A veces el mundo presta oídos sordos a nuestras inquietudes. No hay a nuestro alrededor biología sónica dispuesta a procesar nuestros símbolos verbales, y nuestras ideas se encuentran entonces naufragando en el inmenso e inmisericorde mar de la soledad y del olvido. Se convierten en divagaciones, en locuras. Se añaden como escamas a la piel del pensamiento e integran nuestro personaje. We turn then into a special kind. Nuestra propia singularidad, nombrada y vestida para disimular al individuo, para arrojar algo de discreción sobre el hecho de que somos distintos, y por lo tanto estamos más solos.
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