Desde que tengo uso del recuerdo, me llevaba en una bicicleta cantando o silbando melodías al estilo Benny Moré, Tejedor y rancheras mejicanas. Tiene bonita voz y pudo haber sido en su tiempo un barítono, pero al perder a su madre a los 7 años comenzó a trabajar muy temprano en funciones de mensajería, vendedor de zapatos y en la vida militar hasta su retiro, en el que después para ganar dinero extra, chapeo patios y realizó guardias nocturnas en diferentes lugares.

Soy la hija mayor que nací entre cambios de casas y lugares de la convulsa juventud de este y mi madre, que se debatían entre la revolución naciente y un gobierno que daba sus primeros pasos cuando muy jóvenes se fueron para la capital.

De niña lo veía esporádica mente porque él se movilizaba por días y cuatro hijos pequeños reclamaban la presencia de mi madre, yo debía estar con mi abuela, tía, o una vecina que me cuidaba cuando esta se iba a hacer alguna diligencia con mis hermanos, por lo que siempre estuve lejos. Al cumplir la mayoría de edad me casé y fui a vivir a la provincia natal de mis padres y esta relación se volvió más distante, muy pesar de que me preocupaba por visitarlos y ellos me visitaban a mí, o venían a ver a algún familiar enfermo.

En cambio mis hermanos, se reunían algunos que otro fin de semana con ellos, pero a veces tardaban hasta tres meses sin verlos y mi padre aprovechaba la oportunidad de visitarlos y darse unas escapaditas a unos bares o expendió de cervezas que existían durante el trayecto hacia las casas de ellos, estos le jaraneaban y decían:

-Oye chen… tú eres zorro, con ese diente que tienes, abres cervezas como un condenao.

Y eso, lo divertía.

Mi padre es todo un personaje, como dice mi hermana que también vive lejos. A él le encantan las fiestas, siempre que pueda hacer gala de su voz y bailar hasta el cansancio, pero hoy, sus dedos torcidos por la artritis ya le causa mucho dolor al hacerlo, y yo, que alguna que otra vez fui a las fiestas, lo acompañé en su danza y aprendí a bailar con él. Es un caballero a la antigua con un toque de locura que lo hace llamativo donde quiera que esta.

Una vez, mis padres tuvieron que legalizar el matrimonio al no aparecer en los archivos y mis hermanos le organizaron la ceremonia nupcial con una luna de miel incluido, ella tenía cincuenta y seis y él sesenta y dos y se fueron a pasarlo a un hotel donde una noche mi padre cogió una carga de alcohol que le dijo a mi madre que se iría para el show, ella que estaba brava con sus desatinos le dijo  se quedaría en la habitación donde después de pasado un rato sintió risas y a alguien que cantaba por el micrófono, la gente le aplaudía y pedía: ¡Otra!, ¡otra!, la voz era inconfundible, pero no podía creerlo, al asomarse por la ventana que daba relativamente cerca del escenario, vio a mi padre muy entonado y que le  gritaban además.- ¡Que venga la novia ¡…-! Queremos conocerla! Mi madre por vergüenza no salió, quería que la tierra se la tragara. Él, había dicho que estaba de luna de miel y dedicaba su canción a la novia que había quedado en la habitación. Los humoristas que conducían el espectáculo estaban visiblemente molestos y locos porque se fuera, porque les había robado el show.

En otra oportunidad, se fueron para un campismo junto a unas amistades y habían ahorrado un dinero para los gastos del lugar, mi madre administraría por esos días ese dinero y por su parte, además, había ahorrado otro poco sin decirle nada a él, resulta, que ella no era bebedora pero al ir con las amigas se tomaban un traguito pequeño y se reían y hacían cuentos ,y si mi papá aparecía, le compraban también uno a él ,y para pagar siempre le dejaban propinas al camarero, mi padre se quedaba de ultimo con alguna excusa y ella lo veía venir siempre de medio  lado, dando tumbos y decía :-yo quisiera saber , ¿dónde cogió ese peo? , !si él no tiene dinero!, a lo que una de ellas le respondió.

-Mija , pero tú no ves que él se queda de último siempre que pagamos para coger las propinas y tomarse el trago.

-Pero, ¿Cómo así?

-Sí, obsérvalo cuando vayamos al bar.

En efecto, este se quedó atrás y cuando el mesero vino a traer el vuelto, él lo recogió y se compró otro trago y cuando mi madre le reclamó dijo:

-Hay mami, eso es normal.

A partir de ahí, mi mamá le dejaba dinero extra para que se tomara lo que quisiera pero él no dejaba de perder la oportunidad de recoger las propinas, siempre que le dieran un chance.

Estas, eran anécdotas que salían a relucir en las reuniones o fiestas familiares donde él tomaba el mando, pues le gustaba cocinar para todos y servir al estilo restaurante con todo el protocolo que llevaba, comer acompañado con el pedacito de pan, tomar jugos, cerveza o vino tinto y las finalizaba diciendo-¡Eso es normal!… porque para él, puede suceder cualquier cosa en este mundo terrenal y por eso su frase favorita se convirtió en una muletilla familiar que cuando queríamos jaranear le decíamos a coro.-Eeeso es nooormal.

Esas reuniones fueron menguando en momentos en que el transporte se hizo más caro y difícil y mi madre arreciaba en sus crisis de diabetes e hipertensión y mi padre que era cardíaco lidiaba con todo aquello solo. A mis hermanos les resultaba un problema moverse en los lugares y visitarlos, por lo que ellos,  ante tal situación, tomaron la determinación de vender y mudarse cerca de mí.

