Gerva es mi coche, y aunque últimamente me está dejando colgada sigue siendo parte de mi. Vivo apartada de la ciudad, supermercados, comercios, restaurantes… todo está lejos. Vamos… que sin mi Gerva no puedo hacer nada!

Mi mejor amiga me ha llamado para vernos y charlar un rato. Solemos quedar en una pequeña cafetería, donde hacen unos churros con chocolate de muerte, aunque luego te vengan las jodidas calorías recordándote que tu cuerpo ha tenido un pequeño aumento.

Dori habla sin parar, es una de esas personas que aún no se ha dado cuenta que los demás también tenemos boca, bla bla bla bla… Mientras, intento escucharla aparentando un interés inexistente, observo a una mujer sentada en la mesa de al lado, se le ve inquieta, en una mano tiene una napolitana y en la otra el móvil, come a la vez que escribe y de vez en cuando hace una extraña mueca de enojo. El camarero la observa mientras un señor entrado en años reclama su atención pidiendo un cortado corto de café.

– ¿No me estás escuchando?- Me pregunta Dori algo molesta.

– ¡Por supuesto que sí!- Le contesto mirándola rápidamente a los ojos. – Perdona que lo ponga en duda, porque te estoy diciendo que hay un policía apuntando tu matricula y no parece importarte. Me levanto dejando caer la silla y salgo disparada hacía Gerva (mi coche)

