Mirando a un lado y a otro, como si nunca hubiera visto una calle, como si nunca hubiera visto gente. Todo el mundo miraba con asombro a ese muchacho desnudo, de piel blanca; tan pálido como si nunca le hubiera dado el sol, y de cabello negro azabache. Caminaba a paso ligero, desorientado y mirando hacia todas las cosas como si las hubiera visto por primera vez en su vida. Cada vez se le notaba mas asustado. La gente cuchicheaba e incluso algunos se atrevían a lanzarle comentarios, algunos en plan de burla, otros insultantes. Parecía no tener pudor alguno, caminaba sin tapar sus partes íntimas, cualquier persona en su sano juicio ocultaría su zona genital, aunque fuere con sus manos si por alguna circunstancia se encontrara desnuda en la calle delante de toda la gente. Pasó por el lado de un grupo de adolescentes; eran tres chicos y una chica, los tres varones tenían el mismo corte de pelo, y vestían de un modo similar, aunque variando el color de las sudaderas y zapatillas. Caminaron hacia él, mientras con tono entre amenazante y burla le decían cosas.

-¿Qué pasa? ¿Nos vas a violar? Ja jaja – Preguntó con tono de burla uno de los chicos.

-No, lo que quiere es que lo violemos nosotros a él jajaja. Está buscando rollo- Respondió otro de los varones

-¡Ven culito blanco!… Dijo con tono pícaro la chica de entre los muchachos.

Asustado, el muchacho echó a correr mientras esquivaba a la gente que salía a su paso. Después de sortear a una señora mayor que arrastraba un carrito de la compra, y a tres hombres uno tras de otro, haciendo una especie de zigzag en diagonal, no pudo evitar chocar con una muchacha rubia con aspecto de «chica cool» de la universidad, vestida con la ultima tendencia de Zara, y maquillada como si fuera a una fiesta. Ésta dio un grito exagerado, como si la hubieran intentado violar (quizá se le paso por la cabeza al ver chocar a alguien completamente desnudo contra ella) Casi cayó al suelo, pero mantuvo el equilibrio. El extraño chico en cuero, se detuvo un instante preocupado mientras la observaba. Un chaval que acompañaba a la rubia cool, musculoso y alto (pasaba el metro ochenta) vestido también con una combinación de las ultimas tendencias de Zara y Pull and Bear. Se abalanzo sobre el pálido y pequeño muchacho reclamándole el encontronazo que había tenido con su novia.

-¡Te voy a partir la cara gilipollas!- Vocifero mientras agarró con su mano derecha la parte izquierda del cuello del muchacho

Asustado a la vez que confuso, apartó de un manotazo la mano del grandullón y salió disparado.

Ven aquí enano de mierda!- Gritó con rabia el musculitos que tras dar cuatro zancadas para tratar de correr tras él, se detuvo dejando por zanjado el tema.

Corriendo todo lo que podía, mientras el pene y los testículos se balanceaban al igual que un columpio cuando tras abandonarlo de un salto y dejarlo a su merced se mueve en todas las direcciones. Llegó a una carretera, se incorporó a ella a toda velocidad como si ignorase las consecuencias que eso conllevaba. Un Seat Ibiza blanco conducido por un hombre con el cabello canoso, lo atropelló levantándolo del piso y haciendo que se deslizara rápidamente por el capó hasta impactar en el parabrisas, causando en él una grieta en forma de Y.

