No supe las razones
por las cuales decidió tomarse un break, debe ser lo típico nada fuera de lo
normal; trabajo, encontrarse consigo mismo, iniciar de cero, dejar todo lo que
le cambió la vida, una nueva familia, pareja o amigos, no lo sé, solo se fue.
Su viaje dio inicio el 25 de junio del presente año para probar los caminos que
la vida otorga, sentir lo que no pudo en esta casa. Creo entender la situación
o al menos trato de hacerlo. Yo haría lo mismo, digo, si no me siento a gusto
en un sitio tomaría mis cosas y me largaría, pero ¿por qué no sentirme a gusto
en un lugar en el que viví 16 años? No lo sé, todo resulta extraño.
Recuerdo que veíamos Dragon ball, era de esos pequeños placeres y pocas actividades que hacíamos juntos, nuestra caricatura favorita, un poco de violencia y la gracia de algunos de sus personajes, no importó cuantas veces vimos la serie, siempre fue un gusto verla de nuevo. Jugar ajedrez aunque siempre me ganaba, traté y traté de ganarle una sola vez pero no pude, ya no podré intentarlo de nuevo, hubiera sido genial ganarle aunque sea una vez.
Tal vez tenga un poco de nostalgia cuando vea las fotos en la que aparecemos, momentos que se quedaron grabados en papel y en un pedazo de recuerdo que se desvanece con el paso de los días. No se llevó ninguna foto, aunque sea una en donde se compartió un buen momento en familia. Tal vez en su mochila solo cupo su ropa y pertenencias diversas, pero no los gramos de un trozo de papel.
Le recuerdo caminado por la calle con su mochila, cabeza en alto y sin echar vistazo atrás, la escena legendaria de las películas de vaqueros, la puesta del sol a un costado mientras el personaje sigo un rumbo que solo él sabe.
No creo extrañar tanto su presencia, no compartimos mucho a pesar de vivir bajo el mismo techo, tal vez recordando lo poco que me dejó se me pasé. Me dejó una buena dotación de indiferencia y de regaños, dándome ordenes, pidiendo que fuera una buena persona; yo hice lo que me pidió y nunca le di gusto.
No sé qué tipo de día fue aquel, no sé cómo llegó a tomar aquella decisión. No sé qué esté pasando en estos mismos instantes. ¿En él autobús habrá pensado en todo lo que dejó? No es de las personas que se sienta a lado de la ventana, tal vez esta vez lo hizo para despejar la mente, tuvo que haber pensado en mucho.
Su esposa no sintió dolor alguno, al menos eso dio a entender. Sus dos hijos pequeños preguntaban cada día “¿vendrá papá hoy?” no hubo respuesta por parte de los otros dos hijos que sabían la respuesta.
El decidió iniciar un viaje en que no se incluía a su familia. En estos momentos debe estar en su casa en Veracruz, trabajando en algo, pensando en cómo podría gastar su dinero ya que no se desperdiciaría en sus hijos. El decidió dar inicio a un viaje en el que su soledad es indispensable para darle una compañía frívola.
“Que poca, marcharte sin sentir remordimiento” ese fragmento de canción recorre los rincones de la casualidad, aunque la canción no tiene mucho que compartir con esta situación. Pero ese pedazo queda perfecto, se marchó aparentemente sin sentir algo, cogió sus cosas, dejando lo que le diera algún recuerdo de esta familia.
No recuerdo haberme despedido, ¿qué pude haberle dicho? ¿Cómo podría decirle al sujeto que aparentaba ser mí padre? Al sujeto que alguna vez dijo “este niño no es mi hijo. No eres mi hijo”. ¿Cómo podría decirle “gracias por ser mi maldito padre”? No había forma o no pensé en alguna en esa ocasión. De todas maneras no nos llevábamos tan bien.
No supe las razones por las cuales decidió tomarse un break, deber ser
lo típico, nada fuera de lo normal. Su viaje dio inició el 25 de junio del
presente año, cogiendo sus cosas y depositándolas en una enorme mochila.
Caminando sin echar vistazo atrás, decidiendo que no volvería.
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