-Perdona ¿no me estarás multando? ¡Ha sido un momento! – El policía continúa escribiendo, ignorándome por completo. – Esto es absurdo, te estoy diciendo que ha sido un momento ¿no puedes mirarme cuando te hablo?- Pregunto indignada. -Vaya falta de respeto!!!-El poli levanta por fin la mirada y me entrega la multa, de repente el mundo se para y solo queda un eco repitiéndome una y otra vez… ¡¡¡ Qué bueno está el tío!!! Por un momento me he sentido intimidada, tonta, ridícula, impresionada, aquellos ojos azules me han echo temblar. Durante unos instantes estoy paralizada, el mundo se ha parado y yo me he quedado sin palabras. Entro en la cafetería, Dori me mira divertida, yo sigo en shock. – Vaya, vaya… ¿Que me he perdido?- Estoy aturdida, el tiempo se ha parado y no existe nada que no sea aquella mirada profunda y radiante. – No seas tonta, como te flipas, es impresionante la capacidad que tienes para imaginar cosas dónde no las hay-. Contesto intentando aparentar una tranquilidad inexistente. Dori no muy convencida cambia de conversación. – Que te parece si nos vamos de compras, total la multa ya te la han puesto, un vestidito nuevo, unos zapatos y que te quiten lo bailao!- La miro y una sonrisa dibuja mis labios… Nada mejor para arreglar lo inevitable, ocupar la mente en cosas entretenidas. Llego a casa después de unas horas y comienzo con la dichosa rutina de cada día, todo por hacer, habitaciones, lavabos, ropa, plancha y por último me decido a cocinar. ¿Es esta la vida que realmente quiero tener? ¿Un marido que no me ve y unos hijos que nunca están? ¡Que asco de todo! ¡Que asco! Llega la hora de comer, siempre somos tres, mi marido nunca llega hasta el anochecer. El trabajo es su vida, después de eso dudo que haya algo más, bueno… aparte de una secretaria guapísima y su moto. Después de un par de semanas mi hijo me comunica que se va a estudiar a Barcelona y que solo estará en casa los fines de semana. El mundo se me cae a pedazos, no me hago a la idea de estar sin él, han crecido tan deprisa… Mi hija levantará el vuelo pronto también ¿y yo ? ¿Que me quedará a mi? Soledad y esa pequeña cafetería donde paso gran parte de mis días charlando con Dori para evadir el vacío que hay en mi. Tengo treinta y ocho años, mis últimos diez años han pasado con muchos altibajos en mi matrimonio, un día sin saber porque todo cambio y dejé de ser importante para José, me volqué en mis hijos y quise cerrar los ojos a la realidad. Aprendí a vivir de esa forma y fui feliz a mi manera. Mi príncipe se había desteñido. Después de un fin de semana de sesión indefinida en el sofá viendo documentales y escuchando los ronquidos de mi marido llegó el milagroso lunes, para mi era una inyección de adrenalina . Esa mañana tenía que ir al centro, había quedado con Dori en la cafetería de siempre, pero antes tenía que llevar unos papeles a la oficina de José que se había dejado en casa y los necesitaba. El aparcamiento estaba imposible y después de dar unas cuantas vueltas a la manzana decidí dejar el coche en doble fila, total era solo un momento,de pronto escucho una voz… – En doble fila no se puede aparcar- ¡¡¡Joder!!! Es él!!! Otra vez!!! Su mirada era penetrante, durante unos instantes no supe reaccionar ni que decir, mirarlo me hacía sentir emociones que creí olvidadas. -Es solo un momento, enseguida me voy-. Dije sin más. -Siempre dices los mismo ¿para ti no existe las señales, o es que te haces la tonta?- -¡Claro que existe las señales! Pero tampoco pasa nada por un par de minutos, he dado tropecientas vueltas sin éxito, pero tranquilo ya me voy, no es necesario que me sermonees tanto, ya lo he captado. – Eso espero, a la próxima vez no voy a ser tan generoso, procura respetar las señales- – Si tranquilo , verás como no habrá próxima vez- Contesté con una sonrisa algo picarona. Nuestras miradas se cruzaron y algo mágico sucedió porque nunca más volví a ser la misma. Los días pasaban, José cada vez más distanciado y yo… bueno… yo en mi mundo de papel. Dori me veía diferente, algo había cambiado en mi mirada y mi sonrisa me delataba, pero ese… era mi secreto. Estaba enamorada de alguien que ni siquiera conocía. Eran casi las diez cuando José llegó a casa, había tenido una reunión y tenía que viajar para Alemania al amanecer , naturalmente siempre por trabajo, la verdad es que no me sorprendió, últimamente los viajes eran más frecuentes y repentinos. Preparó su maleta, un par de trajes, un par de tejanos y algún jersey, apenas nos miremos, puso el despertador temprano y me dio las buenas noches con un beso, la luz se apagó y yo durante unas horas permanecí despierta intentando atrapar aquellos ojos azules que me desvelaban cada noche. Desperté con el ruido de la cafetera, José estaba ya listo para salir , pero no sin antes tomarse su taza de café, me besó en la boca y se despidió con las mismas palabras de siempre… «Te echaré de menos» Salió por la puerta con su maleta y sus zapatos relucientes, y yo sentí una gran liberación. Fueron unos días tranquilos, iba a nadar, a montar en bicicleta, leía, veía la tele, conversaba con mi hija y al anochecer me sentaba en la terraza a contemplar las estrellas con mi soledad. José llegó algo cansado del viaje, abrió su maleta y sacó un regalo para mi, era lencería de la cara, no me sorprendió, solía hacerlo siempre que viajaba. Fingí sorprenderme, aunque la verdad me dio exactamente igual, vivíamos en mundos diferentes y cada vez me costaba más disimular que lo nuestro se apagaba. -¿Martina, estás bien?