Todo inicia un ocho de julio del año 2027 en un pequeño lugar en el momento preciso, eran las diez de la mañana aproximadamente y un joven con mucha prisa y envuelto en la rutina de día a día, se encontraba conduciendo su vehículo, en busca de una dirección ya que después de muchos años de estar fuera de la ciudad no puede reconocer las calles, han pasado ya treinta y un años y mucho de lo que ve, no le resulta familiar. Justo al llegar a una esquina en particular, decide dar vuelta a la derecha, lo primero que sus ojos alcanzan a mirar a la distancia, es aquella escuela de su infancia, en la que vivió la mitad de su vida. En ese momento se detiene el tiempo para él y un cúmulo de recuerdos llegan a su memoria como destellos que retumban por toda su mente, sus emociones emanan sin control y en ese momento se olvida de su principal objetivo, mientras sigue avanzando, al llegar a la reja de entrada de manera inconsciente para la marcha de su vehículo. Observa que las rejas están abiertas como si lo estuvieran esperando, sin pensarlo baja de su auto y se dirige hacia la entrada. Al poner el primer paso dentro de su escuela siente como se detiene el tiempo y todo el cúmulo de emociones en su interior lo hacen regresar años atrás y revivir nuevamente cada una de sus vivencias de la infancia.

Mientras avanza por los pasillos se encuentra frente a él, aquel salón de clase que lo recibió por primera vez, es tanta la fuerza del recuerdo que lo hace revivir aquel momento y viene una imagen a su mente, su primer día de escuela. En el cual conoció aquel lugar que formaría parte de su vida.

Continúa con su marcha sin detenerse, en su camino pasa por su salón de preescolar dos. Cada vez son más los recuerdos que llegan a su mente, ahora al mirar tras aquella ventana del salón puede recordar aquella vez en la que su profesora de preescolar tomaba su mano para escribir sus primeras palabras.

Esa sensación de ver cómo todos sus recuerdos pasan frene a él, lo invade, mientras continúa su camino por aquel pasillo. Justo al llegar al salón de preescolar tres, se encuentra con aquella puerta que de daba la bienvenida todos los días, está se encontraba abierta. Sin pensarlo y como si algo lo atrajera a aquel salón, pasa avanzando a paso firme y se dirige al que fue su lugar en el salón, queda inmutado y petrificado observando aquella silla y mesa que se ven tan pequeñas como si el paso de los años las encogieron. Mira fijamente aquella mesita y pareciera que su nombre está escrito en ella, como un viejo recuerdo que le dice que un día fue su compañera de viaje. Sin pensarlo toma asiento en aquella silla que ocupó durante su paso por preescolar tres, al levantar la mirada ve hacia aquel escritorio que perteneció a aquella tierna profesora, con la cual aprendió a leer.

En aquel viejo escritorio observa un pequeño birrete que lo hace hundir e en un viaje en el tiempo y le hace recordar su primera graduación, aquel momento tan feliz y lleno de alegría para él y sus pequeños compañeros.

De repente un ruido fuerte lo hace desviar la mirada hacia los salones de primaria, como por inercia se levanta de aquella silla y se dirige hacia el salón de primer grado. Al mirar tras la ventana de aquel salón puede escuchar las risas de aquellas clases divertidas que le hicieron amar las letras. Al continuar su camino pasa por el salón de segundo grado, aquí recuerda como al inicio del ciclo escolar conoció a nuevos amigos con los cuales vivió grandes aventuras en los recreos.

Al llegar a las escaleras, subió cada uno de los escalones que hace algunos años parecían largos e interminables, una vez estando en el segundo piso, no pudo evitar caminar hasta el que fue su salón de sexto grado, aquel salón que lo acompañó durante sus últimos días de niñez y que lo dejo cuando casi ya era un adolescente.

Mientras continúa con su recorrido, al pasar por los demás salones que lo vieron crecer, una lluvia de recuerdo empapan su mente haciendo que cada paso que da, sea como estar dentro de su propia película de vida.

Mientras recorre el último pasillo para llegar a la dirección, su mirada se desvía hacia la sección secundaria, aquella vieja compañera de su adolescencia, aquel lugar en el cual aprendió mucho de cada uno de sus profesores.

Donde aprendió con el paso de los días que tenía que tomar las riendas de su destino y que una mala decisión puede tener consecuencias para la vida entera. Recordó a aquel personaje serio y de de carácter disciplinado que lo recibía todos los días, aquel que le repetía día a día como debía portar su uniforme. Aquel personaje que a pesar de mostrar un carácter gruñón muchas veces le dio consejos que le han servido en la vida.

Mientras recorría con la mirada cada uno de los salones viéndolos a la distancia, muchos fueron los recuerdos que llegaron a su mente, recordar que cada grado que curso fue una etapa en su crecimiento emocional e intelectual. Hacer memoria de que fue la mejor etapa de su vida, en la cual descubrió nuevos sentimientos, nuevas emociones y también ciertas desilusiones.

Ahí conoció lo que era sentir amor por alguien, recordó aquel primer amor que todos hemos tenido en nuestra adolescencia. Mientras se perdía en la inmensidad de tantos recuerdos buenos y malos. En aquel rincón lleno de silencio, un sonido conocido el cual retumbaba por los pasillos, lo regresó a de vuelta a la realidad y a la vez lo llenó de mucha emoción. Ese era el sonido que producían un par de zapatillas al caminar por los pasillos, ese ruido que era como la alerta de que aquella mujer de carácter fuerte y con un toque de tanta dulzura, que anunciaba su llegada y todo tenía que estar perfecto y en orden. Ese sonido lo hizo voltear de manera repentina y cuál fue su sorpresa, ahí estaba ella, con aquella sonrisa que la caracterizaba, en aquel momento el tiempo se detuvo y solo corrió sin detenerse hasta llegar a los brazos de aquella mujer que fue parte de su infancia , todo se resumió en un abrazo lleno de amor y ternura, como sólo aquella hermosa mujer de hermosa sonrisa y ojos brillantes, se los regalo en sus momentos de alegría y tristeza, si esa era ella, su amiga su madre, su querida profesora, la miss bonita, como todos la conocían.

La escena que se presenció fue tan emotiva como cuando el hijo pródigo se reencuentra con su padre, sólo que esta vez, aquel joven se perdió en la mirada de su querida profesora de mirada cansada pero con esa sonrisa que era capaz de iluminar los días más oscuros y después de de treinta y un años aquel polluelo que un día se marchó, retorna a aquel nido que lo vio crecer. Y aquí sólo podemos decir que donde se ha dejado huella, nunca se olvida porque los recuerdos son para toda la vida, son para siempre.

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