Mi querido amigo

Mi querido amigo

Alejandra Vergara

07/04/2021

Mi querido amigo, el peso de los años se posó sobre tus canas y las cosas que solías hacer no eran hechas con la misma intensidad que cuando fuiste jóven y sé te llenaba el alma con esa pasión ardiente, han transcurrido los años y observó detenidamente el viejo sofá dónde solías tomar el té; y me preguntó dónde se encuentra ese hombre que solías ser, pues el tiempo paso como las estaciones que azotan y llegan sin avisar llevándose tus pensamientos, esos tan dispersos como el viento que va de un lugar a otro.

En tus arrugas podía notar esas experiencias sobre la vida en donde ibas feliz por el mundo, danzando al mismo tiempo con la lluvia y disfrutando al lado de tu amada sin importar el lugar o aquellos comentarios tontos de la gente común,  que se sobre saltaban ante lo extraordinario del amor. Me preguntó si aún viven esa misma intensidad. 

Mi querido amigo, me viene  a la mente la primera vez que te conocí, un hombre apuesto y con una fuerza impresionante y en ese primer abrazo que me diste  sentí que pertenecía a tí; aunque debo confesar que me sentía asustada y apreté muy fuerte la mano de mamá,  y ella me dijo

 – Tranquila pequeña, es el abuelo. 

Desde aquel momento solíamos ir a verte cada domingo y disfrutaba tanto tu compañía que anhelaba pasarán las semanas tan rápido, cómo lo hacía el tren a su pasó, porqué  tus juegos eran los más originales que había aprendido sin duda muy feliz junto a ti. Era la niña más envidiada de la escuela porque tenía al  abuelo más increíble y con el qué todos los niños querían jugar, recuerdo también que lloré una tarde que fuiste a mi escuela y una compañerita de mi salón te abrazaba, entonces corrí con mamá y le dije – » el abuelo quiere a otra niña» . Mamá sonrió y me dijo que yo era la única niña en la vida de mi abuelo, que todo tendría una explicación. Y así fue, ese día llegaste por la tarde a casa y traiste contigo un enorme oso y uno de esos abrazos que reiniciaba mi alegría, mi niñez fue perfecta porque tú siempre estabas para mí. 

Luego al pasar un tiempo la abuela enfermó y ya no eras el mismo, no disfrutabas mucho de nuestros juegos, y los domingos eran tan tristes como el invierno, y yo deseaba tanto que no sufrierás. Pero conmigo disimulabas aunque sabía en el fondo que sufrías cuando estabas a solas; y aunque a mí también me dejó un vacío inmenso su partida, tú dolor era más fuerte; porque se había marchado la compañera de tu vida, tú consejera y mejor amiga. 

Mi querido amigo cuánto deseaba entonces aliviar tu pena, pero era una niña como para saber que hacer, solo me inventaba travesuras para de alguna manera robarte una sonrisa, porque tu sonrisa era como los rayos del sol iluminado mis días. Paso un año después de la partida de tu amada, y fuiste abriendote paso a nuestros juegos y a la persona que solías ser, ese hombre alegré como las brisas de primavera o como aquel niño que por primera vez prueba una golosina.

Ya el tiempo había transcurrido tan rápido y no era una niña, y tú tenías muchas más canas en tu cabeza y más arrugas en la piel, pero seguías siendo el hombre riguroso que lleno mi niñez de felicidad, aún disfrutabamos nuestra compañía con algunos juegos de mesa o charlas de varios libros ó las noticias que traía el mundo cada día. 

Me daba satisfacción hacer que tú pena, esa que te consumía como fuego disminuyera  y sabía que siempre estaría para ti, siempre cuidaría de mi querido amigo sin importar qué. 

Mi querido amigo tú has estado conmigo en todo momento, disfrutando mis triunfos y alegría y apoyándome en mis tristezas. Me acuerdo que para la cena de navidad invite a Johan  y en medio de anécdotas y risas, él me propuso ser su esposa, persibi tu mirada, estabas tan sorprendido como yo; estaba tan asustada porque no sabía si él te agradaba, así que antes de dar una respuesta tú le hicistes un juego de preguntas respecto a mí .. Parecias «Sherlock Holmes» Y mientras le preguntabas sabías que las únicas respuesta de todo las tenías tú, porque era contigo que guardaba mis más grandes secretos. Miraste a Johan y le dijistes: 

– » Te llevas un gran tesoro, cuida muy bien de mi pequeña» 

Recuerdo haber llorado mucho esa noche, pero sin duda estaba felíz de contar con tu bendición.  Esa noche navideña fue la mejor de mi vida y sabía que tendría muchas cosas que agradecer a Díos, entre ellas que te permitirá estar conmigo para que me llevarás de tu mano hacia el altar.

Despues de meses, una tarde de septiembre la boda se llevó acabó, fue algo sencillo y elegante con pocos invitados y una recepción hermosa, deslumbrante como el sol a medio día. Y ahí estabas, todo un galán enloqueciendo a las señoras más distinguidas de la sociedad, pero no disfrutabas de su compañía, te acercaste y te escuché decirme al odió

– » Jamás encontraré  entre ellas una mujer como tu abuela»;  y diciendo eso me llevaste ante el altar y disfrute tanto tenerte junto a mi. 