- Te noto distante-. -Todo bien, he conseguido acostumbrarme a tus viajes repentinos y a esa forma de vida que tú has querido darme, si lo que te molesta es no verme llorar o discutir por no comprender tu indiferencia, quédate tranquilo, las lecciones tarde o temprano se aprenden y yo al fin las he aprendido. -Acabo de llegar y ya quieres discutir? -No, simplemente me has preguntado y yo te he contestado, pero bueno dejemos este tema. ¿has cenado? ¿Te preparo algo? – He cenado en el avión, me voy a dar una ducha y cuando salga espero verte con lo que te he comprado puesto. -Si, como no-. Susurré en voz baja. Por la mañana sonó el teléfono, José se había marchado ya, era Dori, con su voz medio ronca y algo enfadada. -Hola… ¿Qué tal estás Martina? Si no te llamo yo te olvidas por completo de mi-. -Perdona, estoy un poco liada-. Mentí para excusarme, tenía toda la razón. -¿Y que tal con José? ¿Lo llevas mejor? ¿O todo continúa igual? -Llevamos caminos diferentes, no sé cuándo ni como, pero un día de repente todo cambió y ya nunca ha vuelto a ser lo mismo-. -Creo que dramatizas mucho, dale una oportunidad, se pasa la vida trabajando para que no os falte de nada, intenta valorar un poco más su esfuerzo. Sueñas demasiado y créeme los príncipes solo existen en los cuentos. ¿Nos vemos mañana para desayunar? – OK, a las nueve en la cafetería. Hasta mañana. Cuelgo el teléfono y me siento en una silla cerca de la ventana… Estoy agotada, mi vida se queda en off. ¡Que asco de vida! ¡Que asco! Carlos se ha marchado, para mi es un golpe bajo, siempre he estado al lado de mis hijos y aunque es algo que tarde o temprano tenía que suceder me cuesta asimilarlo. Sonrío al recordarlo con tristeza, siempre tan independiente, tan reservado, tan poco hablador. Alba es todo lo contrario, cariñosa, cercana, habladora, aunque últimamente también se está distanciando, no quepo en sus vidas, comienzo a sobrar ¡y como duele joder! Durante el desayuno José me pide que lleve unos papeles a la gestoria, es algo urgente y él no puede llevarlos porque a primera hora tiene una reunión importante. -¿Y tu secretaria? ¿No puede ir ella?- Pregunto algo molesta. -Tenemos mucho trabajo, no puede dejar la oficina para ir a llevar esos documentos y ya te he dicho que yo estaré en una reunión. -Si, de acuerdo ya iré-. Contesto con resignación. Llamo a Dori para quedar algo más tarde, le explico que tengo que ir a la gestoria a llevar unos papeles que José me ha dado y no abren hasta las nueve. Busco las llaves del coche y al abrir la puerta veo que está lloviendo a cantaros. ¡¡¡Lo que faltaba!!! Cojo un paraguas y la carpeta que me ha dejado José. El tráfico está fatal y yo muy cabreada, como no encuentro aparcamiento decido dejarlo para más tarde, voy pensativa y algo distraída, el semáforo se pone en rojo y aprovecho para rebuscar en mi bolso el paquete de tabaco, me enciendo un cigarrillo y pongo música. El semáforo se pone en verde pero no me doy cuenta, los coches comienzan a pitar y el coche se me cala, intento arrancar pero no lo consigo hasta el tercer intento. ¡¡¡Joder lo siento!!! En cuánto veis a una mujer en el volante os crecéis!!!¡¡¡Que os den!!! De pronto veo un coche de policía que se para a mi lado. ¡Ya lo que faltaba! ¡Es él! El poli de los ojos azules ¡otra vez no! Baja la ventanilla y con una sonrisa me dice… -¿Otra vez tú? !Que castigo! -Perdón, ya me iba, tranquilo-. Sonrío y con la mirada le digo todo lo que no puedo expresarle con mis palabras. Imposible que no se haya dado cuenta de la atracción que siento hacía él. Voy dirección a la cafetería, esta vez intento aparcar bien el coche, no más líos, pongo el intermitente y pongo marcha atrás, sin querer le doy al coche que tengo detrás y le rompo uno de los faros, el conductor que me ve se acerca gritándome, discutimos por las formas que se ha dirigido a mi y llama a la policía. Llega el coche patrulla y esta vez soy yo la que me adelanto. -¿Otra vez tú? ¿Es que no hay más policías?- -Madre mía, te estás luciendo ¿lo haces a posta para verme o qué? -¿Perdona? ¿Quién te crees que eres? -¡No! ¿Quién te crees que eres tú! Donde te han dado el carnet de conducir? – ¡Vale! Le he dado al coche sin querer, me he disculpado y este señor ha comenzado a gritarme, lo único que quiero es hacer el parte y marcharme. -Documentación por favor-. Busco rápidamente en la guantera y se la entrego. -Estás comenzando a caerme mal ¿lo sabes verdad?