FLOR DE OTOÑO

FLOR DE OTOÑO

Ismael Ramirez

11/04/2021

Ángela pasó la mayor parte de su vida cuidando de sus padres y dedicándose a trabajar. No se dió tiempo para pensar en ella misma o  en un hombre que ocupara ese lugar que solo su soledad llenaba.

Pero su padre muere  y ella ya es una mujer mayor. Su madre desde hace mucho tiempo le aconsejaba que se diera la oportunidad de amar pero Ángela prefería los estudios y cuidar de ellos.   Siempre decía: “ya habrá tiempo para eso” pero el tiempo pasó, pasó su juventud, de aquella bella joven ya solo quedan recuerdos en las mentes de algunos que quisieron su amor y no lo tuvieron. Sigue siendo hermosa, pero su hermosura es la de un paisaje en otoño cuando la vida se le va agotando poco a poco.

Las razones por las que la ha pasado sola terminan con la muerte de su mamá solo un par de meses después de que su padre murió. 

¿Qué será de Ángela ahora?

¿Qué razones tiene su vida y su soledad?

Su madre mientras agonizaba le preguntaba porque no se había dado la oportunidad de amar y ella respondió que prefirió cuidar de ellos como ellos lo hicieron con ella cuando era niña y que ahora ya no había más oportunidad porque las flores no florecen en otoño. Eso dijo con la mirada triste.

En el entierro de su madre Ángela se encuentra con un amigo de la juventud. El es Mario, un hombre igual de maduro que ella y lleva en su cuerpo y su corazón muchas cicatrices. Sus padres lo metieron al ejército y estuvo en varias batallas.

Ambos se cuentan que ha sido de su vida. Ángela le cuenta que sigue tan sola como la puede recordar.

Mario le pregunta:

¿Jamás sentiste amor por un hombre?

Ángela responde:

Jamás pensé en amar o dejar que un hombre me amara.

¿Y ahora piensas en el amor?

Pregunta Mario.

Ahora ya es tarde.

Responde Ángela bajando la voz.

Mario le dice que nunca es tarde y ella le responde con la frase “las flores no florecen en otoño».

Ángela se despide y se va apresurada hacia su casa. Estando ahí piensa en el amor, en los besos y abrazos que nunca dió, en las caricias que su cuerpo no ha recibido y en todas esas sensaciones que se negó a sentir. De pronto una lagrima rueda por su mejilla. Sabe que la vida se le está escapando y hoy quisiera haber amado.

Llega a su mente el pensamiento de que su vida ya no tiene sentido, siente que sería mejor morir. Después de pensarlo un momento se decide a ya no vivir, pero también decide darse un día para salir sin pensar en volver rápido a casa, en responsabilidades ni agobios y sin presiones. Decide vivir un día en plena libertad y luego quitarse la vida.

A la mañana del siguiente día se arregla y sale viéndose deslumbrante como el más hermoso atardecer.

Cuando va caminando por el parque la ve Mario y poco a poco se acerca a ella. Se para a su lado y le dice:

“Nunca había visto tanta hermosura”

Ella se sonroja un poco y a la vez su mirada se entristece y responde:

“Si me quieres apreciar hazlo hoy porque no habrá más días”

Mario le pregunta porque ha dicho eso pero Ángela se va sin responder.

Mario va tras ella y la toma del brazo para detenerla pidiéndole una explicación para sus palabras.

Ángela le responde:

“Quizá hoy viva por primera y última vez Mario, no hay razón para seguir aquí, mis padres se fueron, la vida en mi se ha secado, soy un otoño que no quiere llegar al invierno. Por eso solo por hoy disfrutaré todo lo posible en este lugar y al final del día me iré con mis padres”.

El la mira con tristeza y le dice:

“Entiendo lo que quieres hacer, yo también viví por una razón. Defender a mi país y a mi gente, pero también la vida me ha apartado de eso y no se que hacer con el tiempo que me queda.

