premio así que le pregunto si él podría ir a dejar el libro personalmente. La Srita. Alicia lo vio como queriendo saber porque un chico era tan responsable y ordenado, pero no le dio importancia nuevamente y le dijo: “no vayas a hacer desorden que todo lo tengo clasificado allí” y permitió a Daniel dejar el libro.

Dany bajo las escaleras con cuidado, pero velozmente, quería ya su premio. Entro a la bodega de la biblioteca en ese lugar y empezó a buscar en los estantes el lugar del libro o al Sr. Tom, lo que encontrará primero, sabía que el Maestro de historia era un poco tímido así que quizá solo había una nota con su premio en el lugar… Encontró el estante al fondo, como lo suponía Daniel desde el principio, allí por los números del código del libro estaba el lugar vacío, como esperando al hijo que se había perdido. Al colocarlo en su sitio efectivamente Daniel encontró algo, pero no era la nota que esperaba, encontró otro acertijo que decía: “Busca debajo de lo que está debajo de ti, lleva el libro y encuentra la entrada al hogar de Kidemona”.

No sabía que hacer nuestro pequeño héroe; por un lado, estaba frustrado, quería ya regresarse a casa y dejar todo de lado. Estaba emocionado viendo como había logrado llegar hasta allí y empezaba a sentir la adrenalina de la aventura en su cuerpo, dejaba de tener miedo y quería continuar.

Levanto un viejo tapete en donde estaba parado, no pensaba que fuera a servir de nada pero su primer pensamiento fue literal como lo decía la nota: “Busca debajo de lo que está debajo de ti”… al hacer a un lado algunas cajas y el viejo tapete no podía creer lo que veían sus ojos, era como una especie de entrada secreta a otra bodega o a unas catacumbas como las que había visto en algún programa de la televisión…

Abrió la pequeña compuerta y casi de le olvidaba el viejo libro que decía la instrucción que lo llevara consigo, no tenía idea de para qué porque el libro estaba en blanco, solo había encontrado en él, el sello que lo había llevado hasta la biblioteca de la escuela y nomas. Se adentro por una vieja y algo mugrienta escalera de mano hacia abajo, parecía que se adentraba a lo más obscuro de la tierra cuando encendió otro cerillo de los que llevaba, encontró una serie de artículos algo curiosos, unas palas y manómetros algo vetustos y rotos como para medir algún tipo de presión… Quizás son de la caldera de la calefacción de la escuela pensó sin ponerle mucha atención. Encontró una vieja lampara de minería en ese lugar aun con aceite suficiente para no quemarse más los dedos y encenderla con otro fosforo, así alumbraría su camino por lo menos por un poco más de tiempo. Tom una galleta de las que llevaba consigo y una caja de leche, ya sentía hambre y no tenía idea de la hora que era, continuaba sin un rumbo marcado en realidad a través de lo que parecía un túnel que lo llevaba cada vez más abajo por los escalones que de vez en cuando bajaba con cuidado. Llego a otra puerta que no tenía llave pero era muy pesada, logro ver que era muy, muy grande y no se imaginaba para que la habrían hecho de ese tamaño… al atravesar el recinto se dio cuenta de que o se estaba haciendo Daniel más pequeño o las cosas eran cada vez más grandes. Tropezó con una silla que le llegaba al hombro la parte para sentarse y creyó aun que era una especie de utilería de teatro de la escuela o algo parecido. Empezó a sentir calor Daniel como que estaba cerca de algo que emanaba fuego un horno… estaré pasando por debajo de la caldera de la escuela pensó, aunque Dany sabía que ya se había alejado mucho de la biblioteca y había bajado como mil escalones a su parecer, estaba muy cansado y empezaba a pensar en darse la vuelta, quizá no valía la pena esta aventura y se estaba poniendo en demasiado riesgo.