- Le digo con ironía. Él me mira. -¿Sabes como hacer un parte Martina?- -¡Claro que si! ¿Qué te has creído? ¿Y cómo sabes mi nombre?- Sonríe… -Lo pone aquí-. Y me devuelve la documentación. -¡Claro! Bueno… un poco despistada si que soy, perdona. -¿Un poco? Debes centrarte más cuando estás en el volante-. Se va y yo me quedo con el señor antipático haciendo el parte. Entro en la cafetería, allí está Dori esperándome. -Ya era hora, chica a ti la puntualidad como que no-. Prefiero ignorar ese comentario. Le digo mientras me quito el abrigo y busco donde dejar el paraguas. Hago una señal al camarero y le pido una taza de chocolate, estoy contenta y no puedo disimularlo, pero aún así no le cuento nada a Dori, no… de momento… Mi vida se ha convertido en emociones incontroladas, sueño con él despierta, invento historias y olvido que estoy casada, solo quiero pensar que soy feliz. Me pregunto como se llamará. ¿Estará casado? ¿Tendrá hijos? Quisiera saberlo todo y no sé nada y así me duermo cada noche con su sonrisa en mi pensamiento y al lado de alguien a quién he dejado de amar. Carlos ha llamado por teléfono, está contento, ha tenido un examen y le ha ido muy bien, nos echa de menos , tiene ganas de comer en casa porque la comida de la pensión no es tan buena como la que hago yo, me hace reír , hablamos un rato, pregunta por su padre y por Alba y al final nos despedimos con un te quiero. Después de unos días, Dori viene a buscarme quiere que le acompañe hacer un par de recados. Ando como loca buscando un libro de matemáticas que Alba se ha dejado en casa y lo necesita para media mañana, miro entre sus cosas y nada, al final lo dejo por imposible y me visto rápidamente, me pinto un poco, mientras Dori se queja de lo impuntual que soy siempre. Hace cinco meses que no he vuelto a ver al poli, estoy algo desanimada, pero tal vez sea lo mejor. Pasamos un momento por el insti y le explico a Alba que el libro no aparece, Alba sonríe y me explica que lo tenía en clase. ¡Aggghhh que asco de vida, que asco! -Bueno Martina… ¿Cómo van las cosas con José?- Pregunta Dori, la misma pregunta de siempre. -Pues todo sigue igual, lo que no entiendo porque siempre me haces la misma pregunta-. -Bueno me preocupo por ti, eso es todo. No te veo feliz. -Tú tampoco estás pasando por tu mejor momento querida. Le contesto con algo de ironía. Dori sonríe, para ella no existe los problemas, vive la vida tal como le viene sin más, nada le afecta, una de las razones por la que le admiro. -Mi matrimonio esta roto, no siento nada por José, intento acercarme a él, sentir, pero solo veo a un extraño-. -Cancela lo negativo Martina y vive la vida. -¿Nos vamos?- Le pregunto. -¡Vale! ya lo he captado, cambiamos de tema y listas. OK-. El deporte es mi fuerza , se ha convertido en mi mejor aliado, me he centrado más en la natación, cada mañana nado una hora sin parar y luego me doy una ducha fría , nada mejor para activar mi cuerpo. Hoy José ha llegado a casa con ganas de conversación, ha estado agradable, incluso me atrevería a decir seductor. -Martina, ¿te gustaría que saliéramos esta noche?- -No me apetece mucho, pero si a ti te hace feliz… -¡¡¡Anda no seas tonta!!! Venga, arréglate y ponte guapa, que te voy a llevar a un sitio precioso a cenar-. He buscado en el armario algún vestido que ponerme, hace tanto tiempo que no salgo de noche que me da hasta pereza, pero tal vez me vaya bien romper esta rutina, quizás sea otra oportunidad para volver a enamorarnos como antes o al menos mejorar nuestra relación. Estás preciosa con ese vestido, aunque es un poco ajustado, como me pones nena. Se acerca y me besa, vuelve a besarme… Cojo mi bolso y salimos agarrados de la mano como una pareja aparentemente enamorada. Entramos en el restaurante, es un lugar precioso, acogedor, las paredes son de piedra y se divide en pequeñas salas con arcos. Un camarero se acerca y nos acompaña a una mesa cercana a una chimenea. Mis pasos casi se paralizan. ¡No puede ser! ¡Tierra tragame! ¡No puedo creer lo que están viendo mis ojos!


SINOPSIS.

José, un hombre de negocios, Martina ama de casa, son un matrimonio que no tienen nada en común . Lo único que les une son dos hijos hasta que crecen y deciden independizarse. Él no tiene tiempo para su mujer y ella tiene demasiado tiempo para soñar. Su mejor amiga acaba siendo su peor pesadilla y su verdadero príncipe llega demasiado tarde. El amor se grita, no se guarda en el corazón, porque depende de lo que hagas , tu vida puede ser lo más maravilloso del mundo o simplemente ser un pozo vacío. Todos tenemos una historia que contar, un camino equivocado y unas lágrimas derramadas al viento. Cuando has dado todo de ti, cuando ya no te quedan fuerzas para seguir, piensa que tu corazón es inmenso y mientras haya un latido puedes continuar. Eres fuerza, eres mujer.




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