Hay en mi la intención de darte cariño porque desde jóvenes te amé y no has salido de mi mente. Creí que harías una familia pero veo que te quedaste tan sola como yo.

Así que te propongo algo: por hoy déjame darte un poco de lo que hubiera querido. No importa si no hay flores en otoño, se la mía y al final del día partimos juntos”.

Ángela lo ve sorprendida y le pregunta la razón de que quiera hacer algo así. Mario solamente le cuenta que quiere amar pero amarla a ella nada más.

Ella no siente amor por el pero a pesar de eso le importa y le pide que no la siga en esa decisión pero Mario extiende su mano y le dice:

¡Vamos por un día hermoso mi flor de otoño!

Ante eso no hay más que decir, solo le queda tomar su mano. Lo hace y se van caminando juntos por el parque, hablan y ríen de todo. Parecen dos adolescentes despreocupados de la vida.

Si alguien los viera no se imaginaría que están en su último día.

Entran a una cafetería para probar todas las clases de pasteles que de niños le encantaban a cada uno de ellos, pero solamente quitan unos pequeños bocados de cada clase de pastel y lo demás lo colocan en una caja para llevarlo a los niños de la calle para que tengan también un día de felicidad.

Cuando están repartiendo los pasteles entre los niños Ángela ve a Mario y siente que algo ha cambiado en ella, ve en aquel hombre golpeado por los años alguien maravilloso y siente en ella un millón de sensaciones nuevas provocados por el, pero solo sonríe y sigue con su día.

Van a un bosque a caminar, luego a un muelle y acarician el agua juntos y mientras rosan sus manos los sentimientos en cada uno de ellos florecen como flores en primavera.

Llega el final del día y el atardecer les parece tan bello como nunca antes lo había sido. Maro toma de la mano a Ángela y le pregunta:

¿Como deseas que nos vayamos?

Ángela responde con la voz quebrantada:

“No tuve tiempo de pensar en eso, pero veo que ya llegó la hora”

Mario acaricia su cabello y le dice:

¡No tiene que ser así, si lo quieres!

Ángela lo ve y responde:

“Mis padres me esperan, pero no es necesario que vengas”

Se levanta y se va rápido. Mario de nuevo va tras ella, la toma de la mano y le pide que no diga nada.

Cuando llegan a casa de Ángela, ella prepara una copa de licor y muchas pastillas para dormir. Ese será su boleto de ida. 

Cuando ya está todo listo se van a la cama de Ángela, ambos se recuestan, toman las copas y brindan teniendo en su otra mano un puño de pastillas para dormir. Llevan las pastillas a su boca y antes de tomarlas Mario rompe el silencio diciendo:

“Ángela, antes de partir quiero pedirte un deseo”

Ángela responde:

“Está bien pero que sea rápido”

Mario dice:

“Solo quiero que me regales un beso, aunque sea por única vez en mi vida quiero conocer el sabor de tus labios”.

Ella responde con tristeza:

“yo jamás he besado, pero creo que por ser nuestro último día puedo conceder tu deseo y saber yo que se siente”.

Van acercando sus labios poco a poco, mientras sus ojos se cierran, sus labios chocan y explotan sensaciones en sus corazones. El beso dura un par de segundos y luego Ángela diciendo que ya es hora toma las pastillas, las mete en su boca, las traga y luego se toma toda la copa de licor, fue tanta la droga que se administró que al instante empieza a perder el sentido y Mario al verla se llena de miedo. En lugar de hacer el lo mismo decide llevarla al hospital. Sin importar que ya no sea tan fuerte como antes la toma en sus brazos y corre por la calle cargándola y pidiendo ayuda a gritos.

Nadie en la calle le ayuda pero consigue llegar al hospital. Pide a un doctor que le salve la vida. El doctor asustado pregunta por lo que sucedió y Mario le cuenta todo rogándole que salve a esa mujer porque no la quiere dejar ir.

