Zanahorias para recordar

Zanahorias para recordar

ViKathy

10/04/2021

Los años pasaban, desde hace mucho había dejado de importarme, pero hoy era diferente, después de mucho tiempo había encontrado un poco de consuelo, vagué por mi habitación y revise uno de los empolvados estantes lo vi, un marco desgastado con una hermosa fotografía, el recuerdo de mi pequeña familia, ¿En que momento me había quedado completamente sola?, mis dedos recorrieron con cuidado la fotografía, me detuve al acariciar el pálido rostro de Antonio, las lágrimas inundaron mis ojos, los recuerdos a su lado me transportaron al pasado. 

Caminaba por la plaza en busca de unas buenas verduras, me acerque a uno de los puestos y revise las zanahorias, su increíble color me atrajo, al otro lado del puesto no se encontraba nadie, espere con paciencia un par de minutos hasta que pude ver a un hombre acercarse.

– ¿Cómo puedo ayudarle? – Me observó con una leve sonrisa en los labios, sentí un nudo en la garganta impidiendome hablar, señalé con el mentón las zanahorias, empacó algunas en una bolsa, tendí el dinero, lo tomó con cuidado acariciando accidentalmente mi mano, la retiré rápidamente como si su toque me hubiese quemado, tendió la bolsa con zanahorias y la recibí antes de continuar con mi busqueda, al regresar a casa encontré a mi madre en la cocina.

– ¿Encontraste todo? – Asentí – Acércate y ayúdame – Picaba los vegetales mientras mi madre hacia la sopa, saque una de las zanahorias y no pude evitar sonreir – ¿Te pasa algo?

– No – Respondí sin observarla

Al terminar de cocinar dejámos la comida en la mesa, esperamos en silencio a mi padre para comenzar a comer, luego de lavar los platos me recosté en mi cama, rápidamente el sueño termino por invadirme.

Caminaba por las ajetreadas calles, suspire caminando hacia el rio para lavar la ropa, me gustaba venir especialmente a esta hora del día, normalmente no habia nadie, pero hoy era diferente, me sente cerca de la orilla y empece a lavar la ropa, me gire lentamente en el momento en que una sombra se poso sobre mi. 

– Buenas tardes

– Buenas tardes – Respondí volviendo a mi labor, se sentó a mi lado mientras arremangaba su camisa 

– Dejeme ayudarle – Lo observé confundida, sin prestarle atención a mi gesto saco uno de las prendas y comenzo a lavarla

– No es una tarea para hombres – Me observó 

– ¿Quién dice que no? – Sonrió, me encogí de hombros 

– ¿Al menos sabe como hacerlo? – Asintío 

– Lo he hecho toda mi vida – Sin responder nada seguí lavando junto a él, rápidamente había terminado, recogí todo lo lavado y me puse de pie

– Muchas gracias 

– Antonio – Tendió su mano, la tomé tímidamente y respondí 

– Rosa – Sonrió

– Tiene sentido 

– ¿Por que?

– Eres tan bonita como las rosas – Desvié la mirada – Discúlpeme, no quería incomodarla – Hizo un gesto de discupa – Dejeme compensarla – Negue 

– No se preocupe, pero no vuelva a hacer eso, esta mal

– ¿Qué cosa? – Me observo – ¿Hacerle un cumplido? – Asentí – No es tan malo cuando es verdad – Sonrió – Dejeme llevarla a algun lugar mañana – Descofié – Será a dar una vuelta – Levantó las manos con inocecia. Asentí sin estar del todo segura 

– Tengo que regresar – Asintió 

– La espero mañana aquí a esta misma hora 

– Lo intentaré – Respondí emprendiendo mi camino a casa

Durante todo el trayecto pensé en la excusa perfecta para salir de casa, pero tal vez sería imposible, al siguiente día me levanté y caminé a la cocina 

– Se acabaron las zanahorias – Me observó mi madre – Ve a traer unas – Sonreí en mi interior – Pero no tardes, vedran a almorzar los amigos de tu padre – Asentí, tome el dinero y caminé rápidamente hacia la plaza, busqué el puesto de zanahorias y cuando lo vi sonreí 

– Buenos días – Sonrío – Aún es temprano

– No iré – Me observó 

– ¿Por qué?