De repente Daniel encontró lo que parecía una brújula en una enorme mesa, llamo mucho su atención porque brillaba con el tenue resplandor de una vela que estaba ahí a su lado. Le invadió una sensación de miedo que le llegaba hasta sus pequeños huesos; ¿quién había encendido esa vela, quien estaba ahí, estaría en peligro? Se hacia muchas preguntas Dany y no encontraba ninguna respuesta, solo sabía que tenía un deseo en su interior de continuar, como que las palabras con las que empezó la aventura se le habían clavado en el corazón de que lo necesitaban y que él era una especie de elegido. Ya no pensaba que era una cacería del tesoro y que el Sr. Tom le estaría esperando con un premio, ahora creía que todo esto era algo más importante, que había sido convocado por alguna legión antigua de niños especiales o algo similar.

Tomo la brújula que estaba en la mesa y se dio cuenta que daba muchas vueltas, como que no encontraba el norte o estaba magnetizada. Eso le hizo fantasear que había bajado tanto que quizá estaba en el centro de la tierra, cuando se le salía la risa sintió que alguien lo observaba, entonces guardo silencio. Se oculto detrás de la enorme mesa donde estaba la vela y la brújula para observar algo que no podía creer… Una especia de hombre muy anciano, encorvado y que gruñía por todo a cada pesado paso que daba, Daniel lo observo con la boca abierta sin hacer un solo ruido. Era como una especie de gigante, media quizás unos 5 metros de altura y sus pies, que era lo que Dany podía ver mejor, eran del tamaño del mismo Daniel. Escuchaba al gigante decir a cada instante: se va a acabar, se va a acabar…

Daniel estaba petrificado, como cuando de chiquillo jugada a los encantados en la calle frente a su casa. El en su mente no podía darle crédito a lo que sus ojos veían y aun pensaba que era algún tipo de truco o efecto especial cinematográfico lo que estaba viendo. Re repente el grotesco anciano de tamaño colosal se voltea y dice: ¿Quién está ahí? Daniel ya esperaba la frase del cuento del gigante: “fin, fain, fon, fun…” pero en cambio solo puedo observar como el ahora enojado gigante se acercaba a la mesa y la hacía a un lado casi de un solo golpe; Daniel estaba aterrorizado, pero se mantuvo firme y dijo con voz entrecortada: “Hola, Soy Daniel” y siguió diciendo, aunque no sabía porque: “Erde me envió, dijo que necesitan ayuda”.

Se sintió un incómodo silencio por unos segundos. Luego El anciano gigante dijo entre dientes como gruñendo: “Ese metiche de Erde…”

Daniel pudo escuchar al gigante y dijo: ¿Lo conoces? En realidad, yo nunca lo he visto, agrego algo más tranquilo nuestro pequeño héroe, pero me enviaba a toda hora mensajes a mi teléfono y se metía a mi consola de videojuego y me envió también correos electrónicos… en ese instante fue interrumpido por el gigante anciano y encorvado con palabras algo bruscas como: ¡Cállate!, si conozco a Erde; pero nadie lo ha visto en realidad. Que es eso que tanto balbuceas… ¿Correo electrónico? ¿teléfono? ¿videojuegos?… ¿Qué es todo eso que mencionas?

No sabes lo que es un teléfono, exclamo Daniel, pero al mismo tiempo se daba cuenta que el gigante estaba vestido como del siglo 19 y que era muy probable que nunca haya salido a la superficie del mundo, porque si no lo hubiera sabido de alguna manera en las noticias o en esos videos o reportajes de cosas insólitas que solía ver en internet. Ambos se quedaron nuevamente en silencio por unos momentos, se veían de pies a cabeza. Daniel observaba los pies descalzos del anciano con uñas algo sucias y rotas, un pantalón corto con el ruedo volteado al estilo de la corte francesa de los años del Rey Luis XV y la camisa con vuelos al pecho, todos un poco raídos y sucios, la cabeza casi calva por completo que dejaba ver unos pelambres canos y asombrosamente unos hongos como champiñones entre los ojos y las orejas… en ese momento el gigante saco un reloj de bolsillo de su chaleco marrón y manchado. Viendo la hora, volvió a decir: “Ya se va a acabar…” con tono un poco desesperado y sarcástico dijo al chico: Y Erde cree que un enano puede ayudarnos a resolver esta crisis, ¡debe estar loco!… Daniel sabía que hablaba de él por lo que se molestó y aclaro su garganta para hacer saber que estaba escuchando, Ejem! Dijo y puso una cara de pocos amigos.