Jonathan Vera, de cuarenta y seis años de edad, enfermero en el hospital público El Salvador, en la ciudad de Cielo Velado, del norte de España, llegaba a las dos y media de la tarde del martes a cumplir con su jornada laboral. Otro día más del montón en su rutinaria vida, que se basaba en ir de casa al trabajo y del trabajo a casa, añadiendo dos o tres veces en semana una visita al supermercado. Se enclaustraba en su hogar y se sumergía en un mundo de películas, partidos de futbol y música.
El hospital El Salvador constaba de tres edificios; uno pequeño de urgencias, a su izquierda el edificio principal, de cinco plantas, destinado a consultas externas, y detrás de ambos, justo en el centro, el edificio de hospitalización, de seis plantas. Jonathan ejercía su labor en el tercer piso del edificio de hospitalización. Se puso al día para el cambio de guardia con su compañera Carolina, una muchacha treintañera que había conseguido ese puesto hace cinco meses, y gracias a ello se podía permitir para ella y para sus dos hijas una vida estable por primera vez en su vida. Su planta
tenía diez habitaciones. En cada turno hay dos enfermeros o enfermeras que se dividen los pacientes. Cinco pacientes son de los que tendrá que encargarse Jonathan, de los cuales Carolina dio el informe detallado habitual. La mayoría eran los mismos pacientes que llevaban algún tiempo ingresados y Jonathan ya conocía. Habían dos novedades, que tras sus llegadas por la mañana, se completaron casi todas las habitaciones de la planta, faltando solo una cama por ocupar. Los nuevos internos eran; un chaval accidentado por caerse de la moto, tenía algunos huesos fracturados. Y un caso que era el más extraño: un muchacho atropellado por un coche, este con más suerte, pues no resultó tener fracturas, solo una contusión en la cabeza y algunos hematomas repartidos por el cuerpo. Hasta ahí no suena raro, pero cuando Carolina entró en detalles, Jonathan pareció activar su cerebro, pasando de estar en piloto automático a manual. Al paciente de ese peculiar caso era al primero que iba a tener que atender, debía cambiarle la bolsa de suero que si no estaba consumida aún, faltarían pocos minutos para estarlo.

Entró en la habitación del paciente que habían arrollado desnudo en mitad de una carretera, hacía cinco horas. Y lo más extraño aún, según le informó su compañera; el muchacho tenía una peculiaridad que no había visto nunca, y la cual desconocía; en el lugar del abdomen donde debería de tener el ombligo, tenía una especie de lunar, de forma ovalada, como si le hubieran tatuado un huevo de ave, de color negro, con un ligero relieve.Traía una bolsa de suero en la mano, se acercó a la cama mientras observaba con curiosidad al chico pálido. El muchacho tenía una venda en la frente que ocultaba los cinco puntos que le habían tenido que poner para cerrar la brecha ocasionada por el golpe contra el parabrisas. Jonathan procedió a cambiar la bolsa de suero llena que traía, por la ya vacía, lo hacía lentamente a la vez que pensativo. Una vez termino el proceso, volvió a mirar al muchacho, mientras recordaba lo que le había contado Carolina sobre cómo fue que llego hasta esa camilla; en estado inconsciente, después de que se accidentara al cruzar corriendo desnudo por el asfalto. Por alguna razón le hacía sentir añoranza. Justo en el instante que comenzaron a lagrimar los ojos de Jonathan, y antes de que su liquido emocional se deslizara por su cara demacrada, empezaron a abrirse poco a poco como persianas los ojos del chico, detuvo la elevación de los parpados a la mitad, y quedo mirando con los ojos entreabiertos al frente, la pared blanca con una televisión apagada puesta en un soporte, era de catorce pulgadas, de color negra, y gorda, llevaría allí desde los años noventa. El chico miro hacia la izquierda, observo a través de los cristales de la ventana, la tarde nublada y poco alumbrada que hacía. Lo único que se podía ver desde su posición en la cama, era el cielo gris, aun así lo observó durante casi un minuto, como si no lo hubiera visto antes, como si le agradara lo que observaba.

-¿Cómo te encuentras? Preguntó Jonathan que estaba a la derecha de la cama del chico.
El joven giro su cabeza rodándola por la almohada, al mismo tiempo que abría la otra mitad de sus ojos. Miro al hombre con asombro, he hizo ademan de levantarse, pero entre su estado débil, y el enfermero, lo detuvieron.

-Tranquilo chico, estas en el hospital, no pasa nada -Dijo Jonathan mientras posaba su mano derecha en el pecho del muchacho para impedir que se levantara. Se tranquilizó, no siguió luchando por levantarse, enseguida supo que ese hombre no era una amenaza como la gente que lo había intimidado en la calle antes de que se apagara todo y apareciese en el hospital.

-Hospital, si… Había oído sobre los hospitales. Comentó el muchacho mirando hacia Jonathan

¿Habías oído? ¿Qué quieres decir? Pregunto Jonathan desconcertado por las palabras del joven, pero enseguida asumió que estaba delirando por el accidente. -Incluso puede que esté loco, pues cuentan que corría desnudo por la calle Pensó él para sus adentros.

El muchacho ignorando las preguntas del hombre, preguntó:

-¿Qué me ha pasado? ¿Por qué estoy en el hospital?

-Tuviste un accidente. ¿No recuerdas nada?

