Chicos jadean al verme caminar
en la calle donde crecí, les da placer imaginar que aun uso las mismas pantis
rosaditas que les enseñaba años atrás cuando jugábamos en el parque, quizá es
porque sigo usando las mismas colitas con moñitos de mi niñez.
Soy así una sinvergüenza con
ganas de revolcarse con todos juntos, solo me detiene que quiero ganar algo de
dinero con hacerlo, no por hacerme rica sino que siento que me hace ser como un
producto, quiero que acerquen a pocos centímetros de vagina sus miembros y
detecten mi código de barra y sepan cuando deben pagar; así no tengo necesidad
de hablar de dinero cuando solo quiero inhalar unas dos o tres líneas y disfrutar.
Tengo un fetiche con un
cliente soñado, ese que le pega y maltrata a la mujer de su casa, no da amor a
sus hijos; solo dinero y exigencias que él nunca cubrió. Como un degenerado
enfermo busca placer, desahogo y calma a sus demonios dando sexo anal a
jovencitas como yo. He llegado a pensar que quiero un cliente así para no
olvidar lo poco que logro recordar de mi padre; pero despierto de esa angustia
recordando que solo quiero ser prostituta.
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