– Iran a cenar los amigos de mi padre, tengo que ayudarle a mi madre – Asintió pensativo 

– ¿Estaran en su casa toda la noche? – Negué – Escápese – Abrí los ojos sorprendida y negué repetidamente – Quiero volver a verla, necesito hablar con usted 

– No puedo hacer eso, esta mal – Fruncio el ceño – Además si me descubren tendré problemas 

– La ayudaré, digame dónde vive, la ayudaré a salir

– ¿Usted es algún tipo de ladrón? – Sonrió con diversión 

– No, simplemente soy un recolector y vendedor de zanahorias que quiere ayudarla a salir – Sonreí 

– Ahora que lo dice, podría venderme unas zanahorias – Sonrió

– Se las regalaré si acepta que nos veamos – Asentí con tímidez

– Hecho – Sonrió empacando un par de zanahorias, me las entregó e inmediatamente le di las indicaciones para llegar a mi casa – No saldré si usted no esta allí – Asintió con una sonrisa

– Nos vemos

El sol se ocutaba con velocidad, entre mas tarde se hacia mi corazón palpitaba mas desesperadamente, cuando la luna salió los amigos de mi padre comenzarón a despedirse, con emoción lave los platos, me despedí y caminé a mi habitación, me asomé tímidamente a la ventana y pudé ver una sombra emerger de la oscuridad, su mano se agitó en el aire

– Voy a subir – Leí en sus labios 

– Con cuidado – Susurré, asintió y se acercó tocando con cuidado la pared, cuando estuvo lo suficientemente cerca a la ventana tendí mi mano para ayudarlo a subir

– Buenas noches – Susurró – Tengo que sacarte de aquí – Se acercó a la puerta y la aseguró, me observó – ¿Está lista para escaparse? – Asentí – En la pared hay algúnas piedras un poco salidas, trate de pisarlas con cuidado, estan un poco resbalosas – Mis manos sudaron por el miedo – Si quiere bajé primero, yo la sostendre de la mano – Asentí. Me senté en el marco de la ventana y tuve miedo de caerme, Antonio tomo mi mano, sin soltarme me índico la forma en la que debía bajar, al tocar el suelo sonrió y corrió hacía los árboles llevandomé con él, cuando nos detuvimos trate de regular mi agitada respiración – ¿Se encuentrá bien? – Asentí

– Solo necesito un momento

– Venga conmigo – Tomó nuevamente mi mano y caminamos despacio, nos detuvimos frente a una pequeña casa – Pasé – Hice caso, Antonio se dirigió a la cocina y me entregó un vaso de agua – ¿Se siente mejor? – Asentí

– ¿Qué es lo que necesitaba decirme? – Se recostó en el espaldar de la silla observándome con diversión – ¿Qué sucede?

– Parecé muy curiosa – Sonrió – Regresando a su pregunta – Me observó a los ojos – No he pasado mucho tiempo a su lado, pero lo poco que he estado junto a usted me hace sentir muy bien, me gustaría que aceptara salir conmigo – Abrí los ojos sorprendida 

– No puedo aceptar

– ¿Por qué?

– Esta mal, mis padres se encargan de encontrar una pareja adecuada para mi – Inclinó un poco la cabeza sin dejar de observarme – No puedo simplemente aceptar salir con usted de esta forma

– ¿Eso le parece mejor? – Lo mire confundida – Esperar simplemente a que encuentren la persona con la que usted debe pasar el resto de su vida, atendiéndolo como si fuera un rey, no me parecé una vida muy feliz

– Son las tradiciones – Negó

– No es una tradición, es una condena – Sonrió – Además que le dice lo que esta mal, usted me dijo que estaba mal que la ayudara en el rio, lo hicé, me dijo que estaba mal escapar, y ahora está conmigo, ¿Le parecé estar haciendo algo malo? – Negué – Hagamos una cosa, no me responda ahora, le daré el tiempo que necesite para pensarlo, pero tome la decisión basándose en lo que siente, no quiero escuchar que esta mal cuando me de la respuesta

Los días pasaron, pensé las cosas una y otra vez, cuando por fin me decidí tome la ropa que debía lavar y me dirigí a la plaza, caminé con discreción hacia el puesto de zanahorias, me observo sin decir nada, levanté un poco la canasta haciendole entender a donde me dirigía, asintió casí imperceptible, retomé mi camino dirigiéndome al rio, minutos mas tarde lo vi llegar, sonrió 

– ¿Entonces?

