Querido Julián:
Te escribo desde nuestro banco en el que grabamos nuestras iniciales una de tantas tardes en las que jugábamos a nuestro estúpido juego que comenzó en aquella boda en la que nos conocimos en el verano del 94 con tan sólo siete años.
Era mi turno. Te había retado a besar a la chica más fea de todo el parque y tú habías aceptado. Tras observar a todo el mundo a nuestro alrededor te giraste hacia mí, me miraste a los ojos en un silencio que se me hizo eterno y me besaste. En aquel momento no sabía qué quería decir aquello y ahora por fin comprendo que fue ahí donde pasamos la línea a la que nunca debimos acercarnos.
Desde ese instante nos hemos estado humillando y haciendo daño constantemente y ahora me pregunto si esa era nuestra forma de amarnos. Hacer cosas imposibles o que no queríamos para herirnos cada día un poco más. Nos quemábamos por dentro Julián y parece que eso nos gustaba a los dos. O quizá lo odiábamos pero no sabíamos gestionarlo de otra manera.
¿Por qué no hemos podido hacer como el resto de la gente? ¿Por qué no hemos sido capaces de dejar nuestro orgullo a un lado, de ser sinceros con nosotros mismos y con el otro? ¿Por qué hemos construido otras vidas que nos alejaban cada día más y nos hemos pasado años sin vernos por una tontería de apuesta? ¿Era real o de verdad era simplemente un juego? ¡Arriesgábamos nuestras vidas, Julián! Como el día que me llevaste con los ojos tapados y las manos atadas y me dejaste sola en la vía del tren apurando hasta el último segundo para empujarme fuera de allí antes de morir aplastada. ¿Te das cuenta de lo que hemos hecho Julián? ¿Eres consciente? Nos hemos pasado años jugando sin conseguir encontrar el momento de parar… Hemos perdido la percepción de la realidad. ¿Cuándo era un juego y cuándo era real? A día de hoy sigo sin saberlo y preguntándomelo constantemente.
¿Qué crees que hubiese pasado si nos hubiésemos saltado las normas del juego que nosotros mismo nos inventamos? ¿Hubiésemos sido una pareja normal? ¿Crees que ahora seríamos una familia? ¿Hubiésemos tenido un bebé o quizás dos? ¿Nos hubiésemos casado, comprado una casa, tendríamos un coche…? Es tarde para saberlo. Ya no puedo más Julián. Se acabó el juego para mí. Pero antes de hacerlo necesito que sepas una cosa, he juntado el valor para decírtelo, puede que me creas o que sigas pensando que estoy jugando pero te prometo que es de verdad. No puedo fingir más Julián. Y creo que sólo hay una manera de terminar el juego y sí, soy capaz de hacerlo, muevo ficha por última vez pero esta vez antes voy a hablarte con el corazón:
Te quiero, Julián. Siempre te he querido. Y te querré eternamente. No lo olvides nunca. No me olvides. ¿Capaz?
Con cariño,
Sophie.
Película «¡Quiéreme si te atreves!»
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