Jonathan hablaba con una voz aguda, llegando a los hercios de una frecuencia agradable. Enseguida borró de su mente el pensamiento que había tenido sobre aquel desorientado y pálido chico. Él notaba e intuía, que aquel chico con el cual estaba interactuando, no estaba loco, por mas extrañas que parecieran sus palabras, no eran las de un demente.

-Recuerdo que me asusté. Cuando llegué todas las personas me miraban, algunos querían atacarme -Le contaba el chico con voz serena.

-Los que te atacaron… ¿Ellos fueron los que te desnudaron?-

-No Dijo el chico quedándose en silencio y pensativo.

-Y… ¿Recuerdas por que estabas desnudo?

-Si… Por el cambio de universoRespondió el chico bajando su voz serena a un tono un poco mas bajo, mientras volvía a mirar hacia el frente donde estaba el televisor pasado de moda.

-¿A que te refieres con el cambio de universo?Preguntó Jonathan a la vez que volvía a barajar la posibilidad de que el muchacho no estuviera cuerdo

El chico no contestó a la duda del enfermero. Se quedó mirando al frente, perdido en sus pensamientos, como si segundos antes hubiera revelado algo que no tenía que decir, y ahora optase por la idea de guardar silencio.

-Lo siento, te estoy haciendo muchas preguntas. Pero es que necesitamos saber quién eres. Al estar completamente desnudo cuando te ocurrió el accidente, no se ha podido encontrar nada que te identifique. – Dijo Jonathan, que aunque realmente tenía razón, trataba de opacar su curiosidad personal por aquel chico.

-Soy Numax.Dijo al mismo tiempo que volvía a mirar hacia él

-¿Y tú, como te llamas?.

-Yo me llamo Jonathan. Soy el enfermero. ¿Sabes el número de teléfono de alguien a quien podamos llamar para que sepan que estas aquí?

-No Contestó Numax sin dejar de mirarle.

-¿Qué edad tienes?

-Tengo veinte años.

-Numax, necesitamos tus datos para tenerte aquí en el hospital. Si no tienes a nadie que nos los facilite, debes hacerlo tú- Dijo cordialmente Jonathan.

-¿Qué pasa si no tengo datos?

-Eso es imposible -Dijo Jonathan con una sonrisa incrédula -Quizá no recuerdes nada a causa del golpe, pero todos tenemos…

-Yo recuerdo todo. -Dijo Numax interrumpiendo a Jonathan

Jonathan lo miró confuso durante unos segundos, pensando que decirle, hasta que añadió.

-Esta bien. Si dices que recuerdas todo, entonces ¿Dónde vives?

Numax guardó silencio y apartó la mirada hacia la ventana. Jonathan detrás de su desconcierto, sentía pena por el muchacho; porque percibía que realmente estaba solo en el mundo. Para él era fácil reconocer alguien que irradiaba lo mismo que él mismo.

-Quiero ayudarte, creo que se cómo te sientes, la verdad es que yo también estoy solo en el mundo. Si estuviera en tu situación, tampoco tendría a quien llamar.

Numax retornó su mirada en la cara demacrada de Jonathan y dijo:

-¿Como es posible que se pueda estar solo en un planeta habitado por mas de siete billones de personas?-

Jonathan esbozo una sonrisa y dijo con cierto aire de melancolía:

-Pues verás, no se que decirte… Yo también me hago la misma pregunta. Quizá algunas veces no encontramos personas en las que poder confiar. O perdemos a las personas en las que confiábamos. Y en otras ocasiones las encontramos, pero no confiamos- Las ultimas frases habían funcionado como una píldora persuasiva hacia la confianza que sentía Numax por Jonathan. Tras pasear su vista nuevamente por el cielo nublado que se podía observar tras la ventana, Numax miro a Jonathan que esta vez irradiaba complicidad en su forma de verlo, y le preguntó:

-¿Puedo confiar en ti de verdad? -Con los labios apretados, Jonathan dibujó una sonrisa en su cara y le contestó que por supuesto podía confiar en él. Hacía mucho tiempo que no experimentaba una cercanía y complicidad con nadie, ni si quiera con sus compañeros del trabajo, que era con las personas que más interactuaba Jonathan. Numax observo la sonrisa que le brindó cuando le dijo que podía confiar en él, y entonces sintió que ese hombre si era bueno, que no era como la gente que había tenido el infortunio de encontrarse en la calle, y que lo trataron tan mal.