Al principio buscamos formas de que no sintieran el cambio, pues la casa en la que vivían era más grande y acogedora en comparación con esta en la que residen actualmente, su forma de vida más activa había dominado su ritmo y conocían a muchas personas y las personas los conocían a ellos, por tal razón cuando estos les llaman  por teléfono. Él , les dice, que los extraña, que venderá esta casa y volverá nuevamente . Vive entre la nostalgia de esa Habana que lo acogió comenzando a vivir y el recuerdo de sus hijos, vecinos y amigos que quedaron atrás, espera cada día por que la terminal comience a funcionar y reniega diciendo que se siente como un pez fuera del agua.

Ahora, mi padre al estar en un ambiente nuevo, se ha vuelto aislado, callado o huraño y nuestra relación a veces se torna un tanto difícil, pues desea visitar a los demás hijos y al no tener transporte por el tema de la pandemia se pone mal humorado, repite que tiene ganas de irse, unido a esto ha perdido la vista de un ojo y el médico le ha dicho que tiene cataratas pero que no lo pueden operar porque los hospitales no las están haciendo. 

Ya el brillo de sus ojos se ha perdido,  solo destellos de luz aparecen cuando en arranques de juegos y locura le decimos: -¡Nos vamos para la habana!, y él sonríe contestando: -no me lo digan dos veces.  hoy camina  las calles de esta provincia,  recordando sus barrios, los amigos que dejó, al hermano que recién falleció, el pasado infantil o algo que lo ancle a este lugar, que le resulta desconocido y poco familiar. Recuerda que aquí pudo haber sido un cantante profesional y dice que de joven grabó un disco con un cantante local y que ambos se presentaron en la Egren, que era la disquera que en ese momento hacia grabaciones, pero como vino para la capital a vivir nunca más supo de él, ni del disco.

Siempre bien temprano en la mañana me visita,me saluda,  y refleja en su tono de voz una confusión que trata de mitigar con familiaridad, expresa mediante ella, que a veces yo también le resulto desconocida y  me dice:

-Oye, ¡no han hecho café hoy!, ¡qué barbaridad!

-No papi, pero hazlo si quieres y trata de no derramar que limpié la cocina anoche.

-Bueno… entonces no lo hago

-Si hazlo… pero evita no votar.

– haa, está bien.

Cuando se va de la cocina, es un campo de batalla, sus manos temblorosas derraman el café toda vez que recuerda que tiene este vicio y que no puede dominarle, deja marcas de pisadas y agua incluidas. Trapos manchados, vasos rotos, en fin todo un volcán y mi madre le pelea y ahí se pone hostil y quiere irse nuevamente.

Para palear esa angustia, busco a un cantante llamado mayito que lo conozco de otras actividades en las que he participado y donde un día, en una de ellas, llevé a mi padre y al verlo me dijo:- ese es mi amigo con que el grabé el disco, luego fue y lo saludó muy efusivo. A lo que mayito contestó alegremente.

Mayito es un solista, que toca pianola y ameniza las fiestas o actividades donde le paguen o convoquen. Un día pasó por mi casa y le digo:

– Mayito, quiero que vengas para el cumple de mi papá, él estaría muy contento de que estés con nosotros.

-Ha okey, cuando quieras.

-¿Sabes que él siempre me cuenta que ustedes grabaron un disco cuando eran jóvenes?

Y mayito se me queda mirando, como si no supiera de que estoy hablándole. Extrañado Y yo le insisto.

-Si chico en la Egren , hace muchos años.

Y me vuelve a mirar interrogante, con pena y me dice:

-¿Quién es tu padre?…yo nunca he estado allí, ni he grabado disco.

Y quiero meter la cabeza en cubo y le digo:

– Bueno, tal vez mi papá se confundió. ¿Pero de todos modos vienes he?..

– Siii, está bien, Tú me avisas.

Y ahí terminó la historia del disco y mayito.

Esa fiesta jamás se pudo hacer por el tema de la pandemia  y voy sintiendo que él se me apaga y que perdemos tiempo de estar juntos por este jodido encierro.

Hace unos días mi hermana le dijo que le mandaría un paquete con una persona que debía traérselo en la noche, al otro día al amanecer, mi papá como un niño me llamó.

-¿No vino el paquete?

-No papi, no lo han traído, pero no te preocupes, yo te lo guardo.

Ante la insistencia yo le preparo una pequeña caja bien envuelta con perfume, jabones y café y le hago una dedicatoria con su nombre y lo llamo.

-Mira papi, trajeron una caja pequeña, porque la grande, el carro venía muy cargado y la traen luego.

Viene rápido a buscarlo y me dice. -Aquí vienen seguro las cuchillas de afeitar que le pedí a mi yerno… y el café.

-Pero ábrelo papi.

-No, no,…lo abro cuando llegue a la casa.

-Pero a lo mejor viene algo que me interesa…. le digo

-Aquí no viene nada para ti, pero lo voy a abrir.

Buscó rápido, y dijo – bueno el café si vino, pero se le olvidó las cuchillas! y que rico me envío perfume ¡.

Todo lo guardó . El otro paquete jamás vino, porque la persona se enfermó de covid

Y así, todos los días, busco formas de completar el vacío y de encontrar al ave canora que habita en él, que cuando más triste y solo esté, entone sus melodías al aire dejando escapar la pena con una lágrima rodando en sus mejillas.

Ya su voz no es la misma y a veces se distorsiona, se olvida las letras y pierde el ritmo. Pero aún así, sigo creyendo que es la voz más bonita que existe.

-Enciendo el karaoke y le digo.- Te pongo a Tejedor o me vas a cantar aquella de cuando era niña… ¿Cómo era que se llamaba?…Se le ilumina el rostro y responde. -¡Novia mía!

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