Al escuchar y ver al chico, el gigante se compuso su atuendo y sacudió un poco, diciendo con una voz más calmada dijo: ¿Dónde están mis modales? Si eres enviado de Erde, aquí eres bienvenido. Mi nombre es Kidemona… Daniel sintió que su corazón dio vuelta, ¿Kidemona dijiste?, este es tu hogar entonces… Nuevamente se quedaron estos dos personajes que no podían ser más opuestos viéndose en silencio por unos minutos.

Después de un rato, vemos a nuestros amigos sentado en una mesa enorme, a Daniel le colgaban los pies, ambos charlaban acerca de lo que estaba ocurriendo. Daniel le decía a Kidemona que no tenía idea de porque Erde lo había convocado y elegido para tan extraña misión, mientras Kidemona servía un tipo de té en un par de tazas que lucían muy viejas, pero en excelentes condiciones, con ribetes de oro y plata. El ahora amable gigante decía: Erde nunca se ha equivocado en todo el tiempo que tengo de conocerle, y eso es decir más de mil años de la superficie… Daniel se quedó callado, que se puede decir después de esas palabras.

Daniel rompiendo esa charla pregunto: ¿Qué es lo que se está acabando Kidemona? En ese instante cambio la cara del amable anciano gigante, se tornó triste y dijo sin más explicación: El Carbón.

Perdona Kidemona pero no entiendo, dijo Daniel, a lo que Kidemona soltó una risotada algo grotesca. Claro que no entiendes, eres solo un crio y de la superficie. ¿Qué van a saber ustedes de lo que pasa aquí abajo? Ven Daniel, le dijo, te mostraré un secreto tan real como increíble de la realidad de tu mundo… Abrió una puerta y le enseñó un cuarto que parecía una caldera o cuarto de máquinas de algún barco o locomotora a vapor… en un lado estaba un horno donde se observaba el carbón ardiendo, todo el lugar lleno de tuberías de todos gruesos y largos, llaves de paso y manómetros para indicar la presión del vapor, de la temperatura y a saber que más cosas. En el centro, un pequeño – si podemos decirlo -, banco donde se sentó Kidemona y examinaba los manómetros y halaba algunas palancas y abría y cerraba otras llaves de paso, como regulando algo que accionaba toda esa intrincada red de tubos y vapores.

Luego de un instante, Kidemona aseguro las palancas y reviso los manómetros y le dijo a Daniel: Todo esto que estás viendo chiquillo permite que la vida en la superficie continúe; todo esto hace que la tierra de vueltas y exista el día y la noche. ¿Te imaginas si esto no funcionará a la perfección? Tendrías días de 10 horas o noches de 20 minutos… Años de solo 40 días… ¡Sería una catástrofe! Daniel estaba con los ojos como huevos estrellados, no podía creer lo que escuchaba, pero igual hace una hora no hubiera creído que existía un anciano gigante que se llama Kidemona viviendo en lo más profundo de la tierra y ahí estaba. Daniel no quiso contradecir al Kidemona un tanto por temor a enojarlo y otro tanto porque se daba cuenta que el gigante había invertido toda su existencia a esa labor durante quien sabe cuánto tiempo en realidad. Parecía como en otro universo Dany por un segundo, luego le cayó como un rayo una deducción simple: ¿Entonces, si el carbón se está acabando, la tierra va a detenerse Kidemona? Dijo nuestro protagonista con un tono algo angustiante. Kidemona, bajo la mirada, vio a Dany y le dijo: Así es chico, si se acaba el carbón, se detendrá la tierra y entonces el tiempo será un caos. Habrá días eternos y noches por siempre; las plantas morirán y luego los animales, incluyendo a todos tus amigos y familia…

Daniel se puso pálido, estaba enfrentando algo que no tenía idea, ¿cómo podría ocurrir esto? Que pasaría con sus amigos, con sus papas… Ya no podría hacer realidad sus sueños.

