AMIGO INVISIBLE A OTROS:
Ella se escribe con otro. Me duele el pecho. No sabía que el corazón puede doler de verdad. El día que la conocí me rozó una bala. Y ahí me quedé. Con esta herida permanente, que sangra continuamente, que no se cura y que no me mata.
Mañana, al amanecer, me voy al pueblo. Este es un viaje que tengo que hacer desde hace años. La casa de mis padres se cae. Y yo también.
Yo acabo de volver de otro viaje, ha sido un viaje a la adolescencia. Allí unos días hacía mucho frío y otros hacía calor. He estado deambulando, pero yo soñé que bailaba. En círculo. ¡ Qué curioso que todo lo que hace vibrar, duele!. Pero ya nunca más en círculo, ya nunca más en interrogante. Todo este tiempo he pensado que me gustaría que, cuando fuera de noche, anocheciera de verdad. Hoy sí, hoy parece que por fin anochece. No se sabe por qué, cada cierto tiempo, aparece alguien en nuestra vida del que hay que huir. Como los lugares. Lugares y personas a las que nunca se debe volver. Producen tanto dolor que hay que salir corriendo.
No sabría cómo explicarte. He escrito poesías después de mucho tiempo. Y las he escondido. Casi mil días pensando en alguien a quien no le he rozado ni la mano. Me sentí bueno, me sentí bello y todo este tiempo he sido más bueno y más bello. Ella me miraba. Ella me leía. Ella me escribía. Ella me pensaba. Pero ella nunca me lo dijo.
Me quiero ir mañana al pueblo y a la casa donde nací porque quiero volver a ver todo aquello, porque quiero sentir todo: la ausencia rotunda de mis padres, el recuerdo de mis hermanos, mi infancia remota y, sin embargo, latente. Mi paraíso perdido. Donde fui feliz. Donde me querían. Donde nos queríamos. No teníamos nada. Y nos queríamos. Voy a verla y a la vuelta llamaré a mis hermanos para llegar a un acuerdo sobre qué hacer con la casa en la que crecimos todos. Son muchos recuerdos. Es mucha la carga vital y emocional. Es tan grande la carga que no podemos con ella. Además, no nos llevamos bien. Somos discutidores, conflictivos. Nuestros padres, no nos perdonarían que apenas nos hablemos, (por una vez, porque ellos lo perdonaban todo), a parte del abandono de la casa y de muchas otras necedades que hemos ido cometiendo, de forma escalonada, a lo largo de estos años.
Como te iba diciendo, mi viaje a la adolescencia ha estado repleto de grandes palabras, que yo pensaba, que yo escribía, que yo sentía, que yo escondía …
Palabras como «Pureza« , que fue el primer poema que escribí una noche, la noche de verano en que me di cuenta de que me había enamorado mucho de ella.
La pureza es un como un pájaro altísimo, es un bonito nombre para un sueño, que tuve y tengo y que espero no cumplir.
«Sonrisa»
La sonrisa a veces, muy pocas veces, levanta por el aire, y como un sol, y como la luna, y como los niños cantando … Es un milagro. La sonrisa es un milagro. El milagro de que yo te miro y tú me miras, como si casi me estuvieras esperando. Y yo allí llegara de repente a contarte el sueño que cambió mi pensamiento y mi vida .Y tú respuesta fue la sonrisa, ese rayo de luz para mi, esa estrella, ese sueño.
«Deseo»
El deseo es amarillo y negro, luce y brilla tras la lluvia, el sol, el verano o el
invierno. Todo gira, todo se va, pero todo vuelve. Es como para siempre. Para siempre doliendo. Para siempre imposible. Es como llorar, llorar, llorar. Amarillo y negro. Llorar.
No sé cómo explicar que he muerto y he resucitado durante casi mil días. Una enfermedad. Un conflicto. Para alguien como yo, un conflicto. Las ataduras. Los valores. Lo social. El mundo. Casi mil días pensando si existen o no los amores malos. Y aún no lo sé. Y aun no lo sé …
Yo he pensado en su cuerpo muchas veces, he imaginado mucho, unas veces con dulzura, otras con fuego, con oscuridad …. Y ella también. Ella también. Nunca me lo ha dicho pero yo eso lo sé. Eso está en el aire.
Y también las canciones, las canciones han sido el líquido hidratante de mi vida. Ella me las mandaba. Ella me las decía. Todas eran de amor. Amigos con compromisos familiares que se envían canciones de amor. Y fotos. También me enviaba fotos, de su día a día. Si iba a la boda de un primo, me mandaba una foto con su primo. Con su marido no, con su primo. He sido feliz e infeliz todos los días. Como cuando era adolescente y me gustaba una compañera de clase con la que no hablaba pero, en cambio, nos escribíamos cartas.
Lo dice la Antroposofía, en el séptimo septenio de la vida de cada persona existe un movimiento de vuelta atrás, hacia la adolescencia, intentando verificar qué sueños o ideales se han cumplido a lo largo del tiempo. La persona repite emociones y comportamientos de adolescente: enamoramiento, rebeldía, contradicciones … Es el túnel, la transición hacia la madurez.
Y, durante un tiempo, yo iba por la calle y me encontraba estas cosas … que parecía que las ponían para que yo las leyera …
Hace un mes, al poco tiempo de enterarme, yo le envié esta imagen.
Pero ella ya no la veía. Desde lejos, yo sentí que ella la miraba, pero ya no la veía.
Es triste, en la época de la comunicación, que un hombre como yo, a mi edad, no tenga a quien contarle esto, y tenga que escribirle a un amigo invisible.
La semana pasada, en un último impulso, le pregunté por qué. Ella me escribió: «Es mejor distanciarnos, tú y yo somos como agua y aceite».
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