– Aceptó – Su sonrisa se expandió – Pero, no podemos estar juntos en público, si mis padres se enteran no me perdonarán jamás 

– Hecho – Tendió su mano, la tome y sonreí 

Tenia razón, los días pasaban y cada vez se me dificultaba más estar lejos de él, nuestras salidas en la noche me hacian no querer que amaneciera nunca, nuestra complicidad crecía, estar a su lado observando las estrellas sin hablar, sintiendo simplemente la presencía era lo mejor que había. Ese día recibí una noticia que trataria de destruir mi mundo, cenabamos en silencio hasta que mi padre hablo

–  Te casaras mañana – Se me creo un nudo en el estómago – Uno de mis amigos es un excelente candidato – Negué, mi padre me observó sorprendido

– No puedo hacerlo

– ¿Crees tener opción? – Asentí

– Estoy saliendo con un chico – la tensión creció, mi madre cubrio su boca como si yo hubiera confesado haber cometido un crimen

– ¿Qué? – Preguntó enojado

– No podrá haber mejor candidato que él – Decir esto fue la gota que derramo el vaso.

Nuevamente escapé en la noche, pero esta vez Antonio no me esperaba, caminé a su casa y toqué a su puerta con desespercación, la puerta se abrió y su rostro preocupado fue lo primero que vi 

– ¿Qué paso? – Preguntó al ver mi rostro golpeado 

– Tenemos que irnos – Sollocé – No puedo casarme 

Salí del pueblo a su lado, no objetó, simplemente lo dejó todo por mi, los días siguientes fueron difíciles, busco un trabajo y regresó al negocio de las zanahorias, lo ayudaba en todo lo que podía, años mas tarde recibí una noticia que cambiaría nuestras vidas 

– Estoy embarazada – Me observó antes de derramarse en una gran sonrisa

– Me haces el hombre mas feliz del mundo – Dijo antes de besarme

Los meses pasaron, el amor entre nosotros crecía al igual que el tamaño de mi barriga, el día llego, el esperado día en que al fin tuve a mi hija en mis brazos

– ¿Cómo se llamara? 

– ¿Qué te parece? – Observó a nuestra hija pensativo – Cinthia – Asentí con entusiasmo

– Es un nombre muy bonito

Nuestra hija crecia con velocidad, pero todo cambio cuando con nerviosismo nos dió una noticia que rompería nuestro corazón 

– Mamá, papá – Nos observó – Me casaré – Nos observamos felices 

– Es increíble

– Pero – Mordio su labio – Me iré a otra ciudad 

– ¿Qué? – Preguntó confundido 

– Viviré con Juan en otra ciudad, ya compramos la casa

El día de su boda se fue, los años pasarón y nunca recibimos las visitas que nos había prometido

– ¿Antonio? – Lo moví del hombro – ¡Antonio! – Grité al sentir su cuerpo sin vida, su piel fria lo confirmaba, los años habian pasado, era verdad, pero nunca pensé que me dejaría tan pronto, aproximadamente 60 años habiamos pasado juntos, no era suficiente, ese día volví a ver a mi hija, acompañada de 3 niños pequeños y de su esposo, yo lloraba sobre su tumba, ella se agacho junto a mi abrazandome con fuerza 

– Deberias irte con nosotros – Negué

– Estó es lo único que me queda de Antonio – Sollocé

Limpie mis lágrimas y deje la fotografía en su lugar, minutos después sono la puerta, me levanté despacio y abrí 

– ¿Nos escapamos? – Sonreí tomando su mano, sabía que Antonio volvería por mi, muy pronto.

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