Y yo como puedo ayudar, dijo casi soltando unas lágrimas Daniel, solo soy un niño; no puedo hacer mucho. No tengo idea contesto Kidemona, pero Erde confía en ti y ahora yo también. Daniel se sentó en el suelo del cuarto de máquinas, empezó a pensar que todo era cuestión de generar energía, que ahora era generada por el calor y la fuerza del carbón, como las viejas estaciones de generación de electricidad de las que había leído en algún lado en la escuela. Pensó que era cuestión de conectar este centro de mando con la energía que se producía en el exterior y listo; pero cuando le dijo la idea a Kidemona, el gigante no estuvo de acuerdo. Nadie puede saber de la existencia de este lugar, ni de mí. Nadie debe saber la verdad de porque la tierra da vueltas, imagínate el caos intelectual que eso provocaría, dijo, y Daniel lo entendió perfectamente, a él le constaba creer las cosas que estaba viendo con sus propios ojos y eso que tiene la mente de un niño, abierta a casi la existencia de todo.

Entonces que hacemos, dijo con una voz de desesperación. Yo debo regresara casa, mis papas estarán muy preocupados por mí en estos instantes. Kidemona, comprendiendo lo que el niño estaba pasando le dijo con la voz más dulce que podía expresar: Ve a casa Daniel, este no es tu problema. Erde y yo veremos que logramos hacer… ¿Cómo dices que no es mi problema Kidemona? Acaso no todos podremos morir si esto no se soluciona. Era como cuando Daniel paso por el abandonado jardín de la vieja iglesia y pensaba, nadie se preocupaba por qué todos creen que no es su problema. No Kidemona, grito Daniel, este si es mi problema, y además Erde ha confiado en mí para que ayude a solucionarlo. Saco un jugo de su mochila y empezó a tomarlo despacio, como tratando de activar su cerebro, en eso vio que traía consigo su computadora portátil y la saco.

No debo saber la solución, dijo en voz alta, solo debo saber cómo encontrarla. Coloco su smatphone como una zona wifi para poder navegar en internet desde ese punto y empezó a navegar por toda la red buscando fuentes de energía y otras cosas… En esos instantes Kidemona estaba paleando un poco más de carbón al horno y veía de reojo al chico que parecía como un ser de otro mundo para él, algo así como los alienígenas que conocía pero que sabía que no debía hablar de ellos con nadie. Estaba intrigado que estaba haciendo el chico con esos curiosos aparatos, pero le invadía un sentimiento de confianza el saber no estaba solo, pasara lo que pasara en el futuro a corto plazo, había conocido a un chico maravilloso y eso era motivo para estar feliz.

Daniel parecía desesperado, no encontraba lo que estaba buscando. Y por alguna razón sentía que el tiempo se agotaba. Le pegunto a Kidemona si había alguna manera de traer cosas del exterior a este lugar, y el amable gigante se encogió de hombros, diciendo que tenía mucho, mucho tiempo de no necesitar nada del exterior, pero quizá era posible. ¿Qué necesitas Daniel? Dijo Kidemona, ¿tienes algún plan? Entonces Daniel dijo que lo que necesitaban era algo que recibiera ondas de internet del exterior y baterías, cables y quizá un computador y otras cosas… en ese mismo instante se escuchó un estruendo en el cuarto de junto que sorprendió a ambos, fueron a la hitación contigua para descubrir que de alguna forma estaban todas las cosas y más de las que Daniel había mencionado y otras que solo las había pensado. Kidemona le dio una palmada a Daniel y le dijo: Erde nos está ayudando Dany, podremos hacerlo.