-Vengo de otro lugar. -Dijo Numax mientras contemplaba como se desdibujaba la sonrisa de Jonathan.

-¿A que te refieres con otro lugar? -Preguntó Jonathan frunciendo el ceño.

-De otra dimensión. No soy exactamente de este planeta -Numax hablaba con toda la seriedad del mundo, solo había que ver su cara y escuchar su convincente forma de decirlo.

-¿Estas bromeando conmigo? -Preguntó Jonathan entrecerrando sus ojos.

-No, estoy confiando en ti y te estoy diciendo la vedad. Se que mi historia es algo que se desconoce en este planeta, Mansy me informó de ello. Pero no esperaba que me ocurriera esto al venir aquí.

-Espera… Me estoy perdiendo. ¿Quién es Mansy? -Preguntó Jonathan con cara de expectación.

-Es mi compañero en Intromidus- Dijo Numax, y sin esperar a que Jonathan volviera a preguntar añadió. -Intromidus es mi planeta, en el que vivimos solos Mansy y yo.

-Y ¿Dónde está Mansy ahora? -Preguntó Jonathan que cada vez se sentía más intrigado.

-Se quedó en Intromidus. Aquí no existe nadie de su especie. Él dice que si viniera se formaría mucho revuelo, y que además no tiene nada que hacer aquí, él es feliz en Intromidus, desde allí percibe muchas cosas de otros universos.

Se escuchó el ruido del manillar de la puerta de la habitación interrumpiendo la conversación particular que estaban teniendo entre paciente y enfermero. Era un señor de mediana edad con el pelo canoso, entró en la habitación saludando a ambos. Se presentó y se dirigió a Numax interesándose en su estado. Era el hombre que lo había atropellado inevitablemente, su nombre era Pedro, y venía a mostrar su preocupación e informarse del estado del chico. Jonathan lo puso al tanto de su estado, y este mostró su alegría. -No sabes el alivio que me da saber que estás bien y no has recibido daños mayores. Casi me da un infarto cuando te metiste delante de mi coche y no pude frenar- Tras cinco minutos más de conversación en los que expresó su asombro por el desnudo que presentaba Numax en el accidente, y Jonathan intervino diciendo que había sido que le hicieron una jugarreta unos sinvergüenzas de la calle, el hombre le deseó suerte y que se mejorase pronto, y se marchó. Cuando el visitante inesperado ya había salido de la habitación, Jonathan miró a Numax y le dijo:

-¿Eres consciente de que si cuentas la historia que me estabas contando a mí, te van a tomar por loco? -Numax guardó silencio, no sabía que decir, pero sabía que ese hombre el cual se estaba convirtiendo en su único amigo, tenía razón.

-También necesitas unos datos. Mira… Tengo que seguir trabajando y continuar la ronda. Haremos lo siguiente; diremos que eres mi sobrino, y que habías venido a pasar una temporada a Cielo Velado conmigo, con respecto a lo que te pasó, diremos lo que le hemos contado a Pedro, el hombre que te atropelló; que unos sinvergüenzas te robaron la ropa y saliste huyendo. Y en cuanto a tus papeles de identificación… Tengo un viejo amigo que trabaja en la policía, sé que ya ha hecho varios trapiches consiguiéndoles papeles a unos inmigrantes a cambio de dinero. Te conseguiré un carnet de identidad y una tarjeta de la seguridad social.

Jonathan giró sobre sus talones para dirigirse a la puerta y continuar con su trabajo cuando Numax pronuncio su nombre por primera vez.

-Jonathan.

Este giro la cabeza hacia la cama del muchacho que aseguraba ser de otra dimensión, sintiendo una dulce sensación al haber escuchado como lo llamaba por su nombre.

-Gracias. -Dijo Numax con el mismo tono suave que llevaba usando durante toda la conversación.

Jonathan esbozo una pequeña sonrisa en los labios y le dijo:

-Ya seguiremos hablando… Quiero saber mas sobre tu historia -Se miraron dos segundos, y Jonathan salió a continuar con su deber.

SINOPSIS:
SU ALMA ERA DEMASIADO DIFERENTE PARA ENCAJAR EN ESTA REALIDAD; EN ESTE MUNDO. AHORA, TIEMPO DESPUÉS, Y POR PRIMERA VEZ, LO INTENTARÁ.

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