Llevan a Ángela a urgencias y comienzan a luchar por salvarle la vida. Mario se queda afuera y ahí cada segundo parece mil años sin saber que es lo que sucederá.

Sale un doctor y pregunta por el acompañante de Ángela, Mario se levanta desesperado y pregunta por su estado pero el doctor sólo le dice que pase a verla.

Entra al cuarto donde la tienen con los ojos llenos de lágrimas y la ve. Tiene sus ojos cerrados y los signos vitales muy débiles. Se acerca llorando y le súplica que no se vaya, que no lo deje, que no importa que sea otoño en sus vidas; los dos pueden florecer juntos.

Grita con llanto y desesperación:

¡Mi amor por favor no me dejes!

En ese momento ella abre un poco los ojos y le dice con voz baja:

“nadie antes me había dicho mi amor”

Mario dice:

“Ángela, mi Ángela, tu eres mi amor y no puedo dejarte ir, no quiero que nos vayamos sin vivir al menos un poco más y disfrutar de amarte”.

Una lagrima y una sonrisa se ven en el rostro de Ángela y responde:

“Siento cosas que nunca sentí y todas son hermosas y son por ti, siento florecer en mi el amor como una flor de otoño y siento ganas de vivir y seguir sintiendo, pero no hay fuerza en mi y mi vida se va”.

En ese momento se desmaya y Mario le grita que despierte y a los doctores que le ayuden. Ellos entran y le piden salir del cuarto para que puedan tratar de salvarla.

De nuevo el tiempo se vuelve eterno para Mario hasta que al fin un doctor lo llama y el entra casi corriendo.

Salen lágrimas de sus ojos y con voz bajita le dice:

¡Estás viva!…¡Estás viva!

Ella le sonríe y responde:

“Gracias a ti lo estoy y gracias a ti siento ganas de vivir y no solo eso sino también de amar”

Mario toma la mano de Ángela con ternura y se la besa, luego le dice:

“lo haremos mi amor, juntos viviremos, juntos vamos florecer. Toma fuerza para salir de este lugar porque días como el de hoy puedan haber muchos, pero sin envenenarnos”.

Ángela sonríe y responde:

“No quiero días iguales a hoy, quiero cada día vivir de nuevo y sentir que me sigues salvando de formas distintas”.

Mario le dice:

“será un placer amarte y verte vivir, y ahora será un placer verte descansar para que te repongas. Así que duerme para que recuperes tu fuerza”.

Ella accede a tratar de dormir y le pide que no se vaya. Mario promete jamás hacerlo y le da un beso en la frente.

Al día siguiente Ángela despierta y ve a su lado un ramo de rosas y una tarjeta que dice:

“te quiero ver como estas flores, radiante y llena de vida, y aunque como ellas también se te escape un día, prometo hacer que mientras llega ese momento seas la mujer más feliz del mundo”.

Entra Mario a donde está ella, la abraza y se ponen a hablar. Ese día la pasan en el hospital pero felices.

Al siguiente salen de ahí. Mientras van a casa planean que hacer al día siguiente. Ángela dice que no saben si habrá un día siguiente, pero Mario responde: 

“quizá no, pero si lo hay lo viviremos como el último de nuestras vidas, buscaremos nuevas cosas, nuevas sensaciones, haremos planes sin pensar en que no se cumplirán, sin pensar en que no debe ser. No importa si no hay mañana, nosotros lo imaginaremos y si llega lo viviremos al máximo. Las flores no saben si hay mañana, no saben si las van a cortar o si la tormenta las arrancará, pero cada día que alcanzan mantienen su fulgor y su belleza, con suerte poco a poco se les escapan y llega su final cuando ya es su destino. Eso quiero para nosotros, vivir sin esperar el final y florecer hasta que sea nuestro destino partir”.

Ahí unen sus manos, sonríen y prometen vivir y amar.

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