Daniel sorprendido reviso todas las cosas que estaban cuidadosamente depositadas en la habitación. Aunque su parte del razonamiento no podía dar crédito a lo sucedido, después de los últimos acontecimientos, pensaba que todo era posible, y que Erde era una especie de mago o espíritu amable que los estaba ayudando. Empezó por buscar unos generadores de calor o radiadores parecidos a los que se usan en el invierno para mantener calientes las viviendas, desecho desde un principio las calderas industriales porque pensó como podría hacerlas funcionar desde adentro y sin contacto con el mundo exterior. Era un plan ingenioso el que tenía Dany en la mente, hacer que los generadores de calor hicieran funcionar el sistema para que la tierra continuará dando vueltas, estos utilizaban unas enormes baterías; pero como haría para que las baterías no se descargaran… ese era un tema que aún no tenía resuelto.

Encontró entre todas las cosas un muy potente router para recibir señal de internet desde los satélites y funcionaba a pesar de lo profundo que estaban localizados. Se le ocurrió que si lograba hacer que por medio de algún tipo de aplicación remota pudiera enviar energía al aparato podría dirigirla a las baterías. Recordó entonces que entre los proyectos en su computadora portátil tenía un juego similar a una búsqueda del tesoro que él había creado, que podía hacer que si las personas lo jugaban por el suficiente tiempo eso hacia que las descargas del juego generaran créditos y estos a su vez traducirlos en fuente de energía para el funcionamiento de todo el sistema.

Kidemona se apartó para seguir echado los pocos trozos de carbón a su sistema de calderas sin que Daniel se diera cuenta, no quería presionar a Dany con lo poco que les quedaba de tiempo.

Daniel se puso a trabajar, conecto todo como era debido y empezó a hacer algunas pruebas… ¡Funciona! Grito emocionado el chico. Entonces Kidemona le hizo saber que era justo a tiempo porque el carbón se había casi acabado. Daniel estaba sudando frio de los puros nervios, era demasiada presión apara un chico de apenas 11 años. Hizo unos cálculos y predijo que las baterías alcanzaban para 24 horas de funcionamiento sin necesitar recargarse, eso les daba muy poco tiempo para hacer que las personas se atrajeran por el juego y empezaran a usarlo, algunos casos, explicaba Dany al gigante, pasaban meses completos sin que nadie se interesara en un videojuego en línea, mucho menos descargarlo y que fuera usado lo suficiente para ya generar la energía necesitada… ¡Solo un milagro nos salvará! Exclamó Kidemona bajando la mirada y encorvándose más de lo normal.

Daniel parecía distante, hasta tenía cara como de derrotado. Pero en realidad estaba pensando; no tenían los recursos para hacer publicidad al juego ni nada de eso, además no había tiempo para nada. Recordó que en clase de lenguaje el maestro decía que la primera impresión contaba demasiado y que un buen nombre hacia que algunas cosas se vendieran solas… Meditaba sobre eso, Tenia que encontrar un nombre ideal para el juego y de esa manera quizás atraer a más chicos para que descargar el juego del internet y empezaran a jugarlo. ¿Como llamarlo? Quizá pasaron solo unos cuantos minutos pero Daniel ya había llenado dos páginas de su cuaderno con nombres para el juego, Kidemona no entendía bien lo que estaba haciendo, hasta pensó que estaba escribiendo una especie de carta para despedirse de sus papás o algo similar. Le pegunto a Dany: ¿Qué haces? A lo que respondió el chico que buscaba un nombre para salvar al mundo de su fin, y trato de explicar todo lo que tenía en su cabeza; El amable gigante ladeaba la cabeza como lo hacen algunos perros cuando le hablas, parecía no entender absolutamente nada, pero escuchaba y se esforzaba por ayudar. Empezó a dar algunos nombres absurdos, al fin y al cabo, que va a saber un gigante de más de mil años y que vive en las profundidades de la tierra sobre mercadeo y videojuegos…