Luego de la ceremonia pasamos a la recepción y bailamos como nunca lo habíamos hecho, fue sin duda alguna el mejor regalo de bodas que Dios me pudo haber entregado. Pasada la medía noche nos despedimos de todos y nos dispusimos a ir a la luna de miel, recuerdo haberte llamando en el aeropuerto y me deseaste la mejor de las bendiciones. Nuestro avión despegó y al llegar nuestro destino pase la mejor noche de mi vida, y al día siguiente llame para contarte cada detalle del lugar y los maravillosos lugares que había conocido, te escuché tan felíz por mí y yo estaba felíz de que aún en la distancia estuviéramos tan cerca.  De regresó a casa, lo primero que me pasó por la mente fue ir a verte, te extrañaba tanto y aunque no me preocupaba que estuvieras solo, pues mamá decidió ir hacerte compañía mientras yo regresaba, al llegar al aeropuerto te llamé pero nadie respondió, luego marque a mamá y nadie atendía, lo que era extraño porque siempre estábamos al teléfono si este sonaba, pero sabía que si algo malo sucedía mamá sería la primera en llamar así que me tranquilice. Después de unas horas Johan y yo llegamos a nuestro apartamento y decidimos descansar antes de ir a verte. 

Horas después, nos alistamos para partir, recuerdo que era una tarde lluviosa, -el cielo están un poco triste- pensé; al llegar a tu casa, miré por la ventana para ver si estabas en el sofá tomando el té, pero no te ví, así que busque las llaves en mi bolsa y entré. No había nadie en la primera planta de la casa así que corrí hasta tú habitación; y ahí estabas tan guapo cómo siempre recostado en la cama y mamá sujetaba tu mano, un sudor frío corrió por mi cuerpo, y quedé ahí paralizada sin saber cómo reaccionar, mamá se me acercó y me dijo 

– » él te ésta esperando».

Estaba tan desorientada que me arrodillé aun lado de su cama, con mi vos entre cortada y lágrimas en mis ojos, me acerqué un poco y tomé tu mano, respire profundamente para tranquilizarme y me diste una sonrisa; 

–  Mi querido amigo- dije.

– Todo estará bien, pequeña flor de primavera- me decías, mientras una lágrima mojaba tu mejilla. 

Mietras yo no sabía cómo asimilar éste día tan gris, me miraste y volviste tus ojos hermosos hacía mí y me recordaste lo importante que fui en tu vida. Un silencio cubrió la habitación, me acerqué para darte un abrazó y al oído escuché decirme tus últimas palabras

– Después de tu abuela, eres la mujer que más amé-.  No pude contener las lágrimas, y entonces supe que esa era tu despedida. 

Las horas después de tu funeral no sabía cómo afrontarlas, quería quedarme al lado de tu lápida, no podía soportar esa ausencia que habías dejado. 

Johan, hacía lo imposible por que estuviera mejor, pero el peso de tu partida era más fuerte en ese momento que nada alegraba mi ser, tenía tanto por contarte y muchas cosas que un deseaba vivieras junto a mí. Acostada  en mi cama abrazaba tú fotografía y aún triste; pude sentir paz, porque de alguna manera volverías a verte con la abuela, y eso me hacía feliz por ti, porque el dolor que padeciste cuando se marchó era el mismo dolor que ahora yo estaba  experimentando después de tu partida.

 Ya han pasado 7 largos años desde que partiste. Y aquí estoy como cada año; observando tu sofá, esperando ver tu sonrisa y sentir tus abrazos cálidos como el sol, añorando que me des un consejo sobre algún momento difícil, mostrándome que lo bello de la vida está en vivirla, sin límites, aprendiendo de tus anécdotas y formándome con tus experiencias aquí   sigo querido amigo, queriendo revivir nuestras aventuras y esas charlas sobre el mundo y lo misterios que esconde, nos faltó mucho por descubrir, pero lo haré por tí. 

Mi querido amigo me hubiera gustado que mis hijos te conocieran, sé que te amarían tanto como yo lo hice, y que les enseñarias esas aventuras con las cuales fui tan felíz.  A ellos siempre les hablo de ti, y de nuestras aventuras;  sin duda sé que te hubieran amado tanto como yo.

Mi querido amigo, pronto nos encontraremos, y volveremos a estar tan unidos como lo fuimos una vez, pronto volveré a ver esa sonrisa iluminando mi vida, sentir el calor de tus abrazos y lo fuerte de tu amor hacia mí. Ahora estoy siguiendo mi vida, esperando que la vejez llegué a mí, que mis nietos sean tan amorosos que encuentren en mí todo ese amor que en hallé en ti, que mi vejez sea como lo fue la tuya, aún en las dificultades sonreias, que mis arrugas muestren mis experiencias y la infinidad del mundo, que no sea olvidado por las personas que amo, que sea un recuerdo viviente como lo seguirás siendo para mí. Mi querido amigo te extraño y en el frío de las noches pienso que estás junto a mi, abrigando me con tus abrazos cálidos de primavera.

Mi querido amigo, esto es para ti, y aunque ya no estés sé que puedes escucharme leerlo.

Nuestros padres y/o abuelos merecen vivir rodeados de amor, no los hagamos aun lado por nuestra falta de tiempo o interés, ellos sufren en silencio y no debe ser su partida el momento para amarlos de verdad, enséñale a tus hijos a amar intensamente a sus abuelos porqué si tú te marchas antes, ellos contarán con su refugio.

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