Resoplo el gigante algo frustrado porque no podía ayudar al valiente chico con la culminación de la misión de rescate de la tierra y el tiempo. Entonces como queriendo bajar la tensión ente ambos, dijo: “Esto sí que ha sido toda una aventura verdad…” Daniel no contesto, pero levanto la cabeza como si algo le hubiera llamado toda su atención, luego volteo a ver a Kidemona con una cara como de esas que vemos en los dibujos animados donde se le enciende un foco a la persona que se ocurrió una idea fantástica. ¡Eso es! Grito Dany con mucha emoción, recordó cuando vio en su consola de videojuegos el mensaje de Erde al principio y que le extraño no saber de un juego llamado “Aventura”, que lo busco en los sitios de juegos en internet sin encontrar alguno con ese título. Él era un chico de 11 años, y le llamo la atención ese título de juego, lo busco y podía ser cualquier cosa el juego, así podría después, desde casa, hacer nuevas versiones del mismo para mantener a los chicos interesados y que todo siguiera funcionando, aunque no estuviera ahí para nada.

Dio los toques finales a su primera versión del juego, agrego algunos nombres interesantes como el de su amigo gigante de las profundidades y el de Erde que era el mago supremo. Instalo el juego en la tienda en internet para poder ser descargado y aprovecho un pequeño anuncio gratis que le ofrecía por inauguración del juego en las redes sociales que Daniel sabia manejar muy bien. Dany había hecho algunos cálculos y predecía que necesitaban que por lo menos 100 niños descargaran el juego para al menos mantener funcionando el sistema… Para ser de los primeros juegos que Dany hacia y ofrecía en internet esto era una meta colosal. Tomando en cuenta que era un chico y no poseía las instrucciones y experiencia en gráficos y demás que ofrecen los profesionales, pero había hecho lo mejor posible y dado lo mejor de sí, eso decía el Sr. Tom que debía ser suficiente para por lo menos estar orgullosos de sí mismos…

Subió el juego y lo puso a disposición de quienes quisieran usarlo. Aun que Kidemona le dijo que regresara a su casa porque sin importar si este maravilloso esfuerzo funcionara él debía estar con sus papas que deberían estar preocupados, Dany no quiso moverse. Los minutos parecían horas, quería ver que por lo menos una persona descargara el juego, eso les daría una pequeña esperanza.

Kidemona se levantó nuevamente y ahora tomo una escoba para barrer los pocos trozos de carbón que le quedaban en una inmensa bodega que tenía, y que ahora se veía totalmente vacía. Se nos acabó el tiempo dijo, ya no me queda carbón, y soltó una lagrima como despidiéndose de todo. Daniel volteo a verlo y le dijo enérgicamente: ¡No te des por vencido! Solo necesitamos unas horas más de tiempo… No quiero poner a andar las baterías sin que se empiece a descargar el juego. El gigante se dio la vuelta y tomo un enorme martillo ente sus manos, Dany pensó que se había vuelto loco y temió que fuera de destruir los generadores y las baterías por su frustración. Pero en cambio empezó a destrozar sus sillas, una mesa y una cómoda que poseía desde hace más de 500 años. “Esto nos dará un poco más de tiempo Daniel, confiamos en ti”. A Daniel se le salieron unas lágrimas, pensó que, si las personas de la superficie fueran algo más parecidas a Kidemona, las cosas estarían mejor allá, dispuestas a dar lo poco que tienen por el bien común y por apoyar a alguien que es casi un extraño…

Ayudo a Kidemona a reunir los pedazos de madera y echarlos al fuego, era lo menos que podía hacer pensó Daniel. Entretanto la computadora portátil de Dany empezó a lanzar algunos sonidos, Daniel pensó que se estaba agotando ya su batería y que pronto se apagaría, quizás era mejor así. Terminar de ayudar al anciano gigante y devolverse a casa, darle un abrazo a su papá y un beso a su mamá, esperando que todo terminara, sin poder decirles nada porque, al fin y al cabo, ¿para qué? No podrían escapar del fin de mundo como lo conocen y desde luego pensarían que está loco si les contaba de la aventura que ha pasado, del mago supremo que le ha estado escribiendo desde hace un tiempo y del amable gigante encorvado que, a pesar de parecer enojón y un poco tenebroso con esa indumentaria del saber qué siglo, era tierno, y un muy buen amigo.

Terminaron el singular dúo de echar lo último a la caldera, Daniel se acercó a los generadores eléctricos para encenderlos y así gozar de por lo menos un día más en la tierra sin que colapsara, tiempo para tratar de ponerse al día con todos los pendientes que tenía en su corazón en ese instante. Cuando logro ver que la pantalla de su computadora aun estaba encendida, entonces ¿que provocaba los sonidos hace unos minutos? Se acerco a revisarla y se sorprendió con lo que vio; en el reporte de descargas del juego en internet decía que ya casi 300 personas habían descargado el juego, y tenía la puntuación máxima de calificación con comentarios positivos de figuras reconocidas del mundo de los videojuegos.

No podía creerlo Daniel, estaba que saltaba de la alegría. Le dijo a Kidemona que estaban salvados, que todo había funcionado, Kidemona empezó a llorar, en ese instante se vio un fulgor color oro y purpura en el ambiente, un aroma a primavera y se logró ver una figura traslucida… ambos se quedaron atónitos, con las bocas abiertas y Kidemona dijo en un susurro: “Erde” … El Mago supremo, como creía Dany estaba presente, se dirigió a ambos y les dijo: Gracias, ambos han sido valientes, amables, colaboradores y de un corazón noble. Sin conocerse y siendo tan distintos no se juzgaron, se apoyaron en una misión casi imposible para salvar a un mundo que casi no conocen, lleno de personas de ni se imaginan que existen. Pero más allá me han salvado a mi… soy Erde, no soy un mago, soy la conciencia de este planeta, todos pueden verme en un árbol que retoña después del invierno, o en el rio que corre en la primavera.

Dany, continuó diciendo Erde, gracias porque acudiste a mi llamado, sabia que eras el indicado. Ahora por un tiempo estaremos a salvo y después, solo el futuro sabrá que pasará.

Daniel hizo la promesa en ese instante que mientras el viviera encontraría la manera para que todo funcionará bien, que haría todo lo que pudiera para mantener con bien a Kidemona, al planeta y a Erde, la sabia conciencia del planeta. Daniel regreso a casa, Kidemona y erde unieron sus fuerzas para hacer que lo que fueron horas se convirtieran en minutos y así Daniel regresara a casa sin problemas ni preocupaciones de sus padres…

De estos hechos que parecen fantasía ya han pasado varios años, Daniel ahora es un anciano que dedico su vida a la tecnología, siendo programador de software y filántropo del medio ambiente. Creo una infinidad de juegos interactivos de aventura, programas de educación para salvar la tierra de la contaminación. Sigue viviendo en aquel lugar, tan común como cualquiera, ahora él se hace cargo de las restauraciones de la vieja iglesia a las afueras del centro y mantiene lleno de flores el jardín de la puerta lateral… Creo un portal en internet para subir y compartir juegos a todo el mundo, donde cualquiera que tenga la inventiva y la creatividad de crear un juego o aplicación la coloque en internet para que todas las personas puedan verla y usarla. El único requisito para poder usarlo es un pequeño bloque de programación que deben adjuntar al juego, este hace que toda la energía del juego pueda ser llevada a Kidemona, a su viejo amigo gigante de las profundidades que él visitaba de vez en cuando.

En alguna conferencia, a las que era invitado constantemente Daniel para hablar de como tubo ese gran éxito con la primera versión de las muchas de su juego “Aventura”, él dijo: Todos tenemos una aventura por delante, es la vida. Como la pases y si ganas en ella, depende de tu interés por lo que te rodea, por los demás y por la conciencia que envuelve todo este planeta… ¡Así salvaras al mundo!

FIN

*Erde: Palabra en alemán que significa Tierra.

*Kidemona: Palabra griega utilizada para denominar a un Guardian

*Salutis: Palabra en latín antiguo